30.03.2006 La Villa Savoye

Esta casa de fin de semana cerca a París, diseñada por Le Corbusier en 1928 y antecedida solo por la Bauhaus, es una de las obras mas influyentes de la arquitectura del siglo XX. Con ella se termina el ciclo de sus “villas blancas” y allí están, juntos, los cinco puntos de su nueva arquitectura (el edificio sobre pilotes; la cubierta jardín; la planta libre; las ventanas corridas y las fachadas independientes de la estructura) además del blanco y la planta casi cuadrada. Los concebía como contrarios a lo tradicional, y posibles por el hormigón armado. Construida de 1928 a 1931 pronto hubo que reparar la impermeabilización y la calefacción, y la guerra la dejó muy deteriorada. En 1958 fue expropiada por la ciudad de Poissy, que la cedió al Estado en 1962 después de casi demolerla para construir un instituto, lo que impidieron los arquitectos franceses. Fue restaurada entre 1963 y 1992, y declarada Monumento Histórico. En 1997 le restituyeron los colores originales (no era toda blanca), y se rehabilitó el pabellón del guarda.

Le Corbusier describe a los Savoye como “sin ninguna idea preconcebida: ni modernos ni antiguos” pese a que lo escogieron por una de sus obras. A partir del anteproyecto elegido buscando ajustarse al presupuesto, logra en el exterior “un deseo arquitectónico” mientras satisface en el interior “todas las necesidades funcionales”. Mas tarde afirmaría que la arquitectura académica había sido superada y que su destino era “el ordenamiento de la época presente”. “¡Ahí está el estilo!” concluyó. Su proyecto, “a pedido”, lo usual en la arquitectura moderna pese a su pretendida estandarización, satisface caprichos de la señora Savoye como “un entarimado de formas geométricas” y un cuarto especial para su hijo, compartiendo el baño con los invitados. El resultado es algo enredado pero se destaca el estupendo baño principal y el amplio salón que se abre a través de puerta-ventanas acristaladas al “jardín colgante”, todo un patio en la segunda planta, introduciendo el sol “en el centro mismo de la casa”.

Le Corbusier invita a mirar cómo los pilares de la planta baja parten el paisaje regularmente suprimiendo la noción de adelante, atrás o al lado: “la casa es una caja en el aire, abierta a todo el perímetro, sin interrupción, […] en medio de las praderas que dominan el vergel” pero al estar “posada […] como si fuera un objeto” su emplazamiento hubiera sido mejor en una ligera elevación. Al segundo piso se llega por una rampa “suave” (que no lo es) “casi sin darse cuenta”, la que, desde el “jardín colgante” y ya por el exterior, conduce al solarium, en la cubierta, donde un vano apaisado permite ver el Sena. Pero es una escalera la que une sus tres pisos, pues para él la casa era una “machine à habiter” (para habitar con comodidad). Sin embargo, en su hermoso patio los Savoye hubieron podido vivirla tambien con emoción, pues al parecer nunca pudieron vivir en ella. Hoy Las Horas Claras, mas conocida como la Villa Savoye (Saboye o Savoie), es un museo. Su sencillo canon irradió por todas partes su contundente belleza, como en la Casa Domínguez en Cali, de 1956, ya demolida, de Lago y Saénz.

Columna publicada en el diario El País de Cali 30.03.2006