30.12.2017 Imagen y arquitectura

Como dice Juhani Pallasmaa (Hämeenlinna, 1936) arquitecto y teórico finlandés, lo usual es mostrar los edificios separados de su contexto paisajístico, cultural y social, o como objetos estéticos independientes, amenazando la arquitectura con su estetización o instrumentalización, por motivos económicos y utilitarios. Buscando imágenes seductoras se ignora que la arquitectura nace de la necesidad de habitar y de glorificar, y que es nuestro principal medio de orientación en el mundo. Pero, precisa Pallasmaa, los edificios no se ven, sino que se produce un encuentro con ellos al transformar un espacio en un lugar especifico, y al recordar otros edificios. (La imagen corpórea, 2011, p. 158 ).

Ya Ludwig Wittgenstein señaló que la gran arquitectura es para inmortalizar algo al servicio del poder religioso, político, militar o financiero (Félix de Azúa, Diccionario de las artes, 2002). Junto con la edilicia común de las viviendas y demás, crea las ciudades, escenarios de la cultura, como las llama Lewis Mumford (La cultura de la ciudades, 1938), y hoy de la vida humana misma. Pero como la cultura occidental, apunta Pallasmaa (p. ), aspira a la dominación, su arquitectura a menudo persigue sólo una imagen contundente. Obsesión por la novedad y lo singular, y único criterio para juzgarla, que la separa de su base mental y experiencial, reduciéndola a imaginarios inventados.

Por lo contrario, “para descubrir algo nuevo hay que estudiar lo más antiguo” como afirmaba Aulis Blomstedt, maestro de Pallasmaa (p. 175). O, como lo señala James Ackerman (Palladio, 1966), buscando la propia antigüedad en las referencias locales, las que remiten a ciertos paradigmas anteriores. Es decir, el origen de eso que pretende ser original. Es significativo que Pallasmaa comience su libro citando a Immanuel Kant: “En el conocimiento la imaginación sirve a la comprensión, mientras en el arte la comprensión sirve a la imaginación” (p. 7) y continua señalando que la actual hegemonía de la imagen ha hecho evidentes sus efectos negativos en la arquitectura. Y por ende en la ciudad.

Wittgenstein, amigo de Adolf Loos, y quien terminó proyectando la casa para su hermana Margarete, inicialmente pedida al arquitecto Paul Engelmann, coincidía con la tradición en entender la simplicidad como signo de la verdad (Carla Carmona, Wittgenstein, 2015, p. 71). Con lo que coincide Palllasmaa al ver cómo “los productos del virtuosismo arquitectónico contemporáneo quizá puedan impresionarnos, pero suelen ser incapaces de tocar nuestros sentimientos porque su expresión está desconectada de la base existencial y primordial de la experiencia humana y ha perdido su base y su eco ontológicos.” (p. 174). Olvidan que la arquitectura nace ontológicamente del acto de habitar (p. 165).

Para él, en el orden de su emergencia ontológica, las imágenes primeras de la arquitectura son: “suelo, techo, pared, puerta, ventana, hogar, escalera, cama, mesa y baño” (p. 165) mientras que el tejado expresa la idea de cobijo, protección y experiencias de interioridad; la pared expresa la separación de distintas categorías del espacio, y crea el lugar de lo privado y lo secreto; las ventanas son los ojos de la casa para ver el mundo; y una puerta es una señal para detenerse y al tiempo una invitación a entrar. En conclusión, la arquitectura es “un punto de apoyo en el reino de lo real y, así, sentar las bases para una posición crítica frente a la cultura y la vida.” (p. 157).

Columna publicada en la Revista virtual Caliescribe.com. 30.12.2017

28.12.2017 Marx y la arquitectura

Aunque Karl Marx no se interesó por la arquitectura en sí, al contrario de otros pensadores como Ludwig Wittgenstein (Carla Carmona, Wittgenstein, 2015), sus comentarios sobre el fetichismo de la mercancía (José Manuel Bermudo, Marx / del ágora al mercado, 2015) son claramente aplicables a la arquitectura actual, buena parte de ella mera mercancía, incluso para vender mas mercancías, desde materiales para cualquier obra, a cualquier cosa como en cualquier supermercado, incluyendo su obsolescencia programada. Es evidente su carácter de fetiche “fantasmagórico”, “enigmático”, “misterioso”, “místico” o “ilusorio” del que habla Marx aludiendo a la mercancía (p. 119).

A la mirada ingenua, superficial o ignorante del comprador, que sólo ve su valor de uso, o la del mercader, que sólo ve su valor de cambio, o la del economista, que sólo ve un mero resultado del trabajo humano, la mercancía –en este caso, la arquitectura- no les revela su misterio que, en el caso de esta, nace de la necesidad de habitar y de glorificar, y que es nuestro principal medio de orientación en el mundo, como dice Juhani Pallasmaa (Hämeenlinna, 1936- ) arquitecto y teórico finlandés (La imagen corpórea, 2011, p. 158 ). Que además de funcionar bien, emocione, como insistía Rogelio Salmona (Paris 1927- 2007 Bogotá), quien sí que lo consiguió en muchas de sus obras en Colombia.

En palabras de Marx, lo que sucede al pasar del “producto del trabajo” a la “mercancía” es que no se afecta la cosa sino su figura (p.120), la que a su vez determina su ser al imponerle sus propias funciones (p. 121), reduciéndola sólo a aquello que se pueda llevar al mercado, “…es el fetichismo que se les pega a los productos del trabajo en cuanto se producen como mercancías y que, por lo tanto, es inseparable de la producción mercantil” (p. 122). Justamente, lo que sucede con la arquitectura cuando se vuelve meramente mercancía, es decir, una extracción de plusvalía intrínseca al capitalismo, como lo es asimismo el fetichismo en cuanto producción mercantil (p. 123).

Si las mercancías siguen en el ámbito de lo mercantil, seguirán siéndolo, y los productores –en este caso, los arquitectos- habrán de seguir sus exigencias (p. 125). Por esto es necesaria una visión crítica de la arquitectura profesional actual, y su enseñanza. Además hay nuevos requerimientos como su sostenibilidad, la captación de energía solar, usar todo lo construido, y que sea fácilmente adecuable, renovable y, finalmente, reciclable, utilizando los nuevos sistemas de construcción y los nuevos especialistas necesarios, en un trabajo interdisciplinario. Y, desde luego, está lo contextual, que exige considerar para cada obra el entorno inmediato y por supuesto el clima, paisajes y tradiciones de la ciudad.

La lucha de Marx, dice Bermudo (p.117), es contra la enajenación y el fetichismo (veneración excesiva) propios del capitalismo. Sin embargo, los resultados en este sentido en los países socialistas -y en la arquitectura- dejan mucho que desear. No queda mas que educar a los compradores… y a los arquitectos. Como señala Pallasmaa hay que mostrar los edificios en su contexto paisajístico, cultural y social, y no como objetos estéticos independientes, y encontrarse con la arquitectura y su lugar y no apenas verla  (p. 158 ). Y pensar en los primeros puestos mundiales de los países nórdicos en educación, economía, competitividad, derechos civiles, calidad de vida y desarrollo humano.

