30.04.2016 Técnica vs arquitectura

Desde la antigüedad hasta el Renacimiento, quedó en Occidente la gran arquitectura, la escultura y la pintura, y a partir del Neoclásico se sumó la gran música, la novela, el cuento y la ópera. Pero con el siglo XX, que dejó el cine, nada menos, llegó a su fin la gran arquitectura y apenas va quedando su espectáculo, posible en las manos de cualquiera gracias al gran avance técnico de la construcción en dicho siglo.

“El que no construye, adorna” decía el famoso arquitecto Auguste Perret (Bruselas 1874-1954 París), y ahora cualquier adorno lo puede construir cualquiera, sin ni siquiera ser arquitecto, de la mano de un computador y de ingenieros de suelos, estructuras e instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas, y expertos en cerramientos, cubiertas, ventanería, divisiones y terminados, etc., mas alguna decoradora por supuesto.

Es claro que el avance técnico ha estado en contra del arte de la arquitectura como se puede comprobar desde mediados del siglo XX, y que llevó al mismísimo Frank Gehry a que se le escapara decir que el 98% de la arquitectura moderna era "pura mierda", como fue noticia, lo que desde luego es una exageración pero que es necesario repetir pues aquí muchos aun confunden el espectáculo con la verdadera arquitectura.

Pero cuando las edificaciones de las estrellas del momento se deterioran rápidamente, de inmediato le echan la culpa a los cambios que se hicieron durante la construcción, pasando por alto que casi siempre son originados en un diseño inicial que ignoraba los problemas técnicos subyacentes. Como ha pasado, por ejemplo, con la Biblioteca España en Medellín de Giancarlo Mazzanti, o con casi todas las obras de Santiago Calatrava y del mismo Gehry.

Pero aunque no es posible que el arquitecto conozca a fondo las varias ingenierías que hoy en día están involucradas en cualquier construcción, al menos si lo básico para poder que su ineludible colaboración sea pertinente al proyecto del arquitecto, palabra que viene del griego architéktōn que significa el primero en la obra, precisamente, y que por lo tanto debe responder también por los problemas técnicos, junto con los ingenieros y constructores.

Qué diferencia cuando antes todos ellos formaban equipos de trabajo, como en el Banco Central Hipotecario o el Instituto de Crédito Territorial en Colombia, o como cuando en 1965 el Gobierno peruano y el PNUD [Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo] invitaron al arquitecto inglés Peter Land para que asesorara las políticas de vivienda social a través del Banco de la Vivienda del Perú.

En el PREVI (Proyecto Experimental de Vivienda) participaron varios de los arquitectos mas reconocidos de la época, que todavía dominaban suficientemente el arte y la técnica de la arquitectura, lo que se puede ver en sus propuestas, varias de ellas construidas, en el libro al respecto editado por la Universidad de los Andes recientemente, o en http://quaderns.coac.net/es/2013/05/previ-lima/.

En consecuencia, es preciso volver a la enseñanza de la arquitectura como un oficio que aúne arte y técnica (Umberto Eco habría estado de acuerdo). Que los profesores practiquen lo que pretenden enseñar, lo que podrían hacer desde las mismas universidades cada vez mas, y no que apenas teoricen, considerando además que ahora ya no hay ni siquiera grandes arquitectos: sólo unas “estrellas” internacionales y los muchos que los imitan afeando las ciudades.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 30.04.2016

28.04.2016 Arquitectos vs. Arquitectura

El hecho es que entre más arquitectos menos arquitectura. Antes solo la había para los grandes: dioses, sacerdotes, reyes, príncipes y señores. Hoy a cualquier cosa, en cualquier sitio, para cualquier uso, construida de cualquier manera, con cualquier forma y diseñada por cualquiera, se la llama arquitectura. Y mucha la premian, la publican las revistas de arquitectura y la aplaude la prensa. Es su vieja relación con el poder, el arte y el gusto, sólo que ahora son otros.

Avelina Lésper, en El fraude del arte contemporáneo, 2015, impugna convincentemente la idea de que el ‘significado’ prevalece sobre las obras, cuestiona con ejemplos la enorme distancia entre las propuestas y las obras, y señala el problema ético de la copia. Y lo mismo sucede en la arquitectura contemporánea, al fin y al cabo también arte, con la llamada ‘arquitectura espectáculo’ en la que prima la arbitrariedad de sus formas sobre el contexto urbano en el que se encuentra, y es irresponsable su olvido de la sostenibilidad, en sentido amplio, y de la seguridad, funcionalidad y confort.      

Igual que en Colombia, por ejemplo, a todo el mundo con algo de dinero o poder se le dice doctor, a todo el que ha pasado por una de las muchas escuelas de arquitectura que hay, se le dice arquitecto, aunque en las obras dejan que les digan ‘ingeniero’. Pero como dice el chileno Alejandro Aravena, Premio Pritzker de 2016, si en las universidades entendieran que la arquitectura se trata de “construir, de la mejor manera posible, los lugares donde la gente vivirá, habría otros cursos, otros profesores” (El Tiempo, Bogotá 13/03/2016). Como en Ithsmus, en Panamá.

