Columna publicada en el diario El País de Cali 06.07.2006
06.07.2006 Arquitectura contextual
Desde hace casi un siglo prácticamente toda nuestra
arquitectura se hace en ciudades que siempre son viejas. De ahí que para sus
inevitables nuevos edificios se deba considerar su entorno de tal manera que potencien
los mejores hechos urbanos preexistentes. Tratar de que empaten en alturas,
paramentos, ritmos y colores con las construcciones inmediatas, pero tambien
con las de el frente con las que conforman las calles, elementos urbanos
fundamentales en las ciudades tradicionales. En pocas palabras, proyectar
edificios que logren espacios urbanos mas bellos y funcionales y vistas mas
amables, como lo suelen hacer en Europa. Los conjuntos modernos son una
excepción que paradójicamente con frecuencia no se diseñan como tales. Y desde
luego los nuevos monumentos se perciben de la misma manera que los viejos.
Tambien hay un paisaje urbano que rebasa la calle, el
barrio o el sector, que siempre es preexistente en la ciudad, y que forma parte
del de su región. En este sentido la arquitectura tambien debería ser
contextual. Es útil, pues, recurrir al estudio de los mas reconocidos ejemplos
históricos pertinentes. Los tenemos a mano como suele pasar en casi todos
nuestros países en los cuales hay unos pocos centros históricos bastante
conservados pese a todo. En los paradigmas de nuestro patrimonio construido en
el pasado está nuestro futuro pues se pueden sacar muchas enseñanzas aplicables
en el presente para recomponer ciudades que comparten historias y geografías, pero
que fueron muy afectadas por el intento de “modernizarlas” demoliendo lo que de
pronto se considero obsoleto y viejo. Lo que en casos como Cali fue fatal pues
era poco lo que había.
Pero no se trata de hacer edificios, calles o barrios
exactamente iguales a los de antes si no que no les sean extraños o
contradictorios. Que completen una imagen que a su vez es parte de otra mas
amplia que identifica cada ciudad. Y los edificios son semejantes entre ellos
cuando algunas de las variables de sus formas se repiten. En el recinto
amurallado de Cartagena, por ejemplo, se distinguen claramente tres sectores,
el Centro, San Diego y Getsemani, diferenciados entre si por la altura y frente
de sus casas, y la variedad y tipo de sus portones, ventanas y balcones, pero
que comparten los mismos paramentos corridos, ritmo de llenos y vacíos,
techumbres y los pocos colores y tonos predominantes en la ciudad.
Además de refuncionalizar el patrimonio construido mas
allá de su simple restauración, la estrategia sería apoyarnos en esos recursos
del pasado ignorados a propósito cuando a lo largo del siglo XX se trató de
modernizarlas. Sería la aplicación, posmoderna y técnicamente evolucionada, de
sus mas eficientes paradigmas como son las explanadas, plazas y patios;
techumbres, terrazas y azoteas, zaguanes, balcones y corredores; canceles,
celosías y calados; y fuentes, atarjeas y estanques; por ejemplo. Tenemos que
aprender a ver la ciudad histórica como parte del presente, en donde continua
existiendo y es ejemplo para el futuro, y no solo como nostalgia del pasado,
logrando una estimulante combinación como dirian Colin Rowe y Fred Koetter
(Ciudad collage, 1976).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)