29.12.2011 Rimas

Para terminar soñando este año que se va, vale hablar de nostalgias y poesía, que no sólo es la escrita sino igualmente la construida. En El puente de los asesinos (2011), la séptima de las mas que divertidas novelas dedicadas a las aventuras de capa y espada del capitán Diego Alatriste, Arturo Pérez-Reverte, corresponsal de guerra durante muchos años y ahora escritor de éxito mas no de Nobel, intercala diversos poemas, entre ellos unos sugestivos versos y casi conceptos de Don Francisco de Quevedo (1580-1645), el gran poeta del Siglo de Oro Español:
            Dije que una señora era absoluta,
            y siendo mas honesta que Lucrecia,
            por rimar el cuarteto la hice puta.
La belleza de la composición salta al oído, y su profundidad estriba en que la hermosura y honestidad de Lucrecia, impresionaron tanto a Sexto, hijo del rey Lucio Tarquinio el Soberbio, que la violo por la noche en su propia cama, aprovechando la ausencia de su marido, sin que ella opusiera resistencia, quien se suicidó después para no sobrevivir a su deshonor. Y en otro soneto suyo, o atribuido a él (El Malpensante.com), deja el negocio bien en claro siguiendo al pie de la letra el dicho árabe que así reza: qua benadhem itmeta, qua zamgarz zechemez:
            Dido fue puta de audaz soldado
            y Cleopatra a ser puta se condena
            y el nombre de Lucrecia, que resuena,
            no es tan honesto como se ha pensado.
Honesto es ser recatado y pudoroso, y no íntegro en el obrar, para lo que les ha dado por usar la palabra en lugar de honrado (DRAE); que es lo que no suelen ser los arquitectos de moda en el mundo, que por dar espectáculo no riman sus edificios con las ciudades terminando por prostituir el oficio "a puros versos, como ves, perdidos”. Escandalosos la primera vez, no son nada que perdure por su profundidad y belleza, asuntos que tienen que ver es con la historia de la arquitectura y la semántica de las formas. Como dice una vieja copla castellana:
            Tiempo, lugar y ventura,
            muchos hay que lo han tenido:
            pero pocos han sabido
            gozar de la coyuntura.
Es lo que pasa también con nuestros jóvenes arquitectos de penúltima moda pero sin arquitectura propia, a los que poco les interesa que sea apropiada para nuestro clima, paisaje y tradiciones, como lo recomendó Le Corbusier (Oeuvre complete 1938-46, 1955) pese a que poco lo practicó, como dice Germán Téllez, y que copian de la capital lo que allá copian de Europa sin honradez alguna. Cabe, pues, para buscar y no hallar la sultana del Valle que fue Cali, en la Cali fea y mafiosa de hoy, otro soneto de Quevedo que Pérez-Reverte igualmente intercala:
            Buscas en Roma a Roma, oh peregrino,
            y en Roma misma a Roma no la hallas:
            cadáver son las que ostentó murallas
            y tumba de sí propio el Aventino.
Cali nunca ostento murallas pero el cerro de las Tres Cruces, ahora sepultado por antenas, es como el Aventino a Roma. Pero poco entendemos del antiguo rimo, del latín rhythmus, y este del griego ῥυθμός, movimiento concertado (DRAE), y hemos olvidado la afortunada coyuntura de nuestro clima y paisaje. Despertemos pues Cali si fue un sueño atravesado por un río, como rimó hace años Eduardo Carranza, y aun tenemos el río y dos cerros. Y que no toda mujer engaña, como si lo afirma el dicho árabe de arriba, pero que es cierto que todo hombre muere.


Columna publicada en el diario El País de Cali. 29.12.2011

08.12.2011 Humanidades y técnicas

Dice Walter Isaacson, biógrafo de Steve Jobs, que este se situaba entre las humanidades y las ciencias (El Tiempo, 11/11/2011), y que era un pensador muy intuitivo, y  muy visual; como Einstein, para el que la imaginación era mas importante que el conocimiento. Es lo que debe hacer un arquitecto preocupado por su ética profesional y no apenas por la estética de moda entre sus clientes: cultivar su gusto y situarse con imaginación entre las humanidades y las técnicas (las que se derivan de las ciencias), para entender las tradiciones y climas propios de la ciudad-región en la que proyecta sus edificios, y para saber ver sus paisajes urbanos y naturales que determinan su entorno. Y por ende es lo que debería hacer un alcalde, que es el arquitecto de su ciudad, cuando esta no cuenta con uno, como sucede en las nuestras. Por eso es todo un despropósito cambiarlo cada cuatro años, como lo sería cambiar de director de una película en medio de su rodaje por alguien que por primera vez hace cine y que de inmediato sustituya su guión, su escenografía y sus actores principales.

            Conectar el arte con la tecnología, insiste Isaacson al recordar a Jobs, quien según él unió la poesía a los computadores, fue lo que llevó a Apple a su rápido éxito mundial. Es lo que debe buscar un buen arquitecto, pues de lo contrario es solamente un mal diletante, pero tampoco un artesano, pues estos, usando tipologías desarrolladas colectivamente con el paso del tiempo, no levantaban edificios magníficos, como antes lo hacían los verdaderos arquitectos, sino partes de ciudades, estas si magnificas, como lo son todas las ciudades tradicionales en todas partes del mundo. Es lo que deberían entender esos arquitectos mal formados que han llenado las nuestras de edificios que no consideran sus tradiciones, climas ni paisajes, ni su función, la gran mayoría de las veces sin la importancia simbólica de los castillos, palacios, y catedrales de antes, la que hoy en día solo deberían tener los edificios públicos y no todos ellos. Es lo que no ven y por lo tanto difícilmente entenderán esos alcaldes que nada saben de arquitectura ni de ciudades en tanto que artefactos habitados.


            Jobs era además ingenioso, pues la gente inteligente y educada no siempre engendra innovación, concluye Isaacson. Por eso necesitamos arquitectos profesionales que además de bien formados sean mas creativos e imaginativos para producir, no imágenes espectaculares, sino edificios construibles, seguros, funcionales, sostenibles, contextuales, confortables y bellos. Y por eso los buenos alcaldes se rodean de ellos, no para darles a dedo los proyectos mas importantes, eso lo hacían antes los príncipes, mecenas y comitentes, sino para que formen parte de los jurados de los concursos públicos que se convocan con ese propósito. Tal es el caso de Pascal Maragall para trasformar a Barcelona, de la mano del arquitecto Oriol Bohigas, en una de las ciudades con mayor calidad de vida en el mundo, o Jaime Lerner en Curitiba, Jorge Gaitán Cortés en Bogotá y Alberto Montoya Puyana en Bucaramanga, ellos mismos arquitectos, y alcaldes de éxito. Como dijo Jane Jacobs, hay que recobrar para la arquitectura la conformación de las ciudades (Vida y muerte de las grandes ciudades, 1961).

