Columna publicada en el diario El País de Cali 02.02.2006
02.02.2006 Un nuevo canon
En todas partes las ciudades y pueblos premodernos son
cómodos y duraderos, y la industria del turismo, tan importante en la
actualidad, esta basada, en gran parte, en su belleza. Esta suele ser resultado
de sus requerimientos funcionales y posibilidades constructivas, y no apenas de
una “voluntad” formal. Obedece a cánones establecidos en un lento y colectivo
proceso de prueba y error. Y aunque la arquitectura moderna reemplazo la larga
sucesión de los cánones establecidos en Occidente por unos nuevos, estos
permitieron a muchos arquitectos comunes hacer buena arquitectura. Un conjunto
de reglas introducidas detrás de cada buen edificio o espacio urbano es
evidente. Pero la crisis de los estilos, desatada por el postmodernismo en la
segunda mitad del siglo XX, llevó a que se perdiera la noción misma de canon; y
ha sido desastroso: no es sino ver.
Habría que buscar unas nuevas reglas que deberían surgir,
a diferencia de la arquitectura vernácula, que es una pericia artesanal (oficio
meramente mecánico), de un análisis estético (que trata de la belleza y la
teoría del arte), y tecnológico (conjunto de los conocimientos propios de un
oficio) de los hechos culturales, sociales, económicos, políticos,
antropológicos, urbanos, arquitectónicos y constructivos de nuestras ciudades y
edificios. Y producir desde patrones, modelos y tipos hasta escuetas normas. La
canónica, una de las cuatro formas de proyectar construcciones (Geoffrey
Broadbent: Metodología del diseño arquitectónico, 1966) abarca la tipológica y
la analógica. Sería una búsqueda abierta que confronte a teóricos, críticos y
profesores de arquitectura interesados en el tema.
Nuestra arquitectura debería ser: Contextual: casi
toda se hace en ciudades ya construidas. Sostenible: ecoeficiente en su
construcción y mantenimiento, pues somos un país pobre, bioclimática para
aprovechar mejor nuestros climas, de bajo consumo de energía y agua potable para
no desperdiciarlas mas, y no contaminante mediante el reciclaje de aguas
servidas y basuras. Funcional: pero no solo ergonómica sino tambien
confortable. Segura: debe evitar los incendios, ser sismorresistente,
fácilmente evacuable, no causar accidentes y carecer de barreras
arquitectónicas. Reciclable: flexible para ajustarse a la variabilidad de las
necesidades y expectativas de sus usuarios, transferible pues estos cambian
pronto, y adaptable para facilitar posteriores transformaciones en su uso e imagen.
Significativa: debe ser, finalmente, evocadora de las tradiciones y la memoria
colectiva pero innovativa para que emocione.
Propósitos que se puedan reagrupar, ampliar y
cuestionar, y que serían tan útiles como los de Christopher Alexander (Un
lenguaje de patrones, 1977), o Ernest Neufert (El arte de proyectar en
arquitectura, 1982). Deberían producir rápidamente unos rasgos definitorios de
nuestras arquitecturas y urbanismos que nos permitan recobrar en cada lugar,
tiempo y circunstancias lo mejor de lo perdido -los ejemplos paradigmáticos- y
disponer de lo mejor de lo nuevo –los recursos e imágenes innovadores-. Nos
ayudarían a identificarnos en un mundo que inevitable pero peligrosamente es
cada vez mas uniforme. Por supuesto es necesario reflexionar ampliamente sobre
cada tema y afinar las conclusiones para que sean puestas a prueba y permitan
reiniciar el proceso.