28.04.2012 El ABC de la casa

La historia de la vivienda, que no de la arquitectura, principió en las cuevas para conservar el fuego y proteger la vida del frío, la nieve, la lluvia o el sol, logrando pronto ambientes mas confortables para habitar, o en el bosque, en cabañas primitivas formadas al unir arriba las ramas de varios árboles en redondo y talando los que quedaban adentro. Después se conformaron casas con paredes de piedra, tierra o ladrillos, ya no circulares sino con naves rectangulares, y a continuación se originaron los patios interiores para dejar salir el humo y entrar la luz y el aire.

Espacios, los de la casa, no vacíos sino llenos por la presencia de las personas que los habitan y de las cosas que les permiten hacerlo, y cuyas proporciones, orden, formas, texturas y colores vuelven arte, al tiempo que sus vanos, que permiten circular entre ellos y entrar y salir, hacen que todo lo que se mire a través de ellos de inmediato también lo sea;  no arte sino ya arquitectura, es mejor decir, pues esta comenzó fue con las tumbas marcadas por montículos de piedras para que los vivos recordaran que pese a la muerte de los poderosos su poder permanecía en manos de sus herederos.

La vivienda y la arquitectura ya juntas evolucionan para lograr la casa señorial y después el palacio, que ya no es solamente para guardar el fuego y proteger del medio ambiente a las cortes de príncipes y reyes, sino y sobre todo para representar su poder. Casa y símbolo que tienen su lugar en las fortalezas mas importantes en la llamada torre del homenaje, en donde ondea la bandera del señor feudal, y que es ocupada apenas por temporadas. Palacios que pasaron a tener otros usos ya fuera para el gobierno o los distintos gremios de artesanos.

La casa burguesa ya es urbana, y mas que el poder de sus propietarios muestra es sus riquezas, mediante las cuales desde luego menoscaban el poder de los nobles. Viviendas mas pequeñas y sin jardines ni terrenos alrededor, que el crecimiento demográfico pone unas encima de otras. Apartamentos que el capitalismo pone de moda en el siglo XX, ayudado por su publicidad mercenaria, convenciendo a los ricos y poderosos de ahora de que vivan como los pobres, asustándolos con la inseguridad y el costo del servicio domestico. Todos idénticos y de cielos planos y bajos, solo se diferencian por su tamaño y precio.

Pero desafortunadamente la gran mayoría de los habitantes de las ciudades ya no pueden vivir en casas. De ahí la importancia del diseño de los edificios de apartamentos y especialmente de las ciudades en los que estos se levantan. Los andenes, las calles locales, los pequeños parques de barrio, las  escuelas, mercados, comercios, cafeterías y restaurantes cercanos, pasan a ser parte de las viviendas. Por eso es mas importante hacer ciudad que apenas viviendas; la arquitectura de la ciudad que la del ego y los especuladores. ¿Cuándo lo entenderán las escuelas de arquitectura?

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. fecha 28.04.2012

21.04.2012 Dependencias culturales

Se habla mucho y con frecuencia de nuestro sometimiento a Estados Unidos política y económicamente (incluyendo el narcotráfico), y de su penetración cultural. En Cali es tal que al sitio en donde pusieron una bomba cerca a la Policía lo llamamos de inmediato “zona cero”, y por sus calles transita hace unos años un Land Rover con letreros de US ARMY, siendo que es un “Jeep” que nunca ha usado ni usará  el ejército de Estados Unidos y menos con ese verde y esa caligrafía. Y son muy comunes esas provocativas camisetas con un “For Sale” estampado que llevan muchas sardinas que no lo están. O esos letreros de “open” que ponen en muchos locales que ya están cerrados, es decir “close”. Lo gringo en Cali es “in”.

Pero poco se mencionan nuestras otras dependencias, como en nuestras ciudades de traza ortogonal y en nuestra arquitectura de patios, por ejemplo, que los colonizadores españoles habían adaptado desde el siglo XVI a nuestra geografía. Paradójicamente después de nuestra Independencia, la República rápidamente las llenó de antejardines y convertimos nuestras plazas en parques, como en Francia, y con el triunfo de Estados Unidos en la II Guerra Mundial, se generalizaron los voladizos y los ventanales indiscretos enfrentados a lado y lado de las calles, mientras abandonamos los patios.

