05.12.2013 Arquitectura y diseño

La silla de 1917, diseñada por Gerrit Rietveld, carpintero, diseñador y arquitecto, es una de las primeras exploraciones de De Stijl en tres dimensiones, e inicialmente negra, gris y blanca, los colores de este movimiento artístico al que pertenecía, la volvió más tarde negra, roja azul y amarillo, para que se pareciera a las pinturas de Piet Mondrian. Aparte de los muebles fijos, como armarios y cocinas, los arquitectos siempre han diseñado mesas, asientos, bancas, camas, sillas y bibliotecas, y lámparas o floreros, para su arquitectura, siendo muy conocidas las sillas de los grandes maestros modernos.

Le Corbusier creó en 1925muebles para la Exposición de artes decorativas, en París, siendo el mas conocido la Chaise Longue, tumbona de respaldo muy largo e inclinable, presentada en el Salón de Otoño del Diseño de 1929. Y buscando un mobiliario para toda una casa, diseñó en 1928 la Silla LC1 y, en colaboración con Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand, sillas, sofás, mesas y asientos de comedor y sencillos taburetes para baño, pensados para revolucionar la fabricación en serie de los muebles modernos.

En la Bauhaus, la revolucionaria escuela de arte, diseño y arquitectura en la Alemania de principios del siglo XX, Walter Gropius buscó crear muebles económicos aplicando técnicas de la ingeniería, en los que, despojados de ornamentación, predominan las líneas geométricas, buscando un cambio en la sociedad y en las formas de producción, a través de una nueva estética, la que sí lograron imponer. Diseños que han perdurado hasta el principios del siglo XXI gracias a su comodidad, simpleza y perfección, pero como un lujo.

Junto con Marcel Breuer y Mies van der Rohe, crearon sillas de tubos de acero para las viviendas, a partir de diseños que incluyen serios estudios ergonómicos y estéticos, y que todavía son empleadas, pero paradójicamente para ambientes elegantes y no en las casas comunes. Los mas conocidos son el sillón Wassily, de Breuer, de 1925, y la silla Barcelona de van der Rohe, para el famoso Pabellón de Barcelona en la Exposición Internacional de 1929 en esta ciudad, sin duda la silla mas conocida y usada de todas.

Frank Lloyd Wright, diseñó muchos muebles y objetos, y para la casa Robie, de 1909, la última de sus casas de la pradera, los diseñó todos siendo especialmente famosos la mesa y las sillas del comedor. Y lo propio hizo Alvar Aalto, probablemente uno de los arquitectos más pródigos en mobiliario y maestro de la madera laminada, que en compañía de su mujer y colaboradora Aino Marsio, quien también diseñó muebles, fundaron en 1935 la empresa de muebles Artek, que sigue comercializando sus diseños.

También están Charles (1907 -1978) y Ray Eames (1912–1988), y Eero Saarinen (1910–1961). Y entre los arquitectos iberoamericanos mas reconocidos, están los muebles de Luis Barragán, especialmente las sillas, butacas y mesas de su casa México DF, de 1948, que son de madera sólida, cuero, fibras vegetales y lanas, la mayoría de los cuales son reelaboraciones o depuraciones sobre varios objetos de diseño tradicional y anónimo, no hechos en serie, y gracias al trabajo conjunto con la diseñadora Clara Porset. Pero Rogelio Salmona sencillamente no los diseñó.

Columna publicada en el blog de opinión www.torredebabel.info. 05.12.2013

01.12.2013 Volver a los Patios

            Estos espacios arquitectónicos, que se remontan al siglo III a.C., al punto de constituir una de las mas antiguas tradiciones de la arquitectura, son una cueva artificial con un gran vano horizontal, mientras el claustro es un recinto encerrado por pórticos que se enfrentan. Ambos encierran un pedazo de la tierra y el cielo su techo, configurando toda una evocación del mundo, y un lugar privado y único.

            La casa con patio, se remonta a los comienzos de las ciudades. En la India y la China al 3000 a.C.. y en Creta al 2000 a.C. (Werner Blaser, Patios, 1985). Alrededor del siheyuan  se desarrollan las casas del área de Beijing, y en las casas de patios, escavadas de la región del Río Amarillo, aun viven millones de personas (Ronald G. Knapp, The Chinese Houses, 1990). Hacia el  600 a.C., el paraíso  (pari: alrededor y daeza: muro) significaba para los medos viñedo,  o arboleda de palmas datileras (Peter Watson, Ideas/, Historia intelectual de la humanidad, 2006).

