28.11.2015 Terrorismo y ciudad

Desde la Biblioteca Real de Alejandría, fundada por los Ptolomeos en el siglo III antes de la Era Común (para no hablar de Cristo) el terrorismo ha sido un asunto urbano, sobre todo ahora que las armas son mucho mas mortíferas y sus blancos mas concurridos, como pasa en un estadio, o en su defecto mas fáciles, como un teatro o la terraza de un café. Y no en cualquier ciudad sino en las que comportan un cierto significado especial en este mundo de ciudades y ya globalizado. Además su planificación y puesta en marcha desde luego se lleva a cabo en ellas y específicamente en ciertos sectores caracterizados por su población nutrida y variopinta de inmigrantes o sus hijos o sus nietos, ya nacionalizados.

Sin embargo, como lo ha informado profusamente la prensa internacional y nacional, después de los atentados del 13 de noviembre algunas ciudades aumentaron las medidas de seguridad mientras que las que ya fueron objetivos del terrorismo están de nuevo especialmente alertas. El problema es que los ciudadanos y los propios cuerpos de seguridad se acostumbran a vivir con esa tensión. Pero lo mas preocupante es que esos momentos de pánico colectivo, amplificados por los medios de comunicación, hacen olvidar los problemas cotidianos que afectan las ciudades, incluyendo su “aterradora” inseguridad permanente o los accidentes, que en muchas causan muchos mas muertos.

O la posibilidad de terremotos, huracanes o desbordamiento de ríos cercanos, o los problemas medioambientales como la contaminación del aire o la escasez de agua potable. O la deficiente movilidad de los ciudadanos en las grandes ciudades, o asuntos supuestamente sin tanta importancia como el ruido ajeno o el bloqueo de los garajes o los carros estacionados en los andenes, ni estos claro está. O el aterrador robo del aporte de los contribuyentes al erario por políticos corruptos. Para no hablar del horror de buena parte de su arquitectura actual o de los que dinamitan su patrimonio construido y con el la memoria colectiva de los ciudadanos.

Igual que no se puede justificar ningún acto de terrorismo pues da muerte violenta a personas que en su gran mayoría nada tienen que ver con sus supuestas causas, tampoco hay que aceptar ninguno de los problemas urbanos cotidianos mencionados que no dejan vivir bien. Con los primeros los gobiernos aumentan sus medidas represivas sobre algunos grupos sospechosos, nutriendo así su fundamentalismo, y con los segundos igual dan palos de ciego o los ignoran. Unos y otros hay que afrontarlos centrándose en su análisis, mas no evadiendo lo anecdótico sino poniéndolo en su lugar, pues ayuda a encontrar la esquiva verdad de la historia y proceder a decidirla y no a sufrirla.

Como que el califa Umar ibn al-Jattab, Príncipe de los creyentes, alegaba que si en la Biblioteca de Alejandría sus escritos estaban conformes con el Corán, eran inútiles, y si no, no deberían tolerarse. Mas según algunos escritores latinos apenas resultó afectada en el incendio provocado por las tropas de Julio César y probablemente ya había desaparecido en el momento de la dominación árabe, aunque algunos comentan que el califa sí ordenó la destrucción de millares de manuscritos. Pero tal vez la destrucción del edificio fue en 273 cuando Aureliano tomó y saqueó la ciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297, y en 2015 lo que sí amenaza a las ciudades, y a todos los creyentes, es el cambio climático.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 28.11.2015

21.11.2015 De la arquitectura a la arutcetiuqra

Igual que la música, o un poema, la arquitectura se compone para ser interpretada en el tiempo, pero si bien una partitura no se compone para ser tocada al revés e incluso habría dificultades para hacerlo, los edificios se recorren entrando y saliendo y una vez adentro se sube o se baja, se va para un lado y el otro, o sea que son una sola composición pero con múltiples “interpretaciones”; y muchas de ellas apenas recorriéndolas con la mirada.

Además, como la escultura, la arquitectura se compone en el espacio, por lo que tiene un frente y un atrás, un costado y el otro y depende desde que punto se la mire. Mas a diferencia de la escultura, en la arquitectura se entra a sus propios espacios interiores, y no es una redundancia, y se sale de ellos para pasar a otros y finalmente salir a la calle, la avenida, la plaza o el parque desde donde se ha entrado, o a otro espacio urbano distinto.

Como la pintura, la arquitectura se compone en un plano, pero mientras en la pintura dicho plano ya es el de la pintura misma, en la arquitectura es apenas su representación como un dibujo, pero con la gran dificulta de que lo que se esta componiendo es algo muy distinto pues esta en el espacio y para ser recorrido de diversas maneras en el tiempo.

Y no hay que olvidar que la arquitectura no sólo se ve si no que se escuchan sus ecos y resonancias, como igualmente los sonidos y ruidos de sus ocupante, incluyendo la música que interpretan o apenas escuchan, y los de la naturaleza que la rodea o esta en sus patios, jardines y solares. Amen de que se toca con las manos y se siente con los pies, y que huele.

En conclusión, la arquitectura se compone formando de muchas cosas una, juntándolas con cierto modo y orden (el arte) para que produzcan diversas emociones estéticas diferentes y sucesivas, sin comprometer su construcción y posterior seguridad, uso, reforma, remodelación y reciclaje final (la técnica), pues no sólo se la ve y escucha sino que se habita en ella de día y de noche, en invierno como en verano, bajo la nieve, la lluvia o el sol.

Todo según una geografía e historia y buscando el acuerdo entre clima, paisaje y tradición del que habló Le Corbusier para una casa en el norte de África (W. Boesiger, Oeuvre complete 1938-46, 1955), sin duda un mejor paradigma para la arquitectura en el trópico cálido y templado que su Villa Savoye; y además considerando su marcado relieve de costas, llanuras, valles y montañas.

Lo viejo y lo nuevo, volúmenes y espacios, pasajes y estancias, se superponen, unen o suceden unos a otros, en transparencias y reflejos, de día o de noche, en la lluvia o el viento, produciendo con el agua que murmura y da frescura y placidez y los pájaros que cantan, esas sensaciones, evocaciones, encantos y asombros que bien reclamaba Luis Barragán (Pritzker, 1979).

Todo a lo largo de los diferentes recorridos que permiten entrar, usar y salir de los edificios; y mirar y admirar sus volúmenes y espacios. En dichos recorridos, mas que en los sitios de permanencia, estriban las posibilidades de que la arquitectura emocione a los usuarios como a los visitantes de los edificios. Y por supuesto lo mismo sucede en todos los espacios urbanos, tanto públicos como privados, con los que además interactúa.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 21.11.2015