31.12.2016 El emplazamiento

En ¿Qué es la arquitectura? y 100 preguntas más, 2016, Rasmus Waern (1961- ), quien escribe mucho, y Gert Wingärdh (1951- ), quien diseña mucho (tal vez demasiado), destacados arquitectos suecos (Un libro, El País, 24/11/2016), plantean varios asuntos interesantes para todos sobre las ciudades y sus edificios, los que coinciden con lo mencionado reiteradamente tanto en Cali: ciudad y ciudadanos en Caliescribe.com. como en la columna ¿Ciudad? de El País.

Cuestiones como que “parece que las ciudades son las que mejor nos van” (p. 37) y por supuesto no hay mas remedio que así sea, y en las que “la arquitectura es un [autorretrato] colectivo” (p. 50) pues “ningún edificio puede evitar un primer plano” (p. 81), y que tal “parece que nunca nos cansamos de las construcciones ni de las ciudades esculpidas con minuciosidad” (p. 21), aunque en Cali sí que se podría afirmar justo lo contrario, al que la salva su muy esculpido paisaje.

Advierten también que “si el carácter de un lugar es mas impreciso, la responsabilidad a la hora de interpretarlo es mayor” (p. 59) ya que “no existe otra forma de arte que se halle tan arraigada de manera natural a un lugar como la arquitectura” (p. 77) y su tarea fundamental es “crear espacios, incluso en la ciudad” (p. 85). Pero advierten que “la interpretación que afirma que los nuevos edificios deben adaptarse a su entorno es una idea relativamente nueva…” (p. 96).

Por otro lado consideran que “la época contemporánea no siempre exige edificaciones contemporáneas” (p. 6) por lo que “cuanto mas tiempo [duren] los edificios, mejor” ya que “el diseño urbano permanece” (p. 12 y 13) pero que “casi todos los edificios nuevos se construyen donde ya existen otros” (p. 17). De ahí que “…el conflicto entre la conservación y la renovación […] continuará […] pero siempre resulta razonable solicitar que lo nuevo aporte mas que lo que se lleva” (p. 43). Por eso “los edificios residenciales […] deben ser buenos [pero] los públicos […] deben ser distintivos” […] justo lo suficiente para que se los escuche por encima del coro” (p. 54).

Igualmente señalan que “el ambiente lleno de vida de una calle urbana […] depende del numero de personas que se hallan en el exterior, no en el interior de los edificios” (p. 37). “Los caminos son más rápidos; las calles más lentas [y] mientras una calle tiene muchos destinos, un camino sencillamente vincula dos de ellos” y terminan señalando que “nada ha tenido un impacto mayor en la ciudad contemporánea que el automóvil” (pp. 96 y 97).

Que si bien las normas “evitan que ocurra lo peor [pero] también pueden evitar que suceda lo mejor” (p. 36) “la suma de toda la normativa benevolente puede a menudo conducir a la antítesis de una buena ciudad [y] todos [los] los estándares bienintencionados con respecto a reducción acústica, seguridad, calidad del aire, luz diurna y aparcamiento llevan a algo que es una ciudad decente” (p. 51), y como “una ciudad rara vez está en silencio” (p. 70).

Y como “es posible que la densidad sea una característica distintiva de una ciudad [pero] la proximidad […] es mas importante que la densidad [mas] hay que evitar “ la estrecha dimensión del centro […] y el aislamiento de los suburbios; [sin embrago] el estilo de sus edificios no ejerce un impacto en [su] funcionamiento [pero si] en la conexión de las calles, los accesos peatonales, los espacios comerciales a nivel de calle, así como otras características expresivas” (p. 51).

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 31.12.2016

17.12.2016 La arquitectura en un “cubo”

Los diferentes aspectos de la arquitectura ya están planteadas al menos desde la reiterada triada del arquitecto romano Marcus Vitruvius Pollio (Formia, Italia, c.75 a.EC -15 a.EC), y desde luego hay que estudiarlos a lo largo de las diferentes épocas, pero con diversas visiones. Es decir, en una matriz de tres entradas. Justo como las tres caras visibles de un cubo en una axonometría, como en la esquina de un edificio común vista desde arriba: sus dos fachadas y su cubierta.

Dichos aspectos son: su función, su construcción y su forma, que plantea la triada de Vitruvius, a las que se agrega su emplazamiento, del que igual escribió, primero que todo, y ahora el método de proyectación al final y en conclusión. Las épocas son la prehistoria, la antigüedad, la edad media, el renacimiento y la modernidad incluyendo lo actual. Y las visiones que las estudian son la historia, la teoría, la crítica, el oficio y su aprendizaje. Y de ahí las cinco divisiones de cada cara del cubo.

Y la insistencia en que sean cinco en cada una de estas se debe a que además de coincidir en general con los aspectos, épocas y saberes planteados, permite tener mas opciones, pero mas claramente y mejor desarrolladas, que solamente dos, y con la ventaja del tres (izquierda, centro y derecha; abajo, centro y arriba), pero sin caer en la confusión de un numero superior. Y sobre todo que son mas fácilmente recordables: 1-2-3-4-5, incluso con los dedos de la mano si fuera necesario.

Pero al mismo tiempo es una matriz espacial que contiene 125 ítems (5x5x5) en los que cabe todo lo que hay que saber para una breve introducción a la arquitectura, y que por supuesto definen dicha introducción. Siendo muy fácil, o al menos muy rápido, ubicar cualquier tema en uno de ellos, y relacionarlo inmediatamente con todos los demás que le sean pertinentes, como también identificar pronto las excepciones que inevitablemente siempre las hay, y si es que en realidad lo son.

Este “cubo” de la arquitectura es algo así como un “cubo de Rubik”, pero para des armar, el que era un rompecabezas mecánico tridimensional inventado por el escultor húngaro Erno Rubik en 1974, que era profesor de arquitectura, lo que no es una casualidad. El hecho es que los edificios se arman y asimismo su proyecto, pero siempre siguiendo algún método: analógico, tipológico o canónico, o incluso lo supuestamente espontáneo, o una combinación de estos, consciente o inconscientemente.

Además el cubo es una figura geométrica muy afín a la arquitectura tradicional, sobre todo a la hispanomusulmana y en consecuencia a la nuestra colonial, como a la que batalla tontamente por no serlo. Toda arquitectura se compone con cinco superficies: el terreno, los cerramientos, los entrepisos casi siempre horizontales, las divisiones y las cubiertas, que son justamente las superficies que definen los cinco aspectos a estudiar en sus cinco épocas mas evidentes y con las cinco visiones distintas mas caracterizadas.

Como también es una afinidad entre la arquitectura y el cubo el que este sea una figura de tres dimensiones, como lo es la arquitectura, e inclusive que el “cubo” de la arquitectura propuesto se estudie en el tiempo de la misma manera que se recorren en el tiempo los edificios. Y que justamente el cubo, un sólido platónico de seis caras, sea un volumen y a la vez un espacio, que incluso se puede entender como un prisma recto, cuya base es un cuadrado, un rectángulo como en tantos edificios.
Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 17.12.2016

03.12.2016 Mas cultura

“No cabe duda de que siempre hay que crear cultura para conservarla” dice Johan Huizinga (1872-1945, filósofo e historiador holandés) y que esta exige cierto equilibrio entre los valores espirituales y los materiales e implica una aspiración, lo que a su vez exige el mantenimiento del orden y la seguridad (la verdadera paz) y significa dominación de la naturaleza incluyendo la del ser humano la que también debe serlo, pues sólo en la conciencia humana la función de cuidar se convierte en deber (Entre las sombras, 1935, pp. 35 a 47). Asunto este, el de la cultura, en el que las universidades, que cada vez hay mas, juegan un crucial papel pero que lamentablemente cada vez aportan menos a su conservación y difusión, mientras sacan al “mercado” montones de profesionales mal formados.

