30.09.2004 La arquitectura hoy
La gran arquitectura siempre ha estado al servicio de
las clases dominantes y del poder. Desde los sacerdotes y faraones egipcios
hasta los dictadores totalitarios de la primera mitad del siglo XX. Lo demás es
construcción vernácula o popular. Sin embargo, desde hace varias décadas,
coincidiendo con el llamado Movimiento Moderno, ese ideal del humanismo (del
que habla Carlos Jiménez en su columna de hace unos días sobre la novena
edición de la bienal de arquitectura de Venecia), se logró por fin al ponerla
tambien al servicio del hombre común, concretamente de su vivienda.
Lamentablemente la generalización trivial del que se denomino estilo
internacional, la volvió tambien un problema de modas, o en el mejor de los
casos de cuestionables vanguardias que ignoran las circunstancias y necesidades
de cada lugar.
Afortunadamente la conciencia de que con la
sobrepoblación, el pésimo uso de los recursos no renovables y toda clase de
contaminaciones estamos poniendo en peligro la vida misma en el planeta, nos
está llevando a todos a pensar de otra manera. El hecho es que en los países
industrializados los edificios, muchos diseñados por arquitectos, gastan en ser
calentados e iluminados en los meses de invierno mas de la mitad del total de
la energía que en estas naciones se consume, y que sus inodoros y orinales son
lavados con agua potable. Por eso se está generalizando rápidamente la búsqueda
de una arquitectura sostenible, y desde luego en nuestros climas tropicales
calidos o templados, en donde es tan fácil lograr edificios ecoeficientes, el
ignorarlo, como lamentablemente lo ignora la mayoría de nuestros arquitectos,
raya en lo criminal.
En
consecuencia hoy en día en el mundo se perfilan dos grandes corrientes
arquitectónicas: la que reclama el espectáculo, las publicaciones y las
bienales, como la de Venecia, mas preocupada por el arte, y la que se ocupa
tambien de la ecoeficiencia y la respuesta a las necesidades reales de cada
lugar ateniéndose a sus tradiciones y circunstancias, con sentido ético y no
solo estético. Y, en esta última, como dice el arquitecto Jorge Ramírez, solo
se ven dos salidas: los que buscan resolver los problemas mediante el uso de
tecnologías de punta y los que lo hacen recurriendo preferencialmente a la
optimización de las soluciones tradicionales, que suelen ser sostenibles, sin
caer en lo meramente folklórico o regresivo, y al uso de tecnologías apropiadas
pero solo cuando son imprescindibles.
Sin duda estas ultimas tendencias son en nuestro caso
lo pertinente. Sin embargo no podemos dejar de ver la arquitectura de estrellas
internacionales como Frank Gehry, Peter Eisemann o Rem Koolhaas, por mas
veleidosa que esta sea, pero hay que hacerlo críticamente. Y por supuesto
debemos mirar la arquitectura al servicio de los hombres de figuras internacionales,
por que tambien lo son, con Premio Prizker y todo, como James Stirling, Jorn
Utzon, Tadao Ando, Álvaro Siza o Glenn Murcutt. Ninguno de los cuales ha ido,
que se sepa, a la Bienal de Venecia pero en cambio todos han merecido la
Medalla de Oro Alvar Aalto, quien fue el primero en recibirla, dada solo nueve
veces por los arquitectos finlandeses y tal vez el premio internacional de
arquitectura mas serio que existe, y que el año pasado se otorgo, por primera
vez, a un latinoamericano: Rogelio Salmona.