30.12.2014 Propiedad, arquitectura y ciudad

Los deberes y derechos que señalan los reglamentos de propiedad horizontal y de convivencia no sólo tendrían que ver con la propiedad misma (vivienda, oficinas, locales comerciales, bodegas, estacionamientos, recintos industriales y demás) ni con la construcción en la que se encuentran, sino con su arquitectura y los espacios urbanos, privados o públicos, que conforma, como con el barrio en que está y, finalmente, con la ciudad toda. Es un claro deber de convivencia ciudadana tan importante como el derecho fundamental de las familias y los individuos a la privacidad.

Principiando por las fachadas, las que hay que entender como un asunto mas público que privado, independientemente de que sus propietarios sean particulares, los que tienen el deber de conservarlas en la misma medida en que tiene el derecho a disfrutar las de los otros. Y desde luego es aberrante que los ocupantes temporales de los edificios públicos las traten como si fueran de ellos y no de los ciudadanos…y sus descendientes. Edificios públicos que por supuesto deberían contar con su respectivo reglamento de uso.

Es imprescindible que todos los cerramientos de un edificio sean considerados como fachadas y no apenas las que dan a la calles o a los aislamientos. Es decir, que no debería haber “culatas” sino fachadas ciegas pero con los mismos materiales de las principales, con las que comparten la conformación de los volúmenes de los edificios, y su conservación ser una responsabilidad de los copropietarios, de manera similar a como actualmente se tratan cubiertas y terrazas. Como un derecho común y por lo tanto un deber colectivo.

Hasta aquí el problema de la forma de los edificios, y los deberes y derechos de sus copropietarios, pero además están los diferentes temas de su emplazamiento, función y construcción. El derecho a que se respeten las visuales existentes al adquirir una propiedad y a ser al menos informado de cómo se van a modificar en el futuro. El derecho a que eventuales cambios de uso no alteren la privacidad y comodidad de sus usuarios. El derecho a que las obras de mantenimiento, o nuevas construcciones, no altere su tranquilidad. Y el deber de los copropietario, a su turno, de respetar los derechos de los otros.

La propiedad horizontal es un acuerdo jurídico que incluye el conjunto de normas que regulan la división y organización de los bienes privados y comunes que han sido segregados de un inmueble, ya sea un terreno o un edificio, reglamentando la forma en que se los divide y la relación entre sus copropietarios, permitiendo su organización y mantenimiento. Y por tanto de la forma de división de la propiedad en que se divida un condominio y que atribuye al titular un derecho de propiedad absoluto y exclusivo sobre las mismas, y un deber de copropiedad respecto a los bienes de dominio común.

Sin embargo, debería ser no apenas horizontal (los diferentes pisos) sino vertical (las diferentes fachadas), y sobre todo desde la ciudad hacia la propiedad y no al contrario. Buscar que sean una eutopia (un mejor lugar) y no que se queden en una mera utopía. De ahí que las normas urbano arquitectónicas de las ciudades sean tan importantes, y para que lo sean tienen que ser pocas, claras, cortas, verticales y duraderas; que se conviertan en parte de la cultura. De un edificio, una calle, un barrio, un sector, una ciudad.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 30.12.2014

14.12.2014 Oficio y docencia

Infortunadamente con la presión de las acreditaciones muchas escuelas de arquitectura se están llenado de teóricos, lo que es sin duda bueno, pero que no practican el oficio que pretenden enseñar, lo que definitivamente es muy malo. Se precisa un profesorado conformado por arquitectos que hayan teorizado sobre el oficio que practican, y por especialistas de verdad, y no meros “expertos” que como dicen que decía Frank Lloyd Wright creen que lo saben todo y ya no piensan.

Pero ahora deberán preocuparse por la equidad urbana. Como dijo Jane Jacobs en su crucial libro de hace mas de medio siglo (Muerte y vida de las grandes ciudades, 1961) “el camino que conduce al centro del aparentemente misterioso y perverso comportamiento de las ciudades es uno solo: observar atentamente, con las menos pre-expectativas posibles, las escenas más ordinarias, los acontecimientos más corrientes, e intentar averiguar después lo que signifi­can y si entre ellos discurre algún vínculo que les de coherencia.” 

En Latinoamérica las ciudades mas grandes están en los valles interandinos. Su rápido crecimiento permite que la propiedad privada y el negocio inmobiliario lleven al mal uso del suelo y la crisis de su transporte y espacio público. Habría que proyectar sus nuevos edificios para que las completen, y no extenderlas mas controlando su falsa obsolescencia pues sus formas pueden evolucionar para nuevas funciones con técnicas que progresan. 

Las ciudades no son sólo reflejo de cambios sociales y económicos, pero aquí sigue interesando mas lo que pasa en ellas que el artefacto. Su pasado está presente y es ejemplo para el futuro. Escenario de la cultura y la democracia, son un palimpsesto en el que se lee su historia, son la obra más compleja del hombre y concentran su poderío. Producto de sus actividades básicas generan otras, mas poco cambiaron hasta el siglo XX y ahora deben conjugar lo moderno con lo pre moderno.

Los españoles impusieron en sus colonias manzanas ortogonales y patios pero las nuevas repúblicas volvieron sus plazas parques, y después los carros, puentes, ampliaciones viales y autopistas las invadieron. Las fachadas se alteraron, no se ampliaron los andenes y se dejaron amorfas “zonas verdes”, y ahora se “modelan” edificios arbitrarios en su forma y materialidad, falsamente complejos, que ya no celebran ni glorifican nada, y que se “colocan” ignorando lo pre existente.

Mas lo verdaderamente nuevo sería retomar los viejos aciertos, para que las ciudades sean otra vez contextuales, sostenibles y peatonales, según su geografía y tradiciones, sin excesos ni pretendiendo ser originales. Ya muy cuestionada la “modernización” universal, los nuevos arquitectos podrían ayudar a la equidad urbana, pero muchos de sus profesores no practican lo que enseñan y los que practican no teorizan, o no enseñan, y los maestros han muerto. 

La arquitectura, hay que recordarlo, es proyectar espacios para la vida, según diferentes geografías e historias, que generan volúmenes que conforman ciudades, lo que pasaron por alto las “estrellas” internacionales preocupados apenas por el espectáculo. Relacionada con el arte, el poder y el gusto, ahora debe ser mas ética para no dañar mas las ciudades y el planeta. En el trópico debe ser diferente a la de los países con estaciones y no una moda mas.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 14.12.2014

11.12.2014 El engaño de lo “actual”

En la pertinente y dura columna de Juan Carlos Botero, El gran
chantaje en el arte (El Espectador, Bogotá, 04/12/ 2014) basta con cambiar arte por
arquitectura para tener el retrato de tanta construcción espectáculo
de hoy en día, arquitectura aun de moda en este país y premiada en
concursos y bienales, aunque ya muy cuestionada afuera. Pero cuando
alguien la critica como banal o intrascendente, sus defensores a
sueldo lo chantajean con el argumento de que es ignorante, sin visión
y de ideas obsoletas, además de negado para apreciar el diseño de
vanguardia.

Y como nadie quiere ser acusado de retrógrado o inculto, e incapaz de
valorar la arquitectura de su tiempo, muchos terminan aceptando y
aplaudiendo gran parte de los embelecos que hoy se hacen pasar por
tal, pues no quieren ser señalados como miopes que carecen de visión y
lucidez para admirar sus “ropajes estrambóticos” pues eso es lo único
que en realidad ofrece de “novedoso” esta arquitectura de revistas y
para revistas, cuyos espacios interiores casi nunca se muestran ni
cuestionan, y cuyos entornos se ocultan para exhibir el edificio sólo.

Mas lo mas grave es que la crítica sucumbe entonces al chantaje y
celebra piezas banales no por convicción, sino por temor a la
intimidación. Y por conveniencia, porque al avalar sandeces, ya que
sin duda hay mucha farsa en la arquitectura actual, estos “críticos”
pueden continuar tramando con sus exclamaciones vacías a sus incautos
lectores, y, peor aun, muchos profesores a sus estudiantes, pues como
ahora casi ninguno construye sólo les interesa el adorno, como diría
el arquitecto francés Auguste Perret (1874-1954).

La verdad es que esos arquitectos de moda no son rebeldes
incomprendidos (en sus obras tampoco hay nada que comprender, como
afirma Botero de los artistas) sino estrellas internacionales que
venden muy caro sus “productos de marca”, logrando su efímero éxito no
mediante trabajo y talento dirigidos a resolver los graves problemas
actuales de las ciudades, sino como resultado de la copia y la moda
auspiciada por las revistas. El hecho es que en la arquitectura, al
contrario del arte, la sola imagen no basta; son precisos espacios en
los que se pueda habitar con seguridad, funcionalidad, comodidad y
confort además de emoción.

Es uno de los mayores fraudes que se han visto en siglos de
arquitectura, y el mismísimo Frank Gehry ha dicho que 98% de la
arquitectura moderna era "pura mierda" (Abt Sebastian ),
y el si que sabe de que está hablando pues lo que concibe en sus
edificios son sus “ropajes” metálicos. Y los arquitectos japoneses
Fumihiko Maki, Toyo Ito, Sou Fujimoto, Kengo Kuma y Riken Yamamoto se
opusieron con razón al desmesurado tamaño del Estadio Olímpico en
Tokio, de Zaha Hadid, para los Juegos de 2020 (de Zeen magazine,
10/10/2013).

Por suerte no todo lo que se construye es arquitectura espectáculo,
pero depende del público seguir esa farsa o atreverse a decir lo que
salta a la vista: está dañando a las ciudades. El hecho es que si bien
la farsa de tanto “arte” que pretende hacerse pasar por conceptual
daña a algunos ciudadanos, la arquitectura espectáculo los daña a
todos al dañar las ciudades en las que viven. Pero pocos se atreven a
denunciarlo por temor a ser señalados como reaccionarios desprovistos
de una visión moderna.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 11.12.2014

23.11.2014 El sentido del gusto y la arquitectura

Cuando se dice que la arquitectura se percibe con todos los sentidos, es fácil entender que además de ver los volúmenes y espacios de cualquier edificación, se perciben los diferentes sonidos y olores de sus recintos, y que al caminar por ellos se sienten en los pies sus diferentes suelos y se tocan con las manos antepechos, pasamanos, puertas, ventanas y muebles. Pero aunque sólo los locos pasan su lengua por las paredes, un espacio concreto puede recordar un sabor memorable o grato, sobre todo las cocinas.