Columna publicada en el diario El País de Cali.  28.12.2017

09.12.2017 El arquitecto de la casa

A inicios del siglo XXI hay que hacer una arquitectura para la gente y no como si fuera para el poder. Durante siglos la gran arquitectura fue para tumbas, templos, castillos y palacios. Pero a partir de mediados del XX, con el Movimiento Moderno, lo es ya para viviendas, oficinas, comercio, y sedes educativas, culturales, recreacionales, deportivas, administrativas o para el transporte. Actualmente debe, además, reutilizar lo existente, ya que constituye un verdadero patrimonio construido y cultural; y ser más ética y menos estética, más técnica y un verdadero arte, no un espectáculo para engañar a compradores incultos o ingenuos, empresarios codiciosos y políticos oportunistas.

Igual es inaplazable que sea sostenible, mas no apenas de bajo consumo de energía y agua potable (incluso es mucho mejor que sea regenerativa) y no contaminante del aire, ríos y mares, y que sus materiales sean reciclables, sino fácil de adecuar y renovar en el futuro, para que se pueda utilizar durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Y que sea contextual, respetuosa del entorno pre existente, que agregue o mejore la ciudad, y no que la siga destruyendo al servicio de la especulación inmobiliaria con el suelo urbano, propiciada por la propiedad privada del mismo, olvidando su compromiso social, la que hay que neutralizar con el impuesto a la plusvalía.

Que en el trópico americano se entienda a fondo lo que significa de verdad no tener estaciones a lo largo del año, pero si periodos lluviosos o secos. El daño que la influencia norteamericana le ha hecho a las ciudades colombianas, por ejemplo, es, y sigue siendo, grande, precisamente por no considerar sus diferentes climas y paisajes ni las variables de su tradición arquitectónica traída del sur de España y aún menos las aborígenes. Una arquitectura que aquí sea mas iberoamericana que anglosajona; es decir que son sus referentes hispanomusulmanes los nos deben interesar y no las ultimas modas divulgadas por las frívolas revistas de “decoración” que no de arquitectura, las que aquí se acabaron.

Por eso en los talleres de proyectos de los programas de arquitectura, en los que se debe buscar su síntesis a través de ejercicios y no de proyectos inventados, se precisan maestros que practiquen el oficio, y con una obra importante que mostrar, pero los que cada vez son menos, apoyados por investigadores académicos con posgrados, los que afortunadamente son cada vez más. Pero todos concentrados en los problemas de una arquitectura sostenible y contextual con relación a su región, que aunque parezcan sencillos demandan nuevos conocimientos, y en la historia de nuestra arquitectura y ciudades y no sólo en temas rebuscados por mas interesantes que sean y menos aún si sólo lo parecen.

Por todo lo anterior es preciso que se abran en las universidades programas paralelos al de arquitectura (estudiantes sobran), como construcción, urbanismo, paisajismo, bioclimática, arquitectura de interiores, diseño de mobiliario, o diseño vial, con un ciclo básico común para todos, que les permita a los estudiantes escoger una carrera; y que la arquitectura profesional misma sea una maestría posterior, con muchos menos estudiantes que la carrera actual. En varios de estos aspectos la Escuela de Arquitectura y Diseño de América Latina y El Caribe, Isthmus, en Panamá y Chihuahua, es un buen ejemplo a seguir para formar arquitectos de casas no de pseudo palacios.

Columna publicada en el semanario virtual Caliescribe.com. 09.12.2017

02.12.2017 Arte, técnica, arquitectura

Del latín ars, artis, y este del griego téchnē, actualmente “arte” es la “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros” pero también el “conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer algo. Del latín technicus, y este del griego technikós, derivado de téchnē 'arte', actualmente “técnica” es el “conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte” pero también es la “pericia o habilidad para usarla.” Y “arquitectura” del latín architectūra, es “el arte de proyectar y construir edificios”, mientras que “arquitecto”, del latín architectus, y este del griego architéktōn, “es la persona legalmente autorizada para profesar la arquitectura”.

Todo lo anterior según el Diccionario de la Lengua Española, DLE. Pero, además, Architéktön, del griego clásico arkhé (mando) y téktön (obra), es decir, el que manda en la obra, designa hoy a ese profesional, mezcla de artista y técnico, que proyecta edificios y espacios urbanos para el ser humano atento a su correcta construcción. El problema radica en que con el gran avance de la construcción este oficio necesariamente involucra a otros saberes profesionales, y los arquitectos cada vez son menos técnicos y a los ingenieros les falta algo de arte. El resultado es una arquitectura en la que el arte y la técnica están disociados y cada una va por su lado.

Esta arquitectura “egoísta” desde luego afecta estéticamente a la ciudad, la que necesariamente es un arte colectivo en el que lo importante es un horizonte edilicio de sectores homogéneos en los que sólo se destacaban, hasta el siglo XX, los edificios mas importantes. Y lo que mas riñe con dicha unidad son las alturas que no respetan el entorno, y peor cuando se les deja hacer enormes fachadas ciegas, esas “culatas” que caracterizan nuestras ciudad en crecimiento. Mayores alturas que no obedecen al propósito de densificar la ciudad sino que son pura codicia, a la que el Estado prefiere no controlar con el impuesto a la plusvalía, en este capitalismo extremo en el que nos encontramos que amenaza no solo las ciudades sino el planeta.

La esencia de la arquitectura es precisamente la confluencia en ella del arte y la técnica, las que, en últimas, vienen de téchnē. Como se puede leer en Wikipedia, téchnē era para los antiguos griegos la «producción» o «fabricación material» mediante la cual es posible transformar lo natural en artificial, incluyendo lo artístico (y por lo tanto a la arquitectura) y diferente a la prâxis, que es la acción propiamente dicha; y la diferenciaban de la ciencia, que pertenece al ámbito de la razón, mientras la téchnē incumbe al del entendimiento, en el sentido de conocimiento. En conclusión, se trata sencillamente de saber hacer algo bien.

Por eso la crisis actual de la arquitectura, iniciada a finales del siglo XX, es debida no solo a la separación del arte y la técnica, que lleva a que el arquitecto profesional tenga que recurrir a otros profesionales como ingenieros y especialistas que le permiten construir sus formas por mas caprichosas que sean, la llamada “arquitectura espectáculo”, sino a que estos arquitectos han dejado de lado las técnicas de la arquitectura misma -en tanto arte pero no sólo arte- como su funcionalidad y versatilidad, su correcto emplazamiento en según el clima y paisaje, su económica construcción, y sus formas pertinentes a su entorno inmediato como general.

Columna publicada en la revista virtual caliescribe.com. 02.12.2017

25.11.2017 "Emparedados"

La mayoría de los edificios de apartamentos que se construyen en las ciudades del país, y en no pocos pueblos, repiten “N” veces un idéntico apartamento tipo, y si acaso en el último piso hacen un “pent-house”, mientras en el primero siempre hay garajes o el acceso a los mismos. De entrada sus nuevos propietarios buscan como individualizarlos cambiando algo precisamente en su entrada, y con el tiempo muchos los remodelan sin importarles las molestias que significa para sus vecinos, tanto los de adentro del edificio como los de afuera, pues no fueron diseñados ni construidos para facilitar su fácil adecuación inicial y menos su eventual cambio, parcial o total, mas adelante.

