19.09.2015 Las Torres

Muchas iglesias y capillas coloniales en el valle del río Cauca tienen sus campanarios en el mismo paramento de sus fachadas y adosados a sus naves. A la derecha, como la Torre Mudéjar, c.1772, la de La Merced, 1678, o la que tuvo la iglesia de San Agustín, 1765, también en Cali, o la de San José del Salado, c. 1770, en Dagua, encomendada por el beato Andrés Guillermo Collazos y Esquivel; o, a la izquierda, como San Esteban, c.1600, en Caloto o San Francisco, 1745, en Buga. (La de Panamá Viejo, c.1623, está inusualmente ubicada junto al ábside).

Son altas y de planta cuadrada, y están inclinadas hacia adentro, como los alminares mas viejos del África Occidental, que lo están posiblemente por ser de tapia pisada. Mientras que La Kutubiyya, 1158, de Marrakech y la mezquita de Hassan en Rabat, c.1150, y en general los alminares almohades, tienen sus paramentos a plomo.

Vienen de los alminares almohades, 1156-1198, que presentan un paralelepípedo principal, una linterna y un remate coronado por un yamur buscando la verticalidad, y mamposterías toscas revestidas con revoques con pintura rojiza, grandes paños decorados con vanos dobles, abrazados por un arco ciego, que iluminan rampas interiores, y en los cuerpos superiores, las hileras de rombos entrecruzados -la tsebka- son recurrentes en la ornamentación, igual que en la Torre Mudéjar de Cali.

Esta fórmula, simple y efectiva, se había adoptado en la Giralda de Sevilla, c.1175, el alminar de la mezquita aljama, de 16 metros de lado y mas de 50 de alto, en donde ahora se encuentra la enorme catedral, c.1506, y en la torre de Hassan en Rabat, el alminar de la Kasbah, c.1150, de Marrakech y en muchos otros en Marruecos.

Formas que se repiten en España, como en el alminar de la antigua mezquita de Cuatrohabitan en Bollullos de la Mitación, c.1225, hoy una ermita, la torre de la iglesia de San Marcos, c.1350, en Sevilla, y la torre del castillo de Aracena, c.1250, cerca de Sevilla (Chueca Goitia, Invariantes castizos de la Arquitectura Española, 1947).

Pero además, algunas torres en la región están retranqueadas a la manera del escalonamiento de los faros romanos, patrón inexistente en los alminares del occidente islámico, pero presente en la mezquita aljama de Qayrawan, del 724.

Por su parte, las espadañas, del latín spatha, espada, son gruesos muros que se prolongan verticalmente, sobresaliendo sobre la fachada de la iglesia o capilla, con uno o más vanos para albergar las campanas, a las que se llega desde el exterior al contrario de las torres.

Aquí la mayoría están a la izquierda, como en la capilla de san Antonio de Cali, 1747, o en san Jorge en Cartago, 1604, rematando la nave, pero la de san Jerónimo, ¿?, si está finalizando la nave derecha. La de san Pedro Apóstol en Buga, 1781, también está a la derecha pero de la fachada lateral, la que da a la plaza, y perpendicular a la principal, conformando una muy “moderna” composición.

En la capilla del Overo, cerca a Bugalagrande, sólo una pequeña campana cuelga en la mitad de la antecapilla en el máximo de una austeridad que lamentablemente se perdió, y ahora a cualquier esperpento se le llama “torre”, lo que preocupa pues como dice José Ortega y Gasset: “ Los edificios son un inmenso gesto social. " Y desalienta la ligereza con que se está tratando ahora la Torre Mudéjar: no se respetó el protocolo y no se está empleado la técnica adecuada.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 19.09.2015

12.12.2015 El cambio climático

Naciones Unidas lo entiende como un cambio atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos comparables. Además del calentamiento global, implica cambios en otras variables como las lluvias, la cobertura de las nubes, los vientos, y todos los demás elementos del sistema como temperatura, humedad y presión atmosférica.

En la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP 21/CMP 11) actualmente en París, se supone que si ahora China y Estados Unidos, los mayores contaminadores del mundo, permiten que se acuerden medidas para impedir el aumento de la temperatura media mundial a mas de 2 grados centígrados, se podrán evitar impactos climáticos peores que los que ya se han presentando recientemente, cada vez mas extremos y frecuentes.

Medidas que afectarán a la arquitectura ya que los edificios directa o indirectamente contribuyen al calentamiento del planeta. La arquitectura siempre había sido bioclimática pero dejó de serlo en el siglo XX, por lo que volver a entenderla como tal podría ayudar a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero al disminuir su consumo de energía y agua, y usando para su construcción materiales con menor huella ecológica.

En este sentido, en el Decathlon Solar para Latinoamérica y el Caribe 2015, en la Universidad del Valle en Cali, se podrán ver hasta el 15 de diciembre de este año diversas propuestas para viviendas bioclimáticas supuestamente inspiradas en las culturas, experiencias y paisajes de sus lugares de origen, como Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, España, México, Panamá, Colombia, Perú, Chile y Uruguay.

Pero lo mas importante es que lo sean de acuerdo a sus climas respectivos, lo que es claro en las de los países con estaciones, mas no así en las del trópico, comenzando por que en este hay diferentes y marcados climas (cálidos, templados y fríos) que permanecen a lo largo del año, sin estaciones, simplificando sus requerimientos y al tiempo diferenciándolos completamente, lo que infortunadamente no es evidente en muchas de las propuestas.

Por otro lado, las viviendas del futuro (o sea ya) deberían ser sostenibles en un sentido mas amplio. Que además de que puedan mantenerse por si mismas y respetar su entorno, eviten su obsolescencia al lograr que sean fácilmente adaptables a las diferentes necesidades y requisitos familiares, pero igualmente que sean de crecimiento progresivo, facilidad de reutilización o remodelación total, y de reciclaje final si fuera el caso.

Que sus formas sean objetivas y no arbitrarias, como insiste Antonio Armesto, del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Politécnica de Cataluña, que lo sea la arquitectura, en el prólogo a su libro Escritos fundamentales de Gottfried Semper. 2014, dedicado al gran arquitecto y teórico alemán de mediados del siglo XIX. Que se basen en lo sostenible en cada sitio y no en la penúltima moda “verde” de las revistas.

Un acuerdo ambicioso en París limitaría los gases de efecto invernadero y abriría el camino a la reducción del impacto del cambio climático. Y es mucho lo que la arquitectura podría contribuir buscando el compromiso entre clima, paisaje y tradición, propuesto por Le Corbusier (Oeuvre complete 1938-46, 1955), el mas influyente arquitecto del siglo XX, lo que poco consideró la rápida vulgarización de la arquitectura moderna.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 12.12.2015

28.11.2015 Terrorismo y ciudad

Desde la Biblioteca Real de Alejandría, fundada por los Ptolomeos en el siglo III antes de la Era Común (para no hablar de Cristo) el terrorismo ha sido un asunto urbano, sobre todo ahora que las armas son mucho mas mortíferas y sus blancos mas concurridos, como pasa en un estadio, o en su defecto mas fáciles, como un teatro o la terraza de un café. Y no en cualquier ciudad sino en las que comportan un cierto significado especial en este mundo de ciudades y ya globalizado. Además su planificación y puesta en marcha desde luego se lleva a cabo en ellas y específicamente en ciertos sectores caracterizados por su población nutrida y variopinta de inmigrantes o sus hijos o sus nietos, ya nacionalizados.

Sin embargo, como lo ha informado profusamente la prensa internacional y nacional, después de los atentados del 13 de noviembre algunas ciudades aumentaron las medidas de seguridad mientras que las que ya fueron objetivos del terrorismo están de nuevo especialmente alertas. El problema es que los ciudadanos y los propios cuerpos de seguridad se acostumbran a vivir con esa tensión. Pero lo mas preocupante es que esos momentos de pánico colectivo, amplificados por los medios de comunicación, hacen olvidar los problemas cotidianos que afectan las ciudades, incluyendo su “aterradora” inseguridad permanente o los accidentes, que en muchas causan muchos mas muertos.

O la posibilidad de terremotos, huracanes o desbordamiento de ríos cercanos, o los problemas medioambientales como la contaminación del aire o la escasez de agua potable. O la deficiente movilidad de los ciudadanos en las grandes ciudades, o asuntos supuestamente sin tanta importancia como el ruido ajeno o el bloqueo de los garajes o los carros estacionados en los andenes, ni estos claro está. O el aterrador robo del aporte de los contribuyentes al erario por políticos corruptos. Para no hablar del horror de buena parte de su arquitectura actual o de los que dinamitan su patrimonio construido y con el la memoria colectiva de los ciudadanos.