“Las universidades, por desgracia, venden diplomas y grados” denuncia Nuccio Ordine (1958-, profesor y filósofo italiano) y señala el descenso de los niveles de exigencia en muchos países para permitir que los estudiantes superen los exámenes con mas facilidad, y evitar así el problema de los que “pierden el curso”. En algunas se los considera ya como “clientes”, y dado que la matricula en muchas es muy cara se espera que sus profesores sean sumisos por aquello de que el cliente tiene siempre tiene la razón. Así, dice Ordine, los profesores se transforman en modestos burócratas al servicio de empresas universitarias, reduciendo sus cursos a la repetición superficial de lo existente, a base de presentaciones audiovisuales y no de lecturas (La utilidad de lo inútil, 2013, pp.77 a 82). Y desde luego las áreas mas afectadas son las humanidades y las artes “inútiles”.

“En todas las épocas, los seres humanos han producido objetos extraños [sin] ninguna utilidad material” recuerda Louis Althusser (1918-1990, filosofo marxista argelino (Iniciación a la filosofía para los no filósofos, 1967-1978, pp. 185 a 189).; son los primeros testimonios de lo que llegaría a ser el objeto de arte y desde su origen tienen un doble carácter, eran inútiles, pero eran sociales, y por ser objetos bellos cargados de placer, y debían ser reconocidos como tales por el grupo social que veía a través de ese reconocimiento universal la esencia común de su propia unidad. La práctica estética, lejos de ser un acto puro creador de belleza, se desarrolla “bajo la influencia de relaciones sociales abstractas”, como las demás prácticas. Y ni se diga la práctica de la arquitectura, que desde hace milenios dejó las ciudades y sus monumentos.

Hoy mas de la mitad los miles de millones de habitantes del planeta vive en ellas y en Colombia unas tres cuartas partes. Sin embargo la gran mayoría de los monumentos de la humanidad son anteriores al siglo XIX, que dejó algunos, como la Tour Eiffel, 1887, y la Opera de Sídney, 1973, es quizás el único de la arquitectura moderna. Otros, como el Museo Guggenheim de Bilbao, 1997, o el de la Biodiversidad en Panamá, 2014, o muchos edificios que ahora pretenden serlo para cualquier cosa –la arquitectura moderna no lo buscó- son apenas un pobre espectáculo; el mismo Frank Gehry, su autor, lo reconoce: "98% of what gets built today is shit", y ya Rem Koolhaas lo había olido: “es lo que queda después de […] la modernización” (Espacio basura”, 2002, p.6). En Cali no es sino mirar alrededor para verlo. Pero lo urgente de lo sostenible deberá regresar la arquitectura a la cultura y que sea de nuevo bella y eficiente como la edilicia de siempre.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 03.12.2016

24.11.2016 Un libro

Este es uno que deberían leer alcaldes, concejales, funcionarios, empresarios, clientes, arquitectos y sobre todo los estudiantes de arquitectura y desde luego sus profesores. En realidad todos los ciudadanos para que les ayude a sacar mejor y mas provecho de esos escenarios en el que se pasan la vida juntos y que son sus ciudades. Es como un aperitivo a otras lecturas como a otras experiencias cotidianas, a otros viajes y a otros amores, y para algunos que ya han leído, pero que aun les falta, como un bienvenido bajativo.

Son poco mas de cien paginas la mitad de las cuales están ocupadas por las concisas preguntas en cuyas respuestas consiste este pequeño libro, por lo que en verdad son como apenas unas veinticinco pues es de un formato reducido y no están todas ocupadas totalmente. En otras palabras se analiza en menos de media hora de lectura fácil, y si se quiere se puede hacerlo por partes de acuerdo con los intereses del lector y releerlo después, e incluso reordenarlo por temas según el propósito a seguir.

Son reflexiones acerca de muchos asuntos relacionados con los edificios, su arquitectura, sus usuarios, arquitectos y promotores, e incluso con la política con que se manejan las ciudades en tanto artefactos. Y en consecuencia con casi todo lo que pasa en ellas, lo que es de suma importancia pues estas concentran cada vez mas todo lo que sucede en todo el mundo y desde hace años a mas de la mitad de su población, la que además está cada vez mas intercomunicada y en el momento.

Por ejemplo, pregunta por qué las ciudades son tan fascinantes al punto de que las personas viajan es para observar edificios y ruinas, e incluso los que solo compran lo hacen en edificios que tienen que ver. Pero igualmente se aborda en qué consiste lo urbano y el problema de las normas y las densidades en las ciudades y si es posible que siempre esta sea alta. Y por que es tan difícil lograr buenas ciudades y que papel desempeña la política en ellas, y en consecuencia también lo contrario.

Igualmente trata de la arquitectura del lugar y de la importancia de los edificios de valor patrimonial. De la piedra y el mármol y los detalles y las vistas y el numero cinco. De qué es la arquitectura, y qué un arquitecto y quién decide que lo es y si estos son autoritarios. Y de ciertos aspectos de su oficio, como el de dónde surge la forma y la internacionalización de la arquitectura, y qué hace esta por la gente y en últimas cómo mejorar una vivienda, y de estas claro está.

El libro se titula “¿Qué es la arquitectura? y 100 preguntas mas” y fue escrito este año por los arquitectos daneses Rasmus Waern (1961- ), quien escribe mucho, y Gert Wingärdh (1951- ), quien diseña mucho (tal vez demasiado), y publicado en su traducción al español por Art Blume de Barcelona. Se consigue en cualquier librería buena, que las hay en todas partes, y por supuesto en Amazon, y por Internet se pude ver mucha mas información al respecto. Y no es para nada costoso.

Como dice el poeta Jotamario Arbeláez “hay libros para todo, para todos y para todo momento” (El País 06/09/2016) y el caso es que este es el momento de este libro, pues pese a que sus diferentes temas ya fueron planteados hace mas de dos mil años por el arquitecto romano Marcus Vitruvius Pollio, nunca han sido de tanta actualidad como ahora: en dónde emplazar las ciudades y los edificios y para qué son, cómo construirlos y cuál es su forma mas indicada; y quién los debería proyectar.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 24.11.2016

29.10.2016 La arquitectura en el paisaje

Todos los edificios se agregan a un paisaje, considerado tal por su aspecto artístico, no solo por su belleza, y su arquitectura lo modifica para bien o para mal. Y los patios, rodeados de arquitectura también son pequeños paisajes por su vegetación y el firmamento infinito. La arquitectura siempre sucede en geografías de relieves, climas y vegetaciones diferentes que generan paisajes distintos. Y una y otros cambian diariamente y a lo largo del año, ya sean cuatro estaciones o ninguna en el trópico.

Tratar de mostrar la arquitectura o el paisaje con sólo imágenes es incompleto, ni siquiera con fotos de Fallingwater en cada estación como sabría Frank Lloyd Wright, pues se perciben con todos los sentidos. Y peor con solo imágenes de exteriores que son las que suelen mostrar las revistas de “arquitectura” o la engañosa propaganda turística en las demás. Todos los edificios, ciudades y paisajes tienen formas, texturas, colores y tonos que los identifican, y sonidos, olores y sabores que los caracterizan.

Es preciso narrarlos al tiempo que se muestran. Decir cómo suenan y resuenan, a qué huelen, cómo se sienten al tocarlos con la mirada o con el cuerpo, incluso, sin sacar la lengua, pensar a qué saben, y todo a lo largo de llegadas y salidas y demás diversos recorridos y estancias en el tiempo y el espacio. Como en una buena novela; una de Leonardo Padura por ejemplo, quien en Herejes, 2013, nos pasea por los paisajes de la Habana y Ámsterdam, y desde el siglo XVII al XXI.