            En su forma original romana atrium  era donde se encontraba el focus,  el hogar de la casa alrededor del cual giraba la vida familiar. Pronto su techo ennegrecido fue abierto para que saliera el humo y cuando se traslado la cocina a otra parte quedaron estos espacios maravillosos que pese a ser pequeños y cerrados participan del día y la noche, del sol, la luna y las estrellas, del calor y el frío, de las brisas y los vientos (Blaser, 1985).

            Después de cruzar la media luz de un zaguán o un salón, aparece intensa la del patio, las sombras generadas por sus paramentos y la penumbra de sus corredores, o sus galerías, y como necesariamente son acodados cada giro es una sorpresa. Placer que también se tiene desde los recintos que abren a él  puertas y ventanas.

            El entrar se enfatiza el color de los muros, el ritmo de los vanos y su ornamentación, descubriéndolos poco a poco si hay vegetación, o duplicados en un estanque, o viendo de frente sus fachadas como en una plaza. Casi siempre son cuatro, pero las hay circulares como la de Pedro Machuca en el Palacio de Carlos V (1527) en la Alhambra, o en el Archivo General de la Nación (1988-89) en Bogotá, de Rogelio Salmona.

            Y si la plaza es el espacio cívico por excelencia y lugar de actividades y gentes (Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, 1929),  el patio, de pocas personas, es el disfrute intimo de un pedazo del mundo. Allí el tiempo se detiene, y cuando son pequeños miran decididamente al cielo, siempre mas emocionante que la tierra, sobre todo ahora si está ya urbanizada.

            Son propios de la arquitectura de tradición colonial de estos países tropicales, que como muchas en el mundo, es de patios. Y al final están los solares, vergeles que en las casas de antes eran como salir al campo, cuando no al campo mismo como aun sucede en algunos pequeños pueblos.

            En las terrazas de apartamentos escalonados la emoción es menor, pero tienen vista hacia  afuera, como en el “patio” del segundo piso de la villa Saboye (1925) de Le Corbusier. Se podrían volver patios cerrados por la edificación por uno o dos de sus costados, mientras los otros son muros que los oculten de los vecinos, y apenas un antepecho para mirar afuera.

El patio hispanomusulmán                 
                                                      
            La vida de harén hace de la casa musulmana un recinto cerrado y oculto al exterior. Como dice El Corán: “El interior de tu casa es un santuario: los que lo violen llamándote cuando estás en él, faltan al respeto que deben al intérprete del cielo. Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige.” (versículos 4 y 5, capitulo XLIX, conocidos como “El Santuario”. Por eso el zaguán no es solo para pasar sino también para esperar sin entrar.

            Esta situación llevó inevitablemente a organizar la vida domestica alrededor del patio, los que el Islam tomó del mundo helenístico, adecuando sus peristilos a su conocido jardín entre tapias, de tradición iraní, para sus propias necesidades (Fernando Chueca Gotia, Invariantes castizos de la Arquitectura Española / Invariantes en la Arquitectura Hispanoamericana, 1979).

En Al Andaluz, la morería, viniendo del desierto, los llenó de agua con peces de colores, vegetación de olores, multicolores pájaros y bellas huríes de verdad, pues para los musulmanes los patios eran nada menos que representaciones del Edén en la Tierra.

            Jardines paradisíacos cuya tibieza y dulzura, y música de surtidores y laúdes y perfumes de azahares, adormecen los sentidos y llevan a la lascivia, que es como debe ser un verdadero paraíso (Marianne Barrucand y Achim Bednorz, Arquitectura islámica en Andalucía, 1992). Y no es sino estar en alguno para comprobarlo.

            Eran terrenos cuadrados y divididos en cuatro partes iguales por senderos elevados que se cruzan, e irrigados con albercas simétricas, también elevadas, como los del palacio de Medina Azahara (c. 950), construido durante el Califato de Córdoba (George Michell,  La arquitectura del mundo islámico, 1985).

            Casi todos estos elementos, aunque dispuestos con mayor libertad, pueden hallarse en los jardines de Pompeya y particularmente de Herculano, donde el espacio conocido como "la Palestra" tiene una alberca cruciforme elevada, con otras transversales en los extremos de los brazos de la cruz. Otros antecedentes directos son los jardines la ciudad imperial de Volúbilis, en el interior de Marruecos, hechos por los romanos en el siglo I.