Columna publicada en el diario El País de Cali. 08.12.2011

03.12.2011 Brasilia

Siguiendo el Plano Piloto, como se conoce el proyecto original de Brasilia, la ciudad desciende levemente hacia el Lago Paranoá, la gran represa artificial sobre la que el arquitecto Lucio Costa acomodó el proyecto ganador del concurso para la nueva capital del Brasil, hace ya mas de medio siglo, siguiendo, como él lo ha dicho, el gesto primario de quien marca un lugar con dos ejes que se cruzan: el Eje Monumental y el eje rodoviario en cuyas dos alas se suceden las  llamadas supercuadras en las que esta la vivienda, en edificios exentos y largo y de mediana altura, con diversos tipos de apartamentos, contando en uno de sus extremos con locales comerciales.

A lo largo del Eje Monumental están los muy conocidos edificios de Oscar Niemeyer como el Teatro Nacional, la Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida, los Ministerios, el Congreso Nacional,  el Palácio do Planalto y el Supremo Tribunal Federal, que constituyen la Plaza de los tres poderes, y cerca el Palácio Itamaraty,  donde funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores, y mas alejado el Hotel Brasilia Palace y en toda la punta de la península que se adentra en el lago, el Palácio da Alvorada, la vivienda de los presidentes. Además de estos edificios iniciales de Niemeyer, hoy están en la Explanada de los Ministerios la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional tambien de su autoria.

Al otro extremo está el Palacio do Buruti, donde funciona hoy el Gobierno del Distrito Federal, del arquitecto Nauro Esteves, y el Tribunal de Contas, del arquitecto Cesar Barney, a los que se puede agregar la Embajada de Colombia, en el sector de las embajadas, cerca al Eje Monumental, también de este último. Y desde luego están los edificios de las primeras supercuadras tambien del Niemeyer y su equipo de colaboradores en el que trabajaban los dos arquitectos ya mencionados.

Todos estos edificios son sin duda logrados ejemplos de esa arquitectura producto de la adaptación en Brasil de la arquitectura de Le Corbusier, y que llevó a que Brasília fuera declarada por la UNESCO en 1987 Patrimonio Cultural de la Humanidad, siendo la única ciudad construida en el siglo XX que ha recibido este honor. Todo a partir de la construcción en Rio de Janeiro, la anterior capital del país, del Ministerio de Educación y Salud, con la participación del maestro suisofrances y de los arquitectos Lucio Costa y  Oscar Niemeyer, entre otros, como del magnifico Museo de Arte Moderno de Alfonso Eduardo Reidy.

Brasília, como antes Ajetatón, hoy Tell el-Amarna, la ciudad a la que Akenatón traslado la capital de Egipto en el siglo XIV a. C., o Machu Picchu construida a mediados del Siglo XV para la residencia de descanso de Pachacútec, primer emperador inca, o la San Petersburgo de Pedro el Grande, y la Washington que acordaron Thomas Jefferson, James Madison y Alexander Hamilton, ambas del siglo XVIII, es una ciudad planificada. Como lo fueron de cierta manera las cerca de trecientas ciudades que los españoles fundaron a inicios del siglo XVI en el Nuevo Mundo.

Junto con Putrajaya, capital administrativa de Malasia, y Naypyidaw, la nueva capital de Birmania, hoy Myanmar,  es una de las ciudades capitales de más reciente construcción en el mundo, y con Chandigarh, en la India, diseñada en parte por Le Corbusier poco antes que Brasília, prácticamente las  dos únicas ciudades importantes concebidas según los ideales del urbanismo moderno, pues Canberra e Islamabad, además de mas pequeñas no lo son tan radicalmente. Los aciertos de Brasília son evidentes como su desafortunada dependencia de los carros. En Brasil tambien fueron diseñadas Goiania y tambien Belo Horizonte, en donde se inició la relación del Presidente Juscelino Kubitschek (1956-1961), fundador de Brasília, y Niemeyer, cuando aquel fue Alcalde de dicha ciudad.

Los aciertos de Brasília son evidentes, como las supercuadras iniciales ya llenas de árboles y con amplias áreas verdes, la vida cada vez mas activa en el lago y sus riveras y la magnificencia de sus edificios públicos. Sin embargo, su desafortunada dependencia de los carros lleva a pensar que tendría que implementarse un completo sistema integrado de transporte público, incluyendo líneas de metro que e podrían ir por la superficie de los dos grandes ejes de la ciudad.

La idea de hacer una nueva capital en el interior del Brasil fue del Marques de Pombal, en 1716. Para 1789 fue retomada por partido radical de los “Inconfidentes Mineros”,  de Minais Gerais y, en 1823, Jose Bonifacio le dio el nombre de Brasília. De ahí la predicción del sacerdote y misionero salesiano, de Torino Italia, Don Giovanni Bosco, en 1883,  de que "haveria  una nueva civilización en el centro de Brasil, mas precisamente en la latitud 15 º ", y que los políticos de la época empezaran a estudiar el cambio de la capital.

Para 1937 el proyecto fue incorporado a la Constitución Nacional y en 1947 se nombró una comisión para determinar el sitio del Distrito Federal, la que solo fue ratificada en 1953, el mismo año en que la compañía norteamericana  de Donald J. Belcher & Associates fue comisionada para especificar el lugar. Finalmente, Juscelino Kubitschek fue nombrado Presidente en 1955 y de inmediato se hizo cargo de la realidad de Brasília a partir del diseño del Plano Piloto de Lucio Costa, ganador del concurso hecho con tal propósito.


En el concurso se inscribieron 26 equipos, y el Segundo premio fue para la propuesta de Ney Fontes Gonçalves, Boruch Milmann y João Enrique Rocha. El Tercero para la de Rino Levi y la de MMM Roberto. El Quinto para las de Henrique Ephin Mindlin y Giancarlo Palati; Carlos Cascaldi y João Villanova Artigas; Mario Wagner Vieira da Cunha y Paulo de Camargo e Almeida; y la empresa Construtécnica S. A. liderada por Milton Ghiraldini. El jurado fue compuesto por Israel Pinheiro da Silva, Oscar Niemeyer, Paulo Antunes Ribeiro y Horta Barbosa de Brasil, junto con Stamo Papadaki de Estados Unidos, André Sive de Francia y William Holford del Reino Unido.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. fecha 03.12.2011

03.12.2011 Vivienda, salud y educación

La (mal) llamada vivienda de interés social debería construirse al tiempo con su respectivo espacio urbano público, transporte y equipamiento, los que necesariamente son un problema público. La gente puede resolver individualmente su vivienda y mejorarla pero le es imposible hacer sola la ciudad que la incluye. Esta es además una obra de arte colectiva pues se trata de que además de segura, sana y funcional sea digna, estimulante y bella. Los particulares lo que precisan es ayuda financiera para su vivienda pero en cambio no pueden hacer calles, plazas, parques ni escuelas, mercados, puestos de salud o centros deportivos (Universidad de los Andes, CPU: La  como factor del desarrollo urbano, 1969). Y por supuesto hay que localizarla en donde mas convenga a sus usuarios y a la ciudad como un todo. Por ejemplo, las clases mas bajas mas cerca al centro. Las ciudades deberían comprar o expropiar la tierra mas apta para urbanizar, dotarla de servicios, hacerle espacio urbano público, darle equipamiento urbano y, en el caso de la vivienda mas económica, construirla.