Y los estudiantes de arquitectura, en lugar de tantos “proyectos” de nueva planta deberían hacer mas ejercicios de renovación de edificios que se puedan visitar en diferentes paisajes, y así poder analizar en el sitio los frutos de su allí evidente interrelación. Lo que difícilmente lo pueden hacer encerrados todo el tiempo en un salón de clase, casi siempre feo por lo demás y con sus posibles paisajes ocultos por persianas o cortinas para que no se distraigan como si con sus celulares no bastara.

En conclusión, hay que regresar a una arquitectura del lugar, como fue la tradicional en cada región del mundo, a una arquitectura regionalista y verdaderamente posmoderna, de acuerdo con los diferentes paisajes. La que debe empezar con un análisis de los lugares a intervenir: su relieve, clima y vegetación; la descripción de su panorama concreto y de las tradiciones que comporta, ayudándose con fotos y textos descriptivos de lo que se siente y, posteriormente de lo que se piensa al respecto.

En pocas palabras, el paisaje siempre está primero que la arquitectura, y en las ciudades sencillamente esta se agrega creando nuevos contextos que deben continuar lo ya existente. Y no con la idea falsa de que todo se va a renovar, la que en muchas ciudades, como es el caso de Cali, ha conducido a modificar sus paisajes para mal, además de servir a la obsolescencia de lo construido, sino estrictamente programada si muy deseada por la codiciosa industria de la construcción.

Es muy preocupante que cada vez mas la arquitectura no complemente el paisaje, sino que lo degrade o destruya su belleza o incluso su geología en aras al espectáculo de moda. A mas de que los edificios son indirectamente responsables de muy buena parte del calentamiento global por su gran consumo de agua y energía para su iluminación y climatización, como ya lo han señalado Sophia y Stefan Behling (La evolución de la arquitectura sostenible, 1996), y muchos otros.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 29.10.2016

27.08.2016 La nueva arquitectura

Lo urgente de lo sostenible deberá lograr que la arquitectura de nuevo sea bella y eficiente como fue la edilicia de siempre en todas partes. Los nuevos profesionales, formados en las universidades deberán buscar que las técnicas apropiadas para una arquitectura sostenible los lleven a nuevas formas coherentes, en lugar de inventárselas caprichosamente como en la arquitectura espectáculo, o falsamente ecológicas como en mucha de la vendida como “verde”. Para principiar, lo construido debe durar mucho y ser fácilmente adaptable a nuevas distribuciones y usos, como también para su mantenimiento, remodelación a fondo, o el reciclaje final de sus materiales si es del caso. Y su construcción, uso y mantenimiento debe consumir el mínimo de agua y energía y generar el mínimo de contaminación, sobrantes, escombros y desperdicios.

El ejemplo a seguir es desde luego la arquitectura tradicional, tan bien adaptada a su clima, paisaje y tradiciones, que hay que reinterpretar conceptualmente. Comenzando por la conservación y estudio de este patrimonio construido y su adaptación a nuevas circunstancias, reinterpretándolo conceptualmente, y no su demolición, innecesaria en la mayoría de los casos, para dar paso a la imitación de la arquitectura espectáculo. “Lo innecesario se vuelve feo” es la certera afirmación del arquitecto finlandés Älvar Aalto (1898-1976), que recuerda Willy Drews, ex decano de Arquitectura de la Universidad de los Andes (La República, San José, Costa Rica, 03/2003), lo que es fácilmente comprobable en la arquitectura actual que pretende estar a la moda aprovechando que cualquier disparate se puede construir.

Y en el valle del río Cauca el ejemplo, no el modelo, son las casas de hacienda y urbanas coloniales y de tradición colonial. Desde el emplazamiento de las primeras en las laderas de las cordilleras, o en un pequeño alto en el “plan”, siempre cerca de una quebrada. O con patios y solares las segundas, que así remplazan el paisaje natural con la infinita vista del cielo estrellado y el Sol y la Luna llenándolos de luz. Su uso es tan sencillo como practico, espacios cerrados (recintos) o apenas cubiertos (corredores), amoblados según las necesidades del día o la noche, y sólo especializados cocinas y baños. Su económica construcción es de materiales del lugar (piedras, arena, tierra y madera) para elaborar componentes (adobes, tejas, ladrillos tablones, vigas, bolillos y pasamanos) en el sitio, y conformar elementos ya probados por el uso (muros, techumbres, suelos, barandas, puertas o ventanas), utilizando poca agua y energía. Así, lo necesario se vuelve bello.

En conclusión, es urgente replantear a fondo la enseñanza de la arquitectura en las universidades, como ya lo advirtieron hace años en Colombia el historiador y crítico Germán Téllez, ex profesor de Los Andes (habría que cerrarlas para poder abrirlas de nuevo bien) y Willy Drews (la enseñanza de la arquitectura es igual en todas partes y deficiente) quien además señala la necesidad de una ética del diseño: “La de disponer el orden adecuado de los volúmenes, espacios y recintos de los edificios, el manejo óptimo de los materiales, mano de obra y presupuesto disponibles, la satisfacción de las necesidades, aspiraciones y posibilidades de los clientes, la eficiente adaptación al clima, y el respeto del entorno, la ciudad, su historia y su paisaje, buscando el beneficio común y cumpliendo las normas.”

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 27.08.2016

13.08.2016 Las “ciudades” de Salmona

Desde su temprano proyecto para varias casas en hilera en Pereira, en 1959, Salmona se plantea hacer ciudad con sus edificios; la poética del espacio, como gustaba decir. Pero es en los grandes proyectos para Bogotá, como el no construido de Cavipetrol, y en los conjuntos mucho mas grandes, como los de Timiza, donde retoma la traza de la Fundación Cristiana, o el conjunto de viviendas prefabricadas Rafael Núñez y el de Usatama, tampoco construidos, en los que se podría ver en claro su idea de ciudad. A diferencia del urbanismo moderno, allí no hay vías sino calles, y si estas no están físicamente paramentadas lo están virtualmente, formando manzanas con interiores cerrados espacialmente pero abiertos funcionalmente. En lugar de la reiteración insulsa de los volúmenes de la vulgarización del urbanismo moderno, los suyos están jerarquizados como lo han estado siempre en las mejores ciudades tradicionales.

Pero también hay que ver su idea de ciudad en su diseño para el Parque de la Independencia con las muy “barrocas” escaleras que lo juntan y a la vez lo separan de las Torres del Parque, y en el Eje ambiental de la Avenida Jiménez, en donde recupera el agua del río que bajaba por allí. Y está el hecho significativo de haber llamado “plaza” al patio circular de su propuesta para la Alcaldía de Bogotá, el que, independientemente de su forma, recuerda las plazuelas que siempre hay enfrente, a veces en la manzana de enfrente y no en la propia, en nuestras iglesias coloniales. Espacios públicos que no rodean los edificios sino que estos contienen y abrazan. O la manzana de patios que constituye la FES, hoy Centro Cultural de Cali, recuperando así el casi desaparecido centro histórico de la ciudad. Y los mismos patios del Museo Quimbaya, en las afueras de Armenia, que resuenan desde lo alto esa ciudad de tradición colonial de manzanas ortogonales de grandes patios, solo que ahora organizados sobre las diagonales. Y la Casa de los Huéspedes Ilustres de Colombia es como un pequeño pueblo en la bahía de Cartagena.

