19.01.2006 Holcim Awards

En las erráticas últimas Bienales de Arquitectura Colombiana y al margen de ocasionales aciertos, los premios, que son solo ad honoren, con frecuencia se han escogido con demagogia entre lo tontamente folclorizante, lo engañosamente modesto o la imitación facilista y autopromocionada de la penúltima moda que nos llega en las bonitas y costosísimas revistas españolas y es replicada alegremente en las de aquí. Por lo contrario, en octubre del año pasado, la Holcim Foundation for Sustainable Construction repartió en Río de Janeiro 220.000 dólares en galardones a proyectos de construcción sostenible en América Latina. La fundación es una iniciativa creada en 2003 por el Grupo Holcim de materiales de construcción, con sede en Suiza, en colaboración con cinco importantes universidades técnicas del mundo, incluyendo la de São Paulo, con el propósito de promover globalmente la construcción sostenible. Su primer concurso fue lanzado a finales de 2004.

John Vanderley, profesor de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de São Paulo y Jefe del Jurado de los Holcim Awards para América latina, piensa que mientras la construcción sostenible sea una noción amplia que conlleve muchos aspectos, el objetivo común de asegurar un futuro sólido y viable está claro. “La sostenibilidad es un sueño que tenemos que procurar sin demora,” manifestó haciendo eco al creciente numero de personas que en el mundo se están dando cuenta de que es un asunto inminente de sobrevivencia. Norman Goijberg, Presidente de Green Building Chile y miembro del jurado, señalo como los proyectos premiados son un acertado enfoque de la sostenibilidad al integrar las condiciones locales ambientales, sociales y económicas. Bruno Stagno, presidente de Bruno Stagno Architects y tambien miembro del jurado, hizo ver la importancia urgente de involucrar a las próximas generaciones en la construcción sostenible. Jaime Lerner, y presidente actual de la Unión Internacional de Arquitectos, insistiendo en que la sostenibilidad significa ante todo responsabilidad con las futuras generaciones, afirmó que “la creatividad puede ser un sustituto de los recursos financieros,” recordando que tradicionales problemas urbanos, como el transporte, los residuos sólidos y el desempleo, se pudieron convertir en generadores de nuevos recursos y soluciones cuando hace cerca de 30 años fue alcalde de Curitiba.

Los Holcim Awards incluyen hoy cinco concursos regionales y una evaluación global de las mejores participaciones de todo el mundo. A través de ella se señalan proyectos constructivos modélicos y se promueve la discusión acerca de la construcción sostenible entre arquitectos, proyectistas urbanos, ingenieros, promotores, propietarios y la comunidad misma. Con más de 500 participaciones en el último, procedentes de 19 países desde México a Chile, pasando por Colombia, el número de participantes de América Latina fue superior al de cualquier otra región. En conjunto se presentaron más de 1.500 proyectos de 118 países y su espectro fue amplísimo. Comprendió desde materiales, componentes y elementos de construcción innovadores hasta conceptos de sostenibilidad para grandes edificios y planes de desarrollo urbano. Un buen ejemplo para tener en cuenta ahora si queremos tener un futuro, pues aun creemos que lo de la sostenibilidad no es con nosotros.

Columna publicada en el diario El País de Cali 19.01.2006 

09.01.2006 El patrimonio regional

Seguimos sin entender que la ciudad es construcción y espacio urbano (público o privado), y no lotes desocupados, abandonados, engordando o usados como parqueaderos. O parques, plazas o plazuelas que no lo pueden o deben ser. No nos damos cuenta de que la cultura no puede volverse la disculpa para el atropello urbano, olvidándonos que la ciudad es precisamente su escenario, como lo dijo Lewis Mumford. En Cali, las tres o cuatro casas demolidas en San Antonio en contra de las normas ya se convirtieron en un feísimo parqueadero ilegal. En Cartago insisten en dejar una zona libre en donde en el pasado hubo una construcción al lado de la Casa del Virrey, en lugar de entender que hay que volver a construir, por supuesto interpretando y respetando el presente de la arquitectura y la ciudad coloniales. En Buga Confandi insiste en acabar de parrandearse toda una manzana a escasas dos cuadras del Parque Cabal construyendo mal un centro cultural. Es la misma ignorancia atrevida de los que piensan que los samanes son simples palos del pasado atravesados a un futuro representado por unos innecesarios buses articulados ya obsoletos.

Va para un siglo que casi todas nuestras construcciones se hacen en ciudades y pueblos que siempre son viejos y con frecuencia antiguos, y muchas veces al lado de un patrimonio construido que de pronto se considero “viejo” y reemplazable. Nuestras ciudades fueron muy dañadas por el intento tercermundista de “modernizarlas”, pues no lo lograron pero en cambio quedaron medio destruidas. Y seguimos sin entender que para proyectar nuevos edificios hay que considerar el entorno espacial en el cual se van a levantar para poder que potencien los mejores hechos urbanos preexistentes. Que hay que tratar de completar el conjunto de las construcciones inmediatas y las del frente con las que conforman las calles. La belleza de estas obedece fundamentalmente a la regularidad de sus alturas y paramentos y a que estos sigan cánones que ya han conformado una tradición, la cual hay que entender para reinterpretarla. Por eso es que hay que construir de nuevo los volúmenes de las casas demolidas en San Antonio y el que existió al lado de la Casa del Virrey, y por la misma razón Cofandi no debería hacer tres pisos sobre la calle que lleva hasta la Catedral de Buga y su simbólica pero pequeña espadaña.

Hay que saber cuando un edificio debe ser en su exterior discreto o apenas emocionante por que es allí en donde forma parte de la ciudad, y cuando no debe ser monumental o ni siquiera interesante. Saber lidiar con el entorno sin caer en su simple e inocua imitación ni en el contraste fácil, inadecuado o escandaloso. Debería ser practica común empatar alturas, paramentos, ritmos y colores con los vecinos y proyectar edificios que terminen de conformar calles que ya existen. Pero además hacerlo de una manera significativa. En los paradigmas de nuestro patrimonio construido del pasado están las enseñanzas para recomponer el presente de nuestras ciudades. Lamentablemente la arquitectura espectáculo de penúltima moda es la preferida por nuestras revistas light y nuestros jóvenes arquitectos, mientras la pertinente a nuestras circunstancias y determinantes geográficos e históricos no siempre es tenida en su verdadero valor, prefiriéndose, tratando de acertar, la tontamente folklórisante.

Columna publicada en el diario El País de Cali 09.01.2006