Lenguaje conciso que en últimas es el que acopian los diccionarios, que, como lo define el Diccionario de la lengua española, DRAE, precisamente, son libros, impresos o virtuales, en los que se recogen y explican de forma ordenada las voces de una o más lenguas, o los términos de una ciencia, una técnica, un arte, un oficio o una materia determinada, en este caso la arquitectura, la que por lo demás tiene que ver al mismo tiempo con todos esos temas y se debe hablar de ellos con el mismo rigor, y no con cómodas ambigüedades de moda.
Pero como bien dice Julio Cesar Londoño (El Barney’s Dictionary, El País, Cali 05/06/2013), los diccionarios aspiran a examinar todas las palabras del tema pertinente, y definir es muy difícil porque la definición tiene que ser tan amplia que quepan todos los elementos de una cierta clase, y tan estrecha que excluya los de clases semejantes. Mas la arquitectura, como piensa él, tiene la ventaja de que está a caballo entre la ciencia y el arte, lo que permite aspirar al rigor sin desmedro de la poesía. Hablar del arte con técnica y de la técnica con arte.
El lenguaje usado es inseparable del oficio de la arquitectura, y relativo a las técnicas, materiales y modo de usarlos y a las relaciones entre ellos en las obras, como dice Giorgio Grassi (Introducción al libro de H. Tessenow: Osservazioni elementari sul costruire, 1974). Pero la mayoría de las bellas palabras de los diccionarios de arquitectura, ya no se necesitan, y muchas de las que se usan ahora en el país no son precisas, o no son usadas correctamente, o son tomadas del inglés. Además algunos neologismos necesarios apenas están apenas en proceso de consolidación, o se necesitan algunas nuevas palabras.
De otro lado, los diccionarios especializados pertenecen a un campo determinado y proporcionan una breve información sobre el significado de sus términos esenciales. Y en el caso del AZ: Las palabras de la arquitectura, 2013, está organizado de dos maneras: según el proceso de proyectación siguiendo la famosa utilitas, firmitas y venustas de Vitruvio, pero agregando el emplazamiento y el método; y al final en el orden alfabético convencional. Son las palabras indispensables a una arquitectura para nuestras ciudades, topografías, climas, paisajes y tradiciones.
Como dijo Hemri Poincaré, “una palabra bien elegida puede economizar no solo cien palabras, sino cien pensamientos” (http://es.wikiquote.org). A lo que se puede agregar que evitar tomarlas del ingles ayuda a pensar en una arquitectura propia y para el trópico, frío, templado o caliente, y no la de moda en climas de estaciones. Londoño dice que es otra utopía, pero Eduardo Galeano las ve como metas en el horizonte que se alejan a medida que nos acercamos a ellas (Me caí del mundo y no se como entrar, 2010).
Artículo publicado en la revista virtual caliescribe.com. 04.07.2015
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