Y por supuesto en el tema de la salud la prioritaria es la salud pública. Esta es ante todo un problema de educación y campañas preventivas, calidad medioambiental, seguridad en el espacio público y equipamientos urbanos. Pero no solo se trata de puestos de salud y hospitales si no tambien de tenar buenos andenes, alamedas, parques e instalaciones deportivas. Pero desde luego, como la vivienda y la educación, es también un problema ideológico: en Colombia llevamos a su muerte a esas mujeres a las que se les prohíbe abortar para que puedan recibir quimioterapia, y por lo tanto también a sus fetos, y obligamos a las adolescentes a tener hijos no deseados, que no pueden educar ni alimentar bien, pese a que buena parte terminan por eso mismo de delincuentes. Y preferimos seguir acabando con el país con una guerra inútil impuesta por Estados Unidos, los mayores consumidores del mundo, a despenalizar el tráfico de drogas y tratar la drogadicción como un problema de salud pública, como lo vienen haciendo poco a poco y hace años muchos países.

Pero sin educación ciudadana desde la escuela es inútil mejorar la seguridad, vivienda o salud. Y no se puede mejorar la educación sin una sólida y continuada formación de mejores profesores y un mejor ambiente familiar, sociocultural y escolar, potenciado por un mejor equipamiento escolar y un mejor y mas estimulante espacio público. Pero lo prioritario es enseñarles a los ciudadanos a usar debidamente su ciudad y a convivir civilizadamente en ella, incluyendo su comportamiento sexual, lo que incide por supuesto en su bienestar. Que desde la escuela se enseñe lo que antes llamábamos urbanidad, y mas cívica para que aprendamos a escoger mejores presidentes, senadores, representantes, alcaldes y concejales, en lugar del contrasentido del voto obligatorio que nos quieren imponer. Pero también urbanismo. La apropiación del espacio público, el desorden del tráfico, el caos visual, la contaminación, el ruido, las basuras, los escombros, la falta de higiene, y el desperdicio irresponsable de energía y agua potable, se deben a una total falta de educación urbana. 

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. fecha 03.12.2011

17.11.2011 ¿Objetos o edificios?

Como tanto insistió Rogelio Salmona, y que por supuesto se puede corroborar en toda su vasta obra, en arquitectura es escaso lo que se crea y mucho lo que se recrea. Tratándose de edificios, y no apenas de objetos, solo es posible alguna de las muchas variaciones y combinaciones de las pocas formas geométricas básicas que existen. Pero cuando solamente se imitan reinterpretaciones hechas por otros y en otra parte, se cae en el engaño de hacer que aquí parezcan lo que ni siquiera son allá. Mas en últimas lo que importa es lo que se copia, la pertinencia de hacerlo y la manera como se hace, que es lo que diferencia el burdo plagio de la verdadera superación. Como dijo T. S. Eliot, los poetas maduros no imitan sino que roban, y por supuesto roban solo lo que tiene valor para su propia poesía.

            Pero tal parece que algunos de “nuestros” jóvenes arquitectos de moda apenas se contentan con imitar esas ”novedades” europeas ya pasadas de moda que nos llegan en las revistas, las que a su vez imitan las revistas de aquí, que incluso imitan sus nombres, sin importar las diferencias de climas, paisajes, tradiciones y circunstancias, y que son mas de decoración que de arquitectura. Para peor de males, en Cali se imita lo que imitan en Bogotá y últimamente en Medellín, cuyas copias están tan de moda que las  están copiando en la capital, como las olas del Parque del Bicentenario que pretenden cubrir el de la Independencia. El hecho es que la mayoría de las veces lo que tiene que ver con la belleza se reduce al gusto, y nos han vendido la idea de que lo mas importante es su supuesta novedad.

            Infundio que se utiliza para vender la mala arquitectura que en general construye el negocio inmobiliario, dañando nuestras ciudades desde que la buena arquitectura fue  reemplazada por la mala economía, y que nos ha llevado a que veamos edificios si acaso atractivos y no ciudades definitivamente feas. Ciudades en las que debido a su rápido crecimiento en la segunda mitad del siglo XX, como es el caso extremo de Cali, el suelo urbano se convirtió en un negocio especulativo, y la arquitectura en pura moda y espectáculo, dejando de lado que hoy es vital que nos ocupemos de la sostenibilidad de los edificios y de la contextualidad de los tejidos urbanos que siempre son pre existentes, estética incluida. No es sino ver esos insípidos edificios repetidos ad nauseam en la Circunvalación y que tapan la vista a la cordillera y la brisa de la tarde.


            Que el MoMA de Nueva York  escoja un par de maquetas de edificios de Giancarlo Mazzanti, que no modelos, planos y fotografías, como aplaudió bobamente la revista Semana hace unos días hablando de “grandes ligas” como si se tratará de un deporte, solo demuestra que allá apenas les interesa promover una estética “moderna” que ante la crisis de la pintura quieren remplazar con objetos que les gustan o que se parecen a lo que les gusta, como el bellísimo reloj negro y sin números ni rayas diseñado especialmente para el museo, en el que había que adivinar la hora, o esos cubiertos tan llamativos pero que no se supo si también servían para comer, que vendían en su almacén, pero que siempre estaban agotados. Objetos que se nutren de la moda, de la que se ha dicho que es el buen gusto de los idiotas.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 17.11.2011

13.10.2011 Seguridad y diseño

En la Política Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana de la Alta Consejería Presidencial para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana, a cargo de Francisco José Lloreda Mera, se menciona, en primer lugar, entre los desafíos estructurales, el proceso de urbanización del país. En 20 ciudades, grandes e intermedias, de Bogotá a Neiva, que tienen menos de la mitad de la población del país, aun se reportan, aunque mermaron en la última década, mas de la mitad de los delitos. Pero solo se habla de las diferencias regionales e incluso barriales, y del estado e iluminación de las calles, pero desafortunadamente no se informa nada de las características físicas de los sitios mas inseguros, y mucho menos se considera su diseño urbano-arquitectónico pese a que acertadamente se proponen proyectos piloto al respecto.

            Habría que profundizar en el tipo de diseño usual en la llamada vivienda de interés social, que se construye lejos de los centros tradicionales de las ciudades como de los sitios de trabajo, para buscar terrenos mas baratos o favorecer a ciertos propietarios, y no en los sectores mas adecuados. La que para rematar se hace sin servicios simultáneos de transporte, comercio, educación, salud y recreación. Su diseño urbano y arquitectónico es a todas luces inconveniente para la seguridad por sus bajas densidades, calles oscuras y demasiado estrechas y largas, y antejardines que rápidamente se ocupan creando “muelas”, todo lo cual dificulta su control por la policía como por los mismos vecinos. Y en las invasiones, parte de ellas inducidas por los terratenientes que rodean las ciudades para después vender sus propiedades al Estado, la situación es peor aun.

