08.12.2005 Beauty is truth, truth is beauty

Así lo escribió el gran poeta romántico ingles John Keats, y Anatol France fue más allá: la belleza es aun más profunda que la verdad. Para Joseph Brodsky  "sobrevive a todo y […] genera la verdad sencillamente porque es una fusión de lo mental y lo sensual." (Marca de Agua; 1993). Roger Penrose, refiriéndose a las matemáticas y la física teórica, afirma que "una idea bella tiene mucha mayor probabilidad de ser correcta que una idea falsa" (La nueva mente del emperador, 1989). En Colombia lo feo casi siempre lo es por falso. No es sino ver la mentira de buena parte de su arquitectura y urbanismo. Policromías y formas pretendidamente postmo­dernas cubrieron las ciudades colombianas, y ahora simplemente se copian sin lograrlos los gestos de las estrellas internacionales que solo se ven en las (malas) revistas de arquitectura.

Cali se llenó a la fuerza de fuentes de mal gusto pues sus figuras son falsamente aborígenes, o mestizas, o griegas, o falsamente hombres o mujeres (o caballos) o poetas y porque son vulgarmente de falso bronce. Y que tal los "murales" para "enlucir" las culatas de los edificios (ocasionadas por reglamentaciones urbanas en las que jamás se consideró lo bello) cuyo ejemplo más patético fue la "fachada" pintada sobre San Martín de Porres cuyo torpe trompe-l'oeil de entrada quedo en evidencia debido a los enormes "créditos" de los que idearon, financiaron y ejecutaron ese esperpento, afortunadamente ya borrado. Para no hablar del recubrimiento de las fachadas con falso ladrillo visto o inconvenientes enchapes que tambien terminan por desprenderse con los temblores o el paso del tiempo.

La búsqueda ingenua de un pasado falso también lleva al mal gusto. Como dice Hermann Broch "nada puede satisfacer con tanta facilidad esta nostalgia del ayer histórico como el kitsch […]" (Kitsch, vanguardia y el arte por el arte). "¿No aceptamos nosotros, en muchas ocasiones, como arte valioso y como expresión de una época lo que en su día no fue sino industria del arte y kitsch convencional?" se pregunta. Por eso la llamada arquitectura republicana, la vulgarización de la moderna y prácticamente toda la pseudo-posmoderna, se aproximan peligrosamente al romanticismo sentimental del siglo XIX, que Broch liga históricamente al kitsch, que es cuando entre nosotros empieza el viraje de lo auténtico a lo falso, de lo ordenado a lo caótico, de lo limpio a lo sucio, de lo austero a lo nuevo-rico, del silencio al barullo... de lo bello a lo feo.

Los que decidieron nuestras ciudades en las últimas décadas no tuvieron la sensibilidad y cultura para valorar las construcciones que las antecedieron. A diferencia de los nuevos ricos de antes no buscan apropiarse del gusto tradicional sino que le imponen a nuestra ignorante y pequeña burguesía actual modas ya pasadas de moda, las que se han vuelto la moda colombiana por definición. Su comportamiento, basado en la trampa, explica su gusto por el mal gusto. Reniegan de un pasado que les es ajeno para reemplazarlo por su meta preferida, lo peor de lo gringo, convencidos de lo que hacen. Como sin duda lo están los que han puesto en Cali los mamarrachos navideños de este año. Como dijo Bertrand Russell, los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas; o son cínicos pues no hay mayor ciego que el que no le interesa ver.

Columna publicada en el Diario El País de Cali 08.12.2005