Por eso, en la medida en que el gusto esta íntimamente asociado a la comida, y que ésta también se huele y se ve, (al punto de que en los restaurantes para snobs que abundan en Cali se adornan ridículamente los platos y los precios de los vinos son ridículamente altos), la comida y la bebida están asociadas a la arquitectura desde su inicio. De los muros corta vientos para proteger el fuego hasta las cavernas y ranchos de ramas en el bosque, en cuyo interior una hoguera calienta el ambiente y permite cocinar.

La cocina es, pues, parte fundamental de la vivienda. En las casas de hacienda del valle del río Cauca, en el suroccidente de Colombia, eran todo un animado ámbito separado de la casa misma y la comida era llevada por los esclavos domésticos, llamados “de adentro”, a cierta parte del amplio corredor que da al patio, en el que se ubicaba la gran mesa para comer junta toda la familia.

Después, en las nuevas casas urbanas del siglo XX, las cocinas estuvieron cerca de los comedores y las “sirvientas” se encargaban de pasar las bandejas a la mesa, y ahora, ya sin “domesticas”, se abre sobre estos, e incluso sobre las salas de estar, privilegiando su nuevo importante papel en la vida actual de las parejas, pues los hijos comen a otras horas y en otras partes, en la que se ha puesto de moda el cocinar, como también el ver hacerlo.

Comer y beber han tenido siempre un valor simbólico y estético en la vida de las personas y sociedades, y han inspirado continuamente a escritores y artistas, y aunque los grandes pensadores griegos clasificaron el gusto como un sentido inferior y meramente físico, el paralelismo entre los conceptos de gusto estético y percepción gustativa se encuentra en el origen de las teorías estéticas modernas (Carolyb Korsmeyer: El sentido del gusto, comida, estética y filosofía, 2002).

Así, el papel representativo y expresivo de la comida y la bebida ha adoptado diferentes significados en el arte, la literatura y la vida cotidiana. Es decir, que el sentido del gusto también debe ser considerado al proyectar espacios que magnifiquen el placer de comer y beber, cosa que no han entendido tantos restauranteros en Cali que confunden la verdadera arquitectura con la decoración. Y por supuesto buena comida y bebida en mala arquitectura es una lamentable contradicción.

Igual que las diferentes culturas hablan lenguas diferentes, habitan de diferente manera el mundo sensorial. Un proceso de selección cultural selecciona lo que los sentidos perciben, evidenciando unas cosas y ocultando otras, formando el gusto en un moldeamiento mutuo (Edward T. Hall: La dimensión oculta, 1959) que repercute en edificios y ciudades pues como escribió Emile-Auguste Chartier, Alain, "la arquitectura es como el molde en hueco de las ceremonias” (Veinte lecciones sobre las bellas artes, 1931).

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 23.11.2014

16.11.2014 De la arquitectura a la imagen

La mudéjar, que se conoce como colonial, llegó con los españoles y aquí se volvió mudéjar americano. La imitación de la arquitectura neoclásica se impuso con la afrancesada generación republicana del siglo XIX, la que tardíamente se volvió ya moderno historicista. A mediados del XX se reprodujo, principalmente de Estados Unidos, la construcción y arquitectura modernas, pero no siempre al mismo tiempo. Y ahora simplemente se copia de las revistas: es la deriva de la edificación a su imagen.

Las distintas funciones de la arquitectura tradicional del país se definieron a partir de formas derivadas de sus sistemas constructivos y materiales. Pero cuando estos proliferaron, junto con las escuelas de arquitectura, se pasó a un gran desarrollo técnico importado, junto a la ignorancia de las tradiciones propias. Hoy, debido al rápido crecimiento de nuestras ciudades, y con la disculpa acrítica del urbanismo y la arquitectura modernos, los proyectos resultan es de la especulación inmobiliaria y no de buscar que sean contextuales, funcionales y sostenibles.

La reinterpretación de lo ancestral, ahora desde una perspectiva post moderna, sería de nuevo su viejo camino. Pero despreciamos las maravillosas arquitecturas tradicionales del mundo subdesarrollado, sin siquiera conocerlas. Sólo vemos, en las revistas que nos llegan, las imágenes promocionales de las estrellas internacionales, pese a sus diferentes geografías, historias y circunstancias. Esta arquitectura espectáculo se inició con el post-modernismo decadente de una sociedad aburrida de tanta construcción anodina en la que había caído la vulgarización de la arquitectura moderna en el mundo, invocando el arte cuando en realidad vagaba sin rumbo por la frivolidad (Arturo G. de Terán: El arte en la arquitectura de hoy hacia mañana, 2008).

Afortunadamente se abre paso la preocupación por las tradiciones, circunstancias y necesidades reales de cada lugar. Con sentido ético y no apenas estético se busca la autenticidad de lo propio, pues sin su referencia lo novedoso sólo serían extraños edificios que pronto pasarán de moda, o se demolerán como si fuéramos ricos. Es una arquitectura integrada a los entornos pre existentes, y tradicional pero sin caer en el pastiche. Sus retos son el ahorro de energía y agua potable, el uso de materiales reciclados y reciclables y de nuevos sistemas constructivos, y su flexibilidad, adaptabilidad y reciclaje futuro. Ajusta las tendencias internacionales a las circunstancias locales y busca la actualización de las tradiciones para un diseño pertinente a una geografía, historia y comportamientos sociales dados.

Como decía Heinrich Hübsch (1795-1863): “Si queremos crear un estilo que posea las mismas características que tanto nos gustan en los modos de construir –reconocidamente bellos- de otros pueblos, dicho estilo ha de surgir no de una índole pasada, sino de la condición actual de factores naturales: en primer lugar, de nuestros materiales usuales; segundo, del punto de vista actual de la experiencia tecno-estática; en tercer lugar, del tipo de protección que los edificios, en nuestro clima, suponen por sí mismos, en relación con su duración; y cuarto, de la propiedad general de nuestras necesidades, fundadas en el clima, y en parte quizá también en la cultura” (Varios: Teoría de la arquitectura, 2003).

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com.  16.11.2014

13.11.2014 Constancia

Buena parte de los proyectos arquitectónicos que se someten a las
curadurías o Planeación llegan con errores elementales. Baños que no
tienen ventilación, escaleras que no funcionan o que son peligrosas en
caso de evacuación de emergencia, alturas de paso insuficientes,
andenes por los que no se puede caminar, garajes en los que no se
pueden abrir las puertas de los carros, estacionamientos escasos o a
los que no se puede entrar ni salir y así por el estilo.

La falta de consideración por lo ya construido a los lados y atrás es
cada vez mas frecuente. Groseras “culatas” a escasa distancia de
fachadas existentes aprovechándose de la insuficiencia de las normas
locales o simplemente violándolas. Formas y terminados que no
consideran para nada los históricos del entorno en aras a una supuesta
modernidad, incluso cuando están en el área de influencia de inmuebles
catalogados en el POT como Bienes de Interés Cultural, BIC.

Pero el colmo del descaro (y de la estupidez) es presentar proyectos
que no corresponden a los usos aprobados para cada sitio, o modificar
a propósito en los planos las fachadas de los vecinos para realizar
los empates de alturas requeridos en lugar de ajustar las propias. Es
además todo un irrespeto para con los profesionales y funcionarios que
deben emitir su concepto al respecto y un burdo intento de fraude que
debería ser castigado por la justicia.

Y ni se diga esas personas inescrupulosas que se hacen pasar por
arquitectos sin tener los estudios, títulos ni licencias respectivos,
como igualmente los arquitectos que ilegalmente firman por ellos, y
los empresarios que ponen a la venta construcciones mediante imágenes
de su volumetría que no corresponden a los planos aprobados; es decir,
una publicidad engañosa que es castigada por la ley; y asunto al que
los medios de comunicación por supuesto deberían ponerle mas atención.

Igual a como dice Carl von Clausewitz refiriéndose a la guerra: “Una
gran parte de la información que se recibe […[ es contradictoria, una
parte aun mayor es falsa y con mucho la mayor está sometida a bastante
incertidumbre” (De la Guerra, 1838, p.69). Para no hablar de los
edificios que se desploman por hacer trampa en el dimensionamiento,
refuerzo y materiales de su estructura, como pasó en Medellín y que
desde luego también puede ocurrir en Cali.

Urge que la Sociedad de Arquitectos, el Consejo Profesional y las
universidades con programas de arquitectura se apersonen de este
asunto y por supuesto los Departamentos de Planeación respectivos; que
le paren bolas a esta guerra contra las ciudades y sus habitantes. Es
muy preocupante que cada vez se gradúan mas estudiantes sin ética
profesional ni dominio del oficio en los mas elementales pero básicos
aspectos del proyecto arquitectónico, y su correcta representación.

Como dice Clausewitz: “La incidencia de las verdades teóricas en la
vida práctica siempre se alcanza mas por la crítica que por la
enseñanza; porque allá donde la crítica es una aplicación de la verdad
teórica a los acontecimientos reales no sólo los acerca a la vida,
sino que acostumbra al entendimiento a esas verdades por la constante
recurrencia de sus aplicaciones. Por eso [es] necesario establecer,
junto al punto de vista de la teoría, el de la crítica.” (p.112). Es
justo el propósito de esta columna.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 13.11.2014

30.10.2014 Casas de verdad

Como bien anota el conocido arquitecto y catedrático catalán Josep
María Montaner (1954-), las casas, en países como Colombia, al menos
las de antes o las pocas que se hacen así ahora, “aunque sean
pequeñas, se van convirtiendo en microcosmos, pequeños mundos
autónomos en los que conviven obras de arte, plantas y árboles,
objetos de artesanía popular y libros” (Arquitectura y crítica en
Latinoamérica, 2011, p.31). Es decir, todo lo contrario a lo que
muestran los engañosos anuncios de decoración en revistas y
periódicos, que en su desfachatez llegan hasta decir que lo que venden
es como vivir en el campo cuando, precisamente, lo están destruyendo.