            El diseño de estos asentamientos promovidos por el Estado habría que contrastarlo, en términos de seguridad, con los muy buenos desarrollos que realizaron el Banco Central Hipotecario y el Instituto de Crédito Territorial en las principales capitales del país, mas densos y cuyos espacios urbanos son mas animados y fáciles de controlar. Incomprensiblemente estos organismos desaparecieron hace varias décadas, cuando se resolvió usar la construcción de viviendas baratas como un factor de creación de empleo y desarrollo económico, y se dejó en manos privadas. El resultado es que la mala economía acabo con la buena arquitectura, y de contera impidió usar la construcción de viviendas para mejorar las ciudades, y por lo contrario las tugurizaron y volvieron mas inseguras.

            Tenemos que retomar el urbanismo colonial de manzanas cerradas, calles cortas y con paramentos corridos, tiendas de esquina y pequeños parques, adaptándolo para una adecuada circulación y estacionamiento de carros. Y hacer conjuntos completos, conformando verdaderos barrios, con  densidades y animación suficientes para que contribuyan a la seguridad al garantizar un mínimo de vigilancia vecinal en sus calles. Y hacerlos juntos para integrar a su vez sectores urbanos con su correspondiente equipamiento. Es decir, diseñar ciudades funcionales, confortables, estimulantes y seguras, y no apenas viviendas económicas, las que hay que hacer en sitios lo mas centrales posibles, lo que a la larga será mas económico, entre otras cosas porque ayudarán a que las ciudades sean mas seguras.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 13.10.2011



29.09.2011 Ética y diseño

En Colombia la Ley  establece una ética para los arquitectos pero, recuerda Willy Drews, ex decano de arquitectura de la Universidad de los Andes, no existe la del diseño. La de disponer el orden adecuado de los volúmenes, espacios y recintos de los edificios, el manejo óptimo de los materiales, mano de obra y presupuesto disponibles, la satisfacción de las necesidades, aspiraciones y posibilidades de los clientes, la eficiente adaptación al clima, y el respeto del entorno, la ciudad, su historia y su paisaje, buscando el beneficio común y cumpliendo las normas. Condiciones que deberían ser el inicio de los proyectos de arquitectura y urbanismo.

            Se trata, como dice Drews, de no imponer un proyecto sin respetar su entorno, de no atentar contra la movilidad sin proponer alguna solución, de no atraer una gran población sin ofrecer un espacio público adecuado y de no reducir a dimensiones inaceptables los estándares arquitectónicos, buscando el lucro personal e ignorando el bienestar de la comunidad. Y cuando no se cumplen las normas vigentes  “se cruza la frágil frontera entre la ética y el delito, y es nuestra obligación denunciarlo y tratar de evitar su construcción.” Y el que, lamentablemente, a veces las regulaciones no sean “cumplibles” no lo justifica.

            Curiosamente ahora que se habla tanto de la corrupción en el país y de los millonarios contratos de obras públicas a dedo y “amarrados”, poco se ha dicho de esos arquitectos que se prestan para hacer diseños que saben que deberian ser por concurso público, o que firman cláusulas de confidencialidad que les impiden consultar lo que hacen, o que no respetan los bienes de interés cultural. Para no hablar de los que negocian las tarifas y se las ingenian para esquivar las normas. O los que pagan para obtener los encargos, o se auto promocionan mediante una “publicidad profesional pagada” que, a diferencia de la “publicidad política”, ni siquiera va con la nota que dice que lo es.

            Ya el Comisario de la Bienal de Venecia de 2000, Massimiliano Fuksas, había pedido "mas ética, menos estética", pero aquí la arquitectura espectáculo sigue de moda y se les muestra acríticamente a los estudiantes de arquitectura, la mayoría de los cuales dificilmente pueden viajar a ver en la realidad dichos “referentes”. No entendemos aun que “nuestra responsabilidad con nuestra comunidad y las futuras generaciones –como dice Drews- no se reduce únicamente a lo que hacemos, sino a lo que permitimos que se haga. Solamente un cumplimiento estricto de la Ética de Diseño nos permitirá tener mejor arquitectura, y por ende mejores ciudades”.

            Igual que lo dijo García Márquez de la literatura en La literatura colombiana, un fraude a la nación (Acción Liberal, nº 2, Bogotá, 1960], en la arquitectura en Colombia se han ensayado en los últimos años todas las modalidades y tendencias. Se han experimentado todos los manierismos e inclusive buscado de buena fe nuevas formas de expresión. Pero, aparte de que las modas han llegado tarde, parece ser que nuestros arquitectos actuales carecen de un auténtico sentido de lo nacional, que es sin duda la condición más segura para que sus obras sean pertinentes aquí y ahora en lugar de buscar una proyección universal que tampoco logran.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 29.09.2011


06.08.2011 Educación urbana

Para tener una mejor calidad de vida en una ciudad no basta con la usual educación convencional escolarizada, técnica y profesional de los jóvenes. Debe haber también una buena educación humanística para todos los ciudadanos, integral y permanente, sobre la geografía y la historia de la ciudad, y mucha educación en urbanismo, arquitectura y “urbanidad” para su adecuado uso. Que sus ciudadanos aprendan a respetar las normas elementales de comportamiento en sus calles, plazas y parques. Pero también las reglas de buen uso de los espacios públicos de los edificios, como lo son sus circulaciones y demás recintos compartidos con otros dentro de ellos. Y por supuesto las que regulan las actividades individuales, familiares o sociales para que no invadan el espacio público física, acústica, olfativa o visualmente.

 Cuando alguien va a países con mayor tradición urbana, rápidamente aprende de los otros cómo comportarse en el espacio público, y que debe respetarlos para que hagan lo propio con él. Son comportamientos propios de las ciudades que se desarrollaron a lo largo de siglos, pero que en las nuestras, tan recientes y tan de rápido crecimiento, es preciso enseñarlos deliberadamente pues no hay tiempo para que se aprendan espontáneamente. Por ejemplo, en las ciudades actuales compartimos las calles con carros, bicicletas, motos, buses y camiones, y debemos enseñarles a sus conductores que deben usar siempre las calzadas, y a los peatones que transiten solo por los andenes y a cruzar por las esquinas. Y todos debemos aprender a caminar o circular por las calles sin interrumpir el paso o la circulación de los otros.