Son como un muy soso emparedado de sólo capas del mismo jamón o del mismo queso, o incluso a veces con muchas capas del mismo pan, propios de lo que se podría llamar “arquitectura rápida” la que en no pocos casos llega a ser “arquitectura chatarra”. O, por lo contrario, son varias capas del mismo pan de molde pero entre estrafalarias tapas, una de falso jamón serrano y la otra de falso queso manchego, es decir esa “arquitectura espectáculo” que, ya muy cuestionada, aún maravilla a tantos ingenuos que apenas la conocen en fotografías, y apenas de sus exteriores y desde rebuscados puntos de vista, a los que solo acceden ellos y pocas veces los peatones comunes.

Pero desde luego existen alternativas a esta arquitectura “emparedada”, principiando por la de apartamentos dúplex en los que por lo menos los pisos solo son iguales uno de por medio, pero también la hay en que se compone de diversos tamaños de apartamentos, ya sea en cada piso o a medida que se sube, o también los hay en edificios escalonados. Incluso existe un proyecto académico de un edificio de siete pisos con tres apartamentos dúplex, cada uno de diferente tamaño pero todos con una amplia terraza a manera de patio, acompañados por otros tres mas pequeños, también diferentes entre sí y con apenas un balcón cada uno, y en el primer piso locales y los garajes atrás o debajo.

O sea que si se puede, pero demanda mas trabajo, no en su construcción pero si mucho mas en su diseño, y por los mismos honorarios para el arquitecto pues las tarifas son por área y por repetición del mismo proyecto. Lo que nada les interesa a los empresarios de la construcción acostumbrados a venderles, por medio de propaganda engañosa, a unos compradores que poco piensan en sus necesidades futuras; el caso es que no se ofrecen diversas alternativas de espacios sino apenas diferentes precios. Y lo que todo esto significa para cada calle, cada barrio, cada sector, y para la ciudad entera, “emparedada”, no les interesa a unos ni a otros, y mucho menos a las autoridades municipales.

Parafraseando a Goethe, quien escribió: “Quien tenga ciencia y arte, tiene también religión; y quien no posea ninguna de estas dos, pues que tenga religión“ (Citado por Marc Pepiol, Freud / Un viaje a las profundidades del yo, 2015, p.117), se podría afirmar que un edificio que tenga técnica y arte, tiene también arquitectura; y el que no posea ninguna de estas dos, pues sólo será un costoso “espectáculo” o un soso “emparedado” que todos tenemos que ver en la realidad en ese espacio urbano público, ahora supuestamente democrático cuando paradójicamente es cuando menos lo ha sido. Antes se desarrollaban tipologías arquitectónicas pero ahora solo se repite, o se copia, un modelo de moda.

Columna publicada en la revista virtual caliescribe.com. 25.11.2017

18.11.2017 La vivienda tradicional

Sus cuartos, únicos espacios cerrados de la casa tradicional en el valle del río Cauca, eran pequeños en las más modestas, de un piso, con hamacas o colchones que se recogían de día; en las de los ricos, mas grandes, sólo había camas y baúles, y en las casas de dos pisos estaban arriba. En el siglo XVIII ya hay alacenas, y los cuartos continúan siendo el cuerpo principal de la casa. A inicios del XX ya tienen “closet” y se diferencia el cuarto de los padres del de las hijas y los hijos.

La sala es hasta el siglo XIX un aposento puramente formal, si existe, pues la vida social, sobre todo en las casas de hacienda, se lleva a cabo en corredores con hamacas y que dan acceso a los cuartos, pero ya hay zaguanes, lo mismo que oratorios y “escritorios” (oficinas). En el XX, con la arquitectura moderna, se entra a la casa por un “hall “, pero en el XXI directamente a la sala, la que poco se utiliza pues la gente se va todos los días a trabajar, estudiar, comerciar y demás.

La cocina, en las haciendas del siglo XVIII está en un rancho aparte, allí cocinan esclavas africanas, la comida se lleva a la casa, lejos del humo, y los “trastos” se lavan con la ceniza del fogón en la acequia que corre junto, donde igual se lava la ropa. En el XIX ya está en la casa y con estufa de carbón, hay viejas “cocineras” y los niños desayunan allí. En el XX está cerca al comedor y las “muchachas” pasan las bandejas, y tienen estufa, horno, nevera y lavadora eléctricos, lavaplatos con agua caliente, y cerca hay un lavadero.

El comedor prácticamente no existe en las casas de hacienda de las zonas calientes y templadas, usándose una parte del corredor. Y sólo con la modernidad del siglo XX en las casas urbanas se acerca al “living room”, mas se los aísla de la cocina con un “office” en donde comen los niños, pero en el XXI ya se juntó con el ahora llamado “estar” formando un gran espacio, al que cada vez mas se abre directamente la cocina, y los hombres también cocinan en las cenas.

El baño es hasta el siglo XIX en un rio o quebrada cercanos, una costumbre indígena, y se usan letrinas sobre estos o la tierra. Con la construcción de acueductos y alcantarillados a inicios del XX aparece el cuarto de baño, forrado de azulejos blanco, en el que se instalan un lavamanos, un inodoro, un “bidet” y una tina, luego hay otro baño más para el cuarto principal, llegando a sumar uno por cada alcoba, y en el de los padres se ponen dos lavamanos, y al lado un “walk-in closet”.

El estar de alcobas aparece desde finales del siglo XX, llamado “hall de alcobas” y las principales tienen “vestier”. Recintos estos que, sumados a los dormitorios, a los que ya se había agregando la alcoba de servicio y muchas veces la de huéspedes, cuyo baño suele ser el mismo del de las visitas, y una sala de TV o “estudio”, suman un área mayor que la sala, el comedor y la cocina juntos, espacios proporcionalmente aún más reducidos en los apartamentos, en los que cada vez vive más gente.

El garaje es antecedido, hasta fines del XIX, por pesebreras y “silleros” para guardar aperos y monturas, y sólo a mediados del XX se comienzan a hacer muchos garajes, acompañados por depósitos, los que ya en el XXI son, en la vida cotidiana, la entrada mas frecuente a casas y edificios de apartamentos. Pero poco se considera esta doble función, ni que los carros cambiarán mucho y serán de alquiler y estacionados en otra parte, y que habrá cada vez mas bicicletas, algunas con motor eléctrico.

Columna publicada en la revista virtual caliescribe.com. 18.11.2017

11.11.2017 ¿Fraude?

La mayoría de las obras de arquitectura que se publicitan en las revistas (incluyendo las especializadas) y los periódicos, como igual en las conferencias, son fotografías de edificios exentos en entornos que poco se ven, y la mayoría de estas son vistas exteriores y son muy escasas las interiores, y mas aun los planos que se muestran. Siendo la arquitectura fundamentalmente un asunto de recorridos y espacios, y que la gran mayoría de ella está entre medianeras en las ciudades, no queda mas remedio que hablar de fraude pues con esa “información” se “inspiran” muchos arquitectos, es la que ven muchos estudiantes, y la que muchos promotores utilizan para venderla en el mercado inmobiliario.