También hay que considerar como netamente urbanos los conjuntos residenciales a las afueras de la ciudad, como el de Suba o el de Balcones del Nogal, en Bogotá, o Altos del Rió, en Cali, y otro en El Rodadero, cerca a Santa Marta, lamentablemente ninguno construido. Todos son en diferente medida artefactos urbanos y no solo edificios de vivienda surtos en medio de una zona verde. Los proyectos de Salmona suelen conformar verdaderos conjuntos, como los alrededores de las Torres del Parque en donde también están el edificio de la SCA, el Museo de Arte Moderno de Bogotá, MamBo, y el edificio de apartamentos El Museo, como también la escalinata de la Calle 26 y el rediseño del Parque de la Independencia y del acceso a la Plaza de Toros de Santamaría que viene a ser como el origen de todo; y también habría que considerar los proyectos no construidos entre la SCA y el Museo Nacional. Lo mismo pasa con el Archivo General de la Nación, que ocupa sendas manzanas de la Nueva Santa Fe, uno de sus mejores ejemplos de la relación milenaria entre espacios abiertos y espacios cerrados.
Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 13.08.2016

04.08.2016 Ver para aprender



Como bien afirma Francisco Gil Tovar “somos herederos de una cultura más erudita y literaria que otra cosa, en virtud de la cual parece más formativo enseñar a leer que enseñar a ver y escuchar”, y no duda de que “ver para aprender parece ser nuestro sino” dejando en claro, eso sí, que “aunque el arte no es ciencia, también hay periodos en que uno y otra se funden” (Del Arte y el Hombre, 1995, pp. 92 y 94). Justamente como ha sucedido siempre con la arquitectura, hasta hoy cuando el exceso de técnica está acabando con su arte, y sólo la salvará en un futuro próximo el que imperativamente deberá volver a ser sostenible, como lo es la arquitectura premoderna en el trópico templado, como es precisamente el clima del valle del río Cauca, que con su paisaje natural es lo mejor que tiene.

“No se puede crear nada bajo la premisa de respetar lo establecido” y es indudable “que buscar algo nuevo incita a la creación” como dice Gil Tovar (pp. 43 y 57) pero deja en claro que, no obstante, “de ninguna manera muere la tradición” y recomienda que “en niveles universitarios, la investigación debe preceder en importancia a la transmisión de conocimientos y a la formación” (pp. 48 y 111). Es, precisamente, el objetivo al que deberían apuntar los programas de arquitectura; investigación que en este caso comienza por conocer la arquitectura de las casas de hacienda de la región y las de tradición colonial que aún quedan en ciudades y pueblos de la comarca, y en el barrio de San Antonio en Cali. Dejando de lado, como indica Gil Tovar, “la especulación comercial y financiera, hija del capitalismo; la consiguiente maquinaria propagandística nacida como medio ya imprescindible de todo libre comercio; y el esnobismo, fenómeno especialmente burgués acunado por toda etapa de crisis” (p. 51). Como sigue siendo válido a inicios del siglo XXI.

Pero desde luego primero hay que vencer la moda de lo foráneo y el poco interés por lo propio entre no pocos estudiantes y profesores, que no ven la utilidad de investigar la tipología de las casas con patios de la arquitectura colonial y sus raíces hispanomusulmanas. Patios adosados en las casas de hacienda, estudiadas por el profesor Francisco Ramírez y el autor de esta columna en la Universidad del Valle (La arquitectura de las casas de hacienda en el Valle del Alto Cauca, 1994) y medios patios interiores y solar en las urbanas, que incluso se han reinterpretado en algunas casas que son, más que posmodernas, regionalistas y sostenibles, lo que viene a ser casi lo mismo ya que están imbricados, y no es casual que esta expresión fuera recurrente en Rogelio Salmona al hablar de su arquitectura, de la que no dijo que fuera una cosa o la otra, pero que indudablemente es ambas.

Igual que la Casa de la queja en San Antonio, 2000, analizada por el profesor Andrés Erazo de la Universidad de San Buenaventura, y caso de estudio para su taller de proyectos, e inclusive en algunos pequeños edificios de apartamentos como El Azafrán, 1992, de Rodrigo Tascón, o las Tres casas en fila, 2005, de Mauricio García, alrededor de patios. Y existe un proyecto experimental para un edificios de siete pisos con apartamentos dúplex cada uno con su patio. “Expresarse espontáneamente a través de las formas y comenzar a saber ver la expresión de otros debería ser el complemento ideal de este tipo de enseñanzas en los grados iniciales, que, además, deben enseñar a ver estéticamente la naturaleza”, como lo señala Gil Tovar (p. 97).

Columna publicada en el diairo El País de Cali 04.08.2016

30.07.2016 Edificios y ciudad

Para Rogelio Salmona, arquitectura y ciudad son inseparables. En los edificios de El Polo, 1962, con Guillermo Bermúdez, deja adelante una plazuela, que pese a haber sido cerrada con una reja años después conserva su carácter de espacio público, y mantiene mediante retranqueos la paramentación de las calles. En la Fundación Cristiana estas convergen hacia los cerros, a los que miran las terrazas de los edificios, recurso que también usa en las casas en hilera de La Palestina y en su proyecto para la cooperativa Los Cerros. Y en el Centro Gaitán, aun sin terminar, sus tres patios, unidos por su diagonal, y sus rampas y terrazas lo integran a su entorno, como lo ha observado Alberto Saldarriaga.

Las Torres del Parque, 1965-1970, forman parte del panorama urbano de Bogotá y evidencian el bello perfil de las montañas que la rodean, recuerda Marina Waisman. Son un definitivo hecho ciudadano por su rotunda implantación en su contexto urbano preexistente y en el paisaje, y sus espacios abiertos y públicos hacen que la ciudad toda pase por ahí, como dice Carlos Niño, constituyendo un hito que generó la renovación del sector. Por la manera como involucran la Plaza de Toros de Santamaría y el Parque de la Independencia, importantes preexistencias ambientales, pronto se sumaron a la Plaza de Bolívar y a Monserrate y Guadalupe como lugares emblemáticos de la ciudad.

El Archivo General de la Nación crea una secuencia de espacios públicos y su patio cilíndrico es una gran puerta entre la institución y la ciudad, como dice William Curtis. Sus dos edificios forman cada uno una manzana cerrada, igual que, mas lejos, el Centro Comunal del barrio, formando parte del conjunto de vivienda de la Nueva Santa Fe que sigue, recreándola con la introducción de una larga diagonal, la traza colonial ortogonal de la ciudad. La planta alrededor de un espacio semipúblico se concreta también en el Automóvil Club de Colombia y en su propuesta para el concurso de la Alcaldía, detrás del Edificio Liévano, en la Plaza de Bolívar.

En la Biblioteca Virgilio Barco, se descubren la ciudad, sus cerros y su cielo, y los estanques y el parque que la rodean son parte integral de la misma. Arquitectura, paisaje urbano y natural, clima y tradiciones interactúan seductoramente para visitantes y usuarios. En medio del parque se entrelazan el edificio y sus alrededores, cuyas construcciones complementarias, plazuelas y senderos se curvan, bajan, suben y esconden prometiendo sorpresas como de laberinto de enamorados. Los espacios al aire libre y los recintos cerrados se complementan. Los que leen se ven tentados a ir al parque y los que caminan por sus senderos, terminan entrando a la biblioteca.

Finalmente, en el Centro Cultural García Márquez, 2008, priman sus espacios exteriores mas que sus volúmenes, y es muy sugestivo el paramento que propone para esa calle del Centro Histórico de Bogotá formada por los muros con pocos vanos de sus viejas casas. Una galería de grandes y repetidos vanos de columnas muy finas permite que la calle penetre en su gran patio circular, y que este salga logrando que el edificio termine en las fachadas del otro lado de la calle y se extienda por el viejo barrio. Y marca además una diagonal entre la Catedral, detrás de la cual se presiente la Plaza de Bolívar, y los cerros Monserrate y Guadalupe que él comenzó a mirar desde las Torres del Parque casi medio siglo antes.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 30.07.2016

23.07.2016 El zócalo

Del latín socculus, es el cuerpo inferior de un edificio y sirve para elevar sus cimientos a un mismo nivel, pero lo que no dice el diccionario es que sobre todo lo realza en el entorno en el que se encuentra, como tantos en el mundo; del Partenón, 447- 432 a.EC., a la Opera de Sydney, 1957, que los tienen imponentes. En Colombia se le dice zócalo al friso, es decir la faja de la parte inferior de las paredes, la más cercana al suelo, para protegerlas de golpes y salpicaduras o con sentido estético, que en las casas tradicionales sencillamente se suele pintar de otro color, pero que surte el efecto arquitectónico contrario del verdadero zócalo: las rebaja al hacerlas ver mas bajas, precisamente.

