15.11.2012 A propósito de un artículo de Lanuza y Mondragón en Torre de Babel

Si los arquitectos aquí comienzan a decir algo, y no apenas los historiadores, como ya lo hicieron hace cuatro años Felipe Lanuza y Hugo Mondragón y ahora Guillermo Fisher y Juan Luis Rodríguez, entre otros, tal como lo pide el historiador Paul Goldberger, autor de Why architecture matters, 2009, y crítico de arquitectura del New York Times (A. Zabalbeascoa, El País, Madrid 2012), las cosas podrían comenzar también a cambiar aquí pues la actual crisis de la arquitectura en Colombia (no es sino ver el “mal” que le hemos hecho a las ciudades con “buenos” edificios) es que nos sigue llegando de allá, en revistas y bienales, concretamente de España, la arquitectura y la crítica (y a veces hasta de Mongolia). Por eso la importancia de TORRE DE BABEL y su espacio para una critica propia a la arquitectura que hacemos aquí para que finalmente sea, no colombiana, como denominación de origen, si no originada en los climas, paisajes y tradiciones de las muy diferentes regiones de la Gran Colombia pues es todo un error dejar completamente por fuera Panamá, Venezuela y Ecuador.

De ahí que sea muy pertinente y oportuno recordar nuevamente el trabajo de Carlos Martínez y Lorenzo Fonseca en la revista Proa, pero igualmente lo es traer a cuento el de Santiago Sebastian, Francisco Gil Tovar, Mario Buschiazzo, Jorge Hardoy, Carlos Arbelaez, Victor Olgyay, Graziano 11Gasparini, Germán Téllez, Ernesto Moure, Alberto Corradine, Eugenio Barney, Silvia Arango, Carlos Niño, Darío Ruiz, Sergio Trujillo, Alberto Saldarriaga, John Potter Hamilton, Isaac Farewel Holton, Germán Colmenares, Edgar Vásquez, Noel Cruz, Jaques Aprile-Gniset, María Cecilia O´Byrne, Francisco Ramírez y yo mismo, y por supuesto otros pocos que no olvido sino que no recuerdo ahora. Pues muchos de los profesores que hoy hacen teoría o historia para ser publicada en libros y revistas universitarias indexadas que pocos leen, lamentablemente no incursionan en los medios de comunicación a partir de sus trabajos para hacer esa critica a las ciudades y sus arquitecturas que tanta falta hace no en el país sino, precisamente, en sus ciudades, pues como dice Goldberger, no podemos vivir sin arquitectura.

Podrían comenzar completando, corrigiendo, aclarando, precisando y criticando lo ya escrito, como lo hicieron Lanuza y Mondragón. Y a propósito ¿ cuál era ese “fenómeno arquitectónico fresco y remozado [que}parece estar despuntando en el horizonte de la arquitectura en Colombia” que vislumbraban hace cuatro años. Lo que si sería nuevo es que entre todos pudiéramos escribir una nueva historia “no oficial” de la arquitectura en Colombia mediante apostillas organizadas –y ojala cortas- a las de Eugenio Barney, Silvia Arango, Carlos Niño y Sergio Trujillo con Niño, y la de los libros de las Bienales por supuesto. En el último de nuevo se oculta el Premio del Jurado que creamos en la XIII Bienal (lo permitía el Reglamento) y le dimos al Archivo General de la Nación, que no estaba terminado ni desde luego inscrito, que era toda una critica a lo presentado, de parte de Gorka Dorronsoro, Carlos Mijares, Horacio Navarro, Carlos Niño y yo mismo, como lo fue también darle el Premio Nacional de Arquitectura a la Historia de la Arquitectura en Colombia de Silvia Arango, y no a un edificio.

Columna publicada en el blog de opinión www.torredebabel.info. 15.11.2012

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