Igual que no se puede justificar ningún acto de terrorismo pues da muerte violenta a personas que en su gran mayoría nada tienen que ver con sus supuestas causas, tampoco hay que aceptar ninguno de los problemas urbanos cotidianos mencionados que no dejan vivir bien. Con los primeros los gobiernos aumentan sus medidas represivas sobre algunos grupos sospechosos, nutriendo así su fundamentalismo, y con los segundos igual dan palos de ciego o los ignoran. Unos y otros hay que afrontarlos centrándose en su análisis, mas no evadiendo lo anecdótico sino poniéndolo en su lugar, pues ayuda a encontrar la esquiva verdad de la historia y proceder a decidirla y no a sufrirla.

Como que el califa Umar ibn al-Jattab, Príncipe de los creyentes, alegaba que si en la Biblioteca de Alejandría sus escritos estaban conformes con el Corán, eran inútiles, y si no, no deberían tolerarse. Mas según algunos escritores latinos apenas resultó afectada en el incendio provocado por las tropas de Julio César y probablemente ya había desaparecido en el momento de la dominación árabe, aunque algunos comentan que el califa sí ordenó la destrucción de millares de manuscritos. Pero tal vez la destrucción del edificio fue en 273 cuando Aureliano tomó y saqueó la ciudad, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297, y en 2015 lo que sí amenaza a las ciudades, y a todos los creyentes, es el cambio climático.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 28.11.2015

21.11.2015 De la arquitectura a la arutcetiuqra

Igual que la música, o un poema, la arquitectura se compone para ser interpretada en el tiempo, pero si bien una partitura no se compone para ser tocada al revés e incluso habría dificultades para hacerlo, los edificios se recorren entrando y saliendo y una vez adentro se sube o se baja, se va para un lado y el otro, o sea que son una sola composición pero con múltiples “interpretaciones”; y muchas de ellas apenas recorriéndolas con la mirada.

Además, como la escultura, la arquitectura se compone en el espacio, por lo que tiene un frente y un atrás, un costado y el otro y depende desde que punto se la mire. Mas a diferencia de la escultura, en la arquitectura se entra a sus propios espacios interiores, y no es una redundancia, y se sale de ellos para pasar a otros y finalmente salir a la calle, la avenida, la plaza o el parque desde donde se ha entrado, o a otro espacio urbano distinto.

Como la pintura, la arquitectura se compone en un plano, pero mientras en la pintura dicho plano ya es el de la pintura misma, en la arquitectura es apenas su representación como un dibujo, pero con la gran dificulta de que lo que se esta componiendo es algo muy distinto pues esta en el espacio y para ser recorrido de diversas maneras en el tiempo.

Y no hay que olvidar que la arquitectura no sólo se ve si no que se escuchan sus ecos y resonancias, como igualmente los sonidos y ruidos de sus ocupante, incluyendo la música que interpretan o apenas escuchan, y los de la naturaleza que la rodea o esta en sus patios, jardines y solares. Amen de que se toca con las manos y se siente con los pies, y que huele.

En conclusión, la arquitectura se compone formando de muchas cosas una, juntándolas con cierto modo y orden (el arte) para que produzcan diversas emociones estéticas diferentes y sucesivas, sin comprometer su construcción y posterior seguridad, uso, reforma, remodelación y reciclaje final (la técnica), pues no sólo se la ve y escucha sino que se habita en ella de día y de noche, en invierno como en verano, bajo la nieve, la lluvia o el sol.

Todo según una geografía e historia y buscando el acuerdo entre clima, paisaje y tradición del que habló Le Corbusier para una casa en el norte de África (W. Boesiger, Oeuvre complete 1938-46, 1955), sin duda un mejor paradigma para la arquitectura en el trópico cálido y templado que su Villa Savoye; y además considerando su marcado relieve de costas, llanuras, valles y montañas.

Lo viejo y lo nuevo, volúmenes y espacios, pasajes y estancias, se superponen, unen o suceden unos a otros, en transparencias y reflejos, de día o de noche, en la lluvia o el viento, produciendo con el agua que murmura y da frescura y placidez y los pájaros que cantan, esas sensaciones, evocaciones, encantos y asombros que bien reclamaba Luis Barragán (Pritzker, 1979).

Todo a lo largo de los diferentes recorridos que permiten entrar, usar y salir de los edificios; y mirar y admirar sus volúmenes y espacios. En dichos recorridos, mas que en los sitios de permanencia, estriban las posibilidades de que la arquitectura emocione a los usuarios como a los visitantes de los edificios. Y por supuesto lo mismo sucede en todos los espacios urbanos, tanto públicos como privados, con los que además interactúa.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 21.11.2015

30.09.2015 Isthmus, 15 años

Cursos concentrados; intercambio de estudiantes con escuelas y despachos de arquitectura de diferentes partes del mundo; invitación permanente a profesores y conferencistas de diversas nacionalidades; recorridos y visitas a obras; viajes de estudio como parte de la carrera; postgrados en bioclimática y diseño; foros internacionales; y una biblioteca cada vez más completa pues de alguna forma se le suma la propia de sus muchos visitantes.

La Escuela de Arquitectura y Diseño de América Latina y el Caribe reúne permanentemente en Panamá, desde hace quince años, arquitectos, conferencistas, profesores y estudiantes, por dos o tres semanas cada vez, generando un intercambio intenso y muy fructífero que terminará haciéndose sentir cada vez más en toda nuestra región. Por lo pronto, sus innovaciones las han tomado muchos programas de arquitectura en nuestros países de una manera u otra.

Y por supuesto la importancia de esto es considerable ante la globalización inminente del ejercicio de la profesión aquí. Nuestros edificios, aun más que en el mundo industrializado, deberían ser inteligentemente económicos y no engañosamente baratos, al volver a tener en cuenta climas, relieves, paisajes, tradiciones y circunstancias de cada lugar. Lo que lleva a pensar que nuestra bienal de arquitectura, por ejemplo, debería ser Grancolombiana, centrada en el trópico iberoamericano.

Es decir, concentrada en una arquitectura sostenible y contextual, y por lo tanto ética, que se defienda con razones y no con caprichos. La que desde luego es preciso contrastar con la de otras partes pero ya considerando las diferencias geográficas e históricas. Nos sacaría de la frivolidad estética en que hemos caído, por la que afortunadamente comenzamos a preocuparnos todos y no apenas algunos críticos y arquitectos.

Precisamente ‘Arquitectura y Clima’ fue el tema del XIII Seminario de Arquitectura Latinoamericana, SAL, realizado en Panamá en 2009, organizado por Isthmus. Allí quedó claro que nuestro patrimonio urbano y arquitectónico común, tan relacionado con nuestra identidad, es también parte fundamental del concepto de sostenibilidad y no apenas lo bioclimático, y que es cada vez mayor el interés en reutilizar lo ya experimentado incluyendo en primer lugar lo ya construido.

Como lo escribió José Ortega y Gasset en alguna parte: “La arquitectura no es, no puede, no debe ser un arte exclusivamente personal. Es un arte colectivo. El genuino arquitecto es todo un pueblo. Este da los medios para la construcción, da su finalidad y da su unidad... Los edificios son un inmenso gesto social”. Y una definición amplia de la arquitectura debe incluir ahora, además de la culta, la popular de las barriadas y la vernácula de los campos, la de los arquitectos formados en las universidades, pues coexisten influenciándose mutuamente, formando ciudades.

Por todo lo anterior Carlos Morales Hendry, creador y director de Isthmus, es uno de los arquitectos que más han hecho en Colombia por la enseñanza de su profesión, y además lo consolida como un gran divulgador de nuestra arquitectura. En pocas palabras, ha ejercido todo un liderazgo en su enseñanza y práctica, y sobre todo en cambiar su enseñanza, lo que comenzó cuando fue decano de arquitectura en la Universidad de los Andes en Bogotá, por más de quince años, y ahora en Panamá otros quince.

Columna publicada en el diario El País de Cali 30.09.2015

12.09.2015 Puro cuento



Basta con mencionar esos “conjuntos” de apartamentos en medio de la “naturaleza” o por lo contrario “oasis” en medio de la “ciudad” que ofrecen todos los días. Prometen “vistas espectaculares” como si ver al frente otro edifico igual de soso lo fuera.