Se puede comprobar en Cali comparando los muros de La Merced, en la Calle Cuarta, encalados hasta el suelo, con los de las casas de tradición colonial al frente, a las que el friso que se les ha ido pintando las hace ver mas bajas de lo que son, lo que acentúa su paramento corrido de un solo piso. Al tiempo que, contradictoriamente, su color morado recuerda la famosa púrpura imperial de Tiro, parecida a la "sangre coagulada negruzca", muy usada por los antiguos fenicios hacia el 1600 a.EC. Este “color fenicio” era muy costoso y apreciado en Roma, pasando su uso y prestigio a la arquitectura románica y a continuación a la hispanomusulmana, y llegó al Nuevo Mundo dejando en Cali su tan bella y roja Torre Mudéjar

El Zócalo es como se conoce popularmente la plaza principal de Ciudad de México porque en 1843 Antonio López de Santa Anna convocó a un concurso para un monumento conmemorativo de la Independencia del Virreinato, del que sólo se colocó su zócalo. La Plaza de la Constitución, que es como realmente se denomina, es la segunda más grande del mundo y la primera en Hispanoamérica, denominada así en honor a la Constitución de Cádiz promulgada en 1812, y un siglo después fue el nuevo nombre que se le dio a la Plaza Mayor de Cali, pronto sustituido por el de Plaza de Caicedo, pese a que ya era un parque siguiendo el modelo de los franceses después de la Revolución de 1789.

Realzar, en arquitectura, significa levantar mediante un zócalo un edificio algo más de lo necesario constructiva o funcionalmente, para engrandecerlo y que su llegada emocione. Es lo que la distingue de la simple construcción, que sólo puede lograrlo a través de conformar un conjunto compuesto por edificaciones parecidas, como en un pueblo o barrio tradicionales. Y el caso es que el Centro de Cali ya no es un barrio tradicional, como San Antonio, pero en el que se encuentra un sólo rincón que si lo es: justamente el de la calle que se llamaba de Buenaventura, a la altura de La Merced, en donde Jacques Aprile insistía que se había fundado Santiago de Cali.

Además de la Iglesia, el Convento y la sede de la Arquidiócesis, están el hoy Centro Cultural de Cali y las pocas casas de tradición colonial que quedaron (no hay anteriores al siglo XIX) como la construida en 1850 para doña María de las Nieves Escobar, que su actual propietario, Don Hernán Martínez Satizábal, generosamente donó a la Sociedad de Mejoras Publicas de Cali. Esta debería liderar, comenzando por las pocas manzanas a su alrededor que quedan del Centro Histórico que propuso hace medio siglo el arquitecto José Luis Giraldo, la ejecución de las propuestas puntuales del Plan para el Centro Ampliado, de hace unos años, dentro del reciente Plan Especial de Manejo, PEM, para el Centro, de Univalle.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 23.07.2016

16.07.2016 Ciudad y arquitectura

En nuestras ciudades el espacio urbano privado, el patio, estaba nítidamente diferenciado del público, la calle, y apena había plazuelas enfrente de las iglesias y grandes plazas, las que lamentablemente fueron convertidas en parques después de la Independencia (en lugar de agregarlos pues sin dudad son mas acordes con nuestros climas templados y sobre todo los cálidos, invariables a lo largo del año). Pero, como escribe Carlos Fuentes, “toda nueva creación se nutre de la tradición que la precede” (Luis Barragán / Temas y variaciones, 2002), y en el caso de Rogelio Salmona, el se encontró con el origen de nuestras ciudades en su viaje por el sur de España y norte de África, y de ahí que a su regreso a Colombia se preocupara desde su inicio de que la suya fuera una arquitectura contextual que respetara la ciudad tradicional preexistente.

Y sin duda logró que sus edificios se agreguen a ciudades ya construidas, especialmente los que están en sus pequeños y frágiles cascos coloniales, como es el caso de la antigua FES, hoy Centro Cultural de Cali, o el Archivo General de la Nación y el Centro Cultural Gabriel García Márquez, ambos en Bogotá. Siempre entendió que las construcciones nunca existen solas y que con frecuencia deben ceder su protagonismo a los edificios y espacios preexistentes. Que deben ser parte activa de las tradiciones edilicias, arquitectónicas y urbanas de los lugares en los que están. Que deben respetar las preexistencias propias de las ciudades. Que su belleza debe estar determinada por la trama urbana que las rodea en contextos que están inevitablemente en evolución, y desde luego por el omnipresente paisaje natural de altas montañas en el que están emplazadas la mayoría de nuestras ciudades.

Por eso es tal vez que Salmona dijo y repitió que hacer arquitectura hoy en Latinoamérica es un acto político (siempre lo fue), además de cultural y estético, pues él trató ante todo de hacer ciudad y no apenas edificios (ni menos monumentos). Esto convierte su práctica en una ética de la arquitectura, propósito crucial dentro de nuestra incipiente sociedad urbana y por supuesto de total actualidad y urgencia en nuestras maltrechas ciudades. En este sentido su obra responde honrada e inteligentemente a ellas: a su geografía e historia (Entre la mariposa y el elefante, 2003). Preocupación que, junto con otras características de su arquitectura, hace que se separe del movimiento moderno general y abra un nuevo camino en la arquitectura colombiana como lo dice Silvia Arango (La evolución del pensamiento arquitectónico en Colombia 1934-1984, 1992).

Para Rogelio Salmona, arquitectura y espacio urbano han sido inseparables. En todos sus proyectos, con la entendible excepción de las casas unifamiliares, es constante el carácter público o semipúblico de los primeros pisos ya sea que estén construidos o sean libres. En ellos se vuelve de nuevo realidad que es en las calles, plazas y parques en donde se vuelven ciudadanos los habitantes de las ciudades. Y de allí su lucha de años en contra de la privatización cada vez mayor del espacio público en las nuestras. En todas sus obras insistió en la importancia de la permanencia de la ciudad e invariablemente logra ennoblecer con sus edificios las ciudades en donde interviene, poniendo la mejor arquitectura del país al servicio de sus ciudadanos comunes para que habiten en ella con dignidad, poesía y placer. De ahí lo pertinente de que su obra se estudie mas, aquí, precisamente.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 16.07.2016 

30.04.2016 Técnica vs arquitectura

Desde la antigüedad hasta el Renacimiento, quedó en Occidente la gran arquitectura, la escultura y la pintura, y a partir del Neoclásico se sumó la gran música, la novela, el cuento y la ópera. Pero con el siglo XX, que dejó el cine, nada menos, llegó a su fin la gran arquitectura y apenas va quedando su espectáculo, posible en las manos de cualquiera gracias al gran avance técnico de la construcción en dicho siglo.

“El que no construye, adorna” decía el famoso arquitecto Auguste Perret (Bruselas 1874-1954 París), y ahora cualquier adorno lo puede construir cualquiera, sin ni siquiera ser arquitecto, de la mano de un computador y de ingenieros de suelos, estructuras e instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas, y expertos en cerramientos, cubiertas, ventanería, divisiones y terminados, etc., mas alguna decoradora por supuesto.