Pero esos pequeños mundos son imposibles sin el aislamiento y
privacidad que brindan los patios y la esplendidez de las mayores
alturas en las salas de estar. Elementos de la arquitectura de las
casas tradicionales del país que por supuesto se pueden tener en
apartamentos dúplex que en lugar de balcones tengan amplias terrazas a
manera de patios, cerradas con muros que garanticen su intimidad, y
muchas materas con plantas ornamentales, medicinales y hortalizas.
Pero desde luego son mas costosos que los “acuarios” que compra la
gente con vista a otros acuarios que les construirán enfrente, que no
es que sean mas económicos sino mas pobremente baratos.

Mas el problema no es su mayor costo sino el cambio de paradigmas: a
muchos en Cali le gusta vivir como si estuvieran en Miami pues
olvidaron sus casas con patios y solar y les han vendido la idea de
que lo moderno es vivir en un piso alto, entre mas alto mejor, con
grandes ventanales con vistas que son descarados engaños. Y no
entienden que la meta posmoderna de las ciudades en el mundo es que se
more en ellas a partir de sectores que son como pueblos, en los que
todas las necesidades cotidianas están al alcance de una corta
caminada, como en San Antonio, o ir en bicicleta sin la amenaza de los
carros.‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬ Justo como en las ciudades intermedias del país
cuya calidad de vida es superior. ‬‬‬‬‬‬‬‬‬

Valen, pues, las pertinentes palabras de Ramón Aguiló Obrador (1950-)
político e ingeniero industrial español, que recuerda Gines de
Pasamonte, lector de esta columna
: “Nos gusta la ciudad porque aparte
de espaciosa y antigua guardaba los recuerdos de nuestros antepasados,
los abuelos, nuestros padres y toda la infancia. La ciudad era un
vasto horizonte biográfico sentimental en el que se entrelazaban
infinitas historias casuales donde las calles, los bares, las
librerías, las esquinas, las luces glaucas del amanecer, esas
ardientes carnes de una urbanidad destripada, compartían protagonismo
con los ciudadanos (CRÓNICAS ALEMANAS,
 Ciudad tomada).

“No había manera de desligar nuestra vida de la de nuestra ciudad, que
iba adquiriendo alma y carácter gracias a la capacidad para conservar
todos esos recuerdos que conforman su poliédrica identidad” apunta a
continuación Aguiló, lo que lamentablemente no es posible en el
extremo sur de Cali, que como Palma de Mallorca, su ciudad natal y
cualquier ciudad ya en su mayor parte contemporánea, “se ha convertido
en lo que es porque es una ciudad condenada al olvido, es decir,
condenada a la muerte, condenada a vivir sin vida, a ser un producto
hecho y pensado no para ser vivido, sino para ser consumido y después
desechado”.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 30.10.2014

18.10.2014 Los edificios

Del latín aedificĭum, son toda construcción fija, realizada con componentes resistentes y duraderos, para albergar las distintas actividades del ser humano además de su habitación, cuya inventiva fue mejorando poco a poco las técnicas para su construcción y ornamentación, hasta hacer de su proyecto la madre de las bellas artes: la arquitectura.

A más de tumbas, templos, fortificaciones, castillos, palacios, mansiones, villas, casas y apartamentos, a partir del siglo XX los edificios son también para muchos otros usos, al punto de que a inicios del XXI todo es objeto del trabajo de los arquitectos pero aun no hay arquitectura buena para todo por el afán del espectáculo y la moda, en vez de optimizar lo mejor de antes.

Según su propiedad son edificios públicos los pertenecientes a una entidad oficial, local o estatal, aunque no todos son de uso igualmente público. Mientras que los edificios privados son aquellos en que el propietario es una persona natural o jurídica, pero la inevitable vista de sus fachadas y antejardines es de hecho pública, lo que ignoran muchos propietarios.

Según su emplazamiento los edificios están entre medianeras cuando se hallan unidos a las construcciones existentes o futuras a lado y lado ya sea paramentados o retrocedidos; adosados cuando están pegados a una de ellas; aislados cuando lo están por uno o dos de ellos; y finalmente exentos sólo cuando están separados ampliamente por todos los lados.

Según su uso son sobre todo para la vivienda, ya sean casas (del latín casa, choza) o edificios de apartamentos, como también para funciones religiosas, gubernamentales, militares, industriales, comerciales, culturales, educativas, recreativas, deportivas y demás usos dables, independientemente de cual sea su altura, con la cual se los suele confundir pues en general son mas altos que las casas.

Según su sistema constructivo, los edificios son de estructura de muros de carga, puntual (de hormigón, acero o madera) o combinada de muros y columnas, y sus correspondientes entresuelos (de hormigón, acero o madera o combinados), con cubiertas planas, abovedadas o inclinadas, las que junto con sus fachadas determina su aspecto.

Según sus formas, en Iberoamérica son coloniales desde el siglo XVI al XVIII, de tradición colonial, neoclásicos y moderno historicistas (comúnmente llamados republicanos) durante los siglos XVIII y XIX, y ya en el siglo XX modernos y posmodernistas, y en el XXI es de esperar que finalmente sean posmodernos de verdad en todas partes, en especial en el trópico iberoamericano, es decir sostenibles y contextuales.

Según su proyecto, los edificios son arquitectura vernácula, o sea sin un diseño explicito pero siguiendo un tipo; popular cuando son trazados por un constructor o diseñados por un diletante; y, finalmente, arquitectura profesional, aquellos proyectados explícitamente por un arquitecto o compuestos por un reconocido maestro.

Pero todos ellos, públicos o privados, entre medianeras o exentos, de un uso u otro, viejos o nuevos, espontáneos, diseñados o proyectados, junto con unos pocos que son verdaderos monumentos (la gran mayoría de los edificios no lo son ni deben serlo) conforman espacios urbanos tanto privados como públicos, o sea calles, esquinas, barrios, sectores y en últimas las ciudades.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 18.10.2014

13.09.2014 En busca de la tradición perdida

La contrapropuesta a una modernidad acrítica que han hecho algunos arquitectos en Cali, desde mediados del siglo XX, como Rodrigo Tascón (1930-2014), Rafael Sierra ( ), Álvaro Thomas, y mas adelante Oscar Men­doza, Jaime Beltrán y el autor de la presente columna, y últimamente Mauricio García, se basa en que la búsqueda de una arquitectura apropiada, sea social, técnica y culturalmente racional, traba­jando sobre problemas particulares en un contexto regional, independiente de los modelos internacionales o simplemente bogotanos.

En este sentido, si bien se reconoce que la arquitectura moderna en la capital alcanzó una especificidad, expresada en el carácter especial de su repertorio formal, este no debe ser tomado como modelo para ser copiado, sino que debería seguirse, más vale, la lógica de su proceso, para encontrar una expresión específica que responda a las condiciones de clima, relieve, luz, materiales y formas en el paisaje natural y urbano regional y en sus tradiciones constructivas y arquitectónicas.

La recuperación de patrones de color, tipos organizati­vos, formas y elementos constructivos, que se consideran propios y apropia­dos, busca restablecer una tradición viva frente a entornos informes y anodinos. El problema es, cómo pasar de la relación física y circunstancial del proyecto con su entorno a unas relaciones poéticas y evoca­doras, que si bien apelen a la memoria, trasciendan toda carga meramente figurativa previa.

Es la reelaboración de formas tipológicas tradicionales relacionadas con la vivienda, intentando captu­rar su ambiente tradicional con un repertorio formal de origen mo­derno, logrado conden­sar imágenes, formas de vida y espacios. Encontrar nuevas relaciones entre lo viejo y lo nuevo, buscando que se potencien mutuamente dotando de nuevos significados y usos al edificio,

Son los objetivos que se infieren en el edificio El Azafrán de Tascón, en el Peñón, y que se ha propuesto explícitamente el autor de la presente columna en sus intervenciones en casas viejas del barrio San Antonio. O el conjunto de tres casas en fila diseñado y construido por García, en una esquina junto a uno de los parques de San Fernando, del que ya se ha hablado (B. Barney, El País, Cali, Otro buen ejemplo, 28/04/2005), probablemente la obra mas interesante en Cali en la última década.

Todas estas preocupaciones han tenido necesariamente que incluir un trabajo crítico-histórico so­bre las arquitecturas y ciudades regionales, que ha permitido en gran medida su real valoración y una sa­lida teó­rica y un cambio de actitud respecto al patrimonio arquitectónico y urbano. Hay que mencionar, los tra­bajos en la Universidad del Valle de Jacques Aprile-Gniset, Ramiro Bonilla, Carlos Botero, Ricardo Hincapié, Carlos Zapata, Francisco Ramírez y el autor de la presente columna, entre otros.

Estos trabajos a su vez, han impli­cado también la superación del monumento y su restauración como único problema del patrimonio y sacado la discusión de un terreno especializado extendiendo el interés a la preservación del paisaje y la defensa de la ciudad, como el mayor patrimonio de la comunidad, y dado lugar a nuevas formas de inter­vención como los llamados "reciclajes". compromiso crítico con la región, con el paisaje, con el entorno cul­turalmente definido, antes que con un espacio universal y abstracto.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 13.09.2014



19.07.2014 La XIV Bienal de Venecia

A pedido de su curador en esta ocasión, el conocido arquitecto holandés y premio Pritzker, Rem Koolhaas, 19 países indagaron sobre la anulación de las "características nacionales" a favor de un lenguaje universal. Bajo el lema Fundamentals, se propone indagar en las contradicciones de un siglo identificado con la pérdida de "lo nacional" y la expansión de la globalización, y pretende dar una visión del pasado, presente y futuro de la arquitectura en el mundo (ElNuevoSiglo.co, 05/06/ 2014 - 1:09PM).

Como él dice, todos los paises se han visto obligados a acomodarse a las condiciones dictadas por el desarrollo mundial, buscando su modernización. Y sobre todo en los mas dependientes culturalmente, junto con las tradiciones se ignoraron climas, topografías y paisajes, como por ejemplo en Colombia. En sus climas tropicales calientes y templados se hacen construcciones imitando las Bogotá y en la capital pretenden desde hace dos siglos que al menos su imagen sea europeas, e incluso se traen directamente arquitectos de allá.