Esta acción, contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete (DLE) es a la que se refiere Avelina Lésper en El fraude del arte contemporáneo, 2015, donde rebate la idea de que el “significado” prevalece sobre las obras, cuestiona la enorme distancia entre las propuestas y las obras, y denuncia su copia. Algo similar pasa con esa arquitectura en la que prima la arbitrariedad de sus formas, gracias al gran desarrollo de los sistemas de construcción, y no su objetividad, de lo que habla Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo, 2012, aunque, curiosamente, no se refiera a la arquitectura, precisamente llamada así.

Además están las trampas. “El atajo, el esguince para evadir la norma en beneficio propio sacrificando el interés público [con] un solo propósito: obtener mayores beneficios económicos,” al que se refiere María Elvira Bonilla (Las trampas de la Sagrada Familia, El País, Cali 26/10/ 2017) hablando de un viejo colegio que “debía preservase como un bien de interés público con valor patrimonial que obligaba una renovación respetuosa que enalteciera el edificio al tiempo de aprovecharlo para su nuevo uso comercial [y] todo sonaba promisorio hasta que apareció la trampa”. Es decir, la contravención disimulada a una ley, convenio o regla, o manera de eludirla, con miras al provecho propio (DLE).

Y están las mentiras, esa expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente (DLE). Como decir que se ha salvado una construcción a pesar de haber demolido buena parte de la misma. Igualmente se anuncian apartamentos “en medio de la naturaleza” o en “donde crece la vida campestre” pero rodeados de otros edificios; o “un derroche de lujo” o sea malgastar dinero; o “diseño y exclusividad a la altura de sus sueños” o “altura y confort” para “vivir sin límites” o “Piscina para su familia” pero llena de vecinos. Nada se dice de las bondades de la arquitectura en términos de resistencia sísmica, evacuación de emergencia, accesibilidad, sostenibilidad, climatización pasiva, o respecto por el entorno.

Sin embargo, a diferencia del fraude en el arte, que sólo afecta a los que se dejan embaucar, aunque también a los que precisan de verdadero arte y ya no lo hallan, el de la arquitectura le llega a todo el mundo al perturbar las ciudades en varios sentidos. Como muchos animales, el ser humano requiere para vivir de aire, agua y alimento pero también cobijo y protección, y por eso buscó refugio en las cuevas; o recortó árboles en el bosque para conformar abrigos, lo que lo llevó después a su construcción con piedras y, a continuación, a la arquitectura. Y con esta conformó los espacios urbanos privados y públicos de las ciudades, sin los cuales ya no podría vivir más de la mitad de la humanidad.

Columna publicada en la revista virtual caliescribe.com. 11.11.2017

09.11.2017 Replantear la arquitectura

La necesidad de una visión crítica de la arquitectura profesional actual es la conclusión a la que de nuevo se llega, generada esta vez por una reciente reunión de arquitectos latinoamericanos, convocada en La Habana por José Ramón Moreno, arquitecto español estudioso del tema, y que se debería denominar, mejor, de arquitectos iberoamericanos, recordando que nuestra arquitectura tradicional deriva de la hispano musulmana, y que la vulgarización de la arquitectura moderna y sobre todo del nuevo urbanismo, ha sido fatal para muchas de nuestras ciudades, acabando en algunas de ellas con sus pequeños centros históricos como ha sido el lamentable caso de Cali.

El asunto es que es ineludible replantear a fondo nuestra arquitectura, principiando por su enseñanza en las universidades, y por lo tanto su practica profesional, los concursos de arquitectura, la protección del patrimonio arquitectónico y, especialmente, el emplazamiento de las nuevas construcciones en las ciudades. La gran arquitectura fue por milenios para el poder religioso, real, militar, burgués y, ahora, económico, que precisaban edificios monumentales pero que hoy es además para todos los usos y personas, casi siempre en ciudades que ya existen y que debería completar y mejorar y no ‘empeorar’ como suele suceder en Colombia.

Además hay nuevos requerimientos para la construcción, como su sostenibilidad, es decir su climatización pasiva, iluminación natural, reutilización del agua de la lluvia y la ya utilizada, la captación de energía solar en sus cubiertas y, muy especialmente, usar todo lo construido buscando que su renovación sea fácilmente adecuable, renovable en el futuro y, finalmente, reciclable cuando sea imprescindible demoler ciertas construcciones. También está el nuevo aspecto técnico debido a los nuevos sistemas de construcción y los nuevos especialistas necesarios, lo que lleva a más trabajo interdisciplinario. Y, desde luego, está lo contextual, que exige considerar de entrada el clima, el entorno, las tradiciones y la ciudad.

Por eso se precisan nuevos enfoques para la enseñanza de la arquitectura y establecer más carreras paralelas como urbanismo, paisajismo, construcción, diseño de interiores y mobiliario, teoría e historia, y reubicar la carrera de arquitectura propiamente dicha como un posgrado lo que significaría menos arquitectos y mejor formados. Y por lo tanto se necesitan nuevos planes de estudio en función de todo lo anterior, es decir dirigidos a la sostenibilidad, las nuevas técnicas y a considerar con respeto los diferentes contextos de las nuevas construcciones en las ciudades, en las que el arquitecto debe trabajar transdisciplinariamente con el apoyo de historiadores, especialistas e ingenieros varios.

Y hablar críticamente de las obras y menos de sus autores. Reconocer lo propio y después sus referentes internacionales. Abocar las construcciones comunes no como monumentos si no como nuevas partes de entornos preexistentes en los que importa es la unidad y no la diferencia. Partir de la técnica para llegar al arte, como en la arquitectura militar del pasado, y no al revés, lo que lleva al espectáculo efímero la mayoría de las veces. Completar las fachadas de las calles tradicionales (paramentos, alturas, vanos, colores) en lugar de insistir en la singularidad de cada nuevo edificio, y que los nuevos conjuntos generen un entorno urbano y no la repetición especulativa y sin imaginación del mismo bloque.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 09.11.2017

02.11.2017 Dividir y reunir

La presencia musulmana (771-1492) marcó hondamente los que sería España y sus colonias en el Nuevo Mundo. Como señala Joseph Pérez, nada se parece tanto a la Giralda de Sevilla como la Torre de Hassan en Rabat (Historia de España, 1999, p. 495), salvo la Torre Mudéjar de Cali, si bien mucho mas pequeña, pero la mas bella de América, escribe el profesor español Santiago Sebastián (Arquitectura colonial en Popayán y Valle del Cauca, 1965) pero muchos aquí ni se han dado cuenta, igual que permitieron la demolición de la torre también mudéjar de San Agustín, después Santa Librada, y luego la iglesia y el claustro, para ese feo y torpe parqueadero verde que nadie ve.

Leyendo a Pérez se entiende cómo la emancipación de los territorios americanos fue un golpe grave al poderío de España (p. 405), pues no eran considerados meras colonias (p. 427) pobladas por indios, negros, mestizos y españoles (p. 429) y Potosí tenia 150.000 habitantes, más que Londres, París, Roma o Sevilla (p. 257 c.). Lo demuestra la Expedición Botánica a la Nueva Granada, iniciativa del arzobispo y virrey Antonio Caballero y Góngora, y dirigida por José Celestino Mutis (p. 336) con la participación de Francisco José de Caldas, y siglos después la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla respondía al deseo de España de estrechar los lazos con las antiguas colonias (p. 550), dando impulsó a la arquitectura neocolonial, principiando por el Pabellón de Colombia.