La arquitectura es el arte y la técnica de proyectar espacios para el ser humano, pues como insistía Rogelio Salmona no solo es arte, según distintas circunstancias geográficas e históricas. Edificios que generan volúmenes que forman espacios urbanos que conforman ciudades.  Técnica que incluye la construcción (materiales, componentes, elementos, unidades, conjuntos, sistemas, tiempos y costos); la ergonomía (relación del cuerpo con muebles y espacios); la proxémica (uso cultural del espacio); la homeóstasis (cuerpo, sique y medio ambiente); la climatización (control pasivo o activo del clima); la acústica (manejo de sonido y ruido); y la Gestalt (percepción de formas, texturas y colores).

Ahora todos los que viven inevitablemente en ciudades (más del 50% en el mundo y cerca del 75% en países como Colombia), precisan de una arquitectura más ética y profesional. Que parta de las formas de los edificios y ciudades del pasado, aun actuales, pero buscando nuevas soluciones para unas construcciones de nuevo sostenibles y contextuales, para no dañar más el planeta, el paisaje y las ciudades existentes, cambiándoles ‘la cara’, como tantos desorientados pregonan, en lugar de mantenerlas ‘jóvenes’ es decir, significativas.

Una arquitectura que en el trópico, ya sea frío, templado o caliente, debe ser diferente a la de los países con estaciones y desarrollados, pero que se imita por estar a la moda y salir en las revistas. Y unos profesionales que se ocupen de proyectar los espacios para la vida humana (arquitectónicos y urbanos) según los diferentes climas, relieves, paisajes y tradiciones de cada lugar. Que además sean construibles, habitables, seguros, sostenibles, funcionales, confortables y emocionantes, adecuables fácilmente y renovables y, finalmente, reciclables.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 28.04.2016

24.04.2016 La vivienda en el valle

En Colombia, un país tan marcado por su geografía, es importante estudiar su quebrado relieve, sus climas tropicales y sus diversos paisajes, en los que se encuentran sus ciudades. Sus tres grandes cordilleras y sus dos largos ríos dividen la mitad occidental, vulnerable a los sismos, en la que hoy habita la mayor parte de su gente, y por lo tanto se trata de geografías regionales que indican como mejorar sus viviendas.

Pero igualmente el país se encuentra escindido por su historia, la que la mayoría de los colombianos hoy desconocen pues irresponsablemente se eliminó de escuelas y colegios en lugar de re orientarla hacia sus aspectos culturales, sociales y económicos y no apenas políticos, y por supuesto son historias igualmente regionales, básicas para entender sus ciudades y viviendas actuales, como las del valle del río Cauca.

La cocina, por ejemplo, del latín coquīna, de coquĕre 'cocer', generadora hace milenios de la vivienda, pues era tanto para cocinar como para calentarse, en el trópico caliente y templado por lo contrario se la separa de las casas para no calentarlas, en un rancho en las haciendas y en el solar en los pueblos, y porque los que cocinan son esclavos. Pero después, con la complejidad de la preparación de nuevos alimentos y las domésticas, surge la necesidad de un espacio propio en la casa misma, con estufa y nevera.

Y el comedor, del latín comedere, no tan antiguo como la cocina, ya es el recinto para comer y hablar, y antes un espacio formal en el que se reunía la familia o se usaba para almuerzos y cenas especiales, y que ahora esta cerca a la cocina y sus ruidos, olores y cuchicheos, separado apenas por una puerta de vaivén. O, recientemente, es una ampliación ¿democrática? de la cocina, como se “estila” cada vez mas.

El cuarto, del latín quartus, es el recinto para dormir. En la arquitectura hispanomusulmana que llega con los conquistadores al Nuevo Mundo, a inicios del siglo XVI, era, en las casas de una planta de las gentes modestas, pequeño, sin armarios, poco mobiliario y colchones que se recogían por el día. Solo en las de las familias más adineradas, las habitaciones estaban significativamente en un piso superior y amobladas.

El baño, del latín balneum, viene de las termas romanas que heredaron los musulmanes. En Al-Ándalus del siglo XI las ciudades contaban con baños públicos, llamados "hammám", tan elaborados como los de los palacios reales. Pero desde inicios del siglo XVI, en las partes calientes del Nuevo Mundo, el baño de rio, una costumbre indígena, es el rey de los baños públicos hasta el siglo XXI, por encima de las piscinas importadas de USA, de donde además llegan duchas, inodoros y bidets.

La sala, palabra que puede proceder del portugués con el sentido de lugar para el relax o diversas actividades, o del sánscrito "shala" que significa escuela, genéricamente es el recinto principal de los edificios. Y en las casas de antes es el espacio formal en donde se recibía a las visitas, diferente a la sala comedor unidos de los apartamentos actuales.

En palacios, hoteles y edificios públicos, ya agrandada a salón, es un recinto para reuniones y otros acontecimientos. Salón de actos, de sesiones, de conferencias, de baile; en fin, salón de clases, como igual se denomina el grupo de estudiantes que las toman sin saber su historia ni percatarse de su geografía, tan importantes en barrios como San Antonio, ciudades como Cali y regiones como el valle del río Cauca.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 24.04.2016