 Además, en una buena ciudad existe una pronta y eficiente policía municipal a la cual acudir cuando sea necesario. Pero no sólo para garantizar la seguridad de los ciudadanos, sino también para resolver los pequeños problemas cotidianos de convivencia, principalmente los que tienen que ver con la tranquilidad de los espacios urbanos públicos y las viviendas a lo largo del día y sobre todo de la noche. Y que igualmente vigile el correcto uso de los edificios y que en los nuevos se cumplan las restricciones existentes durante la obra para que perturben mínimamente las calles y los vecinos, y que se respeten las normas con las que fueron aprobados. Y con dicho propósito, se necesitan tribunales que resuelven pronto las quejas de los ciudadanos al respecto y que vigilen que se cumplan sus sentencias.

 Y por supuesto hay que considerar los diferentes modos de vida que tienen los habitantes de cada ciudad, para lo que es imprescindible no apenas que se planifique y diseñe buscando hacerla mas funcional, confortable y segura, y mas bella, sino que simultáneamente se eduque a sus habitantes en lo urbano y arquitectónico que los une, en el respeto al patrimonio y en la sana valoración de las diferencias. Se trata, pues, de un educación urbana para todos, de la misma manera y por las mismas razones que actualmente hay una educación para la salud. Pero para que sean normas conocidas y respetadas por todos, tienen que ser pocas y contundentes, que se las divulgue y que se exija su cumplimiento enseñando a los ciudadanos la necesidad de respetar el derecho de los otros para que respeten el de ellos.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. fecha 06.08.2011

04.08.2011 Pésimo ejemplo

En el Parque de la Independencia está la primera construcción de cemento de Bogotá, el Quiosco de la Luz, y en sus alrededores hay  Bienes de Interés Cultural del Ámbito Nacional, como se llaman ahora pomposa pero al parecer inútilmente a los Monumentos Nacionales. Como el Museo Nacional, el Hotel Tequendama,  el edificio Embajador, el edificio Herrera de la Torre, la Biblioteca Nacional, la Plaza Toros y las Torres del Parque. Sin embargo, en Junio de 2010, el Director de Patrimonio del Ministerio de Cultura certificó que el parque no está en el área de influencia del Museo Nacional, el mas lejano de todos, pero ignoró que el Decreto 1905 de 1995 declara como área de influencia de las Torres la totalidad del parque, y autorizó el proyecto del re bautizado Parque del Bicentenario.

            Un año después, atento “a las inquietudes de la comunidad”,  llevó el tema al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural -era su deber haberlo hecho antes-,  que solo lamentó “que haya sido un subcontrato[…] de un proyecto […] de construcción vial, [y no] la oportunidad para un concurso público, con […] numerosas propuestas de intervención”. Además, según la Resolución 154 de 2007, es el Ministro el que autoriza las intervenciones y no el Director de Patrimonio. En conclusión, su autorización, aduciendo que el proyecto “no presenta impactos negativos directos” sobre los inmuebles mencionados, es ilegal. Como lo es también la del “soterramiento” de la Av. Colombia a todo lo largo del Centro Histórico de Cali, convirtiéndola en un inútil y desproporcionado malecón. Irregularidades en las que tienen gran responsabilidad las respectivas alcaldías por su afán de contratar.

            Pregunta con razón Antonio Caballero (Semana Nº 1524 ) por qué se empeñan en destruir uno de los más bellos lugares que le quedan a Bogotá; igual que pasa en Cali habría que agregar. El parque se hizo para el primer centenario de la Independencia en el llamado entonces bosque de San Diego, que constituía el límite norte de la ciudad. Es el más antiguo y conservaba lo que había sido un bosque sagrado de los muiscas. Lo que queda está entre la plaza de toros, el Planetario y las torres de Salmona, al norte, y los huecos eternos de la 26 de los Nule al sur. En las ciudades coloniales españolas no había parques, y su creación subraya la modernidad republicana conquistada un siglo antes. Todavía hay allí viejos y grandes árboles en los que anidan numerosos pájaros.

            Ya muchos se talaron, y en lugar del proyecto mas bajo y discreto de Salmona sobre la 26, Giancarlo Mazzanti propone jardineras de cemento formando “olas”, como las que usó en los estadios de Medellín, copiadas sin gracia de un edificio en España (esferapublica.org/portal), que ocultarán el Museo de Arte Moderno, candidato a BIC y tambien de Salmona. Además, un puente peatonal  en el costado de la Cr. 5º tapa la vista a los  cerros y, hacia el sur, altera el entorno del edificio Herrera de la Torre. Una acción popular interpuesta por los vecinos, logró que se ordenara la suspensión de las obras, pero continuaron y nadie responde, como si la capital siguiera sin Alcalde y el país sin Ministro de Cultura; y al Congreso Nacional de Arquitectura, que se realiza en Yumbo, nos traen de ejemplo a Mazzanti.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 04.08.2011


27.07.2011 La vivienda

Con el Movimiento Moderno en arquitectura, a principios del siglo XX, la vivienda fue objeto por primera vez del trabajo de los arquitectos, después de mas de diez milenios de ser apenas una artesanía con frecuencia maravillosa. Antes los arquitectos solo levantaban palacios y castillos para los poderosos o, mas recientemente, para los burgueses ricos originados por la revolución industrial del XVII. Hoy en día la mayoría de las construcciones en las ciudades, en las que en países como Colombia vivimos cerca del 80% de sus habitantes, están destinadas a la vivienda, y en la mayoría están involucrados de una u otra manera los arquitectos.

            Algunas viviendas están localizadas a las afueras de las ciudades y muchas en sus suburbios, pero la mayoría están en sus nuevos desarrollos, sus barrios tradicionales, y unas pocas en sus centros históricos. Y en mayor o menor grado dependen de sus climas, paisajes y tradiciones urbano arquitectónicas, aunque cada vez menos debido a la globalización de comportamientos, sistemas constructivos y gustos. Son viviendas permanentes, unifamiliares, como las casas, o multifamiliares, como los apartamentos, pero también transitorias como los hoteles, las residencias universitarias o las casas de fin de semana, amén de cuarteles, refugios y viviendas de emergencia.

            Sus programas suelen ser amplios y complejos. Abarcan la vivienda familiar misma, pero también contienen sitios para trabajar, estudiar o recrearse, y para guardar los carros y los checheres que acumulamos. En ellas habitan hombres y mujeres,  desde niños y adolescentes hasta adultos y ancianos, los que ocasionalmente pueden estar enfermos o convalecientes, o eventualmente ser discapacitados, y están los diferentes tipos de visitantes y huéspedes. Y por supuesto es imprescindible su funcionalidad, confort, privacidad y seguridad, pero también su belleza y significado.

            La gran mayoría suelen ser construidas mediante materiales, componentes y elementos que conforma los sistemas tradicionales, y tienen distintos cerramientos, puertas y ventanearía, como entresuelos y cubiertas, todos generalmente también tradicionales, pero sólo en el último siglo incluyen diferentes redes de agua, alcantarillado, energía, gas y telecomunicaciones. Sus terminados y formas son múltiples y reflejan las pretensiones y estatus de sus propietarios, pues son, con los carros y vestidos, su símbolo en la sociedad y de ellos depende su prestigio. De ahí que en la vivienda lo funcional, lo constructivo y lo simbólico estén tan íntimamente relacionados.