Sistemáticamente se ignora aquí el crucial papel que juegan sus altas montañas en las que están recostadas muchas de nuestras ciudades y poblaciones, en su paisaje urbano. Igualmente se abandonaron nuestras tradiciones constructivas, arquitectónicas y urbanas. Como el uso de la tierra cruda en muros de tapia pisada o de adobes, cuya versión moderna de bloques macizos de “suelo cemento” o de hormigón con huecos rellenados con tierra apisonada, incomprensiblemente no se ha generalizado (http://cihe.com.ar/construccion-con-tierra-no4/).

También se abandonaron patios, corredores y cubiertas inclinadas, pese a que Rogelio Salmona, nuestro mas importante arquitecto, los usó reiteradamente. La casa de tradición colonial, entre medianeras y de patios y solar, dio paso a la villa exenta en medio de jardines perimetrales. La calles perdieron sus paramentos continuos y los aleros que las limitaban contra el cielo, el que se llenó indiscriminadamente de “torrres”. Pero se mantuvieron sus estrechas aceras y hoy nuestras ciudades carecen de verdaderos andenes, indispensables cuando sus calzadas fueron invadidas por los carros. Todo para “modernizar” su arquitectura.

Pero ahora, después de varias ediciones dedicadas a lo contemporáneo, la Bienal de este año indaga –precisamente- sobre el pasado inmediato de la arquitectura e imagina su futuro. “No he querido concentrarme en la arquitectura del presente sino indagar su pasado y su futuro […] estudiar sobre cómo absorbe los golpes de la historia" dice Koolhaas. En total 65 países, entre ellos 11 por primera vez como Costa Rica, República Dominicana, Costa de Marfil, Turquía, Marruecos y Kenia, participan en el certamen, uno de los más importantes a nivel mundial.

Ojalá en Colombia los estudiantes de arquitectura y sus profesores se enteren de este cambio de orientación, y comiencen a valorar sin complejos la obra de Salmona y la de los pocos que han seguido su compromiso con nuestras ciudades y ciudadanos. Lamentablemente los que aun venden arquitectura espectáculo ya se deben estar aprestando para imitar ahora la moda que finalmente venga. El caso es que lo fundamental en la arquitectura es un asunto ético tanto en su emplazamiento, función y construcción, como finalmente en su estética.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 19.07.2014

17.07.2014 Edificios sostenibles

Muchos edificios actuales no son sostenibles, entre otras razones, por el uso generalizado del muro cortina de vidrio y las plantas profundas que disponen el espacio habitable lejos de las fachadas obligando a
una mayor dependencia de los sistemas de ventilación y luz artificial. 

Un problema recurrente en el enfoque sostenible es que no cuestiona el tipo de construcción subyacente. Ensu lugar, sólo añade nuevos componentes “verdes”, tales como los sistemas mecánicos más eficientes
y un mejor aislamiento en los muros. Pero esta concepción de la sostenibilidad “parche”, incluso cuando obtiene un éxito parcial, tiene el inconveniente de dejar intactos la forma y el sistema estructural que las genera. El resultado es a menudo que lo ganado en un área se pierde en otros lugares o aparecen consecuencias o interacciones inesperadas.

Por ejemplo, la adición de sistemas energéticos activos más eficientes tiende a reducir la cantidad de energía utilizada y por lo tanto reduce su coste global. Pero a su vez, este menor costo tiende a hacer
que sus habitantes sean menos cuidadosos con el uso de la energía, un fenómeno conocido como el aumento de la eficiencia, que reduce los costos y aumenta la demanda -la “Paradoja de Jevons”-, y a su vez el
aumento de la tasa de consumo acaba con los ahorros iniciales.

La lección es que no podemos trabajar con el consumo de energía de forma aislada. Tenemos que considerar el concepto energético de manera más amplia, incluyendo todos los factores involucrados. Generalmente aparecen otras consecuencias no deseadas.

Aunque estos criterios pueden parecer abstractos, son exactamente el tipo de características logradas con los llamados enfoques “pasivos” de diseño. Los edificios pasivos permiten a los usuarios ajustarse y
adaptarse a las condiciones climáticas, por ejemplo, al abrir o cerrar ventanas o persianas, para conseguir la luz natural y el aire requeridos. Estos diseños pueden ser mucho más precisos en la adaptación a las circunstancias, ya que cuentan con diversos sistemas que cumplen más de una función, como los muros que sostienen el edificio y también acumulan calor a través de la masa térmica.

Además, tienen redes de espacios que pueden ser reconfigurados fácilmente, incluso convertidos a usos completamente nuevos, con modificaciones relativamente baratas (a diferencia de la tipología de
“planta abierta”, que nunca ha cumplido realmente las expectativas). Ellos están por todos lados: edificios de usos múltiples que no están diseñados estrictamente para ningún usuario en específico ni responden
formalmente a ninguna moda, y quizás lo más importante, a pesar de no distinguir un contexto o un tejido urbano específico, trabajan en conjunto con otras escalas de la ciudad, para lograr beneficios a pequeña y gran escala.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 17.07.2014

16.07.2014 Edificios sostenibles

Muchos edificios actuales no son sostenibles, entre otras razones, por el uso generalizado del muro cortina de vidrio y las plantas profundas que disponen el espacio habitable lejos de las fachadas obligando a una mayor dependencia de los sistemas de ventilación y luz artificial.
Un problema recurrente en el enfoque sostenible es que no cuestiona el tipo de construcción subyacente. En su lugar, sólo añade nuevos componentes “verdes”, tales como los sistemas mecánicos más eficientes y un mejor aislamiento en los muros. Pero esta concepción de la sostenibilidad “parche”, incluso cuando obtiene un éxito parcial, tiene el inconveniente de dejar intactos la forma y el sistema estructural que las genera. El resultado es a menudo que lo ganado en un área se pierde en otros lugares o aparecen consecuencias o interacciones inesperadas.
Por ejemplo, la adición de sistemas energéticos activos más eficientes tiende a reducir la cantidad de energía utilizada y por lo tanto reduce su coste global. Pero a su vez, este menor costo tiende a hacer que sus habitantes sean menos cuidadosos con el uso de la energía, un fenómeno conocido como el aumento de la eficiencia, que reduce los costos y aumenta la demanda -la “Paradoja de Jevons”-, y a su vez el aumento de la tasa de consumo acaba con los ahorros iniciales.
La lección es que no podemos trabajar con el consumo de energía de forma aislada. Tenemos que considerar el concepto energético de manera más amplia, incluyendo todos los factores involucrados. Generalmente aparecen otras consecuencias no deseadas.
Aunque estos criterios pueden parecer abstractos, son exactamente el tipo de características logradas con los llamados enfoques “pasivos” de diseño. Los edificios pasivos permiten a los usuarios ajustarse y adaptarse a las condiciones climáticas, por ejemplo, al abrir o cerrar ventanas o persianas, para conseguir la luz natural y el aire requeridos. Estos diseños pueden ser mucho más precisos en la adaptación a las circunstancias, ya que cuentan con diversos sistemas que cumplen más de una función, como los muros que sostienen el edificio y también acumulan calor a través de la masa térmica.
Además, tienen redes de espacios que pueden ser reconfigurados fácilmente, incluso convertidos a usos completamente nuevos, con modificaciones relativamente baratas (a diferencia de la tipología de “planta abierta”, que nunca ha cumplido realmente las expectativas). Ellos están por todos lados: edificios de usos múltiples que no están diseñados estrictamente para ningún usuario en específico ni responden formalmente a ninguna moda, y quizás lo más importante, a pesar de no distinguir un contexto o un tejido urbano específico, trabajan en conjunto con otras escalas de la ciudad, para lograr beneficios a pequeña y gran escala.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 16.07.2014

12.07 2014 Introducción a la arquitectura

La arquitectura es la técnica y el arte de proyectar espacios para la vida humana, según las diferentes circunstancias geográficas e históricas, los que generan volúmenes que a su vez conforman espacios urbanos, es decir, ciudades. Y desde luego lo son los edificios mismos, y por eso también incluye la arquitectura vernácula y la popular, que se levantan sin arquitectos. Asuntos que aquí deberían volver a ser parte de la cultura considerando que casi el 80% vivimos en ciudades.

La relación de la arquitectura con el arte, el poder y el gusto es de siempre, pero concluye ahora con la perentoria necesidad de un oficio profesional mas ético y no apenas estético (antes la gran arquitectura era para los dioses y ahora lo es para los hombres y las mujeres), a partir de la crítica de los edificios y ciudades existentes, deduciendo unos propósitos ineludibles hoy como son lo sostenible y lo contextual, es decir, el problema de sus formas actuales.

Por tanto se trata también de la forma de los problemas de una arquitectura de nuevo adecuada a los diferentes lugares, para no dañar mas el planeta, el paisaje y las ciudades. Una arquitectura profesional que en el trópico (frío, templado o caliente) debe ser muy diferente a la de los países con estaciones y desarrollados, que sin adaptarla aquí hoy en día sólo se imita como si fuera una moda mas, con lo que viene a ser de penúltima moda.

Son varios los aspectos, aproximaciones y épocas con que se estudia la arquitectura, y sus climas, paisajes, tradiciones, temas y beneficiarios, como igualmente a los arquitectos mas destacados. Y muchas las obras mas reconocidas en la tradición occidental en sus distintas épocas y lugares, las que constituyen un patrimonio cultural reconocido de las ciudades en sus diferentes espacios urbanos públicos y privados, pero que aquí destruimos sistemáticamente.

Ciudades y edificios que resultan siempre de sus circunstancias, para bien o para mal, por lo que la arquitectura de inicios del siglo XXI debería responder a las de los usuarios y clientes actuales y no sólo a los intereses comerciales de los promotores inmobiliarios. Y por supuesto al clima, topografía, paisaje y tradiciones urbano arquitectónicas de cada ciudad, pues la gran mayoría de los proyectos que se hacen actualmente de edificios y espacios urbanos están localizados en ellas.

