Columna publicada en el diario El País de Cali 29.08.2002
29.08.2002 La arquitectura en el diván
A la memoria de Clarita Gómez de Melo
Bruno Zevi afirma (Architectura in nuce, 1964 )
que todo gran arquitecto es un gran poeta. Lo cierto es que la arquitectura,
como la música y la poesía, se compone, no se dibuja. Mientras en el dibujo, el
dibujo mismo es su fin, en la arquitectura, como en la pintura y la escultura,
solo es un medio para visualizar su composición.
La arquitectura, la pintura y el dibujo son
consideradas, con la escultura y la cerámica, artes plásticas por definición
pese a lo diferentes que son. La realidad es que apenas comparten el trabajar
con formas, luces y sombras (las de la arquitectura se mueven o desaparecen) y
colores, tonos y texturas que se ven. Pero mientras el espacio en la pintura y
el dibujo es una ilusión visual en la arquitectura se trata de un ambiente real
que también suena, se toca, huele y cambia de temperatura; y que casi que es la
arquitectura misma.
La
arquitectura y la escultura trabajan con volúmenes y espacios. La gran
diferencia es que el espacio arquitectónico se recorre y se vive (a la
escultura si acaso se le dan vueltas); y que la construcción del más elemental
edificio es muchísimo mas compleja que la de la más elaborada y grande escultura.
Además los espacios y volúmenes de la arquitectura están ineludiblemente
ligados al suelo por la gravedad, y a un paisaje que cambia con las estaciones,
al paso del día, al salir el sol y a la entrada de la noche, con la lluvia y el
viento; y, sobre todo, en la ciudad, la arquitectura esta encadenada a las
otras construcciones que conforman sus espacios urbanos.
La
gran arquitectura sería a la edilicia como la poesía a la prosa. En ella la
forma es mas importante que la función. Un ejemplo extremo son las pirámides de
Gizeh, que si no fuera por su descomunal tamaño, que califica el paisaje, y de
qué manera, serían solo esculturas... enormes monumentos funerarios.
Los grandes arquitectos, como los poetas,
sacrifican una función para pulir una forma. Pero, desde luego, en la prosa también hay belleza y hasta "poesía", sin embargo, en ella lo
importante es lo que se dice. El ejemplo extremo es un informe técnico o, mas
aun, científico (aunque los matemáticos hablan de simetría y belleza). En la arquitectura
común, como en la buena prosa (la novela o el ensayo, por ejemplo), cómo se
dice lo que se dice, en un caso, o que es lo más adecuado para que se pueda
construir y funcione un edificio, en el otro, es de igual importancia que la
forma misma. En ambas, arquitectura común y buena prosa, forma y función son
inseparables: son como dos caras de la misma moneda.
Se
podría decir simplemente que la arquitectura es una edilicia que emociona, pero
parte de esa capacidad de emoción se debe a su implantación en un sitio con
geografía e historia; además debe ser construible. A la forma y la función se
agrega, pues, la estructura y la implantación, ya sea en las ciudades o en el
campo. La forma puede seguir a la función, como dijo Luis Sullivan, pero también puede ser lo contrario. Sin embargo la arquitectura se ha logrado solo
cuando son inseparables forma, función, estructura e implantación, sin importar
cual fue primero o dominante. Y puede haber sido trazada por un simple
constructor, diseñada por un arquitecto o proyectada por un gran arquitecto.
Arquitectura, dibujo, pintura, escultura,
fotografía, cine, opera, poesía, música y danza: es divertido compararlas; y es
esclarecedor hablar en voz alta de ellas: como en un psicoanálisis. Tan difícil
definir la arquitectura...y tan fácil, pero preguntarse que es la arquitectura
sería como preguntarse que es la vida: una pregunta inútil dice Karl Popper
pues lo importante para él eran los hechos. Hechos que, en este contexto, son
los edificios y sobre todo las ciudades que conforman. En ellas hombres y
mujeres mueren pero su recuerdo, más que sus tumbas (que fueron las que dieron
inicio a la arquitectura), queda.