            Pero hoy siguen mas las modas promovidas por la industria inmobiliaria para garantizar su obsolescencia programada, igual que pasa con los carros y los vestidos. La vivienda, que antes era solamente una necesidad, se volvió también un negocio que lamentablemente afecta su funcionalidad y economía, y su permanencia en las ciudades. Esta “renovación urbana” no planificada pero sí permanente, es lo que mas afecta la infraestructura de servicios,  la vialidad y el transporte público, lo mismo que la memoria colectiva de los ciudadanos y su arraigo con su respectiva ciudad, con  graves consecuencias en términos de seguridad y calidad de vida, como son las que vivimos ahora en nuestras ciudades.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 27.07.2011

09.06.2011 Lástima

Siguiendo a Rogelio Salmona, el próximo Congreso Colombiano de Arquitectura, se centraría en las ciudades, buscando una salida propia a partir de nuestros climas, paisajes, tradiciones y  circunstancias. Por eso vendrán el panameño Ariel Espino, con un concluyente análisis de la arquitectura en el trópico, y el venezolano Enrique Larrañaga, país con destacadas figuras como Carlos Raúl Villanueva, Jesús Tenreiro o Gorka Dorronsoro, que aquí ignoramos. Pero Alvaro Siza Vieira, el reconocido arquitecto portugués que parte de la simbiosis de la arquitectura vernácula de su país con la del movimiento moderno, iniciada por su maestro y promotor Fernando Tavora, y Glenn Murcutt, destacado pionero australiano de la arquitectura bioclimática, que nos deberían interesar mas pues compartimos situaciones, también propuestos, no asistirán.

          Los temas son la pertinencia también aquí de un ministerio de las ciudades, la necesidad de una ética del ejercicio profesional de la arquitectura, escasa hoy, y, en consecuencia, la radical reforma de su enseñanza. Así, este certamen sería muy diferente a promocionar modas y “estrellas” internacionales, como lamentablemente han sido nuestros últimos congresos y bienales. Para ello se contaría con la participación de académicos de innegable trayectoria e importancia como Carlos Morales, quien tampoco asistirá, y Carlos Campuzano, director del exitoso Taller internacional de Cartagena de la Universidad de los Andes, y se sugirió inútilmente a Kenneth Frampton. Asistirán representantes del gremio y funcionarios del Gobierno, pero el mas importante de ellos, la Ministra de Cultura, declino la invitación.

          Y por realizarse por primera vez en Cali, en donde comenzamos a tomar conciencia de nuestros valores, se pretendía que se ocupara también de lo que pasa en esta ciudad con su patrimonio y arquitectura. Pero desafortunadamente la inclusión de Gian Carlo Mazzanti, cuyo cuestionado trabajo ha sido divulgado en artículos promocionales que no analíticos, dará un mensaje equivoco a los estudiantes de la región, los que constituirán el grueso de los asistentes al Congreso. Y el hecho de que haya sido a ultima hora y sin consultarlo no deja duda de que ni siquiera sería posible un debate al respecto, el que por lo demás se ha esquivado pese que ha sido criticado duramente en esta columna y por otros y desde hace bastante tiempo, obteniendo solo comentarios de pasillo.

            Y qué sentido tiene volver a oír el cuento de que Medellín paró su vieja violencia a punta de la arquitectura espectáculo de sus escenarios deportivos y varias de sus nuevas bibliotecas, a la que se supeditó su importancia como casas de cultura, ya cuestionado por el profesor Rodrigo Uribe cuando el alcalde Fajardo lo echó en la Universidad de Valle hace unos años. Entre ellas la del Parque Biblioteca España, de Mazzanti, mas visitada por curiosos que por usuarios y en progresivo deterioro. La verdad es que fueron los paramilitares los que ponían “orden” en esas problemáticas comunas, hoy de nuevo sumidas en la violencia derivada del narcotráfico y el acelerado crecimiento poblacional, y de todas maneras mas por falta de ciudad que de arquitectura, que era hacia donde se pretendía inclinar el Congreso. Lástima.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 09.06.2011


19.05.2011 Un ejemplo

El acierto de nuestra arquitectura ahora depende de la sostenibilidad de los edificios y del respeto a nuestros entornos naturales y urbanos. De que sus formas surjan de nuevo también de técnicas y funciones y de la realidad de nuestros climas, paisajes y ciudades, y de que sea mas ética y profesional. Justo lo que aporta la obra de Rogelio Salmona, la que se puede ver expuesta en La Tertulia. Después de casi 10 años con Le Corbusier, en 1958 rompe con la ortodoxia de la arquitectura moderna. Como dice Ernest Gombrich (Historia del Arte, 1989), el impulso a diferenciarse puede no ser lo principal pero raramente falta en un artista. Igual que Luís Barragán o Geoffrey Bawa y tantos otros en el tercer mundo, busca y encuentra una arquitectura propia. Parte del empleo y enriquecimiento de los medios estéticos, siguiendo a su maestro Pierre Francastel. Valora nuestro patrimonio construido, considera nuestros climas, califica nuestros paisajes y usa materiales locales y tecnologías posibles. Reinterpreta poéticamente la tradición para hacerla partí­cipe de nuevas situaciones.

          Su citado artículo sobre el proyecto de Fernando Martínez y Guillermo Avendaño para el concurso del Colegio Cifuentes (Semana, 1958), anticipa su trabajo posterior, centrado en lo local y lo universal, lo tradicional y lo actual. Con este manifiesto de la arquitectura del lugar inicia un largo proceso de búsquedas, encuentros y síntesis, similar al de Frank Lloyd Wright, con un propósito social, y en últimas político, sin contradicción entre modernidad e identidad. Sus recursos son en parte contrarios a los que Le Corbusier usó para diferenciarse de lo premoderno. Sus edificios no están sobre “pilotis” si no que salen del piso, no hay plantas libres sino cortes, que buscan cambios de nivel, las ventanas pasan a ser cuadradas, como en Aldo Rossi, y no apaisadas, y la azotea islámica remplaza el techo jardín, que regresa a la tierra acompañando siempre su arquitectura. Solo se conserva la gran “promenade architectural” pero su recorrido se acoda, es diagonal u oblicuo, o incluso se curva, y el ladrillo visto de Alvar Aalto reemplaza al muro blanco mediterráneo.