Considerando en su proyectación que los aspectos de mayor importancia son la composición volumétrica y espacial del edificio y el espacio urbano que complementa, las que cambian y a lo largo de sus varios recorridos y el paso del día -como los patios- generando emociones con lo que se encuentra y descubre. Proceso que se desarrolla mediante la representación del edificio o espacio urbano a proyectar con dibujos, maquetas y planos técnicos, y una memoria escrita.

Además están las lecturas complementarias, recientes y clásicas para distinguir entre “saber como” -el oficio- y “saber que” -la arquitectura-, y las obras y ciudades que hay que visitar y estudiar, comenzando por las propias, Por ejemplo en Colombia Cali y sus haciendas cercanas y Buenaventura claro, Popayán y las suyas, Pasto y Sandoná, Cartagena y Mompox, Barranquilla y Santa Marta, Santa fe de Antioquia y Medellín, Tunja y Villa de Leyva, Bucaramanga y Girón, y Bogotá como no.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 12.07.2014  

21.06.2014 ¿Adiós a los cables?

El día en que la energía solar estará disponible económicamente para el consumidor individual está más cercano de lo que muchos esperan. Esto gracias a la combinación de los costos decreciente de los paneles solares y las baterías de iones de litio, así como la mayor capacidad de estas. Como en las utilizadas para los vehículos con motor eléctrico (trenes, camiones, buses, carros, motos y hasta bicicletas), las que son cada día más baratas y eficientes y por lo tanto mas pequeñas o de mayor duración.

"En los 100 años de historia de la industria de suministro eléctrico [en Estados Unidos], nunca antes hubo un costo realmente competitivo ni un sustituto disponible para energía de la red" (The Fiscal Times, 29/05/2014, 7:08 AM). En Hawai los precios por kilovatio / hora de energía solar generada son menos de la mitad de los de la red, California alcanzará la paridad en 2017, en Nueva York y Arizona en 2018, y para 2024 se enfrentará una mayor competencia de energía solar en todos los demás estados. Lo que se podría generalizar aun mas pronto con el derrumbe de la producción de petróleo en Venezuela.

Así las cosas, es de esperar que en la próxima década ciudades como Cali comenzaran a ver su espacio público libre de cables y postes y del ruido de los motores de combustión interna, aunque desde luego preocupa qué va a pasar con los viejos carros de segunda que ya nadie querrá comprar y terminarán abandonados quien sabe en donde. Sobre todo pensando que aquí, como todo llega tarde, la gente rica, o que se lo cree, insiste en comprar mas carros para obviar el “pico y placa” y los mas pobres por la ineficiencia del transporte publico.

Además inquieta el que al tiempo en que digamos adiós a los cables no podamos decir bienvenidos los paneles solares pues comenzaran a invadir las cubiertas de casas y edificios como lo hacen ya las ateneas de TV, con el agravante de que son muchos mas y mucho mas grandes. Y no faltaran las empresas interesadas en producir electricidad solar a gran escala a través de las redes de distribución existentes o, peor, llenando la ciudad nuevamente de mas postes y cables.

O sea que lo ideal sería usar paneles solares directamente en cada casa o edificio. Pero las cubiertas solares están compuestas en su totalidad por ellos, deben estar en un lugar que no reciba sombra alguna, y orientadas hacia el sur en el hemisferio norte, con un ángulo de inclinación que permita el rendimiento máximo de la captación. En consecuencia lo deseable, ya que no todas las cubiertas pueden ser solares, es utilizar terrazas y azoteas. Pero el caso es que en Cali las construcciones recientes que han previsto un lugar para los paneles solares son muy escasas.

Asunto que deberían encarar desde ya en las escuelas de arquitectura, en las que la contextualizad y sostenibilidad de los edificios (y no apenas su apariencia “verde”) debería ser su principal preocupación. Cómo poner paneles solares en los nuevos edificios sin afectar negativamente su estética, y cómo ponerlos junto a los viejos que no cuentan con ellos, pero igualmente cómo ponerles paneles también a estos, y cómo iluminar con luz natural sus interiores. En el CAM, por ejemplo, en donde les hace falta mas luz para que entendan el impacto en la ciudad de lo que ya es tan previsible como el cambio climático.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 21.09.2014

07.05.2014 El tiempo de la arquitectura

Aparte de que el día da paso a la noche, el varano al invierno, la lluvia a la sequía, el viento a la calma chicha y la humedad a la resequedad, los edificios solo se pueden usar y apreciar recorriéndolos. Incluso estando quietos en ellos se recorren con la mirada mientras pasa el tiempo. Se entra y se sale de ellos, se sube o se baja, se pasa de un recinto a otro, y todo cambia si se trata de un niño o un viejo y hasta de una mujer o un hombre y ni se diga de un enfermo o un discapacitado. Actividades todas que se llevan cabo no apenas en el espacio sino en el tiempo.

Es decir, que la arquitectura en este sentido es -.debería ser- la composición de espacios que permitan una secuencia de sucesos de la vida diaria de la gente como a lo largo de los años. Secuencia que precisamente es el instrumento único de la arquitectura para engendrar emociones. Como las que genera la directriz acodada en nuestra arquitectura colonial y de tradición colonial y que por otros caminos reencontraron los grandes maestros de la arquitectura moderna.

Espacios y tiempos que se han de recorrer por los diversos usuarios de los edificios y que hay que hacer evidentes en los planos, recorriéndolos con la imaginación. O haciendo animaciones con ayuda del computador, pero no volando frívolamente como lo hacen muchos vendedores de ilusiones, trampa en la que a su vez caen muchos, sino circulando por los espacios de los edificios, es decir viajando en el tiempo.

Y así como los vestidos duran mucho menos que las personas, los edificios duran mucho mas, y por eso es que ineludiblemente cambian como dice Rafael Moneo (La vida de los edificios, 1985). Pero pese a esta verdad de a puño, rara vez se diseña su tiempo, solo su espacio, pese a que cada vez es mas evidente el paso del tiempo en ellos, y que ahora hablamos de proyectarlos mas que de diseñarlos. Pero es que pasamos por alto que proyectar, además de hacer un proyecto de arquitectura o ingeniería, es también lanzar, dirigir hacia adelante o a distancia (DRAE).

Las viejas tipologías arquitectónicas permiten que los edificios cambien y que ellas evolucionen, con la enorme ventaja cultural de que así sea. Como la casa de patio en manzanas cerradas, típica de los barrios coloniales y de tradición colonial. Por ejemplo San Antonio en Cali, en su versión de medios patios y solar, antiquísima tipología que comparte con las casas de Cartagena, y que ha permitido su reinterpretación actual con éxito. De ahí que lo que es pertinente sea el conocimiento y uso de las tipologías mas indicadas, logrando un acuerdo entre clima paisaje y tradición como pedía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955).

Si la lengua cambiara totalmente con cada generación, mucho mas de lo realmente necesario, pronto estaríamos en una torre de babel, que es precisamente en lo que se han convertido nuestras ciudades, de la mano de arquitectos que apenas buscan el espectáculo, copiando meramente edificios espectaculares de otras partes, y no recreando nuestras acertadas tipologías, como lo hizo Rogelio Salmona pero de lo que poco se habla. Basta pensar en su reincorporación de los patios a la arquitectura moderna del país, desde la Casa de Huéspedes Ilustres de Colombia, en Cartagena.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 07.05.2014

21.05.2014 Saber ver la ciudad

La euritmia es la buena disposición y correspondencia de las partes de una obra de arte. Y en la arquitectura depende de la proporción, que es la disposición, conformidad o correspondencia debida de las partes con el todo o entre sí. Es decir, la mayor o menor dimensión de una parte de un edificio con respecto a otra. Y escala es la sucesión ordenada de las distintas partes, como por ejemplo en la escalinata y la imponente fachada de la iglesia nueva de San Francisco, terminada a principios del siglo XIX, cosa que no parecen entender los que diseñan, copiando tontamente a Calatrava, esos nuevos puentes peatonales llenos de elementos pretenciosos que no necesitan.

En los edificios la percepción de las proporciones resulta de su impresión material en nuestros sentidos, al mismo tiempo física, estética y sicológica, y en consecuencia hay que evitar que sea contradictoria, en lo que precisamente consiste la buena arquitectura. Las escaleras, por ejemplo, tienen que ser funcionales y confortables pero también bellas, y enaltecer el espíritu cuando además son para mirar y ser mirado, como la de la entrada al edificio de la FES, de 1987, de Rogelio Salmona, Pedro Mejia, Jaime Vélez y Raúl Ortiz, hoy Centro Cultural de Cali, en la esquina del Teatro municipal, lo que seguramente no valoran los que quieren venderlo.

La percepción física en arquitectura tiene que ver, entonces, con la antropometría, es decir con las proporciones y medidas del cuerpo humano y los muebles y recintos que usamos. Aun cuando con frecuencia en ellos se da más importancia a la estética que a la comodidad, e incluso que a la seguridad, lo ético es resolver la contradicción y, paradójicamente, el resultado puede ser incluso mas estético. Precisamente es lo que se logra con una buena escalera de evacuación, cuya forma mas eficiente y segura es la helicoidal, y encerrada en hormigón para que no entre el humo y no sea afectada por el calor, cuyo resultado formal es un alto y bello cilindro.

Por su parte, la percepción estética de los edificios es relativa a la apreciación de su belleza, y esta depende de la armonía de su aspecto y proporción, de tal manera que su apariencia sea agradable y significativa. Estética que deriva del conjunto de los elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a una determinada arquitectura. Como por ejemplo la moderna , con su conclusión de que “menos es mas”, atribuida a Luwig Mies van der Rohe, como también que la “forma sigue a la función”, propósito planteado por Louis Sullivan. Tal como sucede con la ética profesional y la estética moderna del cilindro mencionado arriba.

