08.01.2009 ¿Que esperamos?

Según la última Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en Poznan, la antigua capital de Polonia, las mayores emisiones por habitante de CO2, el principal gas de efecto invernadero, son las de Estados Unidos, Australia y Canadá, seguidos por Rusia, Alemania, Japón, Reino Unido y África del Sur, y mas abajo por Brasil (pese a su irresponsable deforestación de la Amazonia) y la India. En la mitad están Francia (el país mejor desarrollado del mundo en lo que tiene que ver con calidad de vida), y la milenaria China (cuyo despertar hay que temer como lo advirtió Napoleón), la que, junto con Estados Unidos, y debido a sus enormes poblaciones, son de lejos los dos países mas contaminantes de la lista de las mayores economías del mundo, a la que al final se agregan Corea del Sur e Italia (El Tiempo 02/12/2008). Es decir, que la solución no esta ni el Occidente ni en el Oriente, ni en el capitalismo ni el socialismo, y evidentemente es ante todo de control efectivo de la población mundial y de cambios radicales de los hábitos de consumo superfluo.

Mucho mas que la agricultura y la ganadería, son el transporte, los edificios, la industria, la producción de energía y las basuras, los responsables de la mayor parte de los gases de efecto invernadero. Actividades que están vinculadas directamente a unas ciudades en las que ya tienen que vivir mas de la mitad de los 6.4000 millones de habitantes del planeta. Sus edificios, estrechamente relacionados con los residuos y el consumo de agua potable, y de mucha energía, son por esto, indirectamente, los mayores responsables de los crecientes problemas medioambientales (B. y S. Stefan: Sol Power, 1996). Como en las islas Maldivias, ya amenazadas por el aumento del nivel del mar. Es decir, que la solución no solamente está en carros que consuman y contaminen menos, que es en lo que mas se está  pensando, sino también en ciudades que privilegien el trasporte colectivo y las bicicletas, y sobre todo el caminar, por lo que tendrán que ser mas densificadas para que sean menos extensas. Y que por supuesto tengan cada vez mas edificios bioclimáticos, nuevos o re adecuados.


Aquí habría que sustituir las modas por el uso simultáneo de tecnologías de punta y viejas tradiciones, como ya se hace en otras partes. Prohibir los carros innecesariamente grandes, que seguimos comprando, generalizar el corte mecánico de la caña, cumpliendo finalmente con la ordenanza del Ministerio del Medio Ambiente de no continuar quemándola, y eliminar el aire acondicionado, con las excepciones justificadas. Densificar a Cali y sus poblaciones vecinas, congelando sus perímetros urbanos, y construir andenes arborizados y ciclorrutas, y un tren de cercanías vinculado al Mio. Y sobre todo habría que cambiar nuestra mentalidad en términos de consumo, hábitos y reproducción. Fue la explosión demográfica lo que nos llevó a la pobreza y hay entender que el mundo se ha convertido en una sola unidad operativa, pero que es notoria la incapacidad de las instituciones públicas y de la gente para estar a la altura de este inevitable proceso de globalización (E. Hobsbawm: Historia del Siglo XX, 1994). Sobre todo entre nosotros, que solo creemos en lo que no vemos.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 08.01.2009