          Casi cada diez años logra una síntesis, y las dos primeras se suman en la tercera y la cuarta, y esta anticipa la quinta. Las Torres del Parque  (1964-70) se curvan sobre la neo mudéjar Plaza de Toros de Bogotá y responden al paisaje andino y al entorno urbano con el escalonamiento y abaniqueo de sus terrazas. En la Casa de Huéspedes (1980-81) los patios son coloniales pero de tropicales muros de vanos mayas, y estanques y atarjeas que recuerdan a La Alhambra, mientras la piedra, la rampa y las bóvedas rebajadas son de la arquitectura militar de Cartagena. En el Archivo General de la Nación (1988-89), repite nuestras manzanas coloniales, pero el patio es circular y se cruza en diagonal, y tiene, invertidos, los grandes arcos de Louis Khan. En la biblioteca Virgilio Barco (2002), es nuevo el hormigón a la vista pero las cubiertas son inclinadas como en sus casas iniciales. Allí está todo lo anterior y se anuncia el Fondo de Cultura Económica de México (2008) con sus rampas y patios circulares, uno de agua como en un carmen granadino, y su mágico paramento porticado. 

Columna publicada en el diario El País de Cali. 19.05.2011

05.05.2011 Arquitectura hoy

La arquitectura es un oficio, es decir una ocupación habitual y profesional, centrada en el arte y la técnica de proyectar espacios para la vida humana, que se puedan construir económicamente, y sean sostenibles, habitables, funcionales, confortables, seguros y emocionantes, y que además se puedan adecuar a nuevas circunstancias y renovar con facilidad para que duren lo mas posible y, si es del caso, reciclar con la menor perdida de materiales, componentes  y elementos. Técnicas, pues son varias, que son la aplicación de algunas ciencias pero con sentido artístico, es decir con una visión personal de lo proyectado, mediante recursos plásticos, sonoros y táctiles, y no apenas ocuparse de su estética, que es lograr que su aspecto también sea bello y elegante. Edificios que generan volúmenes que conforman los espacios urbanos privados y públicos de las ciudades, y por eso es que estas son obras de arte colectivo, como ya muchos han dicho hace años pero que entre nosotros pocos han entendido y ni siquiera visto, y de ahí lo fea en que hemos convertido a Cali.

            La buena arquitectura depende de los buenos clientes y no apenas de buenos arquitectos. A estos los mejora, y transforma al promotor en un “committente” al que le importa la arquitectura. Que es lo que deberían ser en primera instancia los alcaldes  de las ciudades, como lo fueron antes repetidamente y de primer orden faraones, reyes, príncipes y califas, al punto de ser casi sinónimos de mecenas. Como Pascal Maragall y su trasformación de Barcelona de la mano del arquitecto Oriol Bohigas con el pretexto de los Juegos Olímpicos de 1992. Pero igualmente los ciudadanos comunes deben estar enterados de las ciudades en tanto artefactos y de ahí la importancia de la exposición sobre la obra de Rogelio Salmona que se inaugura esta noche en La Tertulia. Para él la arquitectura y el espacio urbano siempre fueron inseparables, y desde sus primeros edificios buscó hacer ciudades para la gente, y en sus grandes proyectos residenciales proponía espacios urbanos jerarquizados como siempre lo fueron desde que las ciudades occidentales se conformaron hace cerca de diez milenios en Mesopotamia.


            Para Salmona la ciudad es civilización pero, como él lo dijo, las colombianas se han construido y destruido varias veces en un tiempo demasiado corto. Por eso entendió que los edificios con frecuencia deben ceder su protagonismo a construcciones y espacios preexistentes, y en sus proyectos, con la entendible excepción de las casas, los primeros pisos son abiertos, consecuentemente con su lucha  contra la creciente privatización de nuestro espacio público. En todos insiste en la permanencia de lo urbano pero invariablemente ennoblece con sus edificios las ciudades en donde interviene, poniendo la mejor arquitectura del país al servicio de sus ciudadanos comunes para que habiten con dignidad, poesía y placer.  Esto convierte su práctica en una ética de la arquitectura, crucial en nuestra incipiente sociedad urbana y urgente en nuestras maltrechas ciudades. Su obra responde a la geografía e historia del país y es inconfundible en la medida en que conforma ciudad, abriendo un nuevo camino a la arquitectura colombiana, y que deberían estudiar mas nuestras escuelas de arquitectura.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 05.05.2011

21.04.2011 San Francisco

La arquitectura mudéjar, de raigambre popular, dura en Cali hasta el siglo XIX. El neoclasicismo, producto tardío del nuevo auge de las colonias después de las reformas borbónicas del Imperio Español en el siglo anterior, la borró del todo en los edificios importantes. El Gesù de Vignola, en Roma, será entonces el modelo para los templos jesuíticos, y su planta de tres naves y crucero con cú­pula, es una constante en Suramérica, como en la iglesia nueva de San Francisco.      

          Diseñada por el arquitecto payanés Don Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia a fines del XVIII, fue terminada pasada la Independencia, en 1828, por Fray Pedro de Herrera y Riascos. Está en el extremo de la ciudad de entonces, en una esquina, como las iglesias coloniales pero con su plazoleta al otro lado de la calle, y era mas grande que la vieja Catedral. Es una evolución de la arquitectura anterior, aunque ya con influencias manieristas (S. Sebastián, Arquitectura colonial en Popayán y Valle del Cauca, 1965), pero hacía 1930 el maestro Luís Alberto Acuña le retiró el recubrimiento y dejó a la vista su fabrica de ladrillo.

            Pérez de Arroyo seguro conoció los planos de la Academia de San Fernando para la reconstrucción de la catedral de Po­payán, esa sí una obra neoclásica, y por supuesto la iglesia de San Francisco de su ciudad natal, del español Antonio García, quien residió largamente en Italia, cuya fachada es la más monumental que dejó en la Nueva Granada el siglo XVIII, pero que es apenas renacentista pues la arquitectura neogranadina había avanzado poco en contraste con otras de Suramérica.

            Es evidente la gran similitud de San Francisco y otras iglesias regionales con el diseño de 1580 de Juan de Herrera (1530-1597) para la catedral de Valladolid, terminada en 1733 por Alberto Churriguera (1676-1750), quien realizó su parte superior ya en un vigoroso barroco. Dicho proyecto tuvo gran influencia en otras catedrales de España, siendo de fortísima resonancia en América, como se puede constatar en la horizontalidad de las fachadas, sin torres, como en San Francisco, o con ellas, como en la iglesia Matriz de Piedecuesta.

            El templo no puede ser manierista a comienzos del XIX ni un revival muy tardío del primer barroco. Es un edificio neoclásico-historicista, tendencia de principios de ese siglo en que el purismo neoclásico, adoptado por la Revolución Francesa,  que tanto marcó a Latinoamérica, pues supuestamente expresaba las virtudes de la vida civil republicana, fue sustituido por una decoración más rica, una composición más pintoresca y más alusiones al pasado (Nikolaus Pevsner, y otros, A Dictionary of Architecture, 1975).