Finalmente, la percepción psicológica atañe al espíritu y a los procesos mentales de las personas y su conducta, a su manera de sentir, y juntos son los caracteres espirituales de una colectividad. Por eso debemos buscar un acuerdo entre climas, paisajes y tradiciones, como proponía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955), integrando la muy antigua herencia de nuestra arquitectura colonial con la muy nueva de nuestra reciente arquitectura moderna. Como en la escalera del BCH, diseñado por Samuel García y Pablo Marulanda en 1960, la mas bella y desconocida de Cali, pese a la degradación que le ha hecho la DIAN.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 21.05.2014

24.04.2014 El museo GGM

Ya en 2007 se propuso en esta columna que el Estado debería adquirir para un museo la casa en Cartagena que en 1991 Rogelio Salmona proyectó para Gabriel García Márquez, pues es una pena que casi nadie ha podido disfrutarla ya que ha estado cerrada por años e incluso a la venta (La casa de G. G. M., 29/03/2007).
Sería al tiempo un homenaje a su arquitecto, muerto en 2007, al que no le dieron el Premio Prizker, el Nobel de la arquitectura, por que no se hizo el necesario cabildeo, y el primer latinoamericano en recibir la Medalla Alvar Aalto, tal vez el premio mas serio de la arquitectura mundial. Por lo demás, Salmona también proyectó el Centro Cultural Gabriel García Márquez, del Fondo de Cultura Económica de México, en Bogotá.
Pero por supuesto no se trata apenas de una casa de recreo como alude a ella Gerald Martin (Gabo 1927-2014, Semana, Edición de colección, 2014). Vale la pena, pues, repetir lo dicho al respecto en la columna de marras recordando una visita a la misma, en compañía de Salmona, cuando ya casi estaba terminada:
La casa se destaca por su poético patio elevado, que se rodea subiendo o bajando, pues prácticamente no permite otra posibilidad, de tal manera que su tensión, entre la esquina de la entrada a nivel desde la calle y la que termina el recorrido en el piso alto, enfatizada por una atarjea sobre una de sus dos diagonales […], como en muchos de los patios de Salmona, re descubridor de ellos en un Nuevo Mundo en que antes de los españoles ya los tenían también mayas, aztecas e incas, pero que además es oblicua […] lo que resalta lo tridimensional de su espacio, concordando plenamente con la segunda acepción de diagonal: la línea que en un poliedro une dos vértices cualesquiera no situados en la misma cara. En otras palabras, el patio se recorre en tiempo real a lo largo de los catetos del ángulo recto, el primero a nivel y el segundo inclinado suavemente, del triángulo cuya hipotenusa es la diagonal virtual que desprendiéndose de la atarjea vuela hacia el cielo en la primera y rápida lectura que se hace después de entrar, y que permanece en la imaginación y la memoria haciendo rimar entre si las sucesivas visuales que se tienen al escalarlo, por lo que este patio vendría a ser a los de Salmona lo que el Otoño del Patriarca es, a juicio de muchos, incluyendo su autor, a las novelas de García Márquez: el más interesante, pues es mucho más que ese “espacio cerrado con paredes o galerías, que en las casas y otros edificios se suele dejar al descubierto” que define el diccionario, por lo que “nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo [pese a que] nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad”, como pensaba Borges” (C. Grau: Borges y la arquitectura, 1968).

No sería apenas un museo dedicado a García Márquez, sino a toda la literatura colombiana, a la literatura; y a Cartagena de Indias, ciudad a la que aluden varias de sus novelas. Y más que un museo, sería un centro cultural en donde estarían ejemplares de todas su obras y sus traducciones, como de los muchos trabajos sobre las mismas. Es la oportunidad de que los homenajes del Gobierno no queden sólo en palabras.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 24.04.2014

10.04.2014 Arquitectura y comunicación

La arquitectura además de emociones y sensaciones, sin duda comunica efectos, tanto concretos como abstractos. Hace a otros partícipes de las sorpresas de una construcción, o les muestra su magia, o les hace saber informaciones útiles. Para comenzar, señala sucintamente en dónde está su entrada principal, al tiempo que comunica en abstracto la importancia y carácter del edifico o casa al que se entra por un zaguán o un vestíbulo.
Los vanos, como el de la entrada, que en la arquitectura culta ya tienen, además de una función física, el propósito deliberado de emocionar y comunicar, pasan a ser de primer orden. Al punto de que se pueden representar todos los estilos de la arquitectura occidental sólo con el esquema de la forma de sus vanos característicos, pese a que constructivamente son apenas variaciones de un arco o de un dintel con sus respectivos apoyos.
Un par de pilonos para la arquitectura egipcia, dos columnas y un dintel para la griega, un arco de medio punto para la romana, uno apuntado para la gótica, uno de herradura para la islámica (aun cuando lo sea más para la hispanomusulmana), un vano romano seguido de uno griego para la renacentista, uno con pechinas (si es que no se cae) para la barroca, cualquiera de los anteriores pero simplificado para la neoclásica, un simple vano rectangular para la moderna, y finalmente un vidrio para la actual, con lo que desaparece la magia y queda el truco.
Pero igualmente la arquitectura incluso muestra, discreta pero concretamente, dónde están los baños en el vestíbulo, y no tener que preguntar, pero sin que se vean sus sanitarios, pues los lavamanos podrían estar afuera, como en las fincas de antes, pero con la condición de que no lo parezcan demasiado. Y dónde está la escalera pero en este caso comunicando además la expectativa abstracta de la emoción de subir o bajar, la que se perdió con los elevadores a menos de que tengan ventanas.
Y de la misma manera la arquitectura comunica la emoción de lo que se puede encontrar al entrar a un recinto, por ejemplo a una iglesia en donde unos encuentran a Dios y los ateos su belleza y paz. O al salir a un balcón o una terraza, o caminando a lo largo de un corredor abierto a un costado, y ni se diga al subir a un azotea para otear el horizonte, o entrar a un patio para descubrir que el Cielo puede estar en la Tierra.
Y antes que todo, el volumen de un edificio, y en él la cubierta, comunican la importancia de sus espacios, y la discreción o el espectáculo de sus fachadas deja saber si se trata de un monumento o no. Incluso devela si su intención fue meramente política o en función también de la polis, o solamente esta. Si lo importante es su arte o su técnica, o, como debe ser, las dos, juntas y revueltas como en la mejor arquitectura.

Pero hay edificios que no comunican nada y hay que llenarlos de indiscretos letreros indicando sus diferentes espacios y su importancia, su entrada y su salida y por supuesto las rutas de evacuación aunque sean las mismas (son las normas); o que no logran esconder el mal uso de la técnica que sostiene el espectáculo de sus innecesarios voladizos o su innecesaria altura, o sus inconvenientes fachadas inclinadas o sus complicadas aristas o sus insulsos vidrios ad nauseam, que sólo comunican la tontería de su arquitectura.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 10.04.2014

09.04.2014 El embrollo de la enseñanza

La arquitectura la enseñan cada vez mas profesores teóricos, lo que está bien, pero no también practicantes de la arquitectura, lo que está mal. Y en el taller de proyectos, en el que debe se debe sintetizar todo, se insiste en (supuestamente) hacer proyectos en lugar de practicar ejercicios, pero ni siquiera se simulan clientes, promotores, presupuestos y normas, y se realiza apenas uno por semestre, o sea que se practica muy poco. Cada vez hay menos profesores que ejerzan independientemente el oficio y mas escuelas, y ya no hay suficientes arquitectos importantes que enseñen, como antes, y toca concentrarse en el estudio sistemático de las obras mas relevantes y pertinentes para cada ciudad, como es notoriamente el caso de Hispanoamérica.

Pero pretender analizar un edificio sin vivirlo o siquiera conocerlo, como se suele hacer en las escuelas de arquitectura, es por lo menos incompleto. Y por eso hay que primero conocer ciudades, al menos un par al semestre: La Habana, Cartagena, Portobelo, Puerto Cabello, Mompox, Santa Fe de Antioquia, Barichara, Bogotá, Popayán, Quito, Panamá, Buenaventura. Brasilia, Paris, Barcelona y Berlín; y la Alhambra y Santa Fe…y Nueva York y Caracas y Bogotá. Y principiar por la propia, que suelen ser tan desconocidas. Así se entenderá eso de clima, paisaje y tradición, de que hablaba Le Corbusier (Oeuvre complete 1938-46, 1955 ), y que en los Andes hay que agregar lo de la topografía, tan definitiva en sus ciudades recostadas a altas cordilleras.

La Habana, Cartagena, Portobelo y Puerto Cabello, ciudades fortificadas, muy posteriores a las europeas, muestran como fueron las ciudades coloniales de los siglos XVII y XVIII en el Caribe. Mientras Mompox, Santa Fe de Antioquia, Barichara, Popayán o Quito, ilustran las ciudades de manzanas cerradas y casas de patios del Siglo XIX en el interior de los Andes; y Panamá, Buenaventura o Guayaquil como son las del Pacifico. En Paris y en el Ensanche de Barcelona se pueden ver las reformas urbanas del finales del siglo XIX e inicios del XX, y Brasilia es la única ciudad de verdad moderna. Y en Berlín la primera Interbau, IBA, (1957) se inspira en la arquitectura y urbanismo modernos, mientras la segunda (1979-1987) vuelve a lo tradicional, además de mostrar la importancia de un gran parque central, como el de Nueva York o el de Caracas o el de Bogotá.

