08.09.2012 A-Z Las palabras de la arquitectura

Este pequeño libro sobre las muchas palabras de la arquitectura es parecido a un diccionario y diccionario, según el diccionario, en este caso el Diccionario de la Real Academia Española, DRAE, es un libro en el que se recogen y explican de forma ordenada las palabras de una materia determinada, ordenadas alfabéticamente, o sea un vocabulario especializado.

Es decir, es una lista de palabras técnicas ordenadas con arreglo a un sistema, y con sus definiciones o explicaciones sucintas, o sea un glosario, que es un catálogo de palabras de un mismo campo de estudio o trabajo, definidas o comentadas, a veces incluso algunas con sus historias cuando son significativas, esclarecedoras, divertidas o las tres al tiempo.

Y catalogo es una relación ordenada en la que se incluyen o describen individualmente ciertos documentos que están relacionados entre sí, en este caso las palabras viejas y nuevas de la arquitectura actual y sus definiciones precisas y usos adecuados, conformando así la base de una teoría de la arquitectura pues sin palabras ciertas no se puede teorizar.

Aunque la palabra “palabras”, plural de “palabra” no está en el DRAE , esta es el segmento del discurso, unificado habitualmente por el acento, el significado y las pausas potenciales inicial y final, siendo en últimas la representación gráfica de la palabra hablada. En otras palabras, evidentemente no hay mejores palabras para definir “palabra”.

La arquitectura, insiste el diccionario, es el arte de proyectar y construir edificios (antes era apenas el arte de construir) pero sería mejor que dijera que es la técnica, además del arte, de proyectarlos para que se puedan construir con eficiencia y economía, y sean seguros, funcionales, confortables, sostenibles y emocionantes, diferenciando su diseño del de otros objetos.

Proyectar es trazar los planos y seleccionar los medios para la construcción de edificios y espacios urbanos, construir es construirlos, y de nueva planta es que son nuevos. Y edificio es una construcción fija, de materiales resistentes, para usos relacionados con el hombre, especialmente en las ciudades, que son conjuntos construidos de edificios que forman calles.

Eficiencia es disponer las cosas para conseguir pronto un resultado determinado y economía es la administración eficaz y razonable de los recursos. Seguro es lo exento de peligro, daño o riesgo. Sostenible es que puede mantenerse por sí mismo. Funcional es que su uso es útil, fácil y cómodo. Confortable, que aliente a vivir a gusto y con placer y descanso.

Y, finalmente, emocionante es lo que causa emoción, es decir una alteración del ánimo intensa, y definitivamente agradable y duradera en el caso de la arquitectura, que va acompañada de cierta conmoción somática y un interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo, como cuando se recorre un edificio bien compuesto o se permanece en él.

Es lo que suele producir el verdadero arte y vale recordarlo pues se ha olvidado que la arquitectura es técnica y arte, de los pocos que sigue siendo lo mismo, y de ahí la pertinencia para todos los ciudadanos de estas palabras sobre sus palabras pues son las que les deberían hablar bien de los edificios, calles y ciudades, que son los lugares en donde moran.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. 08.09.2012

06.09.2012 Silla, edificio, ciudad

Como lo sabía bien Hugo García Paredes, silla, edificio y ciudad, tres cosas tan distintas, comparten el que en una u otra forma son diseñadas para la gente y en función del cuerpo pero también de su espíritu. Hugo había estudiado arquitectura en Cali, en la Universidad del Valle -la que hizo gallarda presencia en su funeral- en donde fue profesor hasta su jubilación hace unos años. Después de graduarse realizó estudios de diseño en Chicago y Edimburgo, y además conoció bien Europa, especialmente Italia, pero no olvidó a su Buga natal. Entendía bien, por lo tanto, lo que une al diseño, la arquitectura y el urbanismo en una geografía e historia dadas.

            Diseño (Del italiano. disegno), es la concepción original de un objeto u obra destinados a la producción en serie, ya sea gráfico, de modas o industrial, pero también la traza o delineación de un edificio, o un plan o diseño urbanístico. Pero igualmente es la forma de cada uno de los objetos resultantes. El diseño de una silla (como la Silla  Barcelona de Ludwig Mies van der Rohe), un edificio (como la biblioteca Virgilio Barco de Rogelio Salmona) o una ciudad (como Brasilia de Lucio Costa y Oscar Niemeyer) son de inspiración modernista, por ejemplo; o, mejor, moderna, sinónimo que habría preferido Hugo y con mucha razón.

            Los arquitectos solían diseñar muebles e incluso hacían diseño grafico, precisamente lo que mas le interesaba a Hugo García,  como a Diken Castro, autor de logotipos y edificios muy reconocidos. Como decía el famoso diseñador Ronald Shakespear “el diseño no es imprescindible; es inevitable” (A. Borrini, La Nación, 03/02/2009), y queda demostrado con la falta de belleza que en diferente grado nos afecta a todos en esta ciudad, incluyendo a los que no se dan cuenta. La solución a este preocupante estado de cosas pasa por la apertura en las universidades de mas programas afines al diseño, que permitan una selección y reorientación de los estudiantes pues lo que sobra son (malos) arquitectos.