Y hablan de “desarrollo”, “progreso” y “modernidad” una trinidad poco santa, y hasta prometen una “nueva” vida. Todo para vender el mismo apartamento de un piso pues sus diferencias sólo radican en sus metros cuadrados y sus terminados de imitación, y por ende en su costo que no valor. Lo que no se entiende es por qué el común de la gente no habría de disfrutar de esas disneylandias si el sentir popular es que hay que gozar de lo falso, lo mentiroso, del engaño sin arte. Decir o construir falsedades es mucho más divertido que ser el aguafiestas de gran parte o de lo que hoy se “vende” por ser “arquitectura”, pero no pasa de ser sólo espectáculo como lo llama Mario Vargas Llosa (La civilización del espectáculo, 2012). Debe ser que buena parte de la humanidad también es así, inauténtica, imitativa a la manera china, fanática de lo aterrador, lo chiflado o lo novedoso porque sí.

Hace casi un siglo don José Ortega y Gasset se burlaba de los andaluces señalando que Sevilla se estaba llenando, hacia los años 20 del siglo XX de "sevillanerías" construidas, de modo que las "denuncias" sobre inautenticidad o falsa antigüedad no son de hoy ni de aquí. El hecho es que Barri Gòtic de Barcelona, como el de Santa Cruz, en Sevilla, son apenas dos de los “cuentos” culturales de nuestro tiempo. ¿No le decían algunos parisienses criticones “La Cathèdrale de Saint Viollet (le Duc)” a Nuestra Señora de París? nos recuerda el arquitecto Germán Téllez.

Pero infortunadamente aquí muchos, que se creen ricos sólo porque tienen mucho dinero, que aun van a toros para que los vean, que no se bajan de sus enormes carros desocupados, que caminan sólo en el Spa de moda, que creen que los restaurante son buenos si tienen aire acondicionado y vinos caros, y que están en contra de la legalización de las drogas porque se les dañaría el negocio, guardan sus ganancias en apartamentos que permanecen desocupados.

Hay que repetir lo que dice Yubal Noah Harari sobre los mitos en su breve pero novedosa historia de la humanidad, “que sólo existen en la imaginación colectiva de la gente. “ (De animales a dioses, 2013, p. 41). Aquí es el mito de lo “moderno” que en arquitectura casi nunca pasó de las meras formas y nuevos terminados como del abuso del vidrio. Y concluye: “Si la felicidad viene determinada por las expectativas, entonces dos pilares de nuestra sociedad (los medios de comunicación y la industria publicitaria) pueden estar vaciando, sin saberlo, los depósitos de satisfacción del planeta”. (p.4 21).

Únicamente el paso de los años permite que se formen tradiciones que atemperen el gusto colec¬tivo, y que sirvan de base para que los auténticos talentos creen verdadero arte. Sin tiempo y tradiciones --y sin critica-- solo es posible la im¬provisación, el mal gusto, y el despropó¬sito que pasa por innovación, o la nostalgia del ayer histórico, al que nada puede satisfacer con tanta facilidad como el kitsch, como lo ha señalado Hermann Broch (Poesía e investigación, 1974). El “narco kitsh” se podría precisar, aclarando que no es exclusivo de los “narcos”.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 12.09.2015

05.09.2015 “Ensandwichados”

Las viviendas aparecieron mucho antes que las ciudades, pero después estas fueron mucho mas que un mero conjunto de casas. Aunque ya en Roma las había en altura, las insulae, que ocupaban toda una manzana, y desde la Edad Media son comunes las casas de varios pisos, los edificios de apartamentos de muchos pisos son una (mala) solución de origen norteamericano a la sobrepoblación de las ciudades en el siglo XX, posible por el gran desarrollo técnico de la construcción.

Pero en Cali, además, los constructores de vivienda se limitan a repetir ad nauseam, el mismo apartamento de un piso entre planos horizontales, suelo y cielo lo mas cercanos que permitan las normas, en el mismo edificio conformado por una planta baja, muchos pisos “tipo” es decir idénticos, y si acaso un ático como lo llaman los españoles. Prototipo repetido igual por todas partes de la ciudad: en las faldas de la cordillera, en el plan, en sus diferentes barrios y hasta en los suburbios, bien orientados o no.

Es desconsolador que exista gente que prefiera que vivir en esos “emparedados” de solo tajadas idénticas de pan ateniéndose a varios mitos al respecto. Comenzando porque prefieren hablar de sandwich, penthouse y family room; porque no ven que las vistas que les venden caras serán tapadas por otros edificios iguales; porque dizque son mas seguros pese a que son los preferidos de los atracadores; y porque precisan menos personal de servicio, como si porteros y vigilantes 24 horas no lo fueran.

Y por supuesto es preocupante que se críen mas niños “viviendo” en el aire, lejos de patios, jardines, calles y parques, viendo la vida por televisión y comunicándose con los demás por sus smartphones. Y que de esas cuatro paredes bajan por ascensor al carro para ir al colegio a las afueras de la ciudad, los fines de semana al club y si acaso a algún centro comercial, un mall, perdón, y en las vacaciones a Miami pues Cartagena está muy caro.

Pero desde luego es posible hacer edificios de vivienda diferentes, como por ejemplo las Torres del Parque en Bogotá, de Rogelio Salmona, cuyos últimos pisos están retranqueados dejando amplias terrazas, casi patios; o como el proyecto en Cali para el Sector del Hoyo-Piloto, de 1981, para Erucali, de apartamentos de uno hasta cuatro dormitorios, de uno o hasta tres pisos, esquineros o medianeros, afuera o adentro de las manzanas.

Todos con la misma estructura, y los mismos materiales y componentes para los diferentes elementos como cerramientos, cubiertas, divisiones, puertas, ventanas y armarios empotrados (closets), y de espacios similares para baños, cocinas y lavanderías. Lo que les confería suficiente uniformidad a los edificios, como sucede con los siete apartamentos de uno o dos cuartos del edificio San San Sanfernado (como cantaba Lucho Bermúdez hace medio siglo en el Club que se robaron), todos parecidos pero diferentes; como la gente.

Ahora hablan a cada rato de ciudades inteligentes, edificios inteligentes (y verdes), teléfonos inteligentes, maletas inteligentes y hasta de papel inteligente; pero donde está las personas inteligentes que prefieren vivir en una vivienda con patio con vergel y perro, así sea en un quinto piso como en el Edificio García, 1939, en Barranquilla, del arquitecto cubano Manuel Carrerá, el que debería ser objeto de estudio en las universidades.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 05.09.2015

06.08.2015 Arquitectura escrita

Además de la dificultad de dibujar espacios y no apenas volúmenes, cómo representar en planos un ambiente arquitectónico. ¿Cómo dibujar la resonancia de un recinto, o su luz o penumbra o la brisa que pasa? ¿Qué de los muebles y objetos diversos que lo llenan? ¿Qué de las personas que lo ocupan? ¿Y los sonidos? ¿Y los olores? Todo toca imaginarlo para poderlo ‘tocar’ y después ¡escribirlo! para luego leerlo y releerlo.

Y ni se diga la imposibilidad de representar los recorridos y estancias a lo largo del tiempo de los diferentes usuarios (niños, jóvenes, adultos y viejos, mujeres y hombres), y en muy distintas circunstancias (sanos, enfermos o impedidos), en un entorno que cambia de imagen (de noche o de día) y de actividad (ya sean ocupados o desocupados) todo el tiempo; hay que decirlo y proceder a escribirlo para no olvidarlo.

Y es muy difícil dibujar transparencias y reflejos, y casi imposible hacerlo con el agua que murmura y da frescura y placidez. Todos ellos sensaciones, evocaciones, encantos, embrujos y asombros propios de todo ambiente arquitectónico, y la única manera de describirlos es en una memoria escrita al mismo tiempo que se adelanta con dibujos el proyecto, cuyo nombre precisamente indica que es para no olvidarlos.

Para componer el proyecto de un edificio o de un espacio urbano, es imprescindible hacer y rehacer los diferentes tipos de dibujo que lo representan, y hacer los cambios que cada uno de ellos genera en los otros, y poner suficientes notas escritas en ellos, concisas y claras, para lo que no se puede dibujar, las que a su vez alimentan la memoria mencionada que debe acompañar siempre los dibujos para mantenerlos a raya.

Cómo, si no es dejándolo por escrito, se puede entender que lo que es cierto en el trópico es que la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes, pero no bajo la luz del Sol, como dijo bellamente Le Corbusier, si no bajo la acogedora sombra, como concluye con mucha razón el arquitecto panameño Ariel Espino, e incluso sería más apropiado en este caso decir ambientes y no volúmenes.