La influencia de lo catalán es mas reciente. Ildefonso Cerdá (1816-1876) fue quien creó la palabra y el concepto de urbanismo (Teoría general de la urbanización…, 1867), cuyas esquinas ochavadas del Ensanche de Barcelona se repetirían, pequeñitas, en San Antonio en Cali, por su parte, Gaudí redactó en catalán los planos de la Sagrada Familia (p. 519) todo un icono de la arquitectura premoderna y, coincidiendo con la de Sevilla, se realiza la exposición Universal de Barcelona de 1929 (p. 567) de la que quedó (reconstruido) el Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe y su famosa silla.

Asuntos todos que desde luego influyeron a las nuevas republicas iberoamericanas, ahora llamadas latinoamericanas por interés de los franceses. En la Residencia de estudiantes, inaugurada en Madrid en 1910, se reunían personalidades tanto españolas como extranjeras (p. 506); y la prensa española se ocupa también de las ciudades y su arquitectura, como el periódico El Sol (1917-1936), de ideología liberal, donde había una página semanal especializada en ingeniería y arquitectura (p. 555). Pero especialmente cuando numerosos obreros, profesionales, intelectuales, escritores, artistas y arquitectos, muchos de ellos catalanes y vascos, emigraron a estas republicas, desplazados por la guerra civil en España (1936-1939).

República, dice el Diccionario de la Lengua Española, DEL (en su edición electrónica gratuita de 2015) es una forma de gobierno regida por el interés común, la justicia y la igualdad, cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado; sin embargo el DRAE, en la edición de 1970, la definía como un lugar donde reina el desorden por exceso de libertades, según lo recuerda Joseph Pérez (p. 480 n.). Como lo es cada vez mas esta antigua colonia de ultramar, en manos de la corrupción y la politiquería que también heredó de España, y se puede ver en estos días allá y aquí, más interesados en dividir que en reunir bajo una misma lengua común.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 01.11.2017

21.10.2017 La casa de María

La concordancia de las descripciones de los espacios en la novela de Jorge Isaacs con los de la casa real de la Hacienda de El Paraíso, es bien poco importante. "La única razón de la novela es decir aquello que tan sólo la novela puede decir […]la novela no examina la realidad sino la existencia", ha señalado Milan Kundera (El arte de la novela. Tusquets, 1987. pp. 47-53). Es el caso de la Casa de la Sierra -como es nombrada en la novela de Jorge Isaacs- llena de muebles, adornos y rosales que nunca tuvo, y de “sucesos” inventados, como llegar hasta decirles a turistas, los que seguramente muchos ni conocen la novela, que los protagonistas de María habitaron allí.

Como se la describe en La arquitectura de las casas de hacienda en el Valle del alto Cauca, 1994, del autor de esta columna y Francisco Ramírez, la Casa de la Sierra está localizada en el piedemonte de la Cordillera Central, cerca a El Cerrito, y es la más conocida y visitada de las casas de hacienda de la región. La casa actual tuvo origen cuando dos años después en la partición de la gran hacienda de Piedechinche en 1826, se remodeló y amplio la vieja casa de potrero allí existente, aunque es posible que fuera antes, en 1815, pues las fechas suministradas por Cortuvalle y otras fuentes difieren.

En 1854, o en 1828, la nueva hacienda pasó a manos de George Henry Isaacs Adolfus, padre del escritor, quien la conservó hasta 1858 (Amparo Vargas de Jaramillo, Museo de la Caña de Azúcar / Hacienda Piedechinche, 1981. pp.18 y 19; y Ricardo Rodríguez Morales: Jorge Isaacs (1837-1895), mucho más que un novelista, 1995, pp. 4 y ss.). En 1934 fue convertida en museo, y en 1954 el pintor Luis Alberto Acuña acometió su primera restauración. En 1953 el Departamento del Valle la adquirió junto con las tierras que la rodean, y entre 1987 y 1988 se llevó a cabo la última de las intervenciones, a cargo del arquitecto restaurador José Luis Giraldo.

Su caracterización como casa de hacienda es del período de transición, concordando con la época de su primera remodelación. Como todas las casas de la loma, está orientada hacia el paisaje del valle, sobre el que tiene una de las más privilegiadas vistas de la región y sus bellos atardeceres, la que se potencia al estar la casa levantada sobre un semisótano al que se accede desde afuera, semisótanos parciales que, aunque no fueron muy frecuentes, también se presentan en las casas de Hatoviejo (del período Colonial) y La Esmeralda (del período Republicano), y este es similar al de la casa de la hacienda de Fusca en la Sabana de Bogotá.

Dos naves conforman su planta en "L", y el presumible corredor periférico inicial fue separado en un corredor principal al frente, uno lateral y externo, y otro interior sobre los costados del patio, al que la entrada a caballo conducía a la pesebrera localizada allí. Mientras que la escalinata de la fachada principal, actual entrada a la casa, era la salida al gran corral frontal, hoy jardín, y a la vista, como corresponde a la visión romántica de la naturaleza de la Generación Republicana. Sus muros principales son de adobe y su cubierta de par y nudillo se prolonga sobre los corredores. Se conservan bellos pisos, algunos en tablón hexagonal, aunque no todos son antiguos. Los piederechos y zapatas, colocados a distancias regulares, son tallados y, hasta su última restauración, se encontraban pintados de verde, como era corriente hacerlo desde el siglo XIX.

Columna publicada en la revista virtual caliescribe.com. 21.10.2017

09.09.2017 Crítica

Es preocupante la inexistencia de una verdadera crítica de arquitectura y urbanismo, tan necesitados de ella desde el gran cambio que implico la revolución industrial del siglo XIX, que sea permanente como plural, la que con frecuencia se reemplaza por la simple opinión ignorante. Son muchos los edificios malos pues nunca se evalúan pero que con frecuencia son objeto de alabanzas fáciles. Por eso no se reconocen los arquitectos y constructores mejor preparados y se dejan las ciudades en manos de los más auto publicitados.

La crítica de John Ruskin a mediados del siglo XIX continúa siendo valedera: "No transcurre un día sin que nuestros arquitectos se preocupen en buscar el modo de mostrarse originales y de inventar un estilo nuevo, lo cual viene a ser tan razonable y necesario como solicitar a quien jamás hubiera cubierto sus espaldas con la ropa necesaria para protegerse del frío, la invención de un corte nuevo de sobretodo." (Las Siete Lámparas de la Arquitectura, 1849).

La crítica de edificios y ciudades existe desde la de reyes, dignatarios y gente común de la antigüedad, hasta la profesional como la de Luciano Patetta (Historia de la arquitectura / antología crítica, 1975). Pero si que falta en países dependientes culturalmente, en los que es esencial para lograr un trasfondo meditativo, como dice Milan Kundera (prefacio al libro de François Ricard, La littérature contre elle-mème, 1990), que permita acometer mejor su arquitectura a partir de ejemplos paradigmáticos y sus referentes históricos.

En arquitectura la originalidad no es sólo instinto o intuición ya que además de arte es técnica. En general lo original se encuentra por la eliminación de lo no pertinente y la crítica de lo acostumbrado y usual, más que por el espíritu de invención, el que sí es preciso para mejorar lo existente, que siempre desciende de un origen. Y como dice Carl von Clausewitz: “La incidencia de las verdades teóricas en la vida práctica siempre se alcanza más por la crítica que por la enseñanza” (De la Guerra, 1838, p.112).