También nos llegaron “closets” y  “halles” y olvidamos zaguanes y alacenas. Metimos al interior de las viviendas los baños, pequeños y sin luz natural ni buena ventilación. Abandonamos patios y solares, celosías, corredores y techumbres, incluso en nuestros centros históricos, o barrios tradicionales como San Antonio, en donde sí que son pertinentes. También privilegiamos el español californiano sobre el neocolonial al que nos había invitado una década antes la Madre Patria, y por último llegó la moda de las “torres” y ahora de los vidriecitos de colores.

Nuestras ciudades, con su traza regular y ortogonal de manzanas alrededor de una plaza, vienen  de las bastidas medioevales y estas de los campamentos de las legiones romanas, como de las medinas hispanomusulmanas. No tenían antejardines, las calles eran estrictamente paramentadas y en ellas predominaba el lleno sobre el vacío. Las casas necesariamente tenían patios y solares y no presentaban voladizos en sus segundos pisos sino balcones corridos, como los de Cartagena, que nunca llegaban a los extremos, y aleros a todo su largo. Casas y calles eran las dos caras de una misma ciudad, y por supuesto las únicas torres eran las de las iglesias mas importantes pues las demás tenían sencillas espadañas.

Habría que prohibir los voladizos, que son una apropiación mas del espacio urbano público, y legalizar el cierre de los antejardines (como está ahora permitido en San Antonio), lo que la gente hace espontáneamente pues su condición de propiedad privada de uso público es ajena a nuestra tradición e idiosincrasia. También tendríamos que sacar en los edificios los baños a las fachadas, para que nuevamente sean claros y ventilados, y lo mismo los armarios empotrados lo que, disminuyendo los ventanales, nos permitiría defendernos mas del sol y la lluvia, y recuperar nuestra tradicional privacidad. Buscando la misma, habría que regresar a los patios, como lo hizo Rogelio Salmona.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. fecha 21.04.2012

15.04.2012 El ABC del proyecto arquitectónico

Las ciudades mas bellas, de Estambul a Cartagena, pasando por Porto o Granada, París, Venecia o Rio, tienen muchos edificios de constructores que siguen un canon, y apenas algunos grandes arquitectos para sus pocos monumentos (Brasilia es una excepción diseñada toda por Oscar Niemeyer y sus colaboradores) y ni siquiera es el caso de Mompox, Santa Fe de Antioquia, Girón, Barichara, Villa de Leyva o Popayán. De ahí la pertinencia de contar con unas determinantes técnicas para el diseño arquitectónico de los complejos edificios actuales.

Las ciudades son mas importantes que los edificios que las conforman, la gran mayoría de los cuales no tienen por qué ser monumentos. Solo algunos que igualmente se basan en arquetipos, que son la base de todo y permiten establecer un canon: unas reglas, cuya lenta evolución evita la repetición, frivolidad y arbitrariedad. La primera teoría conocida sobre la arquitectura la recopilo el arquitecto romano Vitruvio, y su conocida triada en realidad son cuatro aspectos siempre presentes:

El emplazamiento (Collocatĭo), comenzando por la localización, que indica su clima (altura, latitud, vientos), paisaje (natural y urbano). Su geología (topografía, resistencia, suelo, vegetación, fauna y corrientes de agua). Su infraestructura (vial y de agua, alcantarillado, electricidad, gas, y telecomunicaciones). Su vecindario (usos, formas, estado y tendencias). Sus normas (usos, densidades, índices, alturas, aislamientos y empalmes).

La función (Utilitas ), que determina un programa (los diferentes espacios, servidos y servidores, y su número y tamaño), y su zonificación e interrelaciones. Sus requerimientos en cuanto necesidades particulares de clientes y usuarios. Las costumbres tradicionales, en uso o nuevas. Las exigencias (medidas mínimas, materiales, seguridad, ventilación, iluminación, privacidad y demás).

El sistema constructivo (Firmitas), seleccionado a partir del presupuesto disponible (monto y fluidez). Los materiales en sí, y ya convertidos en componentes y estos en elementos que conforman espacios. La mano de obra (costo, experticia, eficiencia y disponibilidad). Las normas de sismo resistencia y contra incendios y evacuación. El tiempo disponible, ya sea el usual para cada tipo de edificio, o mayor o menor.

