09.06.2011 Lástima

Siguiendo a Rogelio Salmona, el próximo Congreso Colombiano de Arquitectura, se centraría en las ciudades, buscando una salida propia a partir de nuestros climas, paisajes, tradiciones y  circunstancias. Por eso vendrán el panameño Ariel Espino, con un concluyente análisis de la arquitectura en el trópico, y el venezolano Enrique Larrañaga, país con destacadas figuras como Carlos Raúl Villanueva, Jesús Tenreiro o Gorka Dorronsoro, que aquí ignoramos. Pero Alvaro Siza Vieira, el reconocido arquitecto portugués que parte de la simbiosis de la arquitectura vernácula de su país con la del movimiento moderno, iniciada por su maestro y promotor Fernando Tavora, y Glenn Murcutt, destacado pionero australiano de la arquitectura bioclimática, que nos deberían interesar mas pues compartimos situaciones, también propuestos, no asistirán.

          Los temas son la pertinencia también aquí de un ministerio de las ciudades, la necesidad de una ética del ejercicio profesional de la arquitectura, escasa hoy, y, en consecuencia, la radical reforma de su enseñanza. Así, este certamen sería muy diferente a promocionar modas y “estrellas” internacionales, como lamentablemente han sido nuestros últimos congresos y bienales. Para ello se contaría con la participación de académicos de innegable trayectoria e importancia como Carlos Morales, quien tampoco asistirá, y Carlos Campuzano, director del exitoso Taller internacional de Cartagena de la Universidad de los Andes, y se sugirió inútilmente a Kenneth Frampton. Asistirán representantes del gremio y funcionarios del Gobierno, pero el mas importante de ellos, la Ministra de Cultura, declino la invitación.

          Y por realizarse por primera vez en Cali, en donde comenzamos a tomar conciencia de nuestros valores, se pretendía que se ocupara también de lo que pasa en esta ciudad con su patrimonio y arquitectura. Pero desafortunadamente la inclusión de Gian Carlo Mazzanti, cuyo cuestionado trabajo ha sido divulgado en artículos promocionales que no analíticos, dará un mensaje equivoco a los estudiantes de la región, los que constituirán el grueso de los asistentes al Congreso. Y el hecho de que haya sido a ultima hora y sin consultarlo no deja duda de que ni siquiera sería posible un debate al respecto, el que por lo demás se ha esquivado pese que ha sido criticado duramente en esta columna y por otros y desde hace bastante tiempo, obteniendo solo comentarios de pasillo.

            Y qué sentido tiene volver a oír el cuento de que Medellín paró su vieja violencia a punta de la arquitectura espectáculo de sus escenarios deportivos y varias de sus nuevas bibliotecas, a la que se supeditó su importancia como casas de cultura, ya cuestionado por el profesor Rodrigo Uribe cuando el alcalde Fajardo lo echó en la Universidad de Valle hace unos años. Entre ellas la del Parque Biblioteca España, de Mazzanti, mas visitada por curiosos que por usuarios y en progresivo deterioro. La verdad es que fueron los paramilitares los que ponían “orden” en esas problemáticas comunas, hoy de nuevo sumidas en la violencia derivada del narcotráfico y el acelerado crecimiento poblacional, y de todas maneras mas por falta de ciudad que de arquitectura, que era hacia donde se pretendía inclinar el Congreso. Lástima.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 09.06.2011