En el Parque de la Independencia está la
primera construcción de cemento de Bogotá, el Quiosco de la Luz, y en sus
alrededores hay Bienes de Interés
Cultural del Ámbito Nacional, como se llaman ahora pomposa pero al parecer
inútilmente a los Monumentos Nacionales. Como el Museo Nacional, el Hotel
Tequendama, el edificio Embajador, el
edificio Herrera de la Torre, la Biblioteca Nacional, la Plaza Toros y las
Torres del Parque. Sin embargo, en Junio de 2010, el Director de Patrimonio del
Ministerio de Cultura certificó que el parque no está en el área de influencia
del Museo Nacional, el mas lejano de todos, pero ignoró que el Decreto 1905 de
1995 declara como área de influencia de las Torres la totalidad del parque, y
autorizó el proyecto del re bautizado Parque del Bicentenario.
Un
año después, atento “a las inquietudes de la comunidad”, llevó el tema al Consejo Nacional de Patrimonio
Cultural -era su deber haberlo hecho antes-,
que solo lamentó “que haya sido un subcontrato[…] de un proyecto […] de
construcción vial, [y no] la oportunidad para un concurso público, con […]
numerosas propuestas de intervención”. Además, según la Resolución 154 de 2007,
es el Ministro el que autoriza las intervenciones y no el Director de
Patrimonio. En conclusión, su autorización, aduciendo que el proyecto “no
presenta impactos negativos directos” sobre los inmuebles mencionados, es
ilegal. Como lo es también la del “soterramiento” de la Av. Colombia a todo lo
largo del Centro Histórico de Cali, convirtiéndola en un inútil y
desproporcionado malecón. Irregularidades en las que tienen gran
responsabilidad las respectivas alcaldías por su afán de contratar.
Pregunta
con razón Antonio Caballero (Semana Nº 1524 ) por qué se empeñan en destruir
uno de los más bellos lugares que le quedan a Bogotá; igual que pasa en Cali
habría que agregar. El parque se hizo para el primer centenario de la
Independencia en el llamado entonces bosque de San Diego, que constituía el
límite norte de la ciudad. Es el más antiguo y conservaba lo que había sido un
bosque sagrado de los muiscas. Lo que queda está entre la plaza de toros, el
Planetario y las torres de Salmona, al norte, y los huecos eternos de la 26 de
los Nule al sur. En las ciudades coloniales españolas no había parques, y su
creación subraya la modernidad republicana conquistada un siglo antes. Todavía
hay allí viejos y grandes árboles en los que anidan numerosos pájaros.
Ya
muchos se talaron, y en lugar del proyecto mas bajo y discreto de Salmona sobre
la 26, Giancarlo Mazzanti propone jardineras de cemento formando “olas”, como
las que usó en los estadios de Medellín, copiadas sin gracia de un edificio en
España (esferapublica.org/portal), que ocultarán el Museo de Arte Moderno,
candidato a BIC y tambien de Salmona. Además, un puente peatonal en el costado de la Cr. 5º tapa la vista a
los cerros y, hacia el sur, altera el entorno del edificio Herrera de la
Torre. Una acción popular interpuesta por los vecinos, logró que se ordenara la
suspensión de las obras, pero continuaron y nadie responde, como si la capital
siguiera sin Alcalde y el país sin Ministro de Cultura; y al Congreso Nacional
de Arquitectura, que se realiza en Yumbo, nos traen de ejemplo a Mazzanti.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 04.08.2011
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