30.09.2015 Isthmus, 15 años

Cursos concentrados; intercambio de estudiantes con escuelas y despachos de arquitectura de diferentes partes del mundo; invitación permanente a profesores y conferencistas de diversas nacionalidades; recorridos y visitas a obras; viajes de estudio como parte de la carrera; postgrados en bioclimática y diseño; foros internacionales; y una biblioteca cada vez más completa pues de alguna forma se le suma la propia de sus muchos visitantes.

La Escuela de Arquitectura y Diseño de América Latina y el Caribe reúne permanentemente en Panamá, desde hace quince años, arquitectos, conferencistas, profesores y estudiantes, por dos o tres semanas cada vez, generando un intercambio intenso y muy fructífero que terminará haciéndose sentir cada vez más en toda nuestra región. Por lo pronto, sus innovaciones las han tomado muchos programas de arquitectura en nuestros países de una manera u otra.

Y por supuesto la importancia de esto es considerable ante la globalización inminente del ejercicio de la profesión aquí. Nuestros edificios, aun más que en el mundo industrializado, deberían ser inteligentemente económicos y no engañosamente baratos, al volver a tener en cuenta climas, relieves, paisajes, tradiciones y circunstancias de cada lugar. Lo que lleva a pensar que nuestra bienal de arquitectura, por ejemplo, debería ser Grancolombiana, centrada en el trópico iberoamericano.

Es decir, concentrada en una arquitectura sostenible y contextual, y por lo tanto ética, que se defienda con razones y no con caprichos. La que desde luego es preciso contrastar con la de otras partes pero ya considerando las diferencias geográficas e históricas. Nos sacaría de la frivolidad estética en que hemos caído, por la que afortunadamente comenzamos a preocuparnos todos y no apenas algunos críticos y arquitectos.

Precisamente ‘Arquitectura y Clima’ fue el tema del XIII Seminario de Arquitectura Latinoamericana, SAL, realizado en Panamá en 2009, organizado por Isthmus. Allí quedó claro que nuestro patrimonio urbano y arquitectónico común, tan relacionado con nuestra identidad, es también parte fundamental del concepto de sostenibilidad y no apenas lo bioclimático, y que es cada vez mayor el interés en reutilizar lo ya experimentado incluyendo en primer lugar lo ya construido.

Como lo escribió José Ortega y Gasset en alguna parte: “La arquitectura no es, no puede, no debe ser un arte exclusivamente personal. Es un arte colectivo. El genuino arquitecto es todo un pueblo. Este da los medios para la construcción, da su finalidad y da su unidad... Los edificios son un inmenso gesto social”. Y una definición amplia de la arquitectura debe incluir ahora, además de la culta, la popular de las barriadas y la vernácula de los campos, la de los arquitectos formados en las universidades, pues coexisten influenciándose mutuamente, formando ciudades.

Por todo lo anterior Carlos Morales Hendry, creador y director de Isthmus, es uno de los arquitectos que más han hecho en Colombia por la enseñanza de su profesión, y además lo consolida como un gran divulgador de nuestra arquitectura. En pocas palabras, ha ejercido todo un liderazgo en su enseñanza y práctica, y sobre todo en cambiar su enseñanza, lo que comenzó cuando fue decano de arquitectura en la Universidad de los Andes en Bogotá, por más de quince años, y ahora en Panamá otros quince.

Columna publicada en el diario El País de Cali 30.09.2015

12.09.2015 Puro cuento



Basta con mencionar esos “conjuntos” de apartamentos en medio de la “naturaleza” o por lo contrario “oasis” en medio de la “ciudad” que ofrecen todos los días. Prometen “vistas espectaculares” como si ver al frente otro edifico igual de soso lo fuera.

Y hablan de “desarrollo”, “progreso” y “modernidad” una trinidad poco santa, y hasta prometen una “nueva” vida. Todo para vender el mismo apartamento de un piso pues sus diferencias sólo radican en sus metros cuadrados y sus terminados de imitación, y por ende en su costo que no valor. Lo que no se entiende es por qué el común de la gente no habría de disfrutar de esas disneylandias si el sentir popular es que hay que gozar de lo falso, lo mentiroso, del engaño sin arte. Decir o construir falsedades es mucho más divertido que ser el aguafiestas de gran parte o de lo que hoy se “vende” por ser “arquitectura”, pero no pasa de ser sólo espectáculo como lo llama Mario Vargas Llosa (La civilización del espectáculo, 2012). Debe ser que buena parte de la humanidad también es así, inauténtica, imitativa a la manera china, fanática de lo aterrador, lo chiflado o lo novedoso porque sí.

Hace casi un siglo don José Ortega y Gasset se burlaba de los andaluces señalando que Sevilla se estaba llenando, hacia los años 20 del siglo XX de "sevillanerías" construidas, de modo que las "denuncias" sobre inautenticidad o falsa antigüedad no son de hoy ni de aquí. El hecho es que Barri Gòtic de Barcelona, como el de Santa Cruz, en Sevilla, son apenas dos de los “cuentos” culturales de nuestro tiempo. ¿No le decían algunos parisienses criticones “La Cathèdrale de Saint Viollet (le Duc)” a Nuestra Señora de París? nos recuerda el arquitecto Germán Téllez.