            El cahr bag, [i] o jardín cuatripartito, se desarrolló como símbolo del Paraíso en la arquitectura islámica preclásica a partir de arquitecturas antiguas como los jardines los palacios sasánidas, ya incorporados a la arquitectura  de los persas, que, como los de los palacios helénicos en Antioquía y Alejandría, eran igualmente parangonados con paraísos.

            Esta idea del patio-jardín-edén fue transmitida a los romanos, que designaban el Triclinium  de la villa de Domiciano, en el Palatino, como la Sede de Jove (Henri Stierlin, El Imperio Romano, 1996).
            Sin embargo parece más probable que fueran las villas romanas o bizantinas próximas a Damasco o sobre la costas de Palestina, las que sirvieron de modelo a los príncipes Omeyas, quienes introdujeron estas ideas en el sur de la Península Ibérica en donde se volvieron deslumbrantes patios, los mas bellos que se conocen hasta hoy.

            La proliferación de estos jardines, que más tarde se produjo en todo el mundo islámico, su continuada asociación con el paraíso y su aplicación a tumbas como el Taj Mahal, en Agra, son la supervivencia de una forma y un significado por casi 25 siglos.

El patio colonial                          
                                                                   
La antigua tradición de tener espacios interiores descubiertos en Roma y el Medio Oriente y en general en todo el mundo mediterráneo, especialmente en la Península Ibérica, no apenas se continúa en Hispanoamérica, traída por los españoles, si no que aquí se multiplica y evoluciona, siendo una solución bioclimática inmejorable en sus climas tropicales calientes y templados

Al igual que en las casas islámicas  (Michell, 1985), los patios aquí son necesariamente cerrados en ciudades y pueblos, pero abiertos en haciendas y casas campesinas, en los que dos y hasta tres de sus lados son muros de tapias o bajos vallados de piedra e incluso simples cercas de guadua, que permiten mirar el paisaje circundante por encima y entrar la brisa.

Abundan en Colombia, por ejemplo, las viejas casas de varios patios a los que sólo se podían asomar los pájaros del cielo, los árboles vecinos y algún campanario lejano; y están los frescos patios tropicales llenos de vegetación y pájaros, y a veces con pilas de agua o que están cruzados por sonoras acequias. Incluso se los llama “jardines interiores”.

Son tan de la cultura nacional que hay un municipio en Santander que se llama Patiocemento; Patiobonito es el nombre de muchas veredas de la Sabana de Bogotá, y de un barrio en Medellín, en donde hay una fundación llamada Casatrespatios, que funciona en una que no tiene ninguno, y el de una finca en Santa Rosa de Osos, es Patiobrujas.

            Su tipología comprende el patio completo, el medio patio, el patio adosado y el solar, o patio de atrás. El patio principal están cerca de la entrad, depuse del zaguán, y a el dan los espacios principales, y los demás a patios secundarios, ; los patios de servicio son mas pequeños y a los patios de luz y ventilación solo se accede para su mantenimiento.

            El medio patio, aquel que tiene corredores sólo por tres de sus lados y está cerrado por un muro en el cuarto, es el recurrente de la tipología de las casas en manzanas cerradas de las ciudades tradicionales de Colombia, con sus fachadas paramentadas y uno o dos medios patios y solar final.

El abandono del patio   
                                                                                                         
            Le Corbusier creyó que con unidades de vivienda de "grandeur conforme", como las de Marsella (1952), Nantes-Rezé (1957), Berlín (1957) o Briey -en-Fôret (1957), era posible aumentar la densidad y liberar áreas verdes, cambiando los patios por balcones de doble altura, que en lugar del cielo miran a los alrededores.

            Pero lo que quedó fue el intento de modernizar las ciudades; “esa horrenda religión de posguerra que le ha hecho más daño al hori­zonte europeo que la Lufwaffe" como dice Joseph Brodsky  (Marca de agua, 1992). Que en Iberoamérica es la única responsable de su destrucción.

            Y si Bogotá se salvó de ver reemplazado su casco histórico por las unidades de vivienda propuestas por Le Corbusier,  los especuladores inmobiliarios y la insensibilidad de sus compradores llenaron las ciudades colombianas y recientemente muchos pueblos, de edificios que en lugar de ser exentos están entre medianeras.

            No forman calles ni dejan zonas verdes, y se espían unos a otros, sin cielos ni pequeños mundos ni paisajes; sólo agresivas y feísimas culatas e infiernos por todos lados de los que hay que aislarse cerrando balcones, si los hay, y poniendo cortinas para no ser vistos…y que tapan las vistas.

