14.02.2008 Pisaciudades, Cali

Necesariamente los rascacielos presentan un volumen para mirar mas que espacios para recorrer. Desde el famoso Flatiron Building de1902, de Daniel Burnham, hasta las últimas torres retorcidas de vidrio que se elevarán como para ver cual descresta mas a un publico que desde la de Babel se ha dejado seducir por la altura, por lo que siempre y en casi todas partes ha puesto sus dioses en el cielo. Menos los griegos, que apenas los subieron al monte Olimpo y que copulaban y peleaban abajo, entre los hombres. De ahí que el Partenón, pese a que este arriba, en la Acrópolis, sea tan bellamente horizontal. Y tambien las mezquitas de árabes y beréberes que miran es a la Meca. Justo nuestras dos tradiciones. Pero los rascacielos, que se asociaban a las grandes ciudades norteamericanas y que en Europa están circunscritos a los sectores de negocios como Canary Wharf en Londres, La Défense en Paris o Moskva-City en Moscú, ya están tambien en Asia y Latinoamérica. En Nueva York hay mas de 5.000 pero en Hong Kong 6.000, en Singapur 3.400 y en Estambul 2.000. En Sao Paulo1.950 y en Cali uno.

Y ahora, con “pieles” que no fachadas, se acentúa mas su imagen como de enormes pisapapeles, como en esas nuevas torres, “les plus étonnantes du monde”. La Marylin, en Mississauga, Canadá, de MAD, de Pekín; la Chicago Spire, de Santiago Calatrava, de 600 metros de alto; las Torres danzantes, de Zaha Hadid, el Iris Bay, de Atkins, y la Infinity Tower, de Dos Arquitectos, todos en Dubai; la Diaogutay, en Pekín, de Bernard Tschumi; el King Alfred Center de Hove, de Franck Gehry, en Gran Bretaña; The Legs y Ocean Heights, en los Emiratos Árabes Unidos, ambos de Andrew Bromberg; Las Torres de Pisa, en Milán, de Dominique Perrault; las “jumelles”, en Cantón, de Hervé Tordjman; la Empire Island Tower, en Abou Dhabi, de Aedas; y el hotel Habitat Sky, en Barcelona, de Dominique Perrault. Caprichosos “pisaciudades” que hay que ver en Google pero por que lo interesante es que todos reciclan sus aguas servidas y producen la energía que consumen, lo cual es de gran importancia considerando que los edificios gastan en esos países mas del 50% del total.

Como dice el arquitecto Felipe Hernández, la arquitectura sostenible promueve los edificios multi funcionales en altura buscando, con mayores densidades, menor ocupación del suelo, menos transporte y facilidad de conexión con sistemas colectivos rápidos y subterráneos, pues los vehículos causan casi el 30% de la contaminación ambiental de las ciudades. Igualmente, sus extensas fachadas pueden soportar páneles solares y recolectar muchísima agua lluvia que es utilizada tanto para estabilizar la temperatura como para baños y cocinas. Y la mayor velocidad del viento a su altura permite usarlos para generar energía. Pero por supuesto tienen aspectos negativos, como la obstrucción visual cuando están muy cerca unos de otros, o su lenta evacuación en caso de temblores, incendios o terrorismo o su dificultad para conformar buenos espacios urbanos. Pero lo peor es cuando son innecesariamente altos y ni siquiera sostenibles o se alzan arbitrariamente sobre ciudades muy bajas, como las nuestras, o se vuelven ridículas pequeñas copias de los pisaciudades de moda.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 14.02.2008