Columna publicada en el diario El País de Cali 27.01.2005
27.01.2005 La Gran Colombia
Ya lo manifestó Gustavo Moreno hace unos días en
su columna de El Pais de Cali: el sueño de Bolívar se volvió una necesidad
inaplazable. Pero no es simplemente comercial. Compartimos con Venezuela,
Ecuador y Panamá, geografía e historia, climas y paisajes, y tradiciones
urbanas, arquitectónicas y constructivas antiguas y modernas. Somos el trópico
latinoamericano. Cali y Caracas tienen sorprendentes aspectos en común
relativos a sus gentes, panoramas y meteorología. Su estupendo metro, con sus
estaciones abiertas al cielo, ha debido ser el modelo para el nuestro que puede
aun estar todo él a la luz del día. El Edificio Venezolano, donado
generosamente a Cali por los venezolanos después de la explosión del 7 de
agosto de 1956, es uno de los mejores de la ciudad. Es análogo a los diseñados
para Caracas por Carlos Raúl Villanueva, autor tambien de la admirable sede de
la Universidad Central de Venezuela, hoy Patrimonio de la humanidad, a quien
deberíamos estudiar, junto con pocos otros muy buenos arquitectos venezolanos,
tanto como a Rogelio Salmona o Alfredo Zamorano y Heladio Muñoz.
Como
dice el historiador venezolano Graziano Gasparini en su Significado presente de
la Arquitectura del Pasado, América Latina en su Arquitectura (l985), la
presencia extemporánea del mudéjar, considerado la arquitectura más auténticamente
española, es habitual en las colonias americanas especialmente en la Nueva
Granada y Venezuela, donde es blanco, sobrio y encalado como en Andalucía.
Durante los siglos XVII y XVIII se prolongan en América antiguas tradiciones
formales y técnicas de origen islámico abandonadas en España desde el XVI. En
el siglo XIX compartimos con Venezuela todas las influencias europeas
neoclásicas e historicistas y, a mediados del XX, junto con Brasil, adaptamos
juntos en esta parte del mundo la arquitectura moderna al trópico, lo que
produjo en Cali en las décadas de 1950 y 60 posiblemente la mas interesante
arquitectura moderna del país. Esta se perdió totalmente cuando la construcción
se volvió solo negocio y posteriormente se introdujo el ladrillo a la vista
para imitar las excelentes obras que así estaban haciendo en nuestra fría
capital en donde sí va bien.
Pero no solo compartimos el pasado sino que, en
consecuencia, tambien concurrimos al futuro, tal como lo estamos experimentando
en estos días. Nuestra alternativa para sacudirnos de la dependencia cultural
de Europa, primero, y después de Estados Unidos, no es seguir apenas mirando a
México, Chile y Argentina, como ha sido lo usual, sino que tenemos que
intensificar el intercambio cultural con nuestros vecinos. En arquitectura,
nuestro norte tampoco está en el cono sur sino justo aquí y al lado. En Cali
tenemos mas que aprender de Caracas que de Buenos Aires, Santiago, San Pablo o
México D.F. Hace años, auspiciado por la Cámara de Comercio de Cali y
coordinado por el arquitecto Francisco Ramírez, se realizo aquí un evento muy
prometedor, al cual, acompañando una generosa exposición, vinieron varios e
importantes arquitectos venezolanos. Su conclusión fue, precisamente, el futuro
de la arquitectura tropical. Esta pasado el momento de renovar esta iniciativa
y ampliarla a otros países tropicales. La Cámara de Comercio, la Sociedad
Colombiana de Arquitectos y nuestras dos escuelas de arquitectura, lo deberían
hacer.
Columna publicada en el diario El País de Cali 27.01.2005
Columna publicada en el diario El País de Cali 27.01.2005
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