Siguiendo a Rogelio Salmona, el próximo Congreso Colombiano de Arquitectura, se centraría en las ciudades, buscando una salida
propia a partir de nuestros climas, paisajes,
tradiciones y circunstancias. Por eso vendrán el panameño Ariel Espino, con un
concluyente análisis de la arquitectura en el trópico, y el venezolano Enrique
Larrañaga, país con destacadas figuras como Carlos Raúl Villanueva, Jesús
Tenreiro o Gorka Dorronsoro, que aquí ignoramos. Pero Alvaro Siza Vieira, el
reconocido arquitecto portugués que parte de la simbiosis de la arquitectura
vernácula de su país con la del movimiento moderno, iniciada por su maestro y
promotor Fernando Tavora, y Glenn Murcutt, destacado pionero australiano de la
arquitectura bioclimática, que nos deberían interesar mas pues compartimos situaciones,
también propuestos, no asistirán.
Los
temas son la pertinencia también aquí de un ministerio de las ciudades, la
necesidad de una ética del ejercicio profesional de la arquitectura, escasa
hoy, y, en consecuencia, la radical reforma de su enseñanza. Así, este certamen
sería muy diferente a promocionar modas y “estrellas” internacionales, como
lamentablemente han sido nuestros últimos congresos y bienales. Para ello se
contaría con la participación de académicos de innegable trayectoria e importancia
como Carlos Morales, quien tampoco asistirá, y Carlos Campuzano, director del
exitoso Taller internacional de Cartagena de la Universidad de los Andes, y se
sugirió inútilmente a Kenneth Frampton.
Asistirán representantes del gremio y funcionarios
del Gobierno, pero el mas importante de ellos, la Ministra de Cultura, declino
la invitación.
Y
por realizarse por primera vez en Cali, en donde
comenzamos a tomar conciencia de nuestros valores, se
pretendía que se ocupara también de lo que pasa en esta ciudad con su
patrimonio y arquitectura. Pero desafortunadamente la inclusión de Gian Carlo
Mazzanti, cuyo cuestionado trabajo ha sido divulgado en artículos promocionales
que no analíticos, dará un mensaje equivoco a los estudiantes de la región, los
que constituirán el grueso de los asistentes al Congreso. Y el hecho de que
haya sido a ultima hora y sin consultarlo no deja duda de que ni siquiera sería
posible un debate al respecto, el que por lo demás se ha esquivado pese que ha
sido criticado duramente en esta columna y por otros y desde hace bastante
tiempo, obteniendo solo comentarios de pasillo.
Y qué
sentido tiene volver a oír el cuento de que Medellín
paró su vieja violencia a punta de la arquitectura espectáculo de sus
escenarios deportivos y varias de sus nuevas bibliotecas, a la que se supeditó
su importancia como casas de cultura, ya cuestionado por el profesor Rodrigo
Uribe cuando el alcalde Fajardo lo echó en la Universidad de Valle hace unos
años. Entre ellas la del Parque Biblioteca España, de Mazzanti, mas visitada
por curiosos que por usuarios y en progresivo deterioro. La verdad es que
fueron los paramilitares los que ponían “orden” en esas problemáticas comunas,
hoy de nuevo sumidas en la violencia derivada del narcotráfico y el acelerado
crecimiento poblacional, y de todas maneras mas por falta de ciudad que de
arquitectura, que era hacia donde se pretendía inclinar el Congreso. Lástima.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 09.06.2011
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