Es claro que el avance técnico ha estado en contra del arte de la arquitectura como se puede comprobar desde mediados del siglo XX, y que llevó al mismísimo Frank Gehry a que se le escapara decir que el 98% de la arquitectura moderna era "pura mierda", como fue noticia, lo que desde luego es una exageración pero que es necesario repetir pues aquí muchos aun confunden el espectáculo con la verdadera arquitectura.

Pero cuando las edificaciones de las estrellas del momento se deterioran rápidamente, de inmediato le echan la culpa a los cambios que se hicieron durante la construcción, pasando por alto que casi siempre son originados en un diseño inicial que ignoraba los problemas técnicos subyacentes. Como ha pasado, por ejemplo, con la Biblioteca España en Medellín de Giancarlo Mazzanti, o con casi todas las obras de Santiago Calatrava y del mismo Gehry.

Pero aunque no es posible que el arquitecto conozca a fondo las varias ingenierías que hoy en día están involucradas en cualquier construcción, al menos si lo básico para poder que su ineludible colaboración sea pertinente al proyecto del arquitecto, palabra que viene del griego architéktōn que significa el primero en la obra, precisamente, y que por lo tanto debe responder también por los problemas técnicos, junto con los ingenieros y constructores.

Qué diferencia cuando antes todos ellos formaban equipos de trabajo, como en el Banco Central Hipotecario o el Instituto de Crédito Territorial en Colombia, o como cuando en 1965 el Gobierno peruano y el PNUD [Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo] invitaron al arquitecto inglés Peter Land para que asesorara las políticas de vivienda social a través del Banco de la Vivienda del Perú.

En el PREVI (Proyecto Experimental de Vivienda) participaron varios de los arquitectos mas reconocidos de la época, que todavía dominaban suficientemente el arte y la técnica de la arquitectura, lo que se puede ver en sus propuestas, varias de ellas construidas, en el libro al respecto editado por la Universidad de los Andes recientemente, o en http://quaderns.coac.net/es/2013/05/previ-lima/.

En consecuencia, es preciso volver a la enseñanza de la arquitectura como un oficio que aúne arte y técnica (Umberto Eco habría estado de acuerdo). Que los profesores practiquen lo que pretenden enseñar, lo que podrían hacer desde las mismas universidades cada vez mas, y no que apenas teoricen, considerando además que ahora ya no hay ni siquiera grandes arquitectos: sólo unas “estrellas” internacionales y los muchos que los imitan afeando las ciudades.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 30.04.2016

28.04.2016 Arquitectos vs. Arquitectura

El hecho es que entre más arquitectos menos arquitectura. Antes solo la había para los grandes: dioses, sacerdotes, reyes, príncipes y señores. Hoy a cualquier cosa, en cualquier sitio, para cualquier uso, construida de cualquier manera, con cualquier forma y diseñada por cualquiera, se la llama arquitectura. Y mucha la premian, la publican las revistas de arquitectura y la aplaude la prensa. Es su vieja relación con el poder, el arte y el gusto, sólo que ahora son otros.

Avelina Lésper, en El fraude del arte contemporáneo, 2015, impugna convincentemente la idea de que el ‘significado’ prevalece sobre las obras, cuestiona con ejemplos la enorme distancia entre las propuestas y las obras, y señala el problema ético de la copia. Y lo mismo sucede en la arquitectura contemporánea, al fin y al cabo también arte, con la llamada ‘arquitectura espectáculo’ en la que prima la arbitrariedad de sus formas sobre el contexto urbano en el que se encuentra, y es irresponsable su olvido de la sostenibilidad, en sentido amplio, y de la seguridad, funcionalidad y confort.      

Igual que en Colombia, por ejemplo, a todo el mundo con algo de dinero o poder se le dice doctor, a todo el que ha pasado por una de las muchas escuelas de arquitectura que hay, se le dice arquitecto, aunque en las obras dejan que les digan ‘ingeniero’. Pero como dice el chileno Alejandro Aravena, Premio Pritzker de 2016, si en las universidades entendieran que la arquitectura se trata de “construir, de la mejor manera posible, los lugares donde la gente vivirá, habría otros cursos, otros profesores” (El Tiempo, Bogotá 13/03/2016). Como en Ithsmus, en Panamá.

La arquitectura es el arte y la técnica de proyectar espacios para el ser humano, pues como insistía Rogelio Salmona no solo es arte, según distintas circunstancias geográficas e históricas. Edificios que generan volúmenes que forman espacios urbanos que conforman ciudades.  Técnica que incluye la construcción (materiales, componentes, elementos, unidades, conjuntos, sistemas, tiempos y costos); la ergonomía (relación del cuerpo con muebles y espacios); la proxémica (uso cultural del espacio); la homeóstasis (cuerpo, sique y medio ambiente); la climatización (control pasivo o activo del clima); la acústica (manejo de sonido y ruido); y la Gestalt (percepción de formas, texturas y colores).

Ahora todos los que viven inevitablemente en ciudades (más del 50% en el mundo y cerca del 75% en países como Colombia), precisan de una arquitectura más ética y profesional. Que parta de las formas de los edificios y ciudades del pasado, aun actuales, pero buscando nuevas soluciones para unas construcciones de nuevo sostenibles y contextuales, para no dañar más el planeta, el paisaje y las ciudades existentes, cambiándoles ‘la cara’, como tantos desorientados pregonan, en lugar de mantenerlas ‘jóvenes’ es decir, significativas.

Una arquitectura que en el trópico, ya sea frío, templado o caliente, debe ser diferente a la de los países con estaciones y desarrollados, pero que se imita por estar a la moda y salir en las revistas. Y unos profesionales que se ocupen de proyectar los espacios para la vida humana (arquitectónicos y urbanos) según los diferentes climas, relieves, paisajes y tradiciones de cada lugar. Que además sean construibles, habitables, seguros, sostenibles, funcionales, confortables y emocionantes, adecuables fácilmente y renovables y, finalmente, reciclables.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 28.04.2016

24.04.2016 La vivienda en el valle

En Colombia, un país tan marcado por su geografía, es importante estudiar su quebrado relieve, sus climas tropicales y sus diversos paisajes, en los que se encuentran sus ciudades. Sus tres grandes cordilleras y sus dos largos ríos dividen la mitad occidental, vulnerable a los sismos, en la que hoy habita la mayor parte de su gente, y por lo tanto se trata de geografías regionales que indican como mejorar sus viviendas.

Pero igualmente el país se encuentra escindido por su historia, la que la mayoría de los colombianos hoy desconocen pues irresponsablemente se eliminó de escuelas y colegios en lugar de re orientarla hacia sus aspectos culturales, sociales y económicos y no apenas políticos, y por supuesto son historias igualmente regionales, básicas para entender sus ciudades y viviendas actuales, como las del valle del río Cauca.

La cocina, por ejemplo, del latín coquīna, de coquĕre 'cocer', generadora hace milenios de la vivienda, pues era tanto para cocinar como para calentarse, en el trópico caliente y templado por lo contrario se la separa de las casas para no calentarlas, en un rancho en las haciendas y en el solar en los pueblos, y porque los que cocinan son esclavos. Pero después, con la complejidad de la preparación de nuevos alimentos y las domésticas, surge la necesidad de un espacio propio en la casa misma, con estufa y nevera.

Y el comedor, del latín comedere, no tan antiguo como la cocina, ya es el recinto para comer y hablar, y antes un espacio formal en el que se reunía la familia o se usaba para almuerzos y cenas especiales, y que ahora esta cerca a la cocina y sus ruidos, olores y cuchicheos, separado apenas por una puerta de vaivén. O, recientemente, es una ampliación ¿democrática? de la cocina, como se “estila” cada vez mas.