El análisis crítico de la idea básica inicial de toda arquitectura, que siempre la hay, se debe hacer y es muy útil saber qué la justificó (Mattthew Frederick, 101 Things I Learned in Architecture School, 2007, p.18). Ya sea para reforzar su escogencia, como para rechazarla y pasar a otra, pues no siempre es una conjetura tan espontánea como se cree, evitando así obsesiones puramente caprichosas o, peor, la mala influencia de la costumbre acrítica o de la simple moda del momento.

Analizar lo propio, junto con la crítica del espectáculo de las “novedades” de afuera, genera, pues, el trasfondo meditativo del que habla Kundera. Y es urgente pues hay muchas funciones nuevas aún sin una imagen decantada en la memoria colectiva, en ciudades que hay que entender como obras de arte colectivo en una cierta geografía e historia, pues se trata de seleccionar soluciones pertinentes y ejemplares que aporten valores indiscutibles a la arquitectura y sobre todo al espacio urbano.

Por eso la buena crítica y la apreciación sensible no se dirigen al arquitecto sino a la arquitectura, a las emociones que suscita y los problemas que resuelve. Solo con el juicio sobre los edificios y ciudades en tanto obra artística y soluciones técnicas, se dará un debate culto y amplio, induciendo a reflexiones que contribuyan a relacionar y enriquecer los datos existentes y crear una perspectiva histórica que facilite transformar bien las ciudades.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 09.09.2017

23.03.2017 El conocimiento

La ignorancia de lo urbano arquitectónico (junto con la corrupción, el clientelismo, el individualismo y la carencia de autoridad) es sin duda la causa de tantos problemas en esta ciudad, como lo son la movilidad en ella y su imagen, pues, como dice Jean-François Revel (El conocimiento inútil, 1988) “los malos razonamientos tienen frecuentemente como causa las malas informaciones y a partir de ahí se incrustan en la opinión y ya no hay nada que pueda desalojarlos”. Por ejemplo la vulgarización aquí de la arquitectura y el urbanismo “modernos” y ahora la arquitectura espectáculo.

Como dice Mario Vargas Llosa, aunque no se refiere concretamente a la arquitectura, (ya se dijo en esta columna, 10/05/2012), “la popularidad y el éxito se conquistan no tanto por la inteligencia y la probidad como por la demagogia y el talento histriónico”, pues “el valor supremo es ahora divertirse y divertir” (La civilización del espectáculo, 2012).  En otras palabras modas que pronto pasan de moda; flores de un día, extrañas y caprichosas mas no bellas ya que no obedecen a ciertas características que en general se han considerado en el mundo occidental como atractivas, deseables y bonitas.

Y el problema mas grave es que mientras los espectáculos pasan esos edificios quedan, ya marchitos, y peor aún cuando los que han quedado, y se han convertido en hitos de la ciudad, se los demuele, como es el caso lamentable de Cali, ciudad en que lo que se ve por todos lados es un caos visual al que sólo salva su bello y contundente paisaje de lomas, cerros, farallones y cordillera y a sus pies un ancho y verde valle, pero que pareciera que poco se aprecia ya que tanto se lo maltrata.

De otro lado “la teoría, es decir la interpretación, llegó a sustituir en muchos casos a la obra misma, a convertirse en su razón de ser, usando el leguaje mas abstruso y falazmente científico”, según nos recuerda Vargas Losa que lo había planteado Jean-François Revel en Pourquoi des philosophes? Consecuentemente, la acción y efecto de conocer, pasa a ser un objetivo de primer orden a partir del entendimiento, la inteligencia y la razón implícita en lo natural. En fin, noción, saber o noticia elemental de algo.

Saber que es lo que distingue a las personas cultas y no apenas eruditas, es decir esas que sólo conocen con amplitud los datos relativos a una ciencia o arte y que, como se dice que decía Frank Lloyd Wright, y también ya se dijo aquí (12/02/2009) han dejado de pensar y solo saben. Por su parte, los que piensan pero no saben, en lugar de quedarse callados deben informarse y preguntar. ¿Pero cómo mantener callados a los que no saben ni piensan? Toca oírlos con paciencia por que eventualmente dan con algo nuevo o importante.


La cultura, por lo contrario, es un conocimiento mas amplio de muchas cosas pero que se interconectan. Un conjunto de conocimientos que permite desarrollar un juicio crítico sobre de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc., como dice el Diccionario de la Lengua Española, DLE.  Y, pensaba el filósofo griego Epicteto (Hierápolis, 55 – Nicópolis, 135), sólo el hombre culto puede ser libre; al fin y al cabo era un estoico que vivió parte de su vida como esclavo en Roma.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 

02.03.2017 La tradición

En diferentes partes de Centroamérica y norte de Suramérica se desarrollaron variaciones de una misma arquitectura doméstica de tradición hispanomusulmana. Pero con ciertas variaciones debidas a los diferentes paisajes, pero sobre todo si se trata de casas en las poblaciones o en el campo, y mucho mas en estas últimas, las que hasta hace poco mas de medio siglo eran las mas importantes y numerosas.

En las casas de hacienda y en general en las casas campesinas, priman los corredores periféricos que miran al paisaje y los patios son abiertos por dos o tres lados, mientras que en las viviendas urbanas sus corredores, mas estrechos, giran alrededor de uno o dos patios, que con frecuencia son medios patios cuyo cuarto costado es un muro, terminando en solares, los que en los muy pequeños cascos urbanos iniciales daban al campo.

A continuación cinco ejemplos actuales de dicha arquitectura en el trópico templado y húmedo y quebrado del valle del río Cauca, ya mencionados en columnas anteriores: tres casas aisladas cerca a la ciudad, un pequeño condominio en un suburbio, un edificio pequeño, la remodelación de cuatro casas en un barrio tradicional, cerca al Parque del Acueducto de San Antonio, que en realidad podría ser, con el del Mirador de Belalcazar y el de la Colina de San Antonio, un gran parque metropolitano justo al lado del Centro de la ciudad.

Abajo del mismo, en el tradicional barrio de San Antonio las cuatro casas remodeladas son de medios patios y el aporte es haberlos no apenas conservado sino valorado, pues lamentablemente la tendencia allí, una torpe vulgarización de la arquitectura moderna, es cubrirlos. Igual que en esta ciudad se cierran con vidrio los balcones de los apartamentos, anulando su climatización pasiva y el grato disfrute del viento.

En Miraflores, en el pequeño edificio mencionado, un pequeño apartamento acoda un patio con estanque con vegetación y peces; dos apartamentos, uno grande y otro pequeño, tienen sendas terrazas; dos pequeños y dos grandes cuentan con pequeños pero profundos balcones, y uno de estos últimos además disfruta de una azotea mientras el otro tiene su área social debajo de una techumbre a cuatro aguas. Es decir, todos son parecidos mas no iguales, como lo es la arquitectura tradicional.

