Columna publicada en el diario El País de Cali 14.09.2006
14.09.2006 La democratización de la arquitectura
Contrario a lo que decía Churchill de la democracia
(el menos malo de los sistemas políticos), lamentablemente la democratización
del diseño profesional a lo largo del siglo XX ha producido en el mundo lo
menos bueno de su arquitectura. Y a veces lo mas malo, sobre todo cuando
finalmente las tradiciones vernáculas desaparecieron casi del todo y cada vez
fue menor la sabiduría de los dirigentes. Especialmente en este país, con su
cultura centrada solo en la literatura y ahora en el espectáculo. Y donde la
ignorancia, gusto y dinero abundante e ilegal de las nuevas clases emergentes,
debido a la penalización inútil, corruptora y generadora de violencia de las drogas,
han penetrado nuestras tradiciones y comportamientos afectando no solo su
política, economía y sociedad si no tambien su arquitectura y sus ciudades
Y no solamente la práctica de la arquitectura si no
incluso su enseñanza. Tambien ha significado la triabilización de su difusión
masiva, siguiendo las tendencias frívolas de la publicidad y la moda, en
revistas de decoración comerciales que aquí terminaron por reemplazar las de
arquitectura. Fotografías maquilladas que hacen aparecer los cielos mas azules
de lo que rara vez son, eliminación total de los contextos urbanos de los
edificios, muebles y objetos de almacén prestados para sesiones de fotografía
en las que se elimina todo vestigio de la vida real, ausencia general de planos
o apenas alguna planta elemental, y textos insulsos de mera promoción. Y en
medio de tanta ligereza y revueltas con tanta imagen tramposa, las excepciones,
que no son pocas, difícilmente cuentan.
Es
urgente recomponer la relación de los usuarios comunes, ya no con los
constructores, como antes, sino con los nuevos profesionales de la
arquitectura, cada vez mas numerosos en el país. Papel que hace medio siglo,
desde los Upacs, han usurpado los negociantes de la vivienda siguiendo el mal
ejemplo de esas multinacionales que nos dicen que es lo que necesitamos y que
nos debe gustar, al punto de ser consideradas por Konrad Lorenz (Decadencia de
lo humano, 1985) una de las verdaderas amenazas a la humanidad, junto con la
superpoblación y el uso de combustibles de origen fósil. Y habría que añadir el
daño que los edificios innecesariamente grandes o repetidos idénticos y mal
emplazados le hacen a las ciudades, y su irresponsable derroche de energía y
agua potable.
Igual
que con la ecología, habría que enseñar desde el colegio unas mínimas nociones
de arquitectura, urbanismo y urbanidad, y generalizar su debate abierto y
permanente como sucede exitosamente en otras partes. Democratizar su
conocimiento. Esto les permitiría a nuestros muy recientes ciudadanos disfrutar
mas la vida urbana, usar mas eficientemente sus ciudades y defenderlas, pues
hoy hacen justamente lo contrario. Debate en el que los artículos en la prensa
sobre arquitectura y las ciudades, los programas de televisión (algunos muy
buenos se pueden ver ya en Colombia) y las exposiciones sobre el tema, juegan
un importante papel. Como las dos muestras abiertas por estos días en La
Tertulia, que sin proponérselo ilustran palmariamente mucho de lo dicho arriba.
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