Pero infortunadamente aquí muchos, que se creen ricos sólo porque tienen mucho dinero, que aun van a toros para que los vean, que no se bajan de sus enormes carros desocupados, que caminan sólo en el Spa de moda, que creen que los restaurante son buenos si tienen aire acondicionado y vinos caros, y que están en contra de la legalización de las drogas porque se les dañaría el negocio, guardan sus ganancias en apartamentos que permanecen desocupados.

Hay que repetir lo que dice Yubal Noah Harari sobre los mitos en su breve pero novedosa historia de la humanidad, “que sólo existen en la imaginación colectiva de la gente. “ (De animales a dioses, 2013, p. 41). Aquí es el mito de lo “moderno” que en arquitectura casi nunca pasó de las meras formas y nuevos terminados como del abuso del vidrio. Y concluye: “Si la felicidad viene determinada por las expectativas, entonces dos pilares de nuestra sociedad (los medios de comunicación y la industria publicitaria) pueden estar vaciando, sin saberlo, los depósitos de satisfacción del planeta”. (p.4 21).

Únicamente el paso de los años permite que se formen tradiciones que atemperen el gusto colec¬tivo, y que sirvan de base para que los auténticos talentos creen verdadero arte. Sin tiempo y tradiciones --y sin critica-- solo es posible la im¬provisación, el mal gusto, y el despropó¬sito que pasa por innovación, o la nostalgia del ayer histórico, al que nada puede satisfacer con tanta facilidad como el kitsch, como lo ha señalado Hermann Broch (Poesía e investigación, 1974). El “narco kitsh” se podría precisar, aclarando que no es exclusivo de los “narcos”.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 12.09.2015

05.09.2015 “Ensandwichados”

Las viviendas aparecieron mucho antes que las ciudades, pero después estas fueron mucho mas que un mero conjunto de casas. Aunque ya en Roma las había en altura, las insulae, que ocupaban toda una manzana, y desde la Edad Media son comunes las casas de varios pisos, los edificios de apartamentos de muchos pisos son una (mala) solución de origen norteamericano a la sobrepoblación de las ciudades en el siglo XX, posible por el gran desarrollo técnico de la construcción.

Pero en Cali, además, los constructores de vivienda se limitan a repetir ad nauseam, el mismo apartamento de un piso entre planos horizontales, suelo y cielo lo mas cercanos que permitan las normas, en el mismo edificio conformado por una planta baja, muchos pisos “tipo” es decir idénticos, y si acaso un ático como lo llaman los españoles. Prototipo repetido igual por todas partes de la ciudad: en las faldas de la cordillera, en el plan, en sus diferentes barrios y hasta en los suburbios, bien orientados o no.

Es desconsolador que exista gente que prefiera que vivir en esos “emparedados” de solo tajadas idénticas de pan ateniéndose a varios mitos al respecto. Comenzando porque prefieren hablar de sandwich, penthouse y family room; porque no ven que las vistas que les venden caras serán tapadas por otros edificios iguales; porque dizque son mas seguros pese a que son los preferidos de los atracadores; y porque precisan menos personal de servicio, como si porteros y vigilantes 24 horas no lo fueran.

Y por supuesto es preocupante que se críen mas niños “viviendo” en el aire, lejos de patios, jardines, calles y parques, viendo la vida por televisión y comunicándose con los demás por sus smartphones. Y que de esas cuatro paredes bajan por ascensor al carro para ir al colegio a las afueras de la ciudad, los fines de semana al club y si acaso a algún centro comercial, un mall, perdón, y en las vacaciones a Miami pues Cartagena está muy caro.

Pero desde luego es posible hacer edificios de vivienda diferentes, como por ejemplo las Torres del Parque en Bogotá, de Rogelio Salmona, cuyos últimos pisos están retranqueados dejando amplias terrazas, casi patios; o como el proyecto en Cali para el Sector del Hoyo-Piloto, de 1981, para Erucali, de apartamentos de uno hasta cuatro dormitorios, de uno o hasta tres pisos, esquineros o medianeros, afuera o adentro de las manzanas.

Todos con la misma estructura, y los mismos materiales y componentes para los diferentes elementos como cerramientos, cubiertas, divisiones, puertas, ventanas y armarios empotrados (closets), y de espacios similares para baños, cocinas y lavanderías. Lo que les confería suficiente uniformidad a los edificios, como sucede con los siete apartamentos de uno o dos cuartos del edificio San San Sanfernado (como cantaba Lucho Bermúdez hace medio siglo en el Club que se robaron), todos parecidos pero diferentes; como la gente.

Ahora hablan a cada rato de ciudades inteligentes, edificios inteligentes (y verdes), teléfonos inteligentes, maletas inteligentes y hasta de papel inteligente; pero donde está las personas inteligentes que prefieren vivir en una vivienda con patio con vergel y perro, así sea en un quinto piso como en el Edificio García, 1939, en Barranquilla, del arquitecto cubano Manuel Carrerá, el que debería ser objeto de estudio en las universidades.

Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 05.09.2015