Columna publicada en el diario El País de Cali 26.09.2002 Magister Dixit
26.09.2002 Magister Dixit
Las Torres del Parque (1964 a 1970) pronto se
sumaron a la Plaza de Bolívar y Monserrate como lugares emblemáticos de Bogotá.
Con la Catedral (1807 a 1949), el Capitolio (1847 a 1926), la Gobernación (1918
a 1933), el hoy Museo Nacional (1850) y varias iglesias y claustros coloniales
que quedaron, son sus edificios más reconocidos. Son como San Felipe (1760 a
1793) para Cartagena o la catedral (1889 a 1931) para Medellín o Manizales
(1927 a 1930), o para Barranquilla la Aduana (1921 a 1925), El Prado (1927 a
1930) o el Centro Cívico (1945 a 1952), o en Cali el Palacio Nacional (1924 a
1926), La Ermita (c.1940), la Estación Nueva (1949) o lo que fué el Alférez,
estúpidamente demolido en 1973.
Las Torres Del Parque se reconocen como los mas
importantes edificios modernos del país y de los mejores de Latinoamérica.
Premio Nacional de Arquitectura y Monumento Nacional de Colombia, han aparecido
en muchas publicaciones. Es difícil encontrar intervenciones modernas, sobre
todo de vivienda, que después de 30 años sigan tan bellas, actuales,
conservadas y significativas para sus ciudades. Hay que remitirse al
Rockefeller Center en Nueva York (Reinhard, Hofmeister, Corbett y Hood, 1929 a
1940) o al Centro Simón Bolívar en Caracas aunque este ya es otra cosa, y está
el Conjunto Bavaria (Obregón y Valenzuela, y Pizano, Pradilla y Caro, 1963) que
junto con el Tequedama (Cuellar, Serrano, Gómez y Salazar, y Holabird, Root
& Burgee, 1951 a 1952) y otros edificios construidos entre 1960 y 1980,
conforman el Centro Internacional de Bogota.
Por lo contrario ya es posible ver como
languidece en Berlín casi todo lo de la segunda IBA (1978) y los años siguientes
(Hertzberger, Rossi, Stirling, Wilford, Bohigas, Martorell, Mackay, Krier,
Grassi, Gregotti, Hollein, Ungers, Botta, Cook, Siza, Hejduk, Eisenman,
Abraham, Koolhaas, Hadid y demas estrellas), pese a lo publicitado que fué,
pues de la primera (1957) no quedan sino “edificios de firma” (Aalto, Gropius,
Vago, van der Bork, Bakema, Jacobsen, Fisker, Niemeyer y Le Corbusier, entre
otros) que no construyeron ciudad. El Centro Pompidu (Piano y Rogers, 1971-77)
cada vez es mas “latoso” y la Biblioteca Nacional de Francia (Dominique
Perrault, 1995) se desvanece en la mediocridad de su entorno.
Sin
embargo, lo excepcional de las Torres del Parque y la gran importancia que
tienen para la arquitectura y las ciudades colombianas no ha sido tenido en
cuenta lo suficiente. De ellas, y del resto de la obra de Rogelio Salmona, casi
que apenas se ha tomado el ladrillo a la vista, muchas veces equivocadamente,
que se volvió moda en el país. Pero de la manera magistral como involucró los
cerros, la Plaza de Toros y el Parque de la Independencia, importantes
preexistencias ambientales, en beneficio de la ciudad, por ejemplo, es poco lo
que se ha aplicado.
Deberían ser tema de estudio en las escuelas de
arquitectura. Pero no solo sus volúmenes y espacios sino tambien la forma como
fueron proyectados. Muchos arquitectos en el país han contado con lotes
privilegiados o de gran potencialidad para transformar sus entornos pero son
pocos los que se toman el arduo y largo trabajo de encontrar la propuesta
acertada, como Salmona, y hacerla respetar. Ética profesional y conciencia
ciudadana dignas de imitación y de aplausos, los que hay que extender a Samuel
Vieco y demás directivos del Banco Central Hipotecario de ese entonces que
defendieron el proyecto.
Habría que retomar el texto esclarecedor de
Germán Téllez (Rogelio Salmona, Arquitectura y poética del lugar, SomoSur,
1991), el de Ricardo L. Castro (Salmona, Villegas Editores, 1998) y por
supuesto el de Silvia Arango en su Historia de la arquitectura en Colombia
(Universidad Nacional, 1989), y los artículos de revistas, como el de
Arquitecturas (4 Arquitecturas, 1999) o el de Alberto Saldarriaga (Mundo,
2001-02). Incluso hay que considerar lo que significan las pocas líneas que les
dedican en la ultima edición del Fletcher (Sir Banister Fletcher’s a History of
Architecture, Twentieth Edition, 1996), pues es mucho más lo que hay aprender
de Salmona.
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