            Quedaron por todas partes desfigurados centros urbanos y barrios como "hechos de indecisión" y llenos de "casas de altos que hunden y agobian a los patiecitos vecinos, con su cariño de árboles, con sus tapias..." como dice Jorge Luis Borges (Cristina Grau, Borges y la arquitectura, 1968, p.25).

            Las casas de silenciosos y frescos patios se cambiaron por mezquinos apartamentos, aduciendo problemas de mantenimiento y seguridad, que no solucionaron, pero perdiendo su intimidad y “ganando” el ruido de la calle, y sin garantía de conservar “vistas” que se pagan caro.

            Eso sí, con aire acondicionado y TV para admirar las bellas ciudades de manzanas, calles, y patios del mundo. ¿Cómo explicar la torpeza con que se siguen haciendo los conjuntos de vivienda?

            Incluso en el Plano Piloto de Brasilia, donde se materializó la idea de Le Corbusier, el resultado es desalentador: bellos edificios pero que navegan en una insulsa zona verde. Caso extremo es la mencionada unidad de habitación de Berlín, sola en medio del bosque con lobos y todo.

El renacimiento del patio 
                                                                                        
            Los patios siguen siendo óptimos para los climas calientes y templados (como en Cartagena, Mompox, o San Antonio en Cali). Lo han sido por casi 25 siglos, caso poco común en la historia de la arquitectura. Tal vez por eso dice Jorge Luis Borges, que por el patio "Dios mira a las almas [pues] es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa. (Grau, 1968, p.63).

            Recomponer calles, manzanas y patios, o revitalizar centros históricos fueron los nuevos propósitos en Europa a fines del siglo XX, como en la segunda la IBA de Berlín (contraría a la primera, un mostrarlo de edificios exentos de arquitectos famosos) y después en la Potsdamer Platz, o en Barcelona para las Olimpiadas de 1992. Hasta que apareció la arquitectura espectáculo, que dejo sus nefastas huellas por todas partes, afortunadamente ya revaluada.

            En Colombia, en sus patios tradicionales -con galerías y corredores, acequias, lluvias, brisas, vegetación y paisajes, celosías y calados-, están presentes la intimidad y el silencio, sombras, penumbras y la luz del sol, y a veces la de la luna,  que reclamó Luis Barragán al recibir el Premio Pritzker, y vigentes mientras vivamos en la tierra y sólo podamos mirar el cielo.

            Salmona indicó con sus edificios, y señaló en sus conferencias, el origen islámico y mediterráneo de los patios del país, estudiado por los historiadores pero sin consecuencias entre los arquitectos. Y también nos hizo ver la maravillosa arquitectura prehispánica de América Central y los Andes, y sus patios (Germán Téllez: Rogelio Salmona / Obra completa 1959/2005, 2006).

            La Calle de los muertos de Teotihuacan es evidente en el acceso a la Biblioteca Virgilio Barco (2002) en Bogotá, y los muros de piedra con vanos cuadrados de los patios con atarjeas de la Casa de Huéspedes Ilustres (1981), en Cartagena, “son” mayas. Como la famosa Hollyhock House (1921), de Frank Lloyd Wright, que sin haber ido había mirado bien su arquitectura, o las amplías escalinatas y basamentos de la Opera de Sydney (1973), de Jorn Utzon, que sí fue.

            Así, la pertinente arquitectura de patios de Salmona, lo es sobre todo porque junta antiguos elementos, como el patio romano, el ambiente hispanomusulmán, el muro horadado maya y la esquina abierta de los conventos mexicanos, vueltos nuevos mediante una rica hibridación, omnipresente en Iberoamérica pero ignorada pese a que es lo que somos.

            Los patios  permitirían recuperar las calles paramentadas y la intimidad de la vivienda. Y triplicar o mas las casas de máximo dos pisos de los barrios tradicionales mediante duplex escalonados que giren  dejando patios, hasta siete pisos, como en el Edificio García (1938), en Barranquilla, de Manuel Carrerá, en lugar de “portaviviendas” de doce en cualquier parte.

           Idea que Alvar Aalto había anticipado en las viviendas retranqueadas de Sunila (1938) y en  el edificio Neue Vahr, en Bremen (1962), abanicándolos a lo largo de la curva que recorre la vista. La repitieron Rogelio Salmona y Guillermo Bermúdez en los apartamentos del Polo (1962) y Salmona la innovo espectacularmente en Las Torres del Parque (1966), ambos en Bogotá.



[i] Michel, p. 47.

Artículo publicado en la revista Exkema Colombia, en la edición de Diciembre 2013 - Enero 2014.