            Pero que bueno que el Icesi, en donde Hugo García ahora era profesor, abriera una carrera de arquitectura y otra de diseño urbano, que fueran paralelas y complementarias a las de diseño industrial y gráfico actuales. Idea que sin duda le habría gustado, pues la entendería a cabalidad, y que lamentablemente los que hubiéramos estado interesados dejamos para luego. Pero siguen allá algunos arquitectos a los que probablemente les interesaría concretarla. Un programa mas de arquitectura poco cambiaría el hecho de que ya hay demasiados en el país, pero sería la oportunidad de hacerlo con una visión distinta y pertinente: desde la técnica.


            Infortunadamente la realidad es que en el último medio siglo las universidades poco han evolucionado pues son muy conservadoras, y sólo han crecido y mejorado sus dotaciones y sedes (y no siempre), como lo ha sostenido recientemente Pablo Navas Sáenz de Santamaría, Rector de la Universidad de los Andes. Y el conocimiento que albergaban en sus bibliotecas y académicos está siendo reemplazado por el Internet, cuya información siempre ponía en duda Hugo García pero que consultaba siempre para comprobarlo todo, incluyendo el Whisky, la pasta y  la caligrafía, los que manejaba con habilidad y placer, y el diseño de las letras que siempre le interesó.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 06.09.2012

01.09.2012 Mazz es menos

“La epidemia ornamental se subvenciona con dinero del Estado", nos recuerda Braulio García Jaén que dijo Adolf Loos (Ornamento y delito, 1908), denunciando la relamida estética vienesa que a principios del siglo XX se creyó libre de cualquier obligación funcional (El ego subvencionado, Público.es, Madrid 27/03/2011). Lo que es válido hoy en muchas ciudades españolas que “han querido tocar el cielo de la mano de arquitectos estrella”, y olvidando su muy acertada arquitectura moderna anterior han despilfarrando en edificios, más icónicos que necesarios, buena parte de su bonanza económica pasada. Como los 30 proyectos de que habla Francisco Pardo Téllez (https://mail.google.com/mail/u/0/h/10tr2lamau188/?&v=c&th=1396d0745cc1d9dc). Atajo al cielo que aquí han imitado en Medellín y que ahora pretenden en Bogotá, e incluso en Cali se trató de que tuviéramos un “Calatrava”, y se han imitado tontamente sus puentes.

El mejor ejemplo de esta arquitectura espectáculo, que no atiende a razones presupuestarias ni al uso que se le dará a sus edificios, es la de Santiago Calatrava, dice García Jaén, y los sobrecostos se han convertido en su marca. "Un monumento al ego creativo de Mr. Calatrava", dijo The New York Times, refiriéndose a un intercambiador para la Zona Cero."Cuando se contratan este tipo de obras, cuya vocación es la excelencia icónica y no la excelencia funcional, se entra en un terreno peligroso para el control público", le dijo a Público.es, el crítico Llàtzer Moix. "Tanta empatía ha dado pie a una situación poco menos que inédita: ya no es el cliente el que pide las obras, sino que es el arquitecto el que las propone y aquel, a su vez, las acepta encantado" (Arquitectura milagrosa, 2010).

En Bilbao donde, con el Guggenheim de Frank Gehry, se inicio la última vez la idea de que la arquitectura debería ser mas estética, a costa de su ética, dos “Calatravas” han provocado problemas por no pensar en costos y usuarios. A “su” puente Zubizuri han tenido que instalarle una lona para que los peatones no resbalen al pisar las losetas cuando se mojan con la lluvia, y se tuvo que "añadir" una pasarela para facilitar su uso, pero al parecer no se le exigió que solucionara el problema, y Calatrava demandó, siendo el Ayuntamiento condenado a pagarle 30.000 euros, pues “violaba el derecho a la integridad intelectual de su obra”. Y la zona de llegadas de la nueva terminal del aeropuerto, abierta a la calle y a las lluvias de la ciudad, tuvo que ser modificada y cubierta con vidrios, aunque esta vez no demandó.

"Calatrava define unas estructuras tan complejas que luego generan unos problemas difíciles de manejar", explica Joan Olmos, de la Universidad de Valencia (Público.es, Madrid 27/03/2011). Pero "… se han convertido en monumentos…" afirma Manuel Blanco Lage, miembro del jurado que le dio el Premio Nacional de Arquitectura en 2005. En lo que estaría de acuerdo el Jurado que en la última Bienal Colombiana de Arquitectura le dio el Premio y dos Menciones a Gincarlo Mazzanti, pese a que en sus obras es evidente que a mas espectáculo menos arquitectura. Como ya no es fácil financiar monumentos de verdad con el Erario, se “monumentalizan” edificios que no tienen por qué ni para qué serlo, como una pequeña escuela, que es lo que el jurado no vio o no quiso ver.

Columna publicada en el blog de opinión www.torredebabel.info. 01.09.2012