28.11.2010 CIVĪLIS.

Ya en el siglo IV aC. decía Aristóteles que las ciudades son sus ciudadanos. La curiosidad y necesidad de comunicación, placer y trascendencia, dice Paul Vidal de La Blanche (Principios de Geografía Humana, 1922), llevó al hombre a convertir un sitio natural en un lugar construido para satisfacer sus necesidades y deseos en una convivencia civilizada como lo precisa José Ortega y Gasset (La rebelión de las masas, 1936). Producto del comercio, la industria, la política, la guerra, la religión y el conocimiento nos recuerda Henry Pirenne (Las ciudades de la Edad Media, 1939), permiten el arte, la literatura, la filosofía, la ciencia, el deporte y el espectáculo. Sus imágenes dependen de su clima, paisaje, actividades y eventos, pero sobre todo de su arquitectura. Como dice Lewis Mumford en su crucial obra (La cultura de las ciudades,1938), concentran el poderío de una sociedad y son escenario y símbolo de su cultura. Con la lengua son nuestra creación mas grande, y comienzan con aldeas que eran como un mundo y hoy el mundo es una suma de ciudades con barrios como aldeas. No hay nuevas pero si muchas y no han parado de crecer, y en África y Latinoamérica algunas ya son grandes megalópolis.

Reflejo de lo social y económico, son un arte colectivo y tienen su propia especificidad. La política surge en las Polis griegas, y los ciudadanos romanos, Cívis, les dieron su nombre, Cívïtäs, y en la Edad Media los siervos se liberan en las Urbs: El Renacimiento, la Revolución industrial y la Revolución Francesa surgen de ellas, sin las cuales son imposibles las democracias, ciencias y técnicas actuales, ni la vida misma de mas del 50% de los siete mil millones que habitamos en el planeta, y de casi el 80% en países como Colombia, en los que hace medio siglo era lo contrarío, y de ellas dependen todos los demás cada vez mas. Evolucionaron hasta hoy y su próximo ciclo ya comenzó con la defensa del contexto de sus centros históricos, y con la construcción de Abu Dabi, en la Península Arábiga, completando su desplazamiento al Occidente, ya notado por Wolf Schneider (De Babilonia a Brasilia, 1961). Sus soluciones, basadas tanto en tecnologías de punta como en la arquitectura y urbanismo tradicionales, servirán de ejemplo para que vuelvan a ser sostenibles.

Vienen de Mesopotamia y Egipto, y Roma las llevó a media Europa, en cruces de caminos y vados, al lado de fortificaciones o ferias, encerradas por murallas, y pasan al Nuevo Mundo encontrando otras en esencia iguales, e incluso mas grandes como Teotihuacan, pero que solo influyeron en el emplazamiento de las ciudades coloniales, pues de Machu Picchu o Ciudad Perdida solo se sabe después. Hoy Sâo Paulo y México, tienen cerca de veinte millones de habitantes, Buenos Aires trece, Bogotá y Santiago mas de cinco, Caracas, Cali y Medellín cerca de tres, Guayaquil, San José, la Habana y San Juan mas de dos, Panamá, Cartagena, Barranquilla, Manaos, Quito, La Paz, Montevideo y Asunción mas de uno. Su rapidísimo crecimiento y la privatización de su suelo desde la Independencia ha desbordando su planeación pero su arquitectura, que preciso Aldo Rossi (La arquitectura de la ciudad, 1968), puede mejorarlas, como pedía Sybil Moholy –Nagy (Urbanismo y Sociedad, 1968). Lo dijo Aristóteles en La política : ”surgieron para satisfacer las necesidades vitales del hombre, pero su finalidad es permitirle vivir bien...”, lo civilizan permitiéndole ser un ciudadano a cabalidad.

Artículo publicado en la revista Gaceta del diario El País de Cali. 28.11.2010