            Esta "nueva" imagen "neoclásica", que comenzó con gran vigor, y que identificaría la cultura republicana, se da tardíamente en Colombia, y en Cali se siguieron construyendo casas "coloniales". La "vieja" igle­sia nueva de San Francisco es su último ropaje colonial (Manierista) y el único “republicano”. Habrá que esperar cien años, después de iniciada la República, para los edificios "republicanos" que cambiarán la imagen de la ciudad una vez más. También serán historicistas, pero moderno-historicistas, y celebraran el modernismo de la nueva capital del Valle del Cauca y no la nueva República.
           

 Columna publicada en el diario El País de Cali. 21.04.2011

10.03.2011 ¿Planeación?

La arquitectura y el urbanismo modernos, que pretendían compartir universalmente las bondades del avance científico-técnico, se instalaron rápidamente en los países sub desarrollados por su acuciante necesidad de ponerse al día y por un malentendido desarrollo. El resultado, independientemente de la calidad de los edificios en si mismos, que con los años se fue perdiendo, fue que se alteró negativamente el contexto urbano de unas ciudades que al tiempo estaban creciendo muy rápido y su “planeación” fue rebasada por los interese del negocio en que se convirtió su suelo.

            La primera labor de las oficinas de Planeación debería ser consolidar un nuevo modelo urbano que se sume al patrimonio construido que heredamos, y no que lo destruya, logrando así verdaderas ciudades postmoder­nas, por lo contextuales y sostenibles. Infortunadamente esta labor es incompatible con la premura de los alcaldes populares que en su corto período pretenden transformar sus ciudades y pueblos siguiendo nociones simplistas y revaluadas de la arquitectura y el urbanismo modernos que aun permanecen en nuestra (in) cultura.

            Cali, por ejemplo, es producto de la superposición masiva pero incompleta del modelo moderno, en su versión mas vulgar y mercantilista, sobre una pequeña ciudad tradicional. Se impusieron los antejardines y los paramentos pasaron a ser un límite violado de entrada con el permiso de hacer voladizos, y se dispararon las alturas con enormes culatas, generando ese espacio chatarra que nos acompaña por todas partes, pues no se conservó integro ningún sector ni se ha realizado uno nuevo que sea homogéneo (como el Centro Internacional en Bogotá).
            Las nuevas construcciones entre medianera deberían ajustarse al paramento y altura dominantes en la cuadra, y tener sólo balcones (que no vayan de lado a lado) que den sombra a las fachadas. Y los edificios que se necesite que sean mas altos deberán ser exentos desde abajo, con fachadas por todos los lados y  antejardines amplios y sin cerrar, y tener como limite el paramento de sus vecinos (como las Torres del Parque en Bogotá), resolviendo las medianerías, cuando las haya, con volúmenes propios.
            Para ellos se precisan lotes grandes, lo que se dificulta en el Centro pero no a lo largo del corredor férreo, que es en donde podrían estar los mas altos, si este se convirtiera en la columna vertebral del transporte urbano, mirando a la cordillera y no tapándola. El problema es la propiedad privada del suelo, por lo que cada cual quiere exprimir su lote sin importarle los demás ni la ciudad. Lo que sería fácilmente solucionable mediante un impuesto predial disuasivo que obedezca a la planeación urbana y no a la especulación inmobiliaria.

            De ahí, la necesidad de alcaldes con una mínima preparación en el tema, y la reelección indefinida de los mejores; o por lo menos que la tengan los responsables de Planeación. A nadie se le pasa por la cabeza un ministro de finanzas o de salud que no sepan de sus campos respectivos. Los buenos ejemplos de alcaldes que duran muchos años abundan en el mundo (otra cosa sería Bogotá si hubiera continuado Peñalosa, quien se preparó para serlo), y en muchas partes servicios como el  transporte son  autoridades autónomas, como debería ser Planeación.

Columna publicada en el diario El País de Cali.

03.03.2011 Edificios o ciudad

Hasta hace un siglo nuestras ciudades se conformaban sobre una traza mas o menos ortogonal, definida con antelación, repitiendo unas pocas tipologías edilicias que evolucionaban lentamente. Los monumentos eran solo iglesias y conventos, y mas que arquitectos hubo constructores. Ahora abundan pero poco saben construir y diseñan toda clase edificios como si fueran monumentos. Sus voladizos, alturas y retranqueos caprichosos no consideran su entorno, olvidando que la belleza de las calles estriba en la homogeneidad de sus paramentos, e incluso modifican hasta los andenes. Antes construían al tiempo edificio y ciudad pero ahora apenas les preocupa que el edificio sea espectacular. Como dice Rem Koolhaas, “el resultado es un espacio chatarra aunque cada una de sus partes sea un brillante invento” (Junk Space, 2001).

            Admiramos los centros históricos, como los de Cartagena o Popayán, o lo que queda de ellos, como la Candelaria en Bogotá o San Antonio en Cali, pese a que como dice Koolhaas son lo más renovado, modificado y falso que tienen las ciudades (La Ciudad Genérica, 2002), pues no obstante son una suma de edificios que conforman calles y plazas con un mínimo de homogeneidad (igual que en el moderno Centro Internacional de Bogotá, caso único en el país), y de allí su belleza ya que el arte es ilusión y, como escribió Aldo Rossi, “no existe ninguna posibilidad de invención tipológica si admitimos que ésta se conforma mediante un largo proceso en el tiempo, y que está en un complejo vinculo con la ciudad y la sociedad” (La arquitectura de la ciudad, 1971).

            De ahí que el remedio de lo que llamamos espacio público (pese a que lo privatizamos subiendo los carros a los andenes, construyendo en los antejardines o cerrando los pórticos), resultó peor. Como sólo podemos intervenir su suelo, pues los edificios que lo conforman son privados, no perdemos tiempo en considerar su espacio y saturamos su superficie de “diseño” con escalones, bancas, materas, mogadores, alcorques, despiece de suelos, espejos de agua, taludes y demás, aumentando su desorden visual y olvidando su sencillez de siempre que facilita su uso y mantenimiento. Es urgente regresar a que la ciudad sea mas importante que sus edificios comunes y limitar el número de los que deben ser monumentales, y enseñar a componer edificios que se sumen a lo pre existente a través del espacio urbano que conforman.


            Fue la preocupación constante de Rogelio Salmona pues "destruir la ciudad es destruir la civilización" (Revista Politeia Nº 17, 1995), y de ahí que para él “hacer arquitectura en Colombia implica buscar –ojalá encontrar- la confluencia entre geografía e historia” (Entre la mariposa y el elefante, 2003). Desde los apartamentos de El Polo, de 1962,  hasta el Centro Cultural García Márquez en Bogotá, de 2008, pasando por el Archivo General de la Nación (1989) y la Nueva Santa Fe (1983), o la FES (1987), hoy Centro Cultural de Cali, es evidente la búsqueda de que los espacios urbanos que conforman sean públicos. Lo que logra magistralmente en las Torres del Parque (1970), la sede de la SCA (1974 ) y el Museo de Arte Moderno de Bogotá (1979), en cada uno y entre todos ellos a través del Parque de la Independencia, que había rediseñado en 1969.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 03.03.2011