Finalmente, de Granada y su Alhambra en lo alto, y de la “bastida” (construcción reciente) de Santa Fe, el campamento militar levantado por orden la Reina Isabel la Católica en 1482 cerca de la ciudad sitiada, viene casi toda la tradición de las villas coloniales de lo que fue la Gran Colombia, de cuya arquitectura y urbanismo tanto hay que aprender. Y no solo por su sostenibilidad, contextaulidad y facilidad de crecimiento, hasta volverse ciudades, basado en calles ortogonales que limitan manzanas cerradas con casas entre medianeras, de medios patios y solares, de las que Brasilia es, a otra escala, la antitesis con sus “súper cuadras” y edificios exentos. Ciudades tradicionales que se adecuaron a diferentes climas, topografías y paisajes, generando una tradición, que se abandonó por el afán de ser “modernos”.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 09.04.2014

02.04.2014 Historia y arquitectura

Nietzsche pensaba que antes de hablar de arte se debe intentar crear una obra de arte (Citado por O. Pamuk: El novelista ingenuo y el sentimental, 2010, p.142). Lo mismo se puede decir de la arquitectura, aunque analizar a fondo cómo se hace un proyecto y de dónde viene y para dónde va, sería equivalente, o incluso mejor, que intentar hacer uno. Saber, por ejemplo que para hablar de ciertas casas posmodernas (que no posmodernistas) en Cali, hay que saber que las muchas casas de hacienda del Valle del río Cauca vienen de la <> (al-munya), de al-Ándalus, casa de campo rodeada de jardines y tierras de labor, que era, al mismo tiempo, finca de recreo y de explotación (B. Barney y F. Ramírez, La arquitectura de las casa de hacienda del Valle del Alto Cauca, 1994).
Y la casa de patios de tradición colonial, en su versión de medios patios y solar en manzanas cerradas, como las de San Antonio, viene de las casas romanas alrededor de un atrio descubierto en cuyo centro había un impluvium, un estanque como en los carmenes de Granada, casas quinta con vergel. Y estas, saltándose a Grecia, vienen de los templos egipcios cuya sala hipetra, un patio porticado, es posterior a los pilonos de la entrada, y a la que podía acceder el pueblo, y anterior a la sala hipóstila (bajo columnas), un recinto de cubierta plana sostenida por columnas -un oasis construido- cuyas aberturas altas para tener luz cenital antecedieron al clerestorio de las catedrales medioevales. A esta sala tenía acceso solo la aristocracia, y estaba antes de la cela, el santa sanctórum, de acceso reservado al faraón y los sacerdotes (R. H Wilkinson, The Complete Temples of Ancient Egypt, 2000).
Por eso hay que aprender a analizar edificios antes de intentar proyectarlos, y hablar con propiedad de la arquitectura en general desde sus arquetipos para encontrar una voz propia a partir de la propia antigüedad, geográfica e histórica, como los grandes arquitectos (J. S. Ackerman, Palladio, 1966), y no en las revistas y bienales de la moda arquitectónica. El análisis de un edificio hay que hacerlo enfrente del mismo, como el de una obra de arte. Al fin y al cabo, es la única historia que se hace enfrente del hecho mismo (G. C. Argan: La Historia del Arte como Historia de la Ciudad, 1983). Pretender analizar un edificio sin vivirlo o ni siquiera conocerlo, como se suele hacer en las escuelas de arquitectura, es por lo menos incompleto, por decir lo menos.

La luz, la penumbra y las sombras, la frescura y el paso del viento, el silencio y el recogimiento, no se pueden ver sólo con planos y fotografías, y hay que describirlos. Por eso hay que escoger paradigmas locales, y ahí sí, referirlos a la gran arquitectura del mundo... pero también a la arquitectura vernácula, tan importante y pertinente pero tan desconocida aquí. Además las malocas indígenas del Amazonas representan al universo y allí se encuentra representado todo aquello que sostiene al mundo, así como lo que en él está contenido, es decir, que es mucho lo que puede develar. Esta historia de ciertas casas posmodernas en Cali, producto de búsquedas, encuentros y reencuentros es la que cuenta, cada vez más completa, el profesor Andrés Erazo en la FAAD de la USB- Cali.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 02.04.2014

02.04.2014 El lío de la arquitectura

  En Colombia son varias las disyuntivas que conforman el lío de la arquitectura actual y en consecuencia el lío de su enseñanza. Algunas ya han sido presentadas y analizadas antes en Torre de Babel, Bogotá 10/02/2014, y en Caliescribe.com, Cali 15/02/2014, y,  22/02/2014, y en la columna ¿Ciudad? de El País, de Cali, desde el 2000.

Ciudad, espacios urbanos y edificios son los asuntos de la arquitectura, pero los arquitectos ahora apenas se ocupan principalmente del diseño de la vivienda, y como si esta no conformara espacios urbanos y finalmente ciudades. Comunicación vs. autismo, espacio vs. volumen, monumento vs. no monumento, espectáculo vs. discreción, arte vs. técnica, política vs. polis, aprendizaje vs. enseñanza y finalmente, representación vs. dibujo, son algunas de las disyuntivas en las que poco se reflexiona.

El lío de la arquitectura es que no es para los arquitectos, sino “su” solución, ahora profesional, para los edificios y primero que todo para las ciudades. Es proyectar su patrimonio futuro. Y el lío de la enseñanza actual es que enseñan cada vez mas solo teóricos y no también maestros.  Y en el taller se insiste en (supuestamente) hacer proyectos en lugar de ejercicios, y que en estos no se simulan clientes, presupuestos ni normas, y se realiza apenas uno por semestre.

Igual que Nietzsche, quien pensaba que antes de hablar de arte se debe intentar crear una obra de arte (Citado por O. Pamuk: El novelista ingenuo y el sentimental, 2010, p.142). se puede decir que antes de hablar de arquitectura habría que haber hecho arquitectura, aunque cabe afirmar que analizar a fondo cómo se hace un proyecto y de donde viene y para donde va y como ha sido su comportamiento a lo largo de los años y su repercusión en sus diferentes usuarios, sería equivalente, o incluso mejor, que intentar hacer uno.

Por eso decía Rogelio Salmona que no se puede aprender arquitectura en las escuelas sino con maestros (con Le Corbusier por ejemplo). Pero como cada vez hay menos maestros y mas escuelas ya no es posible tener uno por cada taller como hace medio siglo, y toca concentrarse en el estudio sistemático de los arquitectos y obras mas relevantes y pertinentes. Precisamente toda una lección de urbanismo y arquitectura que estudia la profesora Tatiana Urrea en su curso de la Universidad de los Andes de Bogotá.

Ver es percibir los objetos mediante la acción de la luz. También es percibirlos  con otros sentidos. Es observar con la inteligencia, considerar algo. Reconocerlo con cuidado y atención, leyéndolo o examinándolo. Pero la luz, la penumbra y las sombras, la lluvia, la frescura y el paso del viento, el silencio, la privacidad, y el recogimiento, el confort, el placer y la emoción, no se pueden mostrar en planos ni con fotografías, pues cambian con el paso de las horas, y además no sólo se ven si no que se sienten, huelen y oyen, incluso en la oscuridad de un recinto cualquiera en el que nunca es total a menos de que sea una tumba.

Por eso toca describir con palabras la arquitectura propuesta en los ejercicios en el taller, o los levantamientos y visitas de ejemplos paradigmáticos. Hay que aprender a analizar edificios antes de intentar proyectarlos, y hablar con propiedad de la arquitectura en general desde sus arquetipos para encontrar una voz  propia a partir de la propia antigüedad, geográfica e histórica, como los grandes arquitectos (J. S. Ackerman, Palladio, 1966), y no en las revistas y bienales de la moda arquitectónica.

El análisis de un edificio hay que hacerlo enfrente del mismo, como el de una obra de arte. Al fin y al cabo, la del arte es la única historia que se hace enfrente del hecho mismo (G. C. Argan: La Historia del Arte como Historia de la Ciudad, 1983). Pretender analizar un edificio sin vivirlo o ni siquiera conocerlo, como se suele hacer en las escuelas de arquitectura, es por lo menos incompleto, por decir lo menos.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 02.04.2014

10.02.2014 Espacio vs volumen

La arquitectura empieza juntando ramas para procurar un espacio para la vida, generando un volumen, después de haber sido apenas un volumen para señalar una muerte. En la cueva la arquitectura es la cueva misma y su vano de entrada. Cuando el espacio interior se vuelve un tipo arquitectónico se puede comenzar por su volumen porque ya se sabe como será el espacio contenido. Pero en la arquitecturaa espectáculo actual se modela un volumen, se le meten unos espacios, y se “coloca” en la ciudad ignorando el lugar. Las fotos salen “interesantes” y jurados que no van al sitio lo premian.

El urbanismo empieza cuando uno o varios volúmenes arquitectónicos conforman un espacio exterior, ya sea espontáneamente, como al principio de las ciudades, tanto el privado como el público, o, deliberadamente, como cuando un conquistador en Iberoamérica dispone en el paisaje y cerca a un río la Plaza Mayor de una ciudad, su espacio público por excelencia, y a partir de ella genera el trazado ortogonal de las calles que se desprenden de la misma y conforman manzanas con patios (Antonio de León Pinel, y Juan de Solórzano Pereira: Recopilación de las leyes de los reinos de Indias, 1680).

De allí el olvido fatal de lo que son en esencia las ciudades, en el que se cayó cuando se convirtieron las plazas en parques en las nuevas republicas, a finales del siglo XIX y principios del XX, siguiendo el ejemplo de Antonio Nariño. Este a su vez seguía en Santa Fe el de los revolucionarios franceses que, buscando un símbolo que remplazara a los de la monarquía y la iglesia, recordaron el amor de Rousseau por la naturaleza e in­ventaron los Árboles de la Libertad, que sembraron en las Plazas Reales (Julio Carrizosa Umaña: La política ambiental de Colombia. Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá 31/05/1992).

Para peor de males en la arquitectita espectáculo actual sólo se modelan volúmenes, ignorando el espacio urbano pre existente, pues las ciudades siempre son viejas, lo que olvidan esos nuevos “arquitectos” que se creen haciendo arquitectura “nueva”. Pero son sólo túmulos que aparte de la moda, la frivolidad, el espectáculo, el egocentrismo y el dinero, ya no son de piedra ni celebran nada, como le pedía Ludwig Wittgenstein, el celebre filosofo vienes y arquitecto aficionado, a la gran arquitectura (citado por Félix de Azúa: Diccionario de las artes, 2002).

En conclusión, para muchos “arquitectos” no importa el espacio, tanto interior como exterior, si no apenas el volumen, incluso solo los planos que lo conforman. Y ni siquiera su juego de llenos y vanos, si no apenas su superficie: solo vidrio (para eso están las cortinas) o solo lleno (para eso está la luz artificial); y si hay problemas pues se cubre todo con una mortaja (Germán Téllez: Notas de Medellín, Torre de Babel, Bogotá 15/01/2014). O, por lo contrario, recurren a un completo “muestrario” de materiales y formas falsamente complejo, que no inmortaliza ni glorifica cosa alguna.