El cuarto, del latín quartus, es el recinto para dormir. En la arquitectura hispanomusulmana que llega con los conquistadores al Nuevo Mundo, a inicios del siglo XVI, era, en las casas de una planta de las gentes modestas, pequeño, sin armarios, poco mobiliario y colchones que se recogían por el día. Solo en las de las familias más adineradas, las habitaciones estaban significativamente en un piso superior y amobladas.

El baño, del latín balneum, viene de las termas romanas que heredaron los musulmanes. En Al-Ándalus del siglo XI las ciudades contaban con baños públicos, llamados "hammám", tan elaborados como los de los palacios reales. Pero desde inicios del siglo XVI, en las partes calientes del Nuevo Mundo, el baño de rio, una costumbre indígena, es el rey de los baños públicos hasta el siglo XXI, por encima de las piscinas importadas de USA, de donde además llegan duchas, inodoros y bidets.

La sala, palabra que puede proceder del portugués con el sentido de lugar para el relax o diversas actividades, o del sánscrito "shala" que significa escuela, genéricamente es el recinto principal de los edificios. Y en las casas de antes es el espacio formal en donde se recibía a las visitas, diferente a la sala comedor unidos de los apartamentos actuales.

En palacios, hoteles y edificios públicos, ya agrandada a salón, es un recinto para reuniones y otros acontecimientos. Salón de actos, de sesiones, de conferencias, de baile; en fin, salón de clases, como igual se denomina el grupo de estudiantes que las toman sin saber su historia ni percatarse de su geografía, tan importantes en barrios como San Antonio, ciudades como Cali y regiones como el valle del río Cauca.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 24.04.2016

12.03.2016 Arquitectura y política

Debería ser preocupante para todos el nefasto resultado de la mala arquitectura en las ciudades en las que vivimos, debido al divorcio actual entre el arte y la técnica de este antiquísimo oficio. Es contradictorio que exista mucho interés sobre cómo se manejan las ciudades, si es que no es mera politiquería y corrupción, y tan poco sobre cómo se construyen y menos aún cómo se proyectan sus edificios y espacios públicos.

Igual que no advierten como se está acabando con los páramos y fuentes de agua, no ven como se están desfigurando las ciudades: sólo miran sus problemas inmediatos, como la seguridad y el transporte público, a los que los políticos si les dedican tiempo, aunque casi nunca a tiempo, como pasa en Bogotá con la terquedad de Peñalosa contra del metro, con Cali unas de las pocas ciudades de ese tamaño que no lo tienen.

Es necesario que todos los ciudadanos entiendan que una ciudad es también el artefacto urbano que conforman sus edificios y que estos son arquitectura, por lo que en consecuencia su pertinencia y calidad es fundamental para mejorar la calidad de la vida en ellas. Además del comportamiento social, la educación y la recreación, y desde luego la seguridad y movilidad en ellas.

Principiando por la experiencia cotidiana al recorrer caminando placenteramente por sus calles y poderlas cruzar con seguridad por sus esquinas, lo que no entienden los que abogan por mas velocidad en las vías y la eliminación de los pasos pompeyanos. Al parecer no los toca el que la mayoría de los muertos en accidentes de tránsito sean peatones que no tienen por donde caminar ni como cruzar las calles con seguridad.

Igualmente es necesario que los ciudadanos se den cuenta de que la repetición de la buena construcción genera bellas calles, como en Cartagena, pero que la de la arquitectura lleva a calles feas, como en Cali. Y peor aun cuando se trata de mala arquitectura, como la que suelen hacer aquí los constructores de vivienda, que no les cabe que los buenos diseños llevan a mejores negocios, no la repetición de uno mediocre.

El crecimiento y extensión de la ciudad, como la altura y aislamientos de los edificios, el ambitus romano que recuerda Manuel Herce (El negocio del territorio, 2013), deberían ser de incumbencia de los ciudadanos y su arquitectura un asunto político: que tanto, donde y como debe crecer la ciudad, y como resolver su transporte público, racionalizar el consumo de agua y energía, y reciclar las basuras, lo que es también un problema de los edificios y por lo tanto de su arquitectura.

Pero las iniciativas gubernamentales al respecto de la vivienda, pues poco lo son sobre las ciudades, son puramente demagógicas y lamentablemente mediocres. Es como si a los políticos no les incumbiera la arquitectura ni a los arquitectos la política, y como si a los ciudadanos no les interesara ni la una ni la otra; sólo el futbol, que no los deportes, los reinados, la farándula, la moda y la pelea entre Santos y Uribe.

Muchos de los que ahora viven en las grandes ciudades apenas comienzan a enterarse de que la mejor calidad de vida está en las intermedias, seguidas de los pueblos. En ellos la arquitectura, como la política, está mas cerca de la gente todos los días en las calles, plazas, parques y mercados, y que en muchos su arquitectura es aun de patios, corredores, recintos y techumbres, y encalada, una tradición sostenible y contextual que se debería reinterpretar en vez de copiar la que traen las revistas.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 12.03.2016

25.02.2016 Arquitectos y músicos.

La arquitectura y la música son artes abstractas, y así como los sonidos naturales incluidos en la música se convierten en música sin perder su esencia, la ornamentación en los edificios y su amueblamiento son también parte de la composición arquitectónica. Fundamental como en la casa del arquitecto peruano Frederick Cooper Llosa en Lima: una larga nave de muros, suelos y cielos de cemento, con un par de talentosos espacios: la entrada alrededor de una escalera girada 45ª y un balcón triangular casi al final, todo lleno de finos muebles de estilo y bellos tapices franceses. Arquitectura y música se piensan previamente para plasmar composiciones: partituras donde están las instrucciones para interpretar cierta música, lo que casi siempre se hace después, o proyectos, los que sólo unos pocos se construyen, donde están todos los planos, detalles y especificaciones para levantar un edificio.

Pero mientras la música escrita permanece sin alteraciones, el sino de los edificios es su permanente cambio como lo ha dicho Rafael Moneo, y en Cali su demolición o su alteración, como insisten tercamente en La Tertulia poniendo grandes avisos cubriendo la fachada lateral de uno de sus edificios. Y por supuesto hay arquitectos músicos, como Frank Lloyd Wright (Richland Center, WI, 1867-1959 Phoenix, AZ) o Leopoldo Rother (Breslau, Alemania 1894-1978 Bogotá) que tocaban violonchelo. Gustavo Medeiros Anaya (Cochabamba, Bolivia 1939- ) es pianista, pintor, escritor; y Fernando Martínez Sanabria (Bogotá 1925-1991) era gran aficionado a la música clásica, igual que Rogelio Salmona (Paris 1929-2007 Bogotá).


Y hay músicos arquitectos como Iannis Xenakis (Bräila, Rumania, 1922-2001 Paris), uno de los compositores más importantes de la música contemporánea, quien trabajo para Le Corbusier colaborando en algunos de sus proyectos mas innovadores, como el Pabellón Philips, 1958, o
Daniel Libeskind (Łódź, Polonia, 1946- ) quien estudio música y llegó a ser un pianista virtuoso antes que arquitecto. Y tres de los cuatro integrantes originales de la banda de Pink Floyd eran estudiantes de arquitectura: Roger Waters, Nick Mason y Richard Wright. La arquitectura es “música congelada” cavilaba en silencio Goethe o Shiller o Schopenhauer da igual.


Mas nada congelado fue el primer concierto de la Filarmónica de Cali, el viernes 12, por lo que pinta bien la temporada de este año. Aparte de la estupenda violinista Angélica Gámez y del carismático nuevo director, Adrián Chamorro, y los nuevos músicos de la orquesta, que entre todos hicieron que sonaran bien esas bellas sinfonías que compuso Mendelssohn de adolecente y la “Italiana” ya adulto, hay que destacar el sesgo didáctico que le quiere dar Chamorro, explicando partes de las obras que van a interpretar después, como que se repitan sus conciertos quincenales en varias partes de la ciudad.


