19.03.2015 Estrellas fugaces

Frank Gehry, exagerado como su arquitectura, ha dicho que el 98% de la
moderna es "pura mierda" (S. Burgen, theguardian.com, 24/10/2014) y
Rem Koolhaas notificó en Venecia: “El fin de mi carrera, el fin de mi
hegemonía, el fin de mi mitología, el fin de todo, el fin de la
arquitectura” (G. Fischer, Torre de Babel, 2015) mientras que Santiago
Calatrava huye de las demandas (K. Sainz Borgo, vozpopuli.com,
23/08/2013) y Zaha Hadid y los que imitan su arquitectura espectáculo
callan.

El hecho es que se están apagando las estrellas de la arquitectura
mundial pero fatalmente permanecen sus enormes impactos. Rafael Moneo,
premio Pritzker de 1995, ya había hablado de esas “formas azarosas y
fortuitas no dictadas por la razón, sino por un accidente no ligado a
la propia disciplina, [que] han estado presentes en la arquitectura,
sobre todo en la del último tercio del siglo XX” (J. García Calero,
SBC.es, 2005), y respecto a la cual Oriol Bohigas ya era “bastante
pesimista”.

Por eso Anatxu Zabalbeascoa se pregunta por qué fallan por todas
partes los edificios-estrella (El País, Madrid, 23/11/2013). Como la
Biblioteca España, en Medellín, que se desbarató poco a poco y
repararla costará mucho (Semana, 2013) o esa dispendiosa imitación en
Bogotá de los puentes de Calatrava que no resistió la prueba de carga
y se vino al suelo, y Cali se salvó de tener un “Calatrava original”
en donde además no se necesitaba.

Se pregunta también Zabalbeascoa si será que se acerca el fin de la
gran arquitectura (El País, Madrid, 28/04/ 2014), y será por eso que
le dan el Premio Pritzker 2015, a un arquitecto serio como Frei
Otto, muerto a los 89 años, y cuyas obras ya no publicaban las
revistas. Pero es muy preocupante que la arquitectura espectáculo se
mantenga en nuestros países pese a que en Europa está llamada a su
desaparición “para formar parte de la historia” como lo dijo Arturo G.
de Terán (La voz de Asturias, 11/03/2008)

Lo que incumbe a todos los ciudadanos, pues es lo mas visible de la
civilización del espectáculo, de la que habla Mario Vargas Llosa en su
último libro, aunque no la menciona. Al fin y al cabo las ciudades son
las escenografías de diferentes culturas (L. Mumford, La Cultura de
las ciudades, 1938), lo que es fundamental en un mundo que se
globaliza rápidamente, y por eso la información entre paréntesis para
que los interesados puedan profundizar en un tema que los afecta mas
de lo que creen.

Pero en Latinoamérica su arquitectura de penúltima moda es publicitada
por una prensa que poco analiza lo que “informa”, mientras la
pertinente a sus circunstancias y determinantes geográficos e
históricos, por ser de aquí, no es visto en su verdadero valor. Mas
cuando se rememora la Cali de principios del siglo XX, la palabra a
que mas se acude es “sencillo”: ciudad, casas, calles, plaza y vida
eran sencillas y hasta la muerte.

Hay que regresar a una arquitectura sencilla, no fugaz. Pensar, como
Jean Nouvel, “cómo el exterior viene al interior” (R. Lacayo, Time,
30/05/2008) y partir de los climas, relieves, paisajes y tradiciones
urbano arquitectónicas de las ciudades calientes, templadas y hasta
frías, del trópico, que no precisan de la tecnología de punta de Sir
Norman Foster, sino del ejemplo de Rogelio Salmona en Colombia,
Ricardo Porro en Cuba o Sir Geoffrey Bawa en Sri Lanka.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 19.03.2015
   

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