Y hablando de temperatura, Immanuel Kant definía metafóricamente a la arquitectura como “música congelada”. ¿Cómo dibujarla? Pues como dice un poema áulico en la sala de las Dos Hermanas en la Alhambra, y se podría repetir para muchas obras maestras de la arquitectura en el mundo, su “bella estructura ha pasado ya a proverbio, y (su justa) alabanza está en los labios de todos” cuya caligrafía si es dibujada.

Y para poner a hablar a las ciudades, que tienen tanto qué decir, hay que escribir sobre ellas y hacerlo desde otra ciudad, la propia, más hacerlo considerando la advertencia implícita en los versos de Don Francisco de Quevedo (1580-1645) el gran poeta del Siglo de Oro español: Buscas en Roma a Roma, oh peregrino, y en Roma misma a Roma no la hallas: cadáver son las que ostentó murallas y tumba de sí propio el Aventino.

Para escribir, decía Óscar Wilde, solamente hay dos reglas: tener algo que decir y decirlo. Y en arquitectura sí que vale la pena escribir lo que se quiere construir antes de proyectarlo para no caer bajo el dominio del dibujo, el cual es apenas un medio y nunca debería ser un fin, como suele pasar sobre todo entre los estudiantes y los malos profesores que no diseñan… ni escriben ni leen, y que ni siquiera dibujan.

Columna publicada en el diario El País de Cali 06.08.2015.

06.08.2015 Arquitectura escrita

Además de la dificultad de dibujar espacios y no apenas volúmenes, cómo representar en planos un ambiente arquitectónico. ¿Cómo dibujar la resonancia de un recinto, o su luz o penumbra o la brisa que pasa? ¿Qué de los muebles y objetos diversos que lo llenan? ¿Qué de las personas que lo ocupan? ¿Y los sonidos? ¿Y los olores? Todo toca imaginarlo para poderlo ‘tocar’ y después ¡escribirlo! para luego leerlo y releerlo.

Y ni se diga la imposibilidad de representar los recorridos y estancias a lo largo del tiempo de los diferentes usuarios (niños, jóvenes, adultos y viejos, mujeres y hombres), y en muy distintas circunstancias (sanos, enfermos o impedidos), en un entorno que cambia de imagen (de noche o de día) y de actividad (ya sean ocupados o desocupados) todo el tiempo; hay que decirlo y proceder a escribirlo para no olvidarlo.

Y es muy difícil dibujar transparencias y reflejos, y casi imposible hacerlo con el agua que murmura y da frescura y placidez. Todos ellos sensaciones, evocaciones, encantos, embrujos y asombros propios de todo ambiente arquitectónico, y la única manera de describirlos es en una memoria escrita al mismo tiempo que se adelanta con dibujos el proyecto, cuyo nombre precisamente indica que es para no olvidarlos.

Para componer el proyecto de un edificio o de un espacio urbano, es imprescindible hacer y rehacer los diferentes tipos de dibujo que lo representan, y hacer los cambios que cada uno de ellos genera en los otros, y poner suficientes notas escritas en ellos, concisas y claras, para lo que no se puede dibujar, las que a su vez alimentan la memoria mencionada que debe acompañar siempre los dibujos para mantenerlos a raya.

Cómo, si no es dejándolo por escrito, se puede entender que lo que es cierto en el trópico es que la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes, pero no bajo la luz del Sol, como dijo bellamente Le Corbusier, si no bajo la acogedora sombra, como concluye con mucha razón el arquitecto panameño Ariel Espino, e incluso sería más apropiado en este caso decir ambientes y no volúmenes.

Y hablando de temperatura, Immanuel Kant definía metafóricamente a la arquitectura como “música congelada”. ¿Cómo dibujarla? Pues como dice un poema áulico en la sala de las Dos Hermanas en la Alhambra, y se podría repetir para muchas obras maestras de la arquitectura en el mundo, su “bella estructura ha pasado ya a proverbio, y (su justa) alabanza está en los labios de todos” cuya caligrafía si es dibujada.

Y para poner a hablar a las ciudades, que tienen tanto qué decir, hay que escribir sobre ellas y hacerlo desde otra ciudad, la propia, más hacerlo considerando la advertencia implícita en los versos de Don Francisco de Quevedo (1580-1645) el gran poeta del Siglo de Oro español: Buscas en Roma a Roma, oh peregrino, y en Roma misma a Roma no la hallas: cadáver son las que ostentó murallas y tumba de sí propio el Aventino.

Para escribir, decía Óscar Wilde, solamente hay dos reglas: tener algo que decir y decirlo. Y en arquitectura sí que vale la pena escribir lo que se quiere construir antes de proyectarlo para no caer bajo el dominio del dibujo, el cual es apenas un medio y nunca debería ser un fin, como suele pasar sobre todo entre los estudiantes y los malos profesores que no diseñan… ni escriben ni leen, y que ni siquiera dibujan.

Columna publicada en el diario El País de Cali 06.08.2015.

11.07.2017 Los nuevos arquitectos

Como dijo de los artistas hace muchos años el conocido pintor Fernando Botero -que eran las putas de la sociedad- los arquitectos lo son pero del poder. Sin mecenas, y apenas con clientes, es poco lo que se puede hacer aparte de ejercicios universitarios sobre temas que casi nunca se vuelven un encargo en la vida profesional, y pequeños trabajos propios.

El comunista Oscar Niemeyer hizo palacios mientras que el pro nazi Frank Lloyd Wright cientos de casas para gente común. Cuando se desmembró la Bauhaus, Walther Gropius terminó en Estados Unidos mientras Hannes Meyer se fue para la Unión Soviética en donde no duro mucho, y sus adelantadas ideas junto con Hans Wittwer se quedaron en el papel.

Sin la empresa de bebidas fundada por Joseph E. Seagram, un contrabandista enriquecido durante la Ley Seca, Ludwig Mies van der Rohe (en colaboración con Philip Johnson quien de seguro fue el que consiguió el encargo) se hubiera quedado en el Pabellón de Barcelona, que desde luego ya es mucho. Aldo Rossi era de izquierda pero Carlo Scarpa de derecha lo que llevó a que uno tuviera encargos importantes mientras el otro no tanto.

Es cierto que Miguel Angel sacó al Papa Sixto VI de la Capilla Sixtina para que no interrumpiera su trabajo, pero era Miguel Angel, o sea una excepción, y Howard Roark, el arquitecto héroe de “El Manantial“, 1943, de Ayn Rand es, claro, pura ficción.

De ahí que lo oportuno sea hablar de arquitectura y no de arquitectos como Santiago Calatrava que se quedaron sin encargos, demandados como él en Venecia () y Valencia.

La arquitectura espectáculo promovida por los que aun creen en el “efecto Bilbao” ya nadie la quiere por tramposa y costosa, como el museo de Frank Gehry en Panamá. Salvo en Colombia donde cientos de arquitectos que se gradúan cada año guardan silencio.

Pero sin mecenas, y apenas con clientes ignorantes o codiciosos, es poca la arquitectura que se puede hacer pues los dioses, los grandes comitentes de siempre, ya no precisan de templos. Por eso hay que exigir para todas las obras públicas concursos de ideas y no de imágenes y con jurados idóneos, no como los que otorgan premios a los imitadores de Zaha Hadid; o a ella.

Ya lo señaló Henry Hobson Richardson a finales del siglo XIX, pero toca repetirlo cada tanto: el primer trabajo del arquitecto es conseguirlo, o como lo dijo décadas después Marcel Breuer: “Un pintor hace algo y entonces lo vende; un arquitecto lo vende primero y después lo hace” (Winthrop Sargent: Profile of Marcel Breuer, 1971).

Vender oficio y experticia en variaciones tipológicas que obedezcan a climas y paisajes y no falsa originalidad. Pero como escribió Aldo Rossi, “no existe ninguna posibilidad de invención tipológica si admitimos que ésta se conforma mediante un largo proceso en el tiempo, y que está en un complejo vinculo con la ciudad y la sociedad” (La arquitectura de la ciudad, 1971).

Por eso es preciso ante todo estudiar y conocer lo propio, como en el Taller Internacional de Cartagena, pues la tecnología aplicada a la construcción debe combinar elementos tradicionales y novedosos para reducir la huella de carbono en edificios y ciudades, que son los mayores generadores de gases de efecto invernadero (Sophia y Stefan Beling: Sol Power, 1996).


Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 11.07.2017

04.07.2015 Para qué un diccionario

Escribe Eduardo Punset que: “El propósito de la teoría científica no consiste en limitarse a observar la naturaleza, sino en facilitar las normas para manipular los objetos estudiados y el lenguaje necesario para controlar y transmitir los resultados.” (El viaje a la vida, 2014, p.95). Justamente por eso mismo es que la finalidad de analizar obras arquitectónicas visitándolas, sea el facilitar su entendimiento, como también, posteriormente, la composición de nuevas obras, para lo cual es definitivo usar un lenguaje preciso.

Lenguaje conciso que en últimas es el que acopian los diccionarios, que, como lo define el Diccionario de la lengua española, DRAE, precisamente, son libros, impresos o virtuales, en los que se recogen y explican de forma ordenada las voces de una o más lenguas, o los términos de una ciencia, una técnica, un arte, un oficio o una materia determinada, en este caso la arquitectura, la que por lo demás tiene que ver al mismo tiempo con todos esos temas y se debe hablar de ellos con el mismo rigor, y no con cómodas ambigüedades de moda.

Pero como bien dice Julio Cesar Londoño (El Barney’s Dictionary, El País, Cali 05/06/2013), los diccionarios aspiran a examinar todas las palabras del tema pertinente, y definir es muy difícil porque la definición tiene que ser tan amplia que quepan todos los elementos de una cierta clase, y tan estrecha que excluya los de clases semejantes. Mas la arquitectura, como piensa él, tiene la ventaja de que está a caballo entre la ciencia y el arte, lo que permite aspirar al rigor sin desmedro de la poesía. Hablar del arte con técnica y de la técnica con arte.

El lenguaje usado es inseparable del oficio de la arquitectura, y relativo a las técnicas, materiales y modo de usarlos y a las relaciones entre ellos en las obras, como dice Giorgio Grassi (Introducción al libro de H. Tessenow: Osservazioni elementari sul costruire, 1974). Pero la mayoría de las bellas palabras de los diccionarios de arquitectura, ya no se necesitan, y muchas de las que se usan ahora en el país no son precisas, o no son usadas correctamente, o son tomadas del inglés. Además algunos neologismos necesarios apenas están apenas en proceso de consolidación, o se necesitan algunas nuevas palabras.

De otro lado, los diccionarios especializados pertenecen a un campo determinado y proporcionan una breve información sobre el significado de sus términos esenciales. Y en el caso del AZ: Las palabras de la arquitectura, 2013, está organizado de dos maneras: según el proceso de proyectación siguiendo la famosa utilitas, firmitas y venustas de Vitruvio, pero agregando el emplazamiento y el método; y al final en el orden alfabético convencional. Son las palabras indispensables a una arquitectura para nuestras ciudades, topografías, climas, paisajes y tradiciones.

Como dijo Hemri Poincaré, “una palabra bien elegida puede economizar no solo cien palabras, sino cien pensamientos” (http://es.wikiquote.org). A lo que se puede agregar que evitar tomarlas del ingles ayuda a pensar en una arquitectura propia y para el trópico, frío, templado o caliente, y no la de moda en climas de estaciones. Londoño dice que es otra utopía, pero Eduardo Galeano las ve como metas en el horizonte que se alejan a medida que nos acercamos a ellas (Me caí del mundo y no se como entrar, 2010).

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 04.07.2015



04.06.2015 Arquitectura vallecaucana

El valle del curso medio de río Cauca abarca 500.000 hectáreas en su parte plana y unas 250.000 en sus dos piedemontes. Es decir, cerca de la mitad oriental del Departamento del Valle del Cauca, más, en su extremo sur, una porción del Departamento del Cauca y, hacia el norte, parte del Departamento de Risaralda.

La apertura del Canal de Panamá en 1914 y la posterior construcción del ferrocarril de Cali a Buenaventura, permitieron la formación de un sistema de ciudades a lo largo del valle del río Cauca, cuya gran potencialidad agropecuaria estaba casi inexplotada por la carencia de vías. Y significó el despegue de Cali como complemento del puerto más importante del país.

Así, la nueva capital del nuevo departamento rápidamente pasó a ser el principal centro urbano de la comarca, como del departamento mismo, y ahora el segundo del país, concentrando la mayoría de la población del valle del río Cauca y de su nuevo patrimonio construido, mientras que las otras ciudades y pueblos conservaban el anterior de tradición colonial.

La importancia de conservar y estudiar este patrimonio no sólo es arquitectónica sino medioambiental, pues se trata de evitar el desperdicio de lo que ya está edificado y es utilizable, y por su pertinente ejemplo para el manejo del clima. Y también es un asunto social pues se trata de no causar un problema como es la falta de identidad cultural de los ciudadanos con sus ciudades.

Continuar perdiendo las tradiciones, edificios y lugares que unen culturalmente las diferentes generaciones y procedencias de los muchísimos nuevos habitantes del área metropolitana de Cali, es contribuir a ese desarraigo que tienen con su demasiado reciente y poblada ciudad, que alimenta los conflictos entre vecinos llegando a la violencia, una de las más altas del mundo.

En consecuencia, es de utilidad conocer y estudiar esas construcciones, las que deberían ser una referencia para los nuevos proyectos urbanos y arquitectónicos en la región. Y es urgente darlas a conocer a tantos caleños que ignoran su pertinencia, y que por eso no las valoran ni aprenden de ellas, e incluso las desprecian por ‘viejas’.

Son las casas de hacienda y urbanas y las capillas, iglesias y claustros, coloniales y republicanos, del Siglo XVII al XIX, los hitos moderno historicistas de inicios del XX, los aciertos del Art Déco, el Neo colonial, el Español californiano y ciertas construcciones modernas de mediados de ese siglo, y unas pocas reinterpretaciones de esta tradición ya en el Siglo XXI.

Son las respuestas históricas al clima, relieve y vegetación, que conforman los paisajes de la ciudad, y cómo generan tradiciones y asimilan modas y tendencias. De ahí que el estudio de la arquitectura en el Departamento se debe enfocar en aquella que es claramente sostenible y contextual y por tanto pertinente a la arquitectura en el valle del río Cauca en el Siglo XXI.

Un seminario para dialogar sobre el tema, abierto al público en general, pues es incumbencia de todos, se hará en La Tertulia del 30 de junio al 12 de julio, con visitas de estudio a ejemplos destacados dentro y fuera de Cali. Tendrá como invitados a Francisco Ramírez, sobre la arquitectura actual en el mundo, Andrés Erazo, sobre la geografía de Cali y Carlos Bernal, sobre su arquitectura moderna, y estará dirigido por quien escribe.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 04.06.2015

30.04.2015 Una historia

En 1929 se inauguraban, simultáneamente, el Pabellón de Alemania en la
Exposición Internacional Barcelona, de Ludwig Mies van der Rohe
(1886–1969) una de las obras mas influyentes de la arquitectura
moderna; y, en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, el Pabellón de
Colombia, del arquitecto sevillano José Granados de la Vega (1898-?)
cuya ornamentación es del escultor Rómulo Rozo (1899-1964), nacido en
Colombia pero ya trabajando en París y quien viviría después en
México. Edificio que debió estimular en las décadas siguientes la
naciente arquitectura neo colonial en el país.

El Pabellón de Barcelona, como es conocido (junto con la famosa silla
Barcelona), pretendía simbolizar el carácter progresista y democrático
de la nueva República de Weimar y su recuperación tras la Primera
Guerra Mundial. Por su parte, el Pabellón de Colombia buscaba una
imagen indígena como expresión de la identidad nacional (A. Graciani:
“1929; El Pabellón de Colombia en la Feria Iberoamericana de Sevilla”,
2014) pero aportando una particular visión de su raza nacional, la
Chibcha, muy propia de la élite centralista santafereña de entonces,
que lo pensaba como vitrina para fomentar la exportación de café y
otros productos agrícolas del país.

El primero sigue siendo una arquitectura futurista de sueltos planos
ortogonales y sin ornamento, mientras el otro es historicista,
presenta muchas curvas y fue profusamente ornamentado por Rozo con
temas indígenas. Pero paradójicamente, en tanto que Mies usa una
planta libre que origina circulaciones acodadas, como son las de la
arquitectura colonial en Iberoamérica, que no es probable que
conociera, Granados, quien también diseño el Pabellón de Guatemala, se
ciñe en ambos a una composición clásica simétrica y de recorridos
axiales, ajena aquí salvo en las iglesias, aunque muchas de ellas
tienen en Colombia espadañas o campanarios mudéjares, a un costado,
como un alminar hispano musulmán, rompiendo la simetría de sus
fachadas.