Ahora lo verdaderamente nuevo es regresar a la vieja arquitectura, no a su imagen, claro, sino a su esencia: su contextualidad y ecoeficiencia; como en Masdar en Abu Dhabi (Luis Fernández-Galiano: Los rascacielos del Golfo y nosotros, El País, Madrid 02/03/2010). Espacios y volúmenes que conforman edificios y estos a su vez ciudades. Las dos caras de la buena arquitectura, siempre y en todas partes, pero asuntos que aquí se “enseñan” por separado en las escuelas de arquitectura, en las que ni siquiera se dibujan los andenes.

Columna publicada en el blog de opinión www.torredebabel.info. 10.02.2014




25.01.2014 Economia Vs Ecologia

            Aunque el saber popular dice que es la ciencia de explicar por qué no sucedió lo que dijeron que iba a suceder, la economía, dice el DRAE, estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes fabricados y recursos naturales, conocimiento que permite una administración eficaz y razonable de esos bienes, recursos y actividades que integran la riqueza de una colectividad o de una familia o un individuo. O de una ciudad o un país.
            Y Wikipedia insiste en que estudia cómo se organiza una sociedad para producir sus medios de existencia que, distribuidos entre sus miembros y consumidos por ellos, permitan que la sociedad pueda producirlos de nuevo y así sucesivamente, proveyendo de una forma constantemente renovada, la base material para el conjunto de la reproducción de la sociedad en el tiempo; por lo que, precisamente, es que esa base material debe ser constantemente renovada.
            Una buena economía, entonces, debe ahorrar de trabajo, tiempo y servicios o bienes y reservarlos pues muchos no son renovables, y reducir los gastos sobre todo de energía y agua dulce, lo que la hermana de cierta manera con la ecología, la que por su parte, dice el DRAE, estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno; su ambiente, distribución y abundancia, precisa Wikipedia,  entre ellos la de los grupos humanos y su ambiente, tanto social como físico; es decir, en el caso de mas de la mitad de los siete mil millones de habitantes actuales del planeta Tierra, sobre todo las ciudades en las que ineludiblemente están.
            Cuando los economistas dicen que todo va mejor porque la economía crece, olvidan de que los recursos no renovables y la biodiversidad, selvas, nevados, páramos y ríos decrecen, y el clima empeora debido a los gases de efecto invernadero que produce la generación de energía con combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, que consumen principalmente los (malos) edificios, mas que los (malos) carros y la (mala) industria. Cuando la economía crece unos pocos llenan sus bolsillos pero la mayoría los desocupa, el medio ambiente desmejora, y las condiciones y circunstancias físicas, sociales, económicas…y ecológicas, decaen.
            La defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente es, pues, prioritaria, y cada vez hay mas gentes que están preocupadas por la ecología pero no tanto por la evidente sobrepoblación humana del planeta; y mas les vale que se enteren pues serán las victimas de un crecimiento económico basado en que mas gente consuma mas cosas, auspiciado por los que creen que a ellos no les tocará lo que se nos viene encima, y que será peor en los trópicos (Camilo Mora, El Tiempo 18/01/2014) ¿Sus hijos y nietos  se irán a Marte?

            Es urgente entender el planeta como un solo ecosistema de seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos del mismo. Y para lograrlo, la economía tiene que sumarle a la  ecología y no restarle. Por ejemplo, ciudades mas compactas y con menos carros, como Hamburgo que los eliminará en 15 años (El País, 18/01/2014) y mas andenes, no vías y puentes para los negociados de los “nules” que acechan; y edificios regenerativos que produzcan excedentes de energía y agua, y comida en vergeles en lugar de zonas verdes. 

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 25.01.2014

20.01.2014 El cinco

De niños nos enseñan a contar señalando con un dedo los cinco dedos de la otra mano (y si uno se devuelve se da la ilusión de que solo hay nueve dedos). El numero cinco (cinco ángulos para los fenicios, que representaban los números con ángulos) es la suma del primer numero par con el primer número impar, y el medio entre los nueve primeros números, los que con el cero y la coma permiten construir todos los demás números hasta el infinito. El cinco es el tercer número primo, después del uno y el tres y antes del siete, con los que forma la única terna en donde la diferencia entre ellos es de dos unidades, lo que es de gran significado en la arquitectura.

El cinco es el segundo número de Fermat, después del tres y antes del diecisiete. El quinto término de la sucesión de Fibonacci, después del tres y antes del ocho. El polígono de cinco lados, que recibe el nombre de pentágono, claro, cuando es regular tiene algunas propiedades curiosas como que la razón entre la longitud de su diagonal y la longitud de su lado es 1, 6180…. Es decir, el número áureo Phi (en honor a Fidias). El dodecaedro es el único de los cinco poliedros regulares cuyas caras son todas pentágonos regulares, y la estrella de cinco puntas o pentángulo, por sus cinco ángulos agudos, y un emblema de más de 5.000 años de antigüedad.

Es el pitagórico numero “nupcial”, del centro, la unión, la armonía, el orden y el equilibrio (Jean Chevalier y Alain Gheerbrant: Diccionario de los símbolos, 1969). Es el símbolo del hombre (brazos, cuerpo y piernas) y del universo, con dos ejes horizontales, cada uno con dos rumbos, y un eje vertical, pasando todos por el centro. Representa los cinco sentidos, que son las cinco formas sensibles de la materia, con los cuales se ve, oye, toca y huele la arquitectura, pues si bien los edificios no saben, en ellos se come, principalmente en las viviendas; es decir, que los edificios son la totalidad del mundo sensible, lo que no perciben tantos arquitectos.

El numero cinco es un reconocido símbolo en China, India y Japón budista, y en otras culturas, y en Mesoamrica, dios del maíz, es símbolo de la perfección para Mayas y Aztecas, representado por una mano abierta, y también jugó un papel capital entre los Incas. Es una cifra fausta, feliz y afortunada, para el Islam (son cinco los dedos de la mano de Fátima) y su arquitectura se compone con base a la geometría de los números 5, 6 y 8, y algo de eso debió heredar nuestra arquitectura colonial. Y todas estas culturas coinciden en ver en el número cinco el signo de la vida, pues por ser un numero impar, expresa no un estado sino un acto, y es manifestación del hombre.

Las pirámides egipcias tiene cinco caras contando el suelo. Hay cinco tipos básicos de templo en Grecia. La arquitectura romana cuenta con cinco órdenes. Las catedrales góticas tienen cinco naves. La arquitectura renacentista retoma los cinco ordenes. La a moderna tiene cinco grandes maestros, y son cinco los puntos de la nueva arquitectura según Le Corbusier: el edificio sobre “pilotis”, de plantas y fachadas libres, las ventanas apaisadas y jardín en la cubierta. Y la posmoderna (que no posmodernista) tiene cinco objetivos: ser sostenible, contextual, remodelable, reciclable y biodegradable, como solía ser la arquitectura colonial.

Columna publicada en el blog de opinión www.torredebabel.info. 20.10.2014

19.01.2014 ¿Confusiones?

Cuando se les pregunta a los estudiantes de arquitectura, de qué se trata y por qué escogieron dicho programa, la mayoría guarda prudente silencio y prefieren olvidar lo que contestaron (como si lo supieran) en la entrevista de ingreso a la universidad. Los pocos que osan decir algo no pasan de repetir pedazos de medias verdades que han oído, o aventurar sandeces completas. Y las razones por las que sólo algunos dicen por qué escogieron arquitectura son sorprendentes, como por ejemplo decir que les gusta, pasando por alto nada menos el que no saben explicar que es lo que les gusta. En pocas palabras, la gran mayoría no sabe por qué están estudiando algo que no saben con certeza qué es, lo que no deja de ser perversamente congruente entre sí y con lo que se les esta “enseñando” y construyendo … y ¡destruyendo!

Pero lo que mas preocupa es que muchos profesores se lavan las manos citando fuera de contexto algún comentario brillante de algún arquitecto conocido, pues a la mayoría unas pocas palabras sencillas y precisas no les parecen suficientes para algo tan complejo como sin duda puede llegar a ser la arquitectura. Aunque desde luego hay no pocas notables excepciones que sí se atreven a dar una corta definición y que son maestros por vocación, pero son una minoría que poco se hace notar por fuera de su respectiva torre de marfil. Al fin y al cabo, como decía el maestro Antonio Roda de los pintores, arquitectura es lo que hacen los arquitectos, en lo que por supuesto habrían estado de acuerdo Marcel Duchamp y Ernest Gombrich, para quien el arte no existe; solo los artistas (Historia del arte, 1950).

Antes decían los diccionarios que es el arte de construir edificios, y ahora agregan que también es el de proyectarlos, y desde luego lo son los edificios mismos. Incluye la civil, la de los edificios y monumentos públicos y particulares, la religiosa, la de los templos y tumbas, y la vernácula de los campos y la popular de las ciudades, que se hacen sin arquitectos. Pero también está la militar, que es la técnica de las fortificaciones, y la naval que es la de construir (y diseñar, debería decir el DRAE) embarcaciones. Y arquitectura también es la estructura lógica y física de los componentes de un computador, que es lo mismo que se puede decir de un edificio pues su estructura no es solamente la que le sirve de soporte, sino igualmente la distribución de sus partes y el orden con que está compuesto, como en un poema.

Es sintomático que no podamos decir con precisión y sencillez que la arquitectura es la técnica y el arte de proyectar espacios para la vida humana, principalmente interiores, como insistía Bruno Zevi (Architectura in nuce, 1964), según los diferentes climas, paisajes y tradiciones, como pedía Le Corbusier (Oeuvre complete 1938-46, 1955). Sobre todo porque lo que se generalizó en el mundo fueron apenas las formas, trivializadas, de los mas destacados arquitectos modernos, independientemente de los muy diferentes lugares en los que se emplazaron los nuevos edificios. Las imágenes sustituyeron a las ideas, como dice Vargas Llosa (La civilización del espectáculo, 2012), y en muchos casos se pretendió (como en Cali) reemplazar todo lo anterior, que es lo que aquí en muchos talleres de proyectos se sigue enseñando.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 19.01.2014