25.10.2012 Una historia

Como lo recuerda Orhan Pamuk, Nietzsche pensaba que antes de hablar de arte se debe intentar crear una obra de arte (El novelista ingenuo y el sentimental, 2010, p.142), y mas adelante dice que cuando los novelistas se embarcan en un libro nuevo se sirven de la experiencia acumulada, pero al tiempo están solos como al inicio de su primera novela. Lo mismo se puede decir de la arquitectura, aunque cabe afirmar que analizar a fondo cómo se origina un proyecto sería incluso mejor que intentar hacerlo. Nuestras casas de hacienda, por ejemplo, vienen de la «almunia» (al-munya), de al-Ándalus, una casa de campo rodeada de jardines y  tierras de labor, que era, al mismo tiempo, finca de recreo y de explotación (B. Barney y F. Ramírez, La arquitectura de las casa de hacienda del Valle del Alto Cauca, 1994).

            Nuestra casa colonial, por su parte, en su versión de medios patios y solar, en manzanas cerradas, como en San Antonio en Cali, viene de la casa romana organizada alrededor de un atrio descubierto en cuyo centro hay un impluvium. Un estanque como en los carmenes de Granada, que son una casa quinta con vergel, que vienen de los templos egipcios. Su sala hipetra, rodeada de columnas, es un patio porticado, inmediatamente posterior a los pilonos de la entrada, a la que podía acceder el pueblo, y anterior a la sala hipóstila, bajo columnas, de cubierta plana sostenida por estas (R. H Wilkinson, The Complete Temples of Ancient Egypt, 2000); un “oasis” cuyas altas aberturas para su iluminación cenital llevan al clerestorio de las catedrales medioevales. A ella tenia acceso solo la aristocracia, y estaba antes de la cela, el santa sanctórum reservado al faraón y los sacerdotes.

            Por eso hay que aprender a analizar edificios antes de intentar enseñar a proyectarlos, conociendo sus arquetipos para encontrar una voz propia a partir de la propia antigüedad (J. S. Ackerman, Palladio, 1966);  a partir de la geografía e historia propias y no copiando de revistas y bienales lo de moda. Y el análisis de un edificio hay que hacerlo enfrente del mismo, como el de una obra de arte pues la del arte es la única historia que se hace enfrente del hecho mismo (G. C. Argan La Historia del Arte como Historia de la Ciudad, 1983), y de los edificios interesa su presente y su futuro y no apenas su pasado. Pretender analizarlos sin vivirlos o siquiera conocerlos en su respectivo contexto, como se suele hacer en las escuelas de arquitectura, es por lo menos incompleto.


            La luz, la penumbra y las sombras, la lluvia, la frescura y el paso del viento, la privacidad, el silencio y el recogimiento, el confort, el placer y la emoción, no se pueden ver sólo con planos y fotografías. Por eso hay que visitar paradigmas locales y, ahí sí, referirlos a la gran arquitectura del mundo…pero también a la vernácula, tan importante y pertinente pero tan desconocida. Además, las malocas indígenas del Amazonas, por ejemplo, representan al universo y todo aquello que sostiene al mundo, así como lo que en él está contenido. Toda esta vieja y larga historia a veces consciente y las mas de las veces inconsciente, producto de búsquedas, encuentros y reencuentros, es la que ha ido tejiendo, cada vez mas completa y rigurosa, el profesor Andrés Erazo Barco en la USB- Cali.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 25.10.2012

08.10.2012 El tiempo en la arquitectura

Aparte de que el día da paso a la noche, el verano al invierno, la lluvia a la sequía, el viento a la calma chicha y la humedad a la resequedad que los rodea, los edificios solo se pueden usar y apreciar recorriéndolos. Incluso estando quietos en ellos se recorren con la mirada mientras pasa el tiempo. Se entra y se sale de ellos, se sube o se baja, se pasa de un recinto a otro, y todo cambia si se trata de un niño o un viejo y hasta de una mujer o un hombre y ni se diga de un enfermo o un discapacitado. Actividades todas que se llevan cabo no apenas en el espacio sino en el tiempo.

Es decir, que la arquitectura en este sentido es -.debería ser- la composición de espacios que permitan una secuencia de sucesos de la vida diaria de la gente como a lo largo de los años. Secuencia que precisamente es el instrumento único de la arquitectura para engendrar emociones. Como las que genera la directriz acodada en nuestra arquitectura colonial y de tradición colonial y que por otros caminos reencontraron los grandes maestros de la arquitectura moderna.

Espacios y tiempos que se han de recorrer por los diversos usuarios de los edificios y que hay que hacer evidentes en los planos, recorriéndolos con la imaginación. O haciendo animaciones con ayuda del computador, pero no volando frívolamente como lo hacen muchos vendedores de ilusiones, trampa en la que a su vez caen muchos, sino circulando por los espacios de los edificios, es decir viajando en el tiempo.

Y así como los vestidos duran mucho menos que las personas, los edificios duran mucho mas, y por eso es que ineludiblemente cambian como dice Rafael Moneo (La vida de los edificios, 1985). Pero pese a esta verdad de a puño, rara vez se diseña su tiempo, solo su espacio, pese a que cada vez es mas evidente el paso del tiempo en ellos, y que ahora hablamos de proyectarlos mas que de diseñarlos. Pero es que pasamos por alto que proyectar, además de hacer un proyecto de arquitectura o ingeniería, es también lanzar, dirigir hacia adelante o a distancia (DRAE).

Las viejas tipologías arquitectónicas permiten que los edificios cambien y que ellas evolucionen, con la enorme ventaja cultural de que así sea. Como la casa de patio en manzanas cerradas, típica de los barrios coloniales y de tradición colonial. Por ejemplo San Antonio en Cali, en su versión de medios patios y solar, antiquísima tipología que comparte con las casas de Cartagena, y que ha permitido su reinterpretación actual con éxito. De ahí que lo que pertinente sea el conocimiento y uso de las tipologías mas indicadas, logrando un acuerdo entre clima paisaje y tradición como pedía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955).

Si la lengua cambiara totalmente con cada generación, mucho mas de lo realmente necesario, pronto estaríamos en una torre de babel, que es precisamente en lo que se han convertido nuestras ciudades, de la mano de arquitectos que apenas buscan el espectáculo, copiando meramente edificios espectaculares de otras partes, y no recreando nuestras acertadas tipologías, como lo hizo Rogelio Salmona pero de lo que poco se habla. Basta pensar en su reincorporación de los patios a la arquitectura moderna del país, desde la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia, en Cartagena.

Columna publicada en el blog de opinión www.torredebabel.info. 08.10.2012