La gran arquitectura es un arte total; el mas envolvente. De ahí
que sea la madre de las artes pues la escultura y la pintura solían ser parte
integral de los edificios. Los grandes artistas se ocupaban de las tres.
Himhotep se encargaba de los proyectos del faraón Zoser. Fidias no solo
esculpió los frontones y frisos y la estatua colosal de Atenea en el Partenón,
sino que concibió toda la reconstrucción de la Acrópolis. Vitrubio diseñó,
construyó y teorizó. Miguel Angel rediseño San Pedro y levantó su maravillosa
cúpula; además escribió poesía. Leonardo tambien se ocupó de la arquitectura y
la ciudad. Antoni Gaudi hasta murió por la Sagrada Familia. Frank Lloyd Wright,
Ludwig Mies van der Rohe, Alvar Aalto y muchos arquitectos modernos diseñaban
todo en sus proyectos. Le Corbusier, tal vez el artista mas completo del siglo
XX pues era tambien pintor y escultor (Teodoro Gonzáles de León: Retrato de
arquitecto con ciudad, 1996), escribió mucho, como Wright, quien tambien tocaba
violonchelo. Y es el caso de Gustavo Medeiros, pintor, pianista, escritor de
cuentos y, como Luís Barragán, caballista.
La arquitectura
doméstica no era trabajo de arquitectos artistas sino de constructores
artesanos. Pero desde que el Movimiento Moderno la elevó a ser uno de sus mas
importantes temas, la contradicción saltó de inmediato. Para comenzar, las
casas son muchísimo mas pequeñas que castillos, palacios, casas solariegas y
villas, y ni se diga de los apartamentos. Su aspecto simbólico cambió
radicalmente, que es de lo que principal, pero por supuesto no únicamente, se
ocupa la arquitectura. Pero hoy en día, mientras que el exterior del edificio
da cuenta del prestigio común de sus varios propietarios, son las
modificaciones y muebles de cada apartamento los que muestran el gusto y
pretensiones de cada uno de ellos. Fenómeno que extrañamente tambien se produce
en las casas unifamiliares, en las que su mobiliario no suele estar casi nunca
acorde con su arquitectura. Y si bien es pertinente preguntarse si deben ser
siempre ser obras de arte, no hay duda de que deben ser al menos una
arquitectura completa.
El problema es
sospechosamente sencillo. El exterior de los muebles fijos (armarios empotrados
y cocinas) es parte integral de la arquitectura pero no así su interior que
debe ser fácilmente adaptable y renovable. Y algo similar pasa con los grandes
electrodomésticos como neveras, congeladores, lavadoras, secadoras y
televisores. Pero los muebles propiamente dichos tambien ineludiblemente pasan
a formar parte de la arquitectura. Los clientes mas pudientes y de mundo
contratan decoradores, otros consultan con sus amistades “entendidas” y los
demás se trastean con sus enseres variopintos y un gusto heredado o que no va
mas allá de la moda, ignorando irracionalmente la costosa arquitectura que
acaban de adquirir. Solo los mas sensibles o cultos realizan que deben
consultar en primer lugar con su arquitecto y que su gusto y costumbres deben
evolucionar. Y los arquitectos tendrían que asumir que junto con su proyecto
deben educar a sus clientes en la arquitectura para poder responder mejor a sus
necesidades y aspiraciones.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 15.03.2007