Camino a Buenaventura, el cuarto ejemplo, las tres casas de fin de semana, dos a este lado de la cordillera y una al otro, cuentan en conjunto con corredores, patios abiertos, terrazas, azoteas, y cubiertas inclinadas. Espacios y volúmenes presentes en la tradición rural de la región, como de la vivienda de veraneo, y de acuerdo con sus diferentes climas, relieves, vegetaciones y paisajes.

Igualmente hay corredores, patios adosados, terrazas y techumbres en las seis casas del pequeño condominio al sur de la ciudad. En estas la vida se lleva preferencialmente en sus corredores, como en las casas de hacienda, y las salas y comedores convencionales poco se usan y pasan a ser mas un símbolo y una alternativa para cuando llueve o hace algo de frio o el sol da en el corredor.


Tradición arquitectónica, la del valle del río Cauca, que es preciso conocer y reinterpretar de acuerdo con el paisaje cultural debido a su muy confortable clima de la región su relieva de “plan” y “loma”, su muy variada, frondosa y verde vegetación, que proviene de su pasado de casas de hacienda de corredores y urbanas de patios, a los que se han agregado terrazas y azoteas desde luego igualmente de tradición hispanomusulmana. 

Columna publicada en el diario El País de Cali. 02.03.2017

16.02.2017 El Paisaje

En Centroamérica y el norte de Suramérica se presentan múltiples paisajes tropicales dependiendo del clima, el relieve y la vegetación. A continuación, el paisaje en los ejemplos de arquitectura en el trópico templado y húmedo mencionados en columnas anteriores: tres casas aisladas cerca de la ciudad, un pequeño condominio de seis viviendas en un suburbio al sur, un edificio pequeño de siete apartamentos, la remodelación de cuatro casas en un barrio tradicional, y, junto al centro de Cali, un área verde muy grande y un muy bello paisaje.

Es de nuevo el Parque del Acueducto que junto con el del Mirador de Belalcazar y el de la Colina de San Antonio, y atrás la alta cordillera, conforman el fondo del paisaje urbano de este sector de la ciudad, y ellos mismos son todo un paisaje por su relieve y vegetación, y cuyo clima cálido y suelo sombreado por su densa y variada vegetación, permite disfrutar sus subidas y bajadas hasta por las noches y a lo largo de todo el año. Y que bueno que además de unirlos por encima de la Circunvalación, en la parte mas baja del Parque del acueducto se dispusiera un pequeño embalse y un estanque en el de la Colina de San Antonio para recoger el agua de las lluvias.

Por lo contrario, en el tradicional barrio de San Antonio, abajo de dichos parques y muy cerca al Centro de la ciudad, el paisaje está es adentro de las casas, en sus tradicionales patios. Como en cada una de las cuatro que han sido remodeladas en los últimos años, acertadamente en la medida en que ante todo se conservaron sus paisajes: es decir, sus patios, en los que siempre esta presente el infinito paisaje del cielo y se mueven lentamente las sombras que en ellos marca el paso del Sol o cada 28 días el de la Luna llena, variando el paisaje.

En Miraflores, el pequeño edificio del que ya se ha hablado, disfruta de una vista a un paisaje de 360 grados hacia Cristo Rey, los Farallones, el Nevado del Huila (cundo las nubes lo dejan ver), el ancho y lago valle del río Cauca, el Centro de la ciudad y el Cerro de las Tres Cruces, junto con los árboles de la calle que se ven al llegar y los pequeños patios del piso mas bajo al otro lado. Para qué más... aunque desde luego no faltan los que prefieren ver paisajes en la televisión incluyendo los propios que no miran aunque los tengan enfrente.

Camino a Buenaventura, el cuarto ejemplo son las tres casas de fin de semana, dos a este lado de la alta y verde cordillera desde las que mirando bien se puede percibir la cordillera Central al otro lado del valle del río Cauca, y desde la otra el paisaje de las laderas que bajan al mar Pacifico, y que permiten imaginárselo. En esta cordillera para cada lado que se mire el paisaje cambia, lo mismo que desaparece cuando baja la niebla o que queda inmerso en ella. El Sol sale y se oculta varias veces al día, y la Luna mágica que de pronto esta encima.

Y al sur de la ciudad, en el pequeño condominio también ya mencionado, su bello y muy verde espacio común de acceso apunta al paisaje de la Cordillera Occidental, justo enfrente de los Farallones de Cali. Es todo un homenaje a este bellísimo paisaje que pese a estar en el escudo de la ciudad poco lo disfrutan los caleños ya que casi siempre está inmerso entre las nubes, lo que obliga a estar atento para disfrutarlo cuando el cielo se despeja. En conclusión, en las ciudades andinas hay que mirar sus bellos y variados paisajes hacia arriba y no apenas al frente.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 16.02.2017

04.02.2017.La construcción

En ¿Qué es la arquitectura? y 100 preguntas más, 2016, los arquitectos Rasmus Waern y Gert Wingärdh (Un libro, El País, 24/11/2016) plantean varios asuntos interesantes con respecto al tema de la construcción, que deberían ser del interés no sólo de los constructores si no especialmente de los arquitectos considerando que ya no son mas los constructores de sus proyectos.

Tema que siempre se presenta después de plantear los asuntos de el emplazamiento (Caliescribe.com 00/01/2017) y el uso (Caliescribe.com 00/01/2017) y que son sus principales determinantes, llevando a que “todo tiene tendencia a caer” (p. 56) por lo que “construir siempre resulta caro” (p. 24) por lo que hay que “conseguir lo máximo de lo necesario” (p. 57).

Para principiar, Waern y Wingärdh dejan en claro como “muchas cosas se pueden hacer mejor y de un modo mas barato a través de la producción en serie…” (p.18) pero advierten que “construir aún es un trabajo artesano” [y] “siempre tenemos la posibilidad de escoger una técnica diferente si es necesario” (p. 9). Solo si es lo necesario es preciso enfatizar evitando hacerlo por pura novedad.

Señalan como “los materiales que proceden directamente de la naturaleza (madera, piedra, barro, agua, hielo) poseen un estatus diferente del de aquellos que han pasado por procesos más o menos complicados de transformación (hormigón, acero, aluminio, vidrio, papel, plástico)” (p. 15). Y es preciso anotar que los primeros fueron los materiales básicos durante milenios y que los segundos son muy recientes.

Y como “a menudo es la humedad, el archienemigo de las técnicas constructivas, la causante de los problemas en los edificios, pero, al mismo tiempo, la proximidad de la decadencia otorga al mundo edificado una dimensión humana” (p. 2). Asunto que poco comparten los clientes.

Al respecto recuerdan que “la piedra es mas un símbolo que un material de construcción [pues es el] legado que hemos recibido de la tradición arquitectónica esta constituido por construcciones de piedra” (p. 48) “ningún material de construcción disfruta del estatus del mármol [mas] que la piedra en si misma, rezuma lujo y nobleza” (p. 64). A lo que no sobra agregar el hecho de su excelente envejecimiento.

Y muestran que “existen dos maneras de equipar a las construcciones para los cambios venideros, […], proporcionar unas dimensiones que sean suficientemente generosas, así como construcciones en planta que sean suficientemente generosas [y] sistemas constructivos flexibles” (p. 14). Y el hecho es que la sostenibilidad de los edificios comienza por ellos, justamente.