Sólo falla la arquitectura de las salas, comenzando por el Teatro Municipal cuyo espacio a la italiana no es el mejor para escuchar una orquesta sinfónica, pues su platea originalmente estaba concebida para poder realizar también bailes en ella, y para peor de males la del Municipal se bajó de nivel cuando se dedico a sala de cine a mediados del siglo XX, como se puede ver en viejas fotografías. Inconvenientes a los que se suman los que insisten en ver sus teléfonos “inteligentes”. Ojala Chamorro logre educarlos y que los conciertos se den en la Sala Beethoven, cuya arquitectura es mas adecuada a la música.


Columna publicada en el diario El País de Cali. 25.02.2016

18.02.2016 Nada en exceso

Por supuesto hay que preguntarse si son arquitectura esos montajes, tan de moda en las ultimas décadas, que han mostrado, financiadas por sus autores, las revistas de arquitectura, y que la prensa aplaude ingenuamente. Y hacerlo en el sentido con que Avelina Lésper interroga al arte en su reciente libro, precisamente titulado El fraude del arte contemporáneo, pues lo cierto es que, como bien dice Julio Cesar Londoño, “es verdad que la mayoría […] es de dudoso valor “ (El Espectador, Arte y popis, 05/02/2012). En conclusión, son arquitectura mas no apenas de dudoso valor sino que sus (i) responsables son cada vez mas demandados por los sobrecostos, pronto deterioro y problemas funcionales. Sin embargo es preciso señalar una crucial diferencia: la arquitectura siempre ha sido, además de construible y habitable, un espectáculo, muy bello por lo demás.

Espectáculo desde mucho antes de la antigüedad mesopotámica de grandes zigurats, egipcia de enormes pirámides, griega de bellas acrópolis o romana de templos sin fin, o la de las grandes catedrales, iglesias y mezquitas después, para que las muchedumbres creyeran en los dioses, y
justificar el poder de sus sacerdotes en la tierra. Poder que heredaron los reyes que lo son por la gracia de dios, y los príncipes, duques, marqueses, condes, vizcondes, barones y señores feudales, con sus castillos y palacios, y hoy todos los dictadores, y hasta esos presidentes fuertes o vitalicios (una contradicción), grandes empresarios, directores de museos o simples nuevo ricos ahora muy ricos, que han promovido esa repentina arquitectura espectáculo que remplazó desde finales de la segunda mitad del siglo XX a la del Movimiento Moderno iniciado a principios del mismo.


Porque fue precisamente esa otra manifestación del humanismo la que se propuso poner la arquitectura no al servicio del poder y la riqueza sino al de la vivienda de todos los ciudadanos. Pero después de los muchos acertados ejemplos de los primeros maestros y de los que los
siguieron en todo el mundo a mediados del siglo pasado, en 1977 el Centro Pompidou, de Georges Pompidou, el presidente, claro, inicio un proceso que terminó en 1997 con el Guggenheim de Bilbao, a pedido de Thomas Krens, entonces su director, claro, dando inicio a la desbandada de la arquitectura posmodernista, ya mucha de ella puro espectáculo, cuya vulgarización y globalización por todas partes resultó mucho peor que la de la arquitectura moderna, que por su parte había llevado, con la proliferación de sus para nada emocionantes “cajas de zapatos”, a la pronta necesidad de un cambio.


Pero como lo de la novedad del edificio espectáculo ya comenzó a pasar rápidamente de moda, es preciso ahora hablar del futuro de una arquitectura que tendrá que volver a ser pasiva climáticamente y discretamente contextual, y cuyo espectáculo no debe ser el de los edificios sino el de las calles, avenidas, plazas y parques. Entender que los arquitectos mas que edificios aislados proyectan nuevas piezas urbanas que se agregan a las ya existentes conformando ciudades, y que su espectáculo, el de la verdadera arquitectura, está es en sus espacios y no sólo en sus volúmenes, incluyendo los museos, teatros, bibliotecas y escenarios deportivos. Que la belleza es simplificación, como lo expresaba Natalie Clifford Barney (Jean Chalon: Chère Natalie Barney / Portrait d´une Séductrice, 1992, p.327) y lo dijo hace siglos el Oráculo de Delfos: nada en exceso.


Columna publicada en el diario El País de Cali. 18.02.2016

29.01.2016 ¿Arte?

La curadora, crítica de arte y académica mexicana, Avelina Lésper, se hace esta pregunta a lo largo de cuatro ensayos recogidos en El fraude del arte contemporáneo, pequeño pero certero libro editado en Bogotá el año pasado por Libros Malpensante. En la introducción, Ángel Unfried señala cómo la autora rebate convincentemente la idea de que el “significado” prevalece sobre las obras; cómo cuestiona a fondo la enorme distancia entre las propuestas y las obras y denuncia el problema ético de la copia, y cómo desnuda la supuesta protesta de las mujeres artistas.

En Arte contemporáneo / El dogma incuestionable, 2012, plantea varios dogmas de la que con toda la razón dice es la nueva religión del arte: la transubstanciación, dividida en la del concepto y la de la
inhabilidad del significado; el dogma de la bondad del significado; el del contexto; el del curador; el de la omnipotencia del curador; el de “todos son artistas”; y el de la educación artística, y denuncia la
estafa de ciertas escuelas de arte. Concluyendo que no se quiere ver el desfiladero al que se dirige el arte actual cuando todo es arte.


En Contra el performance, 2011, deja en claro cómo se asume que
quienes los hacen son artistas por el simple hecho de hacerlos en un
lugar bendecido por el curador, y que cualquier cosa que hagan sin
talento, técnica o capacidad creadora, o se hagan a si mismos, es
arte. Acciones que se copian, repiten y desgastan llegando a lo
grotesco, anunciando el fin de un movimiento que surgió como un
rompimiento, pero basado en la idea de que el “significado” no
requería ser comprendido, y de hecho muchas veces es poco mas que mera improvisación.


En Robar, plagiar, mutilar/ Formas de copia en el arte, 2013, recuerda
como desde que Marcel Duchamp invento el Reddy-made, el trabajo
artístico se transformó pues declaro que el artista debería ser un
pensador mas que un hacedor. Incluso un hacedor de copias sin
original, pues parte de objetos de producción en serie como su famoso
orinal (que probablemente era una “escultura” de una amiga) que el
pensó mejor llamar “fuente” y del que, oculto tras un seudónimo que
todo el mundo sabia que era el mismo, realizó no se sabe bien cuantas
copias, mientras lo explicaba ya con su propio nombre, y desde luego
las vendía.


Y, en el último, Arte y feminismo / Entre la cuota y el chantaje,
2015, Avelina Lésper declara que estamos ante el avasallante
resurgimiento mundial del fundamentalismo con respecto a las mujeres
por parte de las tres religiones monoteístas, pero cómo las artistas
feministas repiten los actos contra los que supuestamente se rebelan
solo que al amparo de museos financiados con los dineros de los
contribuyentes. Que sus obras propician lo mismo que enfrentan al
explotar el tema femenino, desprestigiando un movimiento ahora mas
necesario que nunca.


Algo similar al arte actual pasa con esa arquitectura posmodernista en la que prima la arbitrariedad de sus formas y no su objetividad, transubstanciación posible gracias al gran desarrollo de los sistemas de construcción a lo largo del siglo XX, que ha llevado a su espectáculo, el que, al igual que los museos el arte, legitima cualquier cosa como arquitectura, dañando el contexto pre existente de los barrios de las ciudades en las que se implanta como si fuera cirugía estética. Es de lo que habla Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo, 2012, aunque, curiosamente, no se refiera a la arquitectura.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 29.01.2016