01.03.2012 1,6180...

Este número, llamado de oro o áureo, de decimal infinito y no periódico,  representado con la letra griega φ (Phi) en honor al gran escultor Fidias, posee muchas propiedades interesantes. El primero en estudiarlo fue Euclides (c. 300-265 a. C.) en Los Elementos, al construir su Rectángulo Áureo a partir de un triangulo recto en el que su cateto mayor es el doble del otro, demostrando que no puede ser descrito como la razón de dos enteros, es decir, que es un número irracional que define la  Sección Áurea, que es una recta dividida de tal manera que su segmento menor es al mayor como este a su totalidad (1/1,6180 /2,6179), proporción que se encuentra en nervaduras de hojas, grosor de ramas, caparazones de caracoles,  girasoles, etc., como en ciertas figuras geométricas, y a la que se atribuye el especial carácter estético de diversas obras de arquitectura, pintura y escultura.

            El Modulor, el sistema de medidas propuesto por Le Corbusier (1887-1965) en 1948, seguido por El Modulor 2  en 1953, continúa la larga tradición de Vitruvio, Leonardo Da Vinci y Leon Battista Alberti, en la búsqueda de una relación matemática entre las medidas del cuerpo humano, que sirviese como un procedimiento para determinar las medidas de un edificio, y mantener así la escala humana en todas sus partes. La propuesta de Le Corbusier se origina en la medida del hombre con la mano levantada, 2,26 (metros), o en su mitad, la altura del ombligo, 1,13, que se multiplican o dividen sucesivamente por Phi para obtener la serie azul, en un caso, y la roja en el otro. Son dos  sucesiones de Fibonacci, en las que cada número es la suma de los dos anteriores, permitiendo miles de combinaciones armónicas.

            Su referencia fue el Hombre de Vitruvio, dibujo de Leonardo de 1492,  cuya altura es 1,77, inscrito en una retícula de diez módulos de 0.22, basado en el propósito de Vitruvio de que la arquitectura debe tener “medida y proporción”, y que solo a partir de un "módulo constante y calculado" hay correspondencia entre sus partes y de estas con su conjunto (De architectura,  c. 23 o 27 a.C.), y que el cuerpo humano posee simetría y proporción naturales, que todo espacio debe poseer, a partir del codo, el pie, el palmo y el dedo, medidas que conforman un “computo perfecto”  cuya secuencia es base de la arquitectura y el urbanismo que detalla en su tratado, y que corresponden aproximadamente a 0,40 - 0,30 - 0,15 y 0,01 (metros). Pero fueron las dimensiones  anglosajonas las que se impusieron globalmente en edificios y muebles.


            Después de la Segunda Guerra Mundial, se definió un sistema de coordinación modular para facilitar la urgente construcción masiva de viviendas, que igualara el sistema métrico con el de pie-pulgada anglosajón, y se ajustara a las medidas más comunes del cuerpo humano, muebles, recintos y la construcción, siendo su Modulo Básico 0,10 (Caporioni, La coordinación modular, 1960). Hoy, las retículas de diseño que incluyen las medidas mas comunes en uso, y las más completas y fáciles de multiplicar y dividir, son de 1.60 (metros) para espacios pequeños,  3.20 para medianos, o 6.40 para  grandes. Y se pueden intercalar otras medidas recurrentes, múltiplos de 0.20 (medio codo) o ajustarlos a dicha medida. Y por supuesto también hay que aproximarlos  cuando se multiplica por 1,6180….en búsqueda de la divina proporción.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 01.03.2012

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