Terminando por recordar que “es en los detalles donde podemos sentir una edificación con nuestra piel, [como que] los arquitectos deben perfeccionar su diseño de los detalles” (p. 67), asunto que pasan por alto tantos arquitectos. “Pero no existe motivo para inventar algo si no va a constituir una mejora” (14) y hay que repetir que “las buenas soluciones deben repetirse” (p. 54).



Finalmente afirman cómo “la habilidad de construir edificios inteligentes, sensibles, que perduran justo porque son capaces de adaptarse constituye el avance arquitectónico más importante de nuestra era” (p. 34). Sin embargo hay que advertir que no todos los edificios que muchos llaman sin pensarlo “inteligentes” lo son en la realidad; incluso los hay con preocupante frecuencia bastante “brutos”.







Artículo publicado en la revista virtual Caliescribe.com 04.02.2017.

02.02.2017 La vegetación

Son cinco verdes ejemplos de frente al “negro” trastorno del clima y que sin duda bien reflejan lo cantado por el poeta Aurelio Arturo en Morada al Sur, 1963, donde mira el verde paisaje de su infancia con ojos cándidos, y en los que un ala tímida levanta toda la llanura a la orilla, en estos casos a la de este verde valle. Dichos ejemplos son cuatro pequeñas manchas verdes, plenas de lozanía y gracia, mas una área verde muy grande que hace por muchas mas en este bello país donde el verde es de todos los colores, y no sólo en ese no tan lejano Sur de Aurelio Arturo.

Es el Parque del Acueducto de San Antonio, el más bello de Cali, y que ojala se uniera por encima de la Avenida de Circunvalación con el parque del Mirador de Belalcazar. Pero no por un angosto puente peatonal sino mediante un muy ancho puente con verde pasto y vegetación pequeña, debajo del cual podrían permanecer con su lozanía las tradicionales vendedoras de ricas mazorcas, como ya se propuso en esta columna hace años (Nuestro Parque, 04/12/2008), y lo que ojala se considere en el concurso público del que serán objeto próximamente dichos parques.

Y muy cerca, en el tradicional y central barrio de San Antonio, un ala de la ciudad que no es nada tímida, el verde está es adentro de las casas, como en una de las cuatro que han sido acertadamente remodeladas en los últimos años, en cuyos cinco patios, hay, en cuatro de ellos, variados verdes, y en uno de estos reposa un gran estanque que refleja sus verdes plantas, blancos muros, ocres techumbres y el cielo ya sea azul o blanco de nubes o negro con o sin brillantes estrellas, y desde luego los mágicos arreboles de todos los colores de los cortos atardeceres locales.

En Miraflores, carca al centro de la ciudad, un nuevo pero pequeño edificio, muy respetuoso con las casas vecinas, es cada vez es mas verde gracias a su antejardín de piedras de río y de manchas verdes de plantas que trepan por sus muros blancos, justo detrás de su amplio anden debidamente arborizado con el verde de los árboles tradicionales del barrio. Verde vegetación que deja cruzar por las celosías y persianas de sus ventanas sin vidrios la brisa que baja por la tarde de la cordillera, y que ya da mucha frescura y gracia con sólo verla al llegar al edificio.

Camino a Buenaventura, el cuarto ejemplo anunciado al inicio, son tres casas de fin de semana, dos a este lado de la alta y verde cordillera, orilla de este verde valle, y una al otro, inmersa en un verdadero mar verde de plantas, arbustos, árboles y gran variedad de pájaros de todos los colores, propios del bosque húmedo tropical que la rodea. Y al sur de la ciudad, camino al Nariño cuyos sutiles verdes inspiraron a Aurelio Arturo, un pequeño condominio se “agranda” sensiblemente alrededor de un muy bello y muy verde mas muy sencillo espacio común de acceso.

Todos los ejemplos, que lo son de una misma arquitectura compuesta a partir de una tipología de muros blancos y ocres y de techumbres casi sienas en un paisaje de infinitos verdes, demuestran que si se puede. Que casi basta con considerar lo muy especial del confortable clima de la región, su relieve quebrado de “plan” y “loma” y alta cordillera, y sus verdes paisajes de todos los colores. Que es lo que debe inspirar su nueva tradición arquitectónica, la que desde luego proviene de su pasado de casas de hacienda de corredores que miran al paisaje verde y urbanas de verdes patios que son el paisaje.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 02.02.2017

19.01.2017 Relieve

En las ciudades andinas el relieve quebrado, entre llanuras, valles y sabanas y la cordillera, determina una topografía que es parte fundamental de su característica imagen, ya que se asientan tanto en la parte plana como en sus laderas. De ahí que su edificaciones siempre miren hacia abajo, al plan, o hacia las lomas, y sean inevitablemente, en los extremos de la ciudades, parte del paisaje del entorno campestre y natural.

A continuación cinco ejemplos de arquitectura en dicho relieve, tan característico del valle del rio Cauca: tres casas aisladas cerca de Cali, un pequeño condominio de seis viviendas en un suburbio al sur, un edificio pequeño de siete apartamentos en Miraflores, la remodelación de cuatro casas en un barrio tradicional, San Antonio, mas una área verde muy grande junto al centro de Cali.

Es el Parque del Acueducto de San Antonio, el que con el parque del Mirador de Belalcazar y el de la Colina de San Antonio, conforman una amplia zona verde de topografía muy quebrada, que es justamente lo que le da su importancia y peculiar belleza, y lo que divide, al tiempo que junta, sus tres partes.

Y muy cerca, en el tradicional barrio San Antonio, una pequeña área de la ciudad mas nada tímida, su plano levemente inclinado contra la ladera de la cordillera y su característica colina rematada por la vieja capilla, es básico, como sucede igualmente en cada en una de las cuatro casas que han sido acertadamente remodeladas en los últimos años, generando cambios de nivel que animan sus recorridos y cambian la relación con las casas vecinas.

En Miraflores, un pequeño edificio, muy respetuoso con las casas al lado, está en un lote inclinado entre dos calles, presentando un desnivel entre ellas equivalente a tres pisos, lo que permitió dos semisótanos, uno de ellos para el estacionamiento, y el mas bajo, contra la casa existente, la que se integra al proyecto, para la zona común y un pequeño apartamento.

Camino a Buenaventura, el cuarto ejemplo anunciado al inicio son tres casas de fin de semana, dos a este lado de la alta cordillera, y una al otro, inmersa en un verdadero mar verde que la rodea con cerros al frente al otro lado de cañadas y amplios cauces de ríos, paisajes dominados en primer lugar por su quebrada topografía, y casas a las que se llega subiendo o bajando .

Y en el pequeño condominio al sur de la ciudad, un bello y muy verde espacio común de acceso mira decididamente a la cordillera, y las cubiertas inclinadas de sus casas replican sus marcadas pendientes, las que se perciben a la distancia, al tiempo que sus terrazas y azoteas (las simples cubiertas planas son todo un desperdicio) recuerdan el plan del valle.

Ignorar la importancia del relieve en los paisajes en muchos edificios “modernos” ha sido un error tan grave como pasar por alto un clima que no presenta estaciones, generando una arquitectura postiza, y que no es sostenible ni contextual. Y desde luego también ha sido el desperdicio de una buena oportunidad para una arquitectura del lugar, que es por donde comienza una verdadera arquitectura regionalista.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 19.01.2017