La arquitectura neo colonial, que dejó notables ejemplos en las
principales ciudades del país, como el edificio de la Compañía
Colombiana de Tabaco, de 1936, en Cali, de Guillermo Garrido, fue
pronto superada por el Spanish de Florida y California, conocido aquí
como español californiano (F. Ramírez y otros: “Arquitecturas
Neocoloniales: Cali 1920-1950”, 2000), con el que se la suele
confundir, pues para ver sus evidentes diferencias es preciso mirar
sin prejuicios la acertada adaptación de la arquitectura colonial a
los paisajes del país, su contextualidad urbana y su eficiente
climatización pasiva en climas calientes y templados, mas sin caer en
el “guatavitismo” formal de la década de 1960.

Pero en 2015, casi un siglo después de las dos decisivas exposiciones
en la Madre Patria, por lo contrario se anuncian en Colombia grandes
proyectos de las estrellas de la arquitectura espectáculo
internacional. Presos de la “imagen” que debe tener el país, olvidamos
que esta debe resultar del territorio mismo: de sus muy distintos
relieves, suelos, climas y vegetaciones, que originan paisajes y
tradiciones urbanas y arquitectónicas particulares, que es preciso
reinterpretar. Como lo hizo Rogelio Salmona, quien no solo supo mirar
nuestro pasado hispano musulmán y su adaptación aquí, sino también la
arquitectura monumental de la América precolombina.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 30.04.2015
   

26.03.2015 Ética y Arquitectura

No es ético por parte de un arquitecto limitarse a hacer literalmente
lo que el cliente le pide para su vivienda, en lugar de diseñarle lo
que con su experiencia y conocimiento considera que necesita, para lo
cual por supuesto debe oírlo a el y a su familia y amigos y conocidos
metidos. Cosa que aquí casi ninguno hace, limitándose a copiar
imágenes de moda en el exterior y que muestran las revistas que nos
mandan, pues como le decía en días pasados Susanita a Mafalda, solo es
“bueno” lo que se acepta allá, en Estados Unidos y Europa, no lo que
es bueno aquí; lo que comprobadamente ha sido mejor aquí.

Igual que ese usuario del transporte público que decía que no le
gustaba el transporte ni el publico, juego de palabras que lleva a
pensar en que es preciso mejorar al tiempo el transporte y el público,
hay que educar como a un niño al cliente al tiempo que se desarrolla
el proyecto, incluso si no se trata de una vivienda unipersonal. El
problema desde luego es que en general ya se creen “grandes” o que lo
que necesitan es una costurera y no un gran modisto y ni siquiera un
buen sastre. Y en arquitectura, además, pese a que aquí cada vez hay
mas de las primeras, hay menos de los segundos y de los últimos ya no
queda ninguno.

En general los clientes no entienden que son personas que por algo han
decidido utilizar los servicios de un profesional con el supuesto de
que ejerce su oficio con capacidad y aplicación y con una experiencia
comprobada en el mismo, es decir con relevante capacidad y aplicación.
Además los clientes de los arquitectos suelen creer ingenuamente que
saben lo que quieren, pero lo que los arquitectos deben saber es qué
es lo que en realidad necesitan y descifrar su gusto, el que no es
nunca algo subjetivo como se cree; es cultural y se forma ya de niños,
cuando se aprende todo, junto con la lengua, comidas, costumbres,
comportamientos y religiones.

La ética profesional de un arquitecto que lo sea es pues el conjunto
de normas morales que rigen su conducta como tal, mas allá de una
simple actividad a cambio de dinero. Que vergüenza cuando justifican
algo diciendo que el cliente se lo pidió, como si se tratara de servir
obsequiosamente a un superior. Lo que si era cierto en la antigüedad
cuando sacerdotes arquitectos levantaron sus magnificas obras a sus
respectivos dioses, los mejores clientes posibles pues no necesitan
nada y lo tienen todo ya que solo existen en el mundo de las
creencias, por lo que es posible ponerse bajo su protección o tutela
sin comprometer el oficio.

Es el problema de ser ateo y arquitecto, y querer poner la
arquitectura al servicio ya no de dioses sino de hombres y mujeres
comunes pero queriendo que habiten como dioses o al menos como
príncipes. Fue lo que pretendió el Movimiento Moderno en arquitectura,
ese último reducto del humanismo, ponerla al servicio del ser humano.
Es lo que ahora logra la arquitectura realmente pos moderna, pues el
posmodernismo no pasó del banal espectáculo, al conjugar el
antiquísimo arte de la arquitectura con lo mas actual de sus varias
técnicas; una nueva ética sumada a una vieja estética: vencer con
gracia la gravedad y enaltecer los recorridos al tiempo que se cuida
de su seguridad, funcionalidad y confort: lo entendería Mafalda.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 26.03.2015

28.03.2015 A mano y computador

  Es evidente que la manera como ahora se diseña ha sido decisiva en el fatal surgimiento de la arquitectura espectáculo. Como dice Guillermo Jaim Etcheverry, educador y ensayista, el que las letras estén unidas en la escritura cursiva permite que el pensamiento fluya con armonía, traduciéndolo a palabras (La tragedia educativa, 1999). Lo mismo se puede decir del proyectar edificios o espacios urbanos.

  Pero otra cosa es dibujar lo ya proyectado a mano; es como pasar a un computador lo ya escrito. Así como se trata de unir palabras con sentido y no apenas silabas con sonido, y menos aun simples letras, al proyectar se están uniendo patrones de diseño, conscientes o inconscientes, ya sea siguiendo un canon, una tipología o una analogía pero no “creando“ todo de nuevo, lo que en arquitectura es todo un despropósito.

  Umberto Eco (citado por Etcheverry), destaca que la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, pero al contrario de lo que él afirma, el computador también lo sugiere, y sin lugar a dudas así es al proyectar a partir de patrones de diseño seleccionados previamente según las determinantes del proyecto en cuestión, que surgen de sus circunstancias, requerimientos y propósitos.

  Al contrario de lo que pasa al escribir en letra de imprenta, que como dice Etcheverry implica escindir lo que se piensa en letras, en la proyectación se juntan, adaptándolos y mejorándolos si es el caso, componentes, elementos y partes de edificios o espacios urbanos, ya definidos anteriormente. Están presentes en la memoria del arquitecto, permitiendo con el computador integrarlos con precisión al proyecto.

  Además cabe preguntar si las teclas de un piano escinden las notas de una música determinada, y si es valido aquí también que las partituras deben ser escritas a mano para que la música fluya con armonía. La realidad es que los diferentes sonidos iniciados en las teclas del piano tienen diferentes volúmenes y se traslapan unos con otros. Como las construcciones vernáculas de cualquier pueblo.

 Así las cosas, al terminar de proyectar con el computador no se estaría favoreciendo ese pensamiento binario que le preocupa a Etcheverry en el caso de la escritura. Y no se estaría buscando que la proyectacion sea individual, y que nos diferencie a unos de otros, como quiere él de la escritura, si no todo lo contrario: que sea rica si, pero no individualista ni diversa, que es lo que esta acabando con la identidad y belleza de las ciudades.

 Proyectar a partir de una ética profesional y no apenas de una estética personal, no es sólo “responder a una voz interior” con el dibujo a mano, como los artistas, si no que representa un “ejercicio irrenunciable” realizado ahora con la ayuda del computador, como los técnicos, y no a base de modelos de madera como antes. Dos practicas –arte y técnica- que deben convivir, precisamente porque la arquitectura es su conjunción.

  Los computadores permiten ver y comprobar de inmediato lo que se esta proyectando, y archivarlo para su posterior y fácil uso. De allí la importancia de usar una única retícula de diseño, de números enteros, lo que facilita el intercambio de componentes, elementos y partes, sin constreñir las modificaciones deseadas o necesarias, como agrandar o disminuir, pues siempre se podrá multiplicar o dividir por dos.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 28.03.2015


21.03.2015 Mejor mirar todo

“Es imposible ir hacia adelante y mirar hacia atrás; quien vive en el pasado no puede avanzar” dicen que dijo Ludwig Mies van der Rohe; sin embargo no se puede avanzar desconociendo el pasado. Sobre todo en las ciudades donde la arquitectura del pasado está presente y en uso, ya sea el edificio mismo, con todas sus modificaciones, o muchos patrones y tipos arquitectónicos que sólo han evolucionado. De ahí la importancia de conservar el patrimonio construido.

Y La arquitectura, en tanto arte, también es histórica. El gótico no es posible antes del románico, ni el posmodernismo antes del modernismo. Y mas clásico que la arquitectura de Mies ¿qué? No se puede avanzar sin mirar atrás (por eso los carros tienen espejo retrovisor) y no se puede progresar técnicamente ni evolucionar estéticamente sino a partir de lo anterior. Y por lo mismo tampoco se puede innovar, y avanzar implica hacerlo en el presente desde el pasado pretendiendo el futuro.
Ya lo dijo Lord Palumbo, presidente del jurado del Premio Pritzker de 2012, otorgado al arquitecto chino Wang Shu: "El asunto de la relación adecuada entre presente y pasado es particularmente oportuna, porque el proceso reciente de urbanización en China invita al debate sobre si la arquitectura debe anclarse en la tradición o si sólo debe mirar hacia el futuro", y todos los miembros del jurado, concuerdan en que Wang Shu mira hacia atrás para poder avanzar.

Para Alejandro Aravena su arquitectura "es intemporal, profundamente arraigada en su contexto y sin embargo, universal.” Yung Ho Chang destaca que “tiene sus raíces en el contexto local y es culturalmente sensible”. Para Juhani Pallasmaa “es un ejemplo de la capacidad de la arquitectura contemporánea de enraizarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de una tradición específica”. Y Zaha Hadid reconoce (aunque lamentablemente no ha influido en su propio trabajo) que “la transformación de los usos de materiales antiguos y motivos es muy original y estimulante”.
Por su parte, Glenn Murcutt, también jurado del Pritzker de 2012, se queja con toda la razón de que “la forma por si misma se ha convertido en una disciplina superficial” y señala que Shu ha “evitado el sensacionalismo y la novedad.” Es decir, todo lo contrario de lo que insisten en mostrar las revistas de arquitectura, y que a su vez reproducen las de aquí y los periódicos como si se tratara de un asunto de modas.

Y tal vez sea esta la principal razón para mirar hacia atrás, pues la frase de Mies, fuera de su contexto, es decir del debate sobre la arquitectura a mediados del siglo XX, probablemente significaba para él otra cosa: la necesidad de superar algo que ya era pasado: la arquitectura de los pioneros, incluyendo sus primeras obras y su propio origen, de los que hablaba Nikolaus Pevsner (Pioneros del diseño Moderno, de William Morris a Walter Gropius, 1936).

En conclusión, mejor mirar todo: atrás, adelante y a los lados y sobre todo al presente. Como lo dijo Agustín de Hipona: “El presente del pasado es la memoria, el presente del presente es la percepción directa y el presente del futuro es la expectativa”. Del pasado solo queda su historia y consecuencias, y es a partir de ellas en el presente que deberíamos prever nuestro futuro, y actuar en consecuencia, no por el prurito mal entendido de simplemente “avanzar”.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 21.03.2015

19.03.2015 Estrellas fugaces

Frank Gehry, exagerado como su arquitectura, ha dicho que el 98% de la
moderna es "pura mierda" (S. Burgen, theguardian.com, 24/10/2014) y
Rem Koolhaas notificó en Venecia: “El fin de mi carrera, el fin de mi
hegemonía, el fin de mi mitología, el fin de todo, el fin de la
arquitectura” (G. Fischer, Torre de Babel, 2015) mientras que Santiago
Calatrava huye de las demandas (K. Sainz Borgo, vozpopuli.com,
23/08/2013) y Zaha Hadid y los que imitan su arquitectura espectáculo
callan.

El hecho es que se están apagando las estrellas de la arquitectura
mundial pero fatalmente permanecen sus enormes impactos. Rafael Moneo,
premio Pritzker de 1995, ya había hablado de esas “formas azarosas y
fortuitas no dictadas por la razón, sino por un accidente no ligado a
la propia disciplina, [que] han estado presentes en la arquitectura,
sobre todo en la del último tercio del siglo XX” (J. García Calero,
SBC.es, 2005), y respecto a la cual Oriol Bohigas ya era “bastante
pesimista”.

Por eso Anatxu Zabalbeascoa se pregunta por qué fallan por todas
partes los edificios-estrella (El País, Madrid, 23/11/2013). Como la
Biblioteca España, en Medellín, que se desbarató poco a poco y
repararla costará mucho (Semana, 2013) o esa dispendiosa imitación en
Bogotá de los puentes de Calatrava que no resistió la prueba de carga
y se vino al suelo, y Cali se salvó de tener un “Calatrava original”
en donde además no se necesitaba.

Se pregunta también Zabalbeascoa si será que se acerca el fin de la
gran arquitectura (El País, Madrid, 28/04/ 2014), y será por eso que
le dan el Premio Pritzker 2015, a un arquitecto serio como Frei
Otto, muerto a los 89 años, y cuyas obras ya no publicaban las
revistas. Pero es muy preocupante que la arquitectura espectáculo se
mantenga en nuestros países pese a que en Europa está llamada a su
desaparición “para formar parte de la historia” como lo dijo Arturo G.
de Terán (La voz de Asturias, 11/03/2008)

Lo que incumbe a todos los ciudadanos, pues es lo mas visible de la
civilización del espectáculo, de la que habla Mario Vargas Llosa en su
último libro, aunque no la menciona. Al fin y al cabo las ciudades son
las escenografías de diferentes culturas (L. Mumford, La Cultura de
las ciudades, 1938), lo que es fundamental en un mundo que se
globaliza rápidamente, y por eso la información entre paréntesis para
que los interesados puedan profundizar en un tema que los afecta mas
de lo que creen.

Pero en Latinoamérica su arquitectura de penúltima moda es publicitada
por una prensa que poco analiza lo que “informa”, mientras la
pertinente a sus circunstancias y determinantes geográficos e
históricos, por ser de aquí, no es visto en su verdadero valor. Mas
cuando se rememora la Cali de principios del siglo XX, la palabra a
que mas se acude es “sencillo”: ciudad, casas, calles, plaza y vida
eran sencillas y hasta la muerte.

Hay que regresar a una arquitectura sencilla, no fugaz. Pensar, como
Jean Nouvel, “cómo el exterior viene al interior” (R. Lacayo, Time,
30/05/2008) y partir de los climas, relieves, paisajes y tradiciones
urbano arquitectónicas de las ciudades calientes, templadas y hasta
frías, del trópico, que no precisan de la tecnología de punta de Sir
Norman Foster, sino del ejemplo de Rogelio Salmona en Colombia,
Ricardo Porro en Cuba o Sir Geoffrey Bawa en Sri Lanka.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 19.03.2015
   

31.01.2015 Saber ver

La euritmia es la buena disposición y correspondencia de las partes de una obra de arte. Y en la arquitectura depende de la proporción, que es la disposición, conformidad o correspondencia debida de las partes con el todo o entre sí. Es decir, la mayor o menor dimensión de una parte de un edificio con respecto a otra. Y escala es la sucesión ordenada de los distintas partes, como por ejemplo en la escalinata y la imponente fachada de la iglesia nueva de San Francisco, en Cali, terminada a principios del siglo XIX, cosa que no parecen entender los que diseñan, copiando tontamente a Calatrava, esos nuevos puentes peatonales de la ciudad llenos de elementos pretenciosos que no necesitan.

En los edificios la percepción de las proporciones resulta de su impresión material en nuestros sentidos, al mismo tiempo física, estética y sicológica, y en consecuencia hay que evitar que sea contradictoria, en lo que precisamente consiste la buena arquitectura. Las escaleras, por ejemplo, tienen que ser funcionales y confortables pero también bellas, y enaltecer el espíritu cuando además son para mirar y ser mirado, como la de la entrada al edificio de la FES, de 1987, de Rogelio Salmona, Pedro Mejia, Jaime Vélez y Raúl Ortiz, hoy Centro Cultural de Cali, en la esquina del Teatro municipal, lo que seguramente no valoran los que quisieron venderlo.

La percepción física en arquitectura tiene que ver, entonces, con la antropometría, es decir con las proporciones y medidas del cuerpo humano y los muebles y recintos que usamos (Panero y Zelnik, 1979), como con la proxémica, uso del espacio (Hall, 1959). Aun cuando con frecuencia en ellos se da más importancia a la estética que a la comodidad, e incluso que a la seguridad, lo ético es resolver la contradicción y, paradójicamente, el resultado puede ser incluso mas estético. Precisamente es lo que se logra con una buena escalera de evacuación, cuya forma mas eficiente y segura es la helicoidal, y encerrada en hormigón para que no entre el humo y no sea afectada por el calor, cuyo resultado formal es un alto y bello cilindro, en el que la construcción, materiales y sistemas (Allen, 1982), juegan un importante papel.