La forma (Venustas), a la que se llega o se parte de ella o ambas cosas. Las tradiciones (la edilicia vernácula, popular, culta y profesional). El contexto (las construcciones inmediatas). La estética característica de ese entorno, pero tambien del sector, la ciudad e incluso la región. Las expectativas, gustos y pretensiones de los clientes, a los que hay que educar. Y las búsquedas propias de los arquitectos, que no sobra evidenciar.

Determinantes que racionalizan sus proyectos, partiendo de cómo disponer los volúmenes y espacios exteriores; donde ubicar los diferentes espacios, y sus relaciones; cual sistema constructivo usar: estructura, suelos, divisiones, cerramientos y cubiertas; y que formas, tradicionales o vanguardistas, reinterpretar según cada caso. Para beneficio de una ciudad sostenible y no solo del edificio, reemplazando el falso arte del “estilismo” de la arquitectura “espectáculo” actual, por la técnica profesional y ética de la proyectación.

Columna publicada en el semanario virtual caliescribe.com. fecha 15.04.2012

12.04.2012 Vecindades

La arquitectura moderna dejó en Cali a mediados del siglo XX varios de sus mejores ejemplos en el país, influidos por la arquitectura brasilera, de climas, paisajes y tradiciones similares, muy admirada en la época, y cuya máxima expresión es Brasilia, la mas importante y grande de las pocas ciudades modernas que se hicieron y Patrimonio de la Humanidad. La Embajada de Colombia, la única del país diseñada a propósito, se inauguró en 1981 y hoy se destaca en el sector de las embajadas de la ciudad. Ante las dificultades para un concurso, el Ministerio de Relaciones Exteriores contrató al arquitecto caleño Cesar Barney, quien terminó sus estudios, iniciados en Estados Unidos, en Rio y trabajó allí con Burle Marx diseñando jardines, formando después parte del equipo de Niemeyer responsable de los edificios públicos de la nueva capital.           

            La sede se destinó sólo a la cancillería y la residencia del embajador, en dos edificios similares, con salones y comedores protocolarios y explanadas para eventos diplomáticos. El terreno, donado por Brasil, tiene 25.000 m2 y desciende hacia el Lago Paranoá, la gran represa a la que Lucio Costa acomodó la cruz que trazó para Brasilia. La embajada tiene una entrada pública por la que se accede a la cancillería y que permite ver, mas abajo y hacia el lago, la residencia, con su propio acceso desde el otro lado, orquestando un dialogo que se multiplica pues los  edificios están dentro de un logrado jardín, cuyos árboles y flores deparan al recorrerlos bellas composiciónes con las diferentes fachadas, enriqueciendo el conjunto, similar a la de la casa de Cañasgordas que describe Palacios en El Alférez Real.

            Junto a las áreas duras exteriores hay un bello estanque, con peces y plantas, que penetra al interior de la cancillería a través de grandes quiebrasoles verticales de hormigón, y por el que se entra caminado por losas sobre el agua, encontrando una figura de San Agustín que se destaca significativamente bajo los helechos que cuelgan de la doble altura de ese logrado espacio. A la residencia se accede recorriendo otro gran estanque donde se refleja el cielo azul intenso de Brasilia, que por la tarde suele estar lleno de arreboles, como los que describe Isaacs en María. En el interior de los dos edificios, los ventanales dejan sentir la vegetación exterior, y la imponente y bella explanada  invita a caminar y recuerda nuestras grandes plazas empedradas como la de la Villa de Leyva.

            La arquitectura de la embajada, es al tiempo colombiana y brasilera. Elegante pero austera, funcional pero con sorpresas; sencilla y de ahí bella (ver http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/projetos/11.132/4168). El mobiliario es discreto, y se dejaron espacios para obras de los mas destacados artistas colombianos, lo mismo que en el jardín, para que fueran prestadas por el Banco de la República y renovadas cada dos años, lo que desafortunadamente aun no se ha logrado. Es tiempo de que volvamos a mirar hacia la arquitectura brasilera, especialmente la del centro y norte, pues somos vecinos de geografía e historia en el Amazonas, como lo describió Rivera en La Vorágine. Región que tarde o temprano saldrá al Pacifico por el Valle del Cauca, como tanto insiste Carlos Jiménez en su columna.


Columna publicada en el diario El País de Cali. 12.04.2012