Columna publicada en el diario El País de Cali 14.04.2005
14.04.2005 Elogio de la Arquitectura
Con la arquitectura el hombre logró que sus
muertos vivan y creer en sus improbables dioses. ¿Quién recordaría 45 siglos
después a Keops, segundo Faraón de la IV Dinastía, si no por los 147 metros de
altura y 230 de lado de su mágica pirámide en Ghizeh? ¿Y quien a Kefrén, su
segundo hijo, o a Mikerinos? Sabemos de Mumtaz-i-Mahal por el magnifico
mausoleo que el emperador Cha Yihan levantó en Agra a su amor eterno. Hace 35
siglos en Karnak el Gran Templo alcanzó los 354 metros de recorrido en busca de
Amón, y 33 en Tchoga-Zambil que el zigurat se alzó 53 buscando a los dioses,
como lo hicieron las pirámides Mayas y Aztecas. Y el Panteón, Hagia Sophia, San
Marcos, Speyer, Compostela, Saint Denis, Notre Dame, Chartes, Reims, Westminter
Abbey, la Mezquita de Córdoba, Santa Maria del Fiore, San Pedro, San Pablo, la
Catedral de Sevilla, la de México, la Sagrada Familia ¡y sin terminar!, son
enormes para albergar a Dios, que es grande como repiten los musulmanes, y para
que multitudes crean en Él hace milenios. El Escorial, tumba, templo y palacio,
fue concebido a la imagen (desconocida) del Templo de Salomón. Por eso se ha
dicho que Dios es el supremo Arquitecto y la Arquitectura la madre de las
artes.
Pero además la arquitectura ha servido para
habitar con dignidad, poesía y placer. Los egipcios tambien se ocuparon de lo
mundano, los griegos tornaron divina la belleza del hombre en el Partenón y los
romanos la volvieron terrenal con las Termas de Caracalla, la Basílica de
Constantino, el Coliseo o su Teatro en Orange. Akenatón en Aketatón, Adriano en
Tivoli, Diocleciano en Spalato. Muchos patricios en sus villas imperiales.
Reyes, condes y duques en los castillos medioevales de Europa toda y en todos
los encantados de La Loire, califas en Medinat al-Zahra y reyes nasrids en su
Alhambra. Monjes en Mont Saint-Michele. Príncipes renacentistas en Italia o
Flandes y desde luego cortesanos en Versalles, Hampton Court Palace, el Palacio
de Invierno de San Petersburgo, el Palacio Imperial de Shishinden o la villa de
Katsura en Kyoto. Hasta ricos colonos como en Cartagena de Indias, o gentes
comunes o no en cualquier patio de cualquier parte en cualquier época, regalo
del cielo al decir de los antiguos chinos.
Ya sin dioses, la arquitectura ha logrado
magníficos aeropuertos como el de la TWA en Nueva York o el de Kansai en la
bahía de Osaka, o bellas estaciones como la de Atocha en Madrid. Espectaculares
estadios como el de Munich. Bibliotecas como la de la Facultad de Historia en
Cambridge. Operas que se volvieron el símbolo de un país como la de Sydney, mas
imponente que la de París. Museos que cambiaron el destino de una ciudad como
el Guggenheim de Bilbao, o lo mantuvieron como la Galería Nacional de Berlín o
el Pompidou o la pequeña Pirámide del Louvre en París. Auditorios como el de la
Filarmónica de Berlín o el de la Universidad Central de Venezuela. Edificios
únicos como el de Wrigth en Nueva York. Inolvidables pabellones como el de
Barcelona. Oficinas como las de Seagram en Nueva York. Casas notables como la
Ville Savoye, la de la Cascada, la de Tacubaya, México, o Lunuganga en Sri
Lanka, y sorprendentes conjuntos de vivienda como las Torres del Parque en
Bogotá. En fin, arquitectos que identifican a todo un país como Finlandia o
Brasil, para seguir hablando de lo mas reconocido y conocido.
Columna publicada en el diario El País de Cali 14.04.2005
Columna publicada en el diario El País de Cali 14.04.2005
Suscribirse a:
Entradas (Atom)