Por su parte, la percepción estética de los edificios tiene que ver con la Gestalt, formas, texturas y colores (Bill, 2009), y es relativa a la apreciación de su belleza, y esta depende de la armonía de su aspecto y proporción, de tal manera que su apariencia sea agradable y significativa. Estética que deriva del conjunto de los elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a una determinada arquitectura. Como por ejemplo la moderna , con su conclusión de que “menos es mas”, atribuida a Luwig Mies van der Rohe, como también que la “forma sigue a la función”, propósito planteado por Louis Sullivan. Tal como sucede con la ética profesional y la estética moderna del cilindro mencionado arriba.

Finalmente, la percepción psicológica, a partir de la homeostasis, cuerpo y medio ambiente (Serra, 1995), atañe al espíritu y a los procesos mentales de las personas y su conducta, a su manera de sentir, y juntos son los carácteres espirituales de una colectividad. Por eso debemos buscar un acuerdo entre climas, paisajes y tradiciones, como proponía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955), integrando la muy antigua herencia de nuestra arquitectura colonial con la muy nueva de nuestra reciente arquitectura moderna, especialmente en lo que tiene que ver con la climatización, pasiva y activa (Behling, 1996), la acústica, sonidos y ruidos (Arau, 1999). Como en la escalera del BCH, diseñado por Samuel García y Pablo Marulanda en 1960, la mas bella y desconocida de Cali, pese a la degradación que le ha hecho la DIAN. y la percepción ambiental, que hace que la gente use o no use un espacio público por muy 'diseñado' que sea... y sentirlo 'amigable' con el espacio urbano...de que habla Silvia de Schiller.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 31.01.2015

25.01.2015 Háptica, arquitectura y ciudad

La arquitectura debe estimular al tiempo todos los sentidos para fortalecer la experiencia del ser humano en el mundo. La pobreza sensorial de los edificios actuales, y por ende de las ciudades, nos hace sentir como extraños, a diferencia de los edificios tradicionales, centros históricos y paisajes naturales. El predominio de lo visual lleva al distanciamiento, aislamiento y exterioridad, dice el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa (Los ojos de la piel, 2005).

En los espacios colectivos, públicos y privados, cómo se animan los sentidos influye en el comportamiento y comunicación de la gente (Edward T. Hall: La dimensión oculta, 1959). Como en los mercados tradicionales a diferencia de los estériles supermercados actuales, y de allí que en ellos surjan ahora cafeterías, imitando los comederos de las plazas de mercado de los pueblos. 

Y es en la plaza, y su mercado, en donde se inician muchas ciudades (Lewis Mumford: La cultura de las ciudades,1938) y su disfrute y emoción es dado por el conjunto de las sensaciones visuales, auditivas, táctiles, olfativas y hasta gustativas que se experimentan en ellas. Así como tienen formas, colores, texturas y luz particulares, también tienen sonidos y olores característicos, y se asocian con ciertas comidas y bebidas. 

Por eso alcaldes y concejales –y muchos arquitectos- deben entender la importancia del conjunto de las sensaciones visuales, auditivas, táctiles, olfativas y hasta gustativas que se experimenta en sus ciudades. Caminando y no encerrados en carros blindados, ni viéndolas en fotografías castrantemente sólo visuales. 

La háptica, un neologismo por analogía con acústica y óptica, que proviene del griego háptō (tocar), referida a edificios y ciudades es el conjunto de las experiencias que deparan el tacto, el olfato y el gusto, sentidos que a lo largo del siglo XX perdieron la importancia que tuvieron por milenios, como lo demuestran numerosas culturas en las que siguen teniendo importancia colectiva.

En conclusión, hay que estudiar a los arquitectos que se preocupan por el uso apropiado y moderno de los materiales naturales tradicionales y su mejor envejecimiento, y que evitan el uso desmesurado del vidrio. A pleno sol es absurdo, como en Cali, sobre todo cuando ni siquiera es vidrio “inteligente” que regula la cantidad de luz y calor que entra, y hay que recurrir al aire acondicionado, contribuyendo al cambio climático.

“El uso de ventanales enormes […] resta […] intimidad [y] el efecto de la sombra y la atmosfera […] ” escribió Luis Barragán (Pallasmaa, 2005, p. 50 ) y al perder su significado ontológico las ventanas han pasado a ser sólo la ausencia de muros, y las fachadas meros planos lisos de un volumen. Como en el nuevo edificio del Banco de Bogotá o el de Imbanaco, en Cali, y peor cuando se trata de obviar el problema con vidrios de colores, como pretenden en el hotel de la Sagrada Familia en El Peñón.

Hay que aprender de Rogelio Salmona, Luis Barragán, Alvar Aalto, Louis I. Khan, Frank Lloyd Wright y Le Corbusier, el mas influyente de los arquitectos modernos, quien se ocupó, además de lo visual, de la textura de sus edificios (Pallasmaa 2005). Y desde luego de las obras locales que no respondan apenas a la vista; y menos aun a su imagen en las revistas, además engañosa pues sistemáticamente se elimina su entorno.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 25.01.2015

17.01.2015 Arqutiectura responsable

El cambio climático, la sobrepoblación y la urbanización del mundo son asuntos que deben determinar la arquitectura en las próximas décadas. Las pruebas científicas del cambio climático son hoy “apabullantes” como dice el Informe Stern, 2005 (p.21); en las próximas décadas habrá entre 2.000 y 3.000 millones de habitantes mas, la mayoría en países en desarrollo (p.99); y la urbanización está estrechamente ligada al crecimiento económico además del poblacional (p.101).

Es necesario proyectar edificios que consuman menos energía y agua, que sean de espacios modulares y genéricos que se puedan acondicionar, readaptar y remodelar, como sí pasa con la arquitectura de tradición colonial, a base de tipos arquitectónicos con los que se conforman espacios urbanos, pero es imposible con la arquitectura espectáculo actual, ya muy cuestionada en el mundo pero en la que insisten en Colombia algunos sin imaginación pero presumiéndola pues se venden como artistas “innovadores” a un público ignorante.

Pero todo esto lo ignoran los jurados de concursos y bienales. Por ejemplo, contra toda evidencia el de la reciente XXIV Bienal Colombiana de Arquitectura afirma que “en los últimos años ha aprendido a mirar con respeto lo propio” y premia proyectos que lo aparentan en su simpleza que no sencillez. Por lo demás, lo propio en este país es mas profundo y plural: la costa caribe, la olvidada costa pacífica, los tan diferentes valles interandinos, la altillanura y la selva amazónica, regiones que desde luego difícilmente todos podían conocer debidamente.

El caso es que según cada geografía e historia habría que tener presente la recomendación de Le Corbusier de buscar el acuerdo entre clima, paisaje y tradición, del que habló con motivo de su proyecto para una casa en el norte de África (Willy Boesiger: Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955), y por supuesto en estos países andinos y de climas tropicales hay que agregar su muy imponente relieve de valles entre montañas, el que sorprendentemente poco se considera, como si no se viera siquiera; no es sino mirar los planos y fotografías que se presentan a concursos y bienales eliminando los entornos de los edificios.

No deja de tener razón Frank Gehry (estaba bravo explicó) cuando dijo recientemente que el 98% de la arquitectura moderna es "pura mierda". Y la verdad es que eso sucede con la que se pretendió hacer igual en todas partes. Casas o edificios de apartamentos repetidos ad nauseam, o llamativos y escultóricos cascarones, si acaso sólo ícono para museos y similares, que no se pueden intervenir sin que desparezca su arquitectura. Todo lo contrario de cualquier claustro colonial, los que salen airosos hasta de las mas torpes intervenciones.

En razón de todo lo anterior, la Sociedad Colombiana de Arquitectos y sus Bienales, deberían reformularse de nuevo, de acuerdo con las nuevas circunstancias que debe afrontar la profesión, buscando divulgar ejemplos pertinentes para cada región, ya probados por suficientes años y no que se comiencen a desbaratar al poco tiempo. Y por supuesto lo mismo habría que hacer con los programas de arquitectura, comenzando por reducir su absurdo numero actual, los que deberían ser mas técnicos y no solo “artísticos”, y de posgrado.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 17.01.2015