Estos espacios arquitectónicos, que se remontan al siglo III a.C., al
punto de constituir una de las mas antiguas tradiciones de la arquitectura, son una cueva
artificial con un gran vano horizontal, mientras el claustro es un
recinto encerrado por pórticos que se enfrentan. Ambos encierran un pedazo de la
tierra y el cielo su techo, configurando toda una evocación del mundo, y un
lugar privado y único.
La casa
con patio, se remonta a los comienzos de las ciudades. En la India y la China
al 3000 a.C.. y en Creta al 2000 a.C. (Werner Blaser, Patios, 1985). Alrededor del siheyuan se desarrollan las casas del área de
Beijing, y en las casas de patios, escavadas de la región del Río Amarillo, aun
viven millones de personas (Ronald G. Knapp, The Chinese Houses, 1990). Hacia el 600 a.C., el paraíso (pari:
alrededor y daeza: muro) significaba
para los medos viñedo, o arboleda de
palmas datileras (Peter
Watson, Ideas/, Historia intelectual de la humanidad, 2006).
En
su forma original romana atrium era donde se encontraba el focus, el hogar de la casa alrededor del cual giraba
la vida familiar. Pronto su techo ennegrecido fue abierto para que saliera el
humo y cuando se traslado la cocina a otra parte quedaron estos espacios
maravillosos que pese a ser pequeños y cerrados participan del día y la noche,
del sol, la luna y las estrellas, del calor y el frío, de las brisas y los
vientos (Blaser, 1985).
Después de cruzar la
media luz de un zaguán o un salón, aparece intensa la del patio, las sombras
generadas por sus paramentos y la penumbra de sus corredores, o sus galerías, y
como necesariamente son acodados cada giro es una sorpresa. Placer que también
se tiene desde los recintos que abren a él
puertas y ventanas.
El entrar se enfatiza
el color de los muros, el ritmo de los vanos y su ornamentación,
descubriéndolos poco a poco si hay vegetación, o duplicados en un estanque, o
viendo de frente sus fachadas como en una plaza. Casi siempre son
cuatro, pero las hay circulares como la de Pedro Machuca en el Palacio de
Carlos V (1527) en la Alhambra, o en el Archivo General de la Nación (1988-89) en Bogotá, de Rogelio Salmona.
Y si la plaza es el espacio
cívico por excelencia y lugar de actividades y gentes (Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, 1929), el patio, de pocas personas, es el disfrute
intimo de un pedazo del mundo. Allí el tiempo se detiene, y cuando son pequeños
miran decididamente al cielo, siempre mas emocionante que la tierra, sobre todo
ahora si está ya urbanizada.
Son propios de la arquitectura de tradición colonial de estos países tropicales,
que como muchas en el mundo, es de patios. Y al final están los solares,
vergeles que en las casas de antes eran como salir al campo, cuando no al campo
mismo como aun sucede en algunos pequeños pueblos.
En las terrazas de
apartamentos escalonados la emoción es menor, pero tienen vista hacia afuera, como en el “patio” del segundo piso
de la villa Saboye (1925) de Le Corbusier. Se podrían volver patios cerrados
por la edificación por uno o dos de sus costados, mientras los otros son muros
que los oculten de los vecinos, y apenas un antepecho para mirar afuera.
El patio hispanomusulmán
Esta situación llevó inevitablemente
a organizar la vida domestica alrededor del patio, los que el Islam tomó del
mundo helenístico, adecuando sus peristilos a su conocido jardín entre tapias,
de tradición iraní, para sus propias necesidades (Fernando
Chueca Gotia, Invariantes castizos de la Arquitectura Española / Invariantes en la
Arquitectura Hispanoamericana, 1979).
En Al Andaluz,
la morería, viniendo del desierto, los llenó de agua con peces de colores,
vegetación de olores, multicolores pájaros y bellas huríes de verdad, pues para
los musulmanes los patios eran nada menos que representaciones del Edén en la
Tierra.
Jardines paradisíacos cuya tibieza y
dulzura, y música de surtidores y laúdes y perfumes de azahares, adormecen los
sentidos y llevan a la lascivia, que es como debe ser un verdadero paraíso (Marianne Barrucand y Achim Bednorz, Arquitectura islámica en Andalucía, 1992). Y no es sino estar en
alguno para comprobarlo.
Eran terrenos cuadrados y divididos
en cuatro partes iguales por senderos elevados que se cruzan, e irrigados con
albercas simétricas, también elevadas, como los del palacio de Medina Azahara
(c. 950), construido durante el Califato de Córdoba (George Michell, La
arquitectura del mundo islámico, 1985).
Casi
todos estos elementos, aunque dispuestos con mayor libertad, pueden hallarse en
los jardines de Pompeya y particularmente de Herculano, donde el espacio
conocido como "la Palestra" tiene una alberca cruciforme elevada, con
otras transversales en los extremos de los brazos de la cruz. Otros
antecedentes directos son los jardines la ciudad imperial de Volúbilis, en el
interior de Marruecos, hechos por los romanos en el siglo I.
El
cahr bag, [i]
o jardín cuatripartito, se desarrolló como símbolo del Paraíso en la
arquitectura islámica preclásica a partir de arquitecturas antiguas como los
jardines los palacios sasánidas, ya incorporados a la arquitectura de los persas, que, como los de los palacios
helénicos en Antioquía y Alejandría, eran igualmente parangonados con paraísos.
Esta
idea del patio-jardín-edén fue transmitida a los romanos, que designaban el Triclinium
de la villa de Domiciano, en el Palatino, como la Sede de Jove (Henri
Stierlin, El Imperio Romano, 1996).
Sin
embargo parece más probable que fueran las villas romanas o bizantinas próximas
a Damasco o sobre la costas de Palestina, las que sirvieron de modelo a los
príncipes Omeyas, quienes introdujeron estas ideas en el sur de la Península
Ibérica en donde se volvieron deslumbrantes patios, los mas bellos que se conocen
hasta hoy.
La
proliferación de estos jardines, que más tarde se produjo en todo el mundo
islámico, su continuada asociación con el paraíso y su aplicación a tumbas como
el Taj Mahal, en Agra, son la supervivencia de una forma y un significado por
casi 25 siglos.
El
patio colonial
La antigua tradición de tener espacios interiores descubiertos en
Roma y el Medio Oriente y en general en todo el mundo mediterráneo, especialmente
en la Península Ibérica, no apenas se continúa en Hispanoamérica, traída por
los españoles, si no que aquí se multiplica y evoluciona, siendo una solución
bioclimática inmejorable en sus climas tropicales calientes y templados
Al igual que en las casas islámicas (Michell, 1985), los patios aquí son
necesariamente cerrados en ciudades y pueblos, pero abiertos en haciendas y
casas campesinas, en los que dos y hasta tres de sus lados son muros de tapias
o bajos vallados de piedra e incluso simples cercas de guadua, que permiten mirar
el paisaje circundante por encima y entrar la brisa.
Abundan en Colombia, por ejemplo, las viejas casas de varios
patios a los que sólo se podían asomar los pájaros del cielo, los árboles
vecinos y algún campanario lejano; y están los frescos patios tropicales llenos
de vegetación y pájaros, y a veces con pilas de agua o que están cruzados por
sonoras acequias. Incluso se los llama “jardines interiores”.
Son tan de la cultura nacional que hay un municipio en Santander
que se llama Patiocemento; Patiobonito es el nombre de muchas veredas de la
Sabana de Bogotá, y de un barrio en Medellín, en donde hay una fundación
llamada Casatrespatios, que funciona en una que no tiene ninguno, y el de una
finca en Santa Rosa de Osos, es Patiobrujas.
Su
tipología comprende el patio completo, el medio patio, el patio adosado y el
solar, o patio de atrás. El patio principal están cerca de la entrad, depuse
del zaguán, y a el dan los espacios principales, y los demás a patios
secundarios, ; los patios de servicio son mas pequeños y a los patios de luz y
ventilación solo se accede para su mantenimiento.
El medio patio, aquel que tiene corredores
sólo por tres de sus lados y está cerrado por un muro en el cuarto, es el
recurrente de la tipología de las casas en manzanas cerradas de las ciudades
tradicionales de Colombia, con sus fachadas paramentadas y uno o dos medios
patios y solar final.
El
abandono del patio
Le
Corbusier creyó que con unidades de vivienda de "grandeur conforme", como las de Marsella (1952), Nantes-Rezé
(1957), Berlín (1957) o Briey -en-Fôret (1957), era posible aumentar la
densidad y liberar áreas verdes, cambiando los patios por balcones de doble
altura, que en lugar del cielo miran a los alrededores.
Pero
lo que quedó fue el intento de modernizar las ciudades; “esa horrenda religión
de posguerra que le ha hecho más daño al horizonte europeo que la
Lufwaffe" como dice Joseph Brodsky
(Marca de agua, 1992). Que en
Iberoamérica es la única responsable de su destrucción.
Y
si Bogotá se salvó de ver reemplazado su casco histórico por las unidades de
vivienda propuestas por Le Corbusier,
los especuladores inmobiliarios y la insensibilidad de sus compradores
llenaron las ciudades colombianas y recientemente muchos pueblos, de edificios
que en lugar de ser exentos están entre medianeras.
No
forman calles ni dejan zonas verdes, y se espían unos a otros, sin cielos ni
pequeños mundos ni paisajes; sólo agresivas y feísimas culatas e infiernos por
todos lados de los que hay que aislarse cerrando balcones, si los hay, y
poniendo cortinas para no ser vistos…y que tapan las vistas.
Quedaron
por todas partes desfigurados centros urbanos y barrios como "hechos de
indecisión" y llenos de "casas de altos que hunden y agobian a los
patiecitos vecinos, con su cariño de árboles, con sus tapias..." como dice
Jorge Luis Borges (Cristina Grau, Borges y la arquitectura,
1968, p.25).
Las
casas de silenciosos y frescos patios se cambiaron por mezquinos apartamentos,
aduciendo problemas de mantenimiento y seguridad, que no solucionaron, pero
perdiendo su intimidad y “ganando” el ruido de la calle, y sin garantía de
conservar “vistas” que se pagan caro.
Eso
sí, con aire acondicionado y TV para admirar las bellas ciudades de manzanas,
calles, y patios del mundo. ¿Cómo explicar la torpeza con que se siguen
haciendo los conjuntos de vivienda?
Incluso en el Plano Piloto de
Brasilia, donde se materializó la idea de Le Corbusier, el resultado es
desalentador: bellos edificios pero que navegan en una insulsa zona verde. Caso
extremo es la mencionada unidad de habitación de Berlín, sola en medio del
bosque con lobos y todo.
El renacimiento del patio
Los
patios siguen siendo óptimos para los climas calientes y templados (como en
Cartagena, Mompox, o San Antonio en Cali). Lo han sido por casi 25 siglos, caso
poco común en la historia de la arquitectura. Tal vez por eso dice Jorge Luis
Borges, que por el patio "Dios mira a las almas [pues] es el declive por
el cual se derrama el cielo en la casa. (Grau, 1968, p.63).
Recomponer
calles, manzanas y patios, o revitalizar centros históricos fueron los nuevos
propósitos en Europa a fines del siglo XX, como en la segunda la IBA de Berlín
(contraría a la primera, un mostrarlo de edificios exentos de arquitectos
famosos) y después en la Potsdamer Platz, o en Barcelona para las Olimpiadas de
1992. Hasta que apareció la arquitectura espectáculo, que dejo sus nefastas
huellas por todas partes, afortunadamente ya revaluada.
En
Colombia, en sus patios tradicionales -con galerías y corredores, acequias,
lluvias, brisas, vegetación y paisajes, celosías y calados-, están presentes la
intimidad y el silencio, sombras, penumbras y la luz del sol, y a veces la de
la luna, que reclamó Luis Barragán al
recibir el Premio Pritzker, y vigentes mientras vivamos en la tierra y sólo
podamos mirar el cielo.
Salmona
indicó con sus edificios, y señaló en sus conferencias, el origen islámico y
mediterráneo de los patios del país, estudiado por los historiadores pero sin
consecuencias entre los arquitectos. Y también nos hizo ver la maravillosa
arquitectura prehispánica de América Central y los Andes, y sus patios (Germán
Téllez: Rogelio
Salmona / Obra completa 1959/2005, 2006).
La
Calle de los muertos de Teotihuacan es evidente en el acceso a la Biblioteca
Virgilio Barco (2002) en Bogotá, y los muros de piedra con vanos cuadrados de
los patios con atarjeas de la Casa de Huéspedes Ilustres (1981), en Cartagena,
“son” mayas. Como la famosa Hollyhock House (1921), de Frank Lloyd Wright, que
sin haber ido había mirado bien su arquitectura, o las amplías escalinatas y
basamentos de la Opera de Sydney (1973), de Jorn Utzon, que sí fue.
Así,
la pertinente arquitectura de patios de Salmona, lo es sobre todo porque junta
antiguos elementos, como el patio romano, el ambiente hispanomusulmán, el muro
horadado maya y la esquina abierta de los conventos mexicanos, vueltos nuevos
mediante una rica hibridación, omnipresente en Iberoamérica pero ignorada pese
a que es lo que somos.
Los
patios permitirían recuperar las calles
paramentadas y la intimidad de la vivienda. Y triplicar o mas las casas de
máximo dos pisos de los barrios tradicionales mediante duplex escalonados que
giren dejando patios, hasta siete pisos,
como en el Edificio García (1938), en Barranquilla, de Manuel Carrerá, en lugar
de “portaviviendas” de doce en cualquier parte.
Idea que Alvar Aalto había anticipado en las viviendas
retranqueadas de Sunila (1938) y en el
edificio Neue Vahr, en Bremen (1962), abanicándolos a lo largo de la curva que
recorre la vista. La repitieron Rogelio Salmona y Guillermo Bermúdez en los
apartamentos del Polo (1962) y Salmona la innovo espectacularmente en Las
Torres del Parque (1966), ambos en Bogotá.
Artículo publicado en la revista Exkema Colombia, en la edición de